miércoles, 16 de diciembre de 2015

Petróleo: de la accion al partir.
Por: Odoardo León-Ponte.
El crecimiento de la industria petrolera, condición indispensable para que el país pueda incrementar su actual única fuente de ingresos, ahora aquejada más aún por una enorme reducción de los precios del barril en contraposición a la creciente necesidad de ingresos para remediar nuestra inmensamente disminuida fuente de fondos para el estado, requiere un giro total hacia una apertura que permita la incorporación del capital privado en todas las áreas de esa actividad: se requiere romper el “Candado Petrolero” (ver mi contribución de 2012 “El candado petrolero y el futuro” incorporada a mi blog odoadolp.blogspot.com). Ese es el ¿qué? Veamos el ¿cómo? que es la clave de la acción. Y la otra pata es la privatización.

¿Cómo atraer la inversión privada? 1. Mientras la apelación jurídica esté sometida únicamente a los  tribunales nacionales será difícil que en alguien venga a invertir en petróleo y mucho menos por el futuro previsible en el que los precios estarán muy bajos y habrá un excedente de producción de crudos de mejor calidad y menos costosos y riesgosos que los nuestros. Habrá que proveer condiciones ventajosas. La respuesta es obvia. 2. El estado venezolano tendrá que usar los pocos fondos de los que dispone para atender a la tragedia socio/económica y no podrá distraer ni una locha para invertir a futuro en petróleo ni en la reparación y el mantenimiento de sus instalaciones: luego la fuente de inversión para atender a esas necesidades deberá ser el capital privado que no trae las ataduras políticas de la inversión de compañías estatales. No hay alternativa: el camino para lograrlo es la “apertura” y la concesión a través de licitación de las plantas e instalaciones existentes y de las nuevas que sea necesario construir ya que no dispondremos de los fondos para ello, si queremos atender a la tragedia socio/económica  socio/económica nacional. Estos aspectos se resuelven a través de la modificación de las leyes relativas al petróleo y el gas.  

¿Qué hacer con Pdvsa? Inicialmente desvestirla de todas las funciones que no son propias de su rol  como productora de fondos, pasándole esas responsabilidades a los correspondientes sectores del estado. Luego, evaluar la capacidad real de Pdvsa para atender a sus responsabilidades bajo las nuevas circunstancias, entendiendo que estaría allí para producir ingresos para el estado y determinando qué dimensiones tiene la naturaleza del problema a ver si tiene la capacidad de actualizar y modernizar sus instalaciones (ya con más de veinte años de deterioro por desatención)) y producir para el estado sin mermar los ingresos requeridos por la tragedia nacional (es imposible que Pdvsa pueda hacer las dos cosas). Conclusión: privatizar a través de una nueva “apertura” para que no se usen los pocos fondos que tendremos para solucionar asuntos que se puede solucionar con inversión privada.

En resumen: se trata de asegurar que haya el dinero para producir los máximos ingresos posibles para un estado deficitario en fondos y asegurar la reposición de la industria a niveles de producción de ingresos para el estado cónsonos con los requerimientos de la grave situación socio/económica que permanecerá por el futuro previsible. Eso no se podrá lograr mientras la actividad requiera fondos de un estado deficitario en fondos. Aparte: lo mismo es aplicable a las otras actividades en manos del estado. Se acabó el socialismo de un estado propietario de los bienes de producción.
 Caracas, Diciembre de 2015.
odoardolp.blogspot.com

@oleopon 

martes, 15 de diciembre de 2015

6D: el mandato.
Por: Odoardo León-Ponte.
No cabe duda sobre el mandato que recibió la Asamblea el 6D. “Hagan lo que sea necesario para cambiar el rumbo y orientar al país hacia los senderos del progreso”. El mismo mandato que le dieron a Chávez en 1988 y que él y sus huestes dilapidaron miserablemente. No cabe duda sobre cuál en la naturaleza del mandato ya que le dieron a la Asamblea los máximos poderes establecidos en la constitución: más de eso es imposible. Es como si el electorado le hubiera dicho: “las excusas son inaceptables”. De nuevo será el ¿cómo? el que determinará el grado de éxito. Pero habrá ciertas premisas sobre la cuales será necesario basar la acción. Veamos.

El mantenimiento del poder máximo dependerá del mantenimiento de una unidad blindada para asegurar su mantenimiento: la  mayoría calificada. Algunos podemos recordar “el voto clave o decisivo” que se usó como “movida” política. Hasta hoy ese voto se ha manifestado en los “saltos de talanquera”; un mecanismo usado por quienes no tienen convicciones  en función del origen de su mandato.

 Específicamente se requiere: 1. Tomar un rumbo y una orientación distintas a los ya conocidos de la “cuarta” y la “quinta” y que no deben reflejar para nada los que entonces se hizo: se requieren nuevas fórmulas que rompan el prototipo de ambas etapas: nuevas ideas y fórmulas distintas a todas las que en el pasado no nos dieron la realidad necesaria para el continuado progreso sino para el “sube y baja” del que hemos sufrido en forma prolongada. 2. La celeridad en la toma de decisiones con el objeto de no perder el impulso que da el inmenso grado de poder recibido. 3. La deposición de los miedos a tomar medidas de trascendencia que permitan hacer ver que hay rápida acción consona con la urgencia de las necesidades. 4. Romper a través de una exigencia de participación unida a la efectividad y competitividad de la contribución, los parámetros que no han permitido que nuestras empresas nacionales sean competitivas a nivel mundial. 5. Tomar las acciones necesarias para que se pueda dar la seguridad jurídica necesaria para que el capital privado tenga la seguridad de que su inversión y sus derechos  serán respetados: indispensable. 6. Tomar las medidas para que se hagan los ajustes necesarios a los parámetros económicos para enderezar las proporciones y relaciones perdidas en estos 16 años. 7. Enderezar el torcido rumbo que ha tomado la actitud y actuación de la gente en el país. 8. En forma acelerada buscar una relación y un balance equilibrados entre los poderes. 9. Limpiar la casa en cuanto al desastre creado por el desgobierno socialista inviable en trance de salida. 10. Atender a las necesidades inmediatas e impostergables de la gente en términos de su tragedia económica. 11. Indagar sin miedo en todo lo incorrecto realizado hasta la fecha. 12. Designar personas s idóneas y calificadas para los poderes públicos según lo establecido en la Constitución. 13. Rescatar la imagen de nuestro país en términos de sus representantes en el exterior.  14. Restablecer las responsabilidades correspondientes a los distintos segmentos de la organización del estado incluyendo la profundización de la descentralización.  15. Atacar el pronto desarrollo a través de la privatización de las actividades indispensables para el crecimiento de la economía. 16. Dar preferencia a nuestros intereses internos vs los de una aparente conveniencia externa. 17. Dejar de ser un país adjetivo: para todo seamos venezolanos (sustantivo) y no bolivarianos (adjetivo). Aparte: toda la ristra de otros problemas por resolver.
Caracas, Diciembre de 2015.
odoardolp.blogspot.com
@oleopon


lunes, 14 de diciembre de 2015

Petróleo y privatización.
Por: Odoardo León-Ponte.
La situación financiera del país, en términos de disponibilidad vs necesidades, es dramática: todo producto de muchos años de indulgencia en los que solo se ha empobrecido al país, dejando pasar la posibilidad de hacer y ahorrar y así permitir el progreso en contraste con la situación actual en la que todo está atrasado: lo que normalmente se hubiera hecho, lo que se hubiera hecho para crecer y los ahorros consiguientes que se hubieran podido generar con el excedente de los ingresos en términos de la diferencia entre la capacidad de hacer y la posible. Resultado: está pendiente todo lo que se hubiera tenido que hacer en generación de energía, producción de petróleo, infraestructura del país, dimensión de la actividad privada de producción y manufactura en comparación con el déficit generalizado que tenemos y el pago de una deuda por determinar u con precios en caída del barril de petróleo. Con este breve resumen de la tragedia que nos acosa, veremos que habrá poca disponibilidad financiera para atender a lo que hubiéramos tenido que hacer, lo nuevo que era necesario hacer y los ahorros que no hicimos, ya que el gobierno de turno nos ha circunscrito al despilfarro, la corrupción y la destrucción durante este Siglo XXI. Habrá necesidad de generar ingresos que no estamos en capacidad de generar ni ofrecer para la tarea de poner el país al día. Y la población sigue creciendo. Ese es el “qué”. Veamos varios casos como ejemplo.  

Cantv: todo el sistema de telecomunicaciones está atrasado, tanto en capacidad como velocidad. Corpoelec: el sistema es deficitario en capacidad de generación y capacidad de transmisión de electricidad vs los requerimientos. Vialidad: no se han incorporado nuevas carreteras o avenidas (solo uno que otro puente de guerra) en mucho tiempo ni ferrocarriles o metros. Sanidad, asistencia social y educación: la red de hospitales, escuelas y epidemiología es deficitaria y requiere una actualización en sus instalaciones y servicios. Minería, industria y manufactura: todas están en quiebra y en producción extremadamente precaria. Seguro social: es el original y aparte de no proveer ningún servicio aceptable, también provee una pensión mínima mensual de US$10 para cada jubilado. Agua: no hay un servicio de agua potable que satisfaga las necesidades de la población. Transporte: tiene un atraso de muchos años y no hay planes para su desarrollo. Petróleo: Pdvsa ha perdido dos millones (2.000.000) de barriles diarios de producción propia en este siglo equivalente a ciento veinte y cinco mil (125.000) barriles diarios de producción por año y está solo capacitada para reducirla en vez de siquiera mantenerla. Insumos para la producción nacional: no hay dólares para importar. ¡Y pare de contar! Y todo lo anterior está en manos de un estado hipertrofiado sin ingresos suficientes, que usa créditos que no estará en capacidad de pagar y emite dinero inorgánico y nos mantiene en cola permanente para todo los que hacemos: cajeros, abastos, clínicas, tráfico, etc. ¿”Cómo” haremos para cambiar esta realidad? La respuesta de vida o muerte es la privatización de todo lo que la actividad privada pueda hacer en forma competitiva. El estado se reservaría lo que solo él puede hacer: legislar, aplicar la ley, preservar los derechos individuales y colectivos, fijar condiciones para el progreso, y asegurar la provisión de los servicios básicos y la ayuda a los necesitados para su Desarrollo Humano.
Caracas, Diciembre de 2015. odoardolp@gmail.com odoardolp.blogspot.com @oleopon

jueves, 10 de diciembre de 2015

El candado petrolero y el futuro.   
Julio de 2012.
La constitución reserva al Estado “la actividad petrolera” y le obliga a promover “la manufactura nacional de materias primas provenientes de la explotación de los recursos naturales no renovables”.  Igualmente, con relación a la “explotación de los recursos naturales propiedad de la Nación”, permite al estado “otorgar concesiones por tiempo determinado”. Por otra parte, se establece que únicamente en el caso de PDVSA “o del ente creado para el manejo de la industria petrolera”, el “Estado conservará la totalidad de las acciones”, exceptuándose expresamente “a las filiales, asociaciones estratégicas, empresas y cualquiera otra que se haya constituido o se constituya como consecuencia del desarrollo de negocios de PDVSA”. La reforma de la Ley Orgánica de Hidrocarburos (LOH) de 2006, reserva las actividades primarias al Estado, a empresas de su exclusiva propiedad  o aquellas en las que tenga más del 50% de propiedad. Esta misma limitación se establece en la reforma de 2009 de la Ley Orgánica para el Desarrollo de las Actividades  Petroquímicas, Carboquímicas y Fósfoquímicas. En 2009 se modificó la definición de empresas mixtas existentes obligándose a que las mismas tuvieran a la CVP u otra filial como socio mayoritario con por lo menos 60% de propiedad. La LOH de 2001 permite la realización de actividades de destilación, purificación y transformación de los hidrocarburos naturales por parte de cualquier persona o ente. Solo los tribunales de la República y no el CIADI, determinarán las controversias entre socios. La reforma del 2009 de la Ley Orgánica que Reserva al Estado Bienes y Servicios Conexos a las Actividades Primarias de Hidrocarburos permite expropiar bienes y servicios utilizados, que anteriormente eran realizados directamente por PDVSA y sus filiales, que hubieran sido tercerizadas. La Ley Orgánica de Hidrocarburos Gaseosos de 1999 permite que para los gases no asociados, es decir, los yacimientos de gas libre, todas las actividades pueden ser realizadas por entes del Estado o de su propiedad y por personas privadas, con o sin la participación del  Estado. En 2009, en su reforma se estableció la participación cooperativista, social y colectiva, con la finalidad de fortalecer el sector productivo popular y el socialismo.
Estas son las condiciones resumidas que obligan en la actividad petrolera en nuestro país.

Por consiguiente, para las actividades primarias relacionadas con el petróleo, PDVSA tiene que aportar el capital necesario para el desarrollo de las nuevas actividades en base a su participación accionaria: 100% en actividades propias y 60% en el caso de las empresas mixtas.
Por otra parte, todo lo relacionado con las actividades propias de PDVSA para ampliar su capacidad de producción a futuro (exploración, producción y mejoramiento) y mantener su infraestructura de producción y refinación en el país es de su exclusiva responsabilidad.  

La producción propia de PDVSA ha mermado significativamente, la de las empresas mixtas está estancada, el parque industrial propio y la infraestructura de PDVSA están en el suelo y la actividad a futuro está en veremos, todo por falta de la capacidad de acción o de inversión de PDVSA. Con las limitaciones legales existentes ¿qué acciones inmediatas podemos tomar para abrir el candado legal que impide el desarrollo urgente e indispensable del petróleo?  
      


El petróleo y la repartición de los ingresos.
Por: Odoardo León-Ponte.
Hay un dilema referente al uso de los fondos provenientes de la actividad petrolera: repartirlo a los ciudadanos o usarlo para el desarrollo del país y el Desarrollo Humano de la gente. Pero debemos partir de la premisa presente que hace que para enrumbar al país hacia la senda del desarrollo, se van a necesitar todos los fondos disponibles y con toda seguridad que nos  quedaremos cortos en cuanto a las necesidades reales versus la disponibilidad, una vez abierta la caja de pandora que nos conoceremos al iniciar la salida del socialismo de siglo XXI.

El país necesita una inmensa cantidad de fondos para actualizar todo lo que no se ha hecho y para reparar y reponer todo lo que se ha dañado durante los últimos 25 años, además de los fondos necesarios para expandir la infraestructura para comenzar a adecuarla a las consideraciones actuales y futuras de crecimiento del país. Inmensa cantidad todavía no cuantificada. Las solas necesidades de la actividad petrolera en manos del estado requeriría todos los fondos que genere el petróleo por los próximos años para adecuar su infraestructura y hacerla operativa dentro de rangos y estandares aceptables en cuanto a producción, transporte, refinación y distribución de crudos y productos y seguridad. Recordemos que durante los últimos diez años, la actividad petrolera del estado ha sido desatendida totalmente, disminuyendo su capacidad generadora de dinero a tasas ínfimas, aparte de que tampoco se prevé un incremento en los precios ni en la producción que permita generar más fondos que los actuales para las necesidades antes mencionadas. Si al panorama anterior le añadimos la tesis de que los fondos generados deben ir al ciudadano, dejaríamos sin fondos al estado para atender a sus necesidades para con la gente, por lo menos en cuanto a los subsidios que será necesario mantener durante el largo tiempo que tomará calificar a la gente para mantenerse por sus propios medios. ¿Y si incorporamos los reales necesarios para importar todo lo que consumimos y para aumentar el caudal del aparato productivo privado? Como quiera que se analice el panorama financiero, aunque solo sea por encimita, encontraremos que enfrentamos y enfrentaremos una situación de inmensa escasez de fondos y de insumos y bienes de consumo durante los años por venir. ¡Que dilema! ¿O será “trilema” o “multilema”? Como quiera que se vea, parecería que no tendremos los fondos necesarios para atender a las necesidades, ni la posibilidad de aumentarlos de inmediato (la lentitud relativa al aumento de la producción: el candado petrolero y menores precios y producción de petróleo). ¿Qué hacer y sobre todo ¿cómo? hacer  para resolver este complejo “multilema”? Por el camino que hemos transitado  no se podrá resolver  la situación financiera para atender a las necesidades para convertirnos en un país viable.

Continuarán los tiempos difíciles como los que nunca antes hemos enfrentado y no tenemos a la mano los instrumentos producto de los nuevos enfoques que tampoco tenemos y que se requieren para resolver la situación a la que hemos llegado y poder encaminar al país hacia una nueva senda del prometido pero nunca logrado progreso. La pregunta a contestar: ¿Cuáles son las políticas y las estrategias que se aplicarán para resolver este difícil cuadro? ¿Quién las ofrecerá para iniciar las necesarias y urgentes discusiones y el urgente resultante plan de acción para llevarlas a cabo? Pero por favor que no sean más de lo mismo. Se necesitan ideas nuevas; creativas; progresistas; osadas; a futuro.
Caracas, Diciembre de 2015.
odoardolp@gmail.com  odoardolp.blogspot.com @oleopon


martes, 8 de diciembre de 2015

El blindaje del petróleo.
Por: Odoardo León-ponte
Partiendo de la premisa de que ahora, más que nunca, dependemos del petróleo para nuestra subsistencia como país, debemos diseñar un juego de políticas y estrategias que lo protejan para que nuestro país sea viable: debemos “blindar” al petróleo para minimizar la posibilidad de que las acciones desacertadas de las que ha sido objeto no vuelvan a ocurrir. De otra forma seguiremos siendo un país de “estira y encoje” que no llegará a desarrollarse nunca y que seguirá sometido a lo que suceda de acuerdo con la mejor o peor voluntad del gobernante de turno y sin factor de continuidad para el progreso. Llevamos cien años de actividad petrolera, buscando la forma de evadir la mejor manera de enfocar su verdadero desarrollo con excusas y fórmulas inaceptables. Se trata ahora, con base a esos  cien años de experiencias y fracasos, de asegurar el blindaje de la actividad petrolera para que sea posible asegurar que esta produzca lo que necesitamos como base para nuestro desarrollo. No se trata de fórmulas de izquierda o de derecha en el manejo del petróleo en sus distintos grados, como anotan algunos observadores poco acertados, sino de disminuir la posibilidad de que nuestra desacertada dirigencia pueda causar los tropiezos en su desarrollo tal y como se han anotado en los cien años que llevamos tratando de convertirlo en nuestra base de desarrollo, afectándolo negativamente cada vez más en perjuicio de nuestra gente, exceptuando a los pocos que la han usado para beneficio personal, como trampolín político o como fuente de enriquecimiento.

¿Qué deberíamos haber aprendido? 1. Que el petróleo requiere dinero (que no tenemos), tecnología (que no tenemos ni tenemos con qué comprar) y recursos humanos calificados (que no tenemos ni podremos pagar) y que esos recursos están en manos del inversionista privado. 2.  Que nunca hemos tenido (y ahora menos) esos recursos financieros y humanos (mucho menos después de la “decapitación”) y si los tuviéramos, serían necesarios para hacer todo lo que no hemos hecho en estos cien años de” bonanza” petrolera en áreas distintas al petróleo. 3. Que las alianzas con empresas estatales traen compromisos políticos que deben quedar fuera del negocio petrolero. 4. Que el manejo del petróleo requiere independencia para las decisiones sobre inversión que deben estar ligadas a las necesidades del negocio y no limitadas por las del estado. 5. Que el estado debe permitir y promover (y no frenar) el crecimiento de la actividad petrolera a través de las inversiones del capital privado. 6. Que la clave para el crecimiento del país está en el crecimiento de la capacidad de la industria petrolera, ahora diezmada, para generar fondos que puedan ser utilizados a su vez para el desarrollo del país y que estos fondos sean distintos a los que se requieren para el desarrollo del petróleo. 7. Que desde la perspectiva a futuro, igual situación tenemos en cuanto a toda la ristra de empresas quebradas pertenecientes al capitalismo del estado y al que, en lógico paralelo, debemos aplicar las mismas pautas: Cantv, Sidor, café, aluminio, etc. 8. Que todos los fondos que podamos generar en el corto y mediano plazo serán insuficientes para las necesidades generadas por incapacidad, indolencia o inacción y para apoyar al desarrollo de la industria privada indispensable para nuestro desarrollo.  9. Que con la crítica situación que hemos desarrollado no podremos, consciente y responsablemente, creer que podremos disponer de los fondos y recursos humanos necesarios para cumplir esa gesta, dentro de una estrategia unida a un capitalismo de estado: créelo sería soñar despiertos. 10. Que mientras menos fondos pasen por las manos del estado, menos oportunidad habrá para la corrupción. Y por andar soñando despiertos durante estos cien años es que no viajamos en el tren del desarrollo basado en el petróleo y hemos perjudicado la posibilidad de una democracia fundamentada en una economía basada en pilares suficientemente fuertes para mantener la libertad basada en conceptos de Desarrollo Humano.

Caracas, Diciembre de 2015. odoardolp@gmail.com odoardolp.blogspot.com @oleopon  

viernes, 4 de diciembre de 2015

El petróleo y la realidad actual.
Por: Odoardo León-Ponte.
Los tiempos han cambiado. Ya no somos ni podremos llegar a ser el gran país petrolero que en alguna oportunidad fuimos o que pudiéramos haber sido si no hubiéramos tomado el derrotero que tomamos. Analicemos el panorama actual.

Pdvsa se ha descolgado de su sitial de excelencia de otras épocas, una vez tomada la decisión equivocada de estatizar la actividad y abierto el camino para convertirla en fuente de poder político en vez de en fuente de fondos para el desarrollo. Con el agregado de la estatización adicional en todos los renglones de la actividad industrial, o comercial, el caudal de fondos para el desarrollo del país se ha reducido a cero, ya que lo poco que queda se va a la actividad política para el mantenimiento del poder y el mantenimiento de una economía de hambre. Pero los fondos tampoco alcanzan para esa actividad ya que por dedicarlos exclusivamente en esa función se desatiende a los esencial de la vida, como son la salud, la educación y los servicios, llegándose al punto de deshacer con una mano lo que se quisiera hacer con la otra.Los líderes políticos de los viejos y nuevos partidos siguen hablando en términos del ¿qué? Y se olvidan o no saben ¿cómo? cambiar la situación, cómo enderezar al país enrumbándolo por derroteros de progreso. Parecería que los viejos no han aprendido que sus acciones contribuyeron a lo que tenemos y que los nuevos están aprendiendo de ellos y repitiendo el mismo cacareo, en vez de definir nuevas estrategias  para el desarrollo. Quizás eso se deba a que no ha habido un adecuado  relevo generacional y permanecen en acción personajes que debieron haber pasado a la retaguardia. Y los nuevos solo se ven en el espejo o en el reflejo de aquellos que habiendo tenido la posibilidad de cambiar para el progreso solo siguieron haciendo lo mismo que no ha generado resultados positivos.

Si tomamos el ejemplo del petróleo, los políticos, aún los nuevos, piensan que la producción podrá subir de inmediato para remediar nuestros males: se olvidan de que un proyecto de la faja se tardaría por lo menos 10 años en llegar al punto de equilibrio (break even) con inversiones considerables y que las ganancias se generarían en los años subsiguientes y que tendrían que darse las condiciones requeridas para que los inversionistas privados vinieran a invertir (habría que deshacer el candado petrolero). Peor aún, ahora la carga es total sobre el petróleo mermado, diezmado y encadenad porque, aparte de él, aunque insuficientemente,  ahora no hay un parque industrial privado que pueda contribuir a balancear la carga para satisfacer las inmensas necesidades causadas por el trajinar sobre la obstaculización del desarrollo petrolero. Pero ¿cómo hacer para remediar nuestras necesidades acumuladas y proveer un caudal creciente de ingresos que permita recuperar cien años de actividad petrolera tirados por la borda? Ya no tenemos ni el dinero ni la tecnología ni los recursos humanos (se les decapitó) para hacerlo bajo la fórmula de un “capitalismo fracasado de estado” que en estos momentos y por el futuro inmediato nos agobia.


Necesitamos nuevas ideas de nuevas gentes que traigan consigo nuevos enfoques para sacar a nuestro país del deterioro generalizado al que nos han llevado todos los enfoques negativos e improductivos que hemos desarrollado en estos cien años de dependencia petrolera. Durante esos cien años solo hemos dado traspiés pensando que los enfoques izquierdistas en materia económica eran la fórmula para un desarrollo con paso firme de continuado progreso. Nos equivocamos. Requerimos un nuevo enfoque de capitalismo de mercado basado en la inversión de la empresa privada confiando en que el estado pueda realmente resolver las que son sus verdaderas responsabilidades. Caracas, Noviembre de 2015. odoardolp@gmail.com  @oleopon

martes, 1 de diciembre de 2015

El petróleo: una nueva estrategia.
Por: Odoardo León-Ponte.
La comercialización de crudo y productos en el mercado petrolero (la sangre de nuestro sistema) requiere políticas y estrategias que aseguren la flexibilidad necesaria para aprovechar las alternativas de los vaivenes del mercado internacional. Esas políticas y estrategias serían aplicables tanto a la producción propia (si es que en definitiva conviene tenerla a la luz de la tragedia de Pdvsa) y a la producción de terceros que en todo caso será una necesidad perentoria. La flexibilidad está en aprovechar principalmente: 1. Las variables del mercado en cuanto a dónde esté la ganancia, teniendo la capacidad necesaria para ganar aguas abajo o aguas arriba sin tener que cerrar producción, cuando la ganancia está aguas abajo; es decir: poder tener la capacidad de colocar en nuestras refinerías, en todo caso, lo que produzcamos que sea de menor posibilidad de colocación; 2. El potencial de producción (diferencial entre producción y capacidad de producción) que nos permita aprovechar las oportunidades cuando la ganancia esté aguas arriba y el mercado esté holgado; 3. Tener la óptima composición de calidad de crudos, pero sobre todo de las necesarias para los tipos de crudos de nuestras refinerías (o las de terceros a través de contratos o adquisición parcial) y para la venta en el mercado distinto al propio; 4. Poder colocar el crudo en nuestras refinerías cuando el mercado esté corto y haya que cerrar producción; 5. Disponer de capacidad de refinación en nuestro país para atender a las necesidades del mercado interno, tanto en volumen de consumo como en requerimientos de crudo para mezclas; 6. Vender principalmente al consumidor directo para evadir las posibilidades de negocios de intermediarios (corrupción) y, excepcionalmente, en el mercado “spot” al mejor postor, previa licitación; 7. Identificar separadamente la producción de “Bitumen” (crudo de la faja) de las del crudo convencional para poder apartarlo de las limitaciones a la producción de crudo convencional por nuestra participación en la OPEP; 8. Asegurar que la producción, refinación, transporte y comercialización (incluyendo el mercado interno) de crudos y productos no esté limitada por la disponibilidad de fondos por parte del estado (que requerirá por el futuro previsible y para otros fines todo lo que pueda generar) ni por las trabas a la actividad petrolera privada, fuera de las que se ajusten a las políticas y estrategias aquí enunciadas; 9. Que el crecimiento de la actividad de la industria (si es que en definitiva se decide por razones “económicamente justificables” dentro de estas políticas y estrategias el mantenimiento de una actividad petrolera en manos del estado) se base en la inversión privada asegurando así su desarrollo para generar ingresos incrementados para que el estado pueda cumplir con sus responsabilidades específicas; 10. Que lo que pudiera quedar de Pdvsa (si es que se justifica económicamente dentro de estas nuevas políticas y estrategias) se dedique única y exclusivamente a lo que tenga relación con su objetivo redefinido (nunca debió cambiarse) en términos de producir ingresos para que el estado pueda cumplir con sus objetivos redefinidos (Sería también necesaria una redefinición de las políticas y las estrategias del estado para asegurar que las nuevas para el petróleo encajen dentro de ellas). Por supuesto que todo lo anterior requeriría como condición indispensable una legislación que rompa el candado petrolero y que dé seguridad al inversionista privado de que no le cantaremos, repentinamente, y por tercera vez: “con tin coleo”.
Caracas, Noviembre de 2015.
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viernes, 27 de noviembre de 2015

El petróleo: refinación
Por: Odoardo León-Ponte.
La refinación es de mayor importancia para mejorar la rentabilidad de la producción petrolera cuando el negocio está aguas abajo y para atender a las necesidades del mercado interno cuando el costo de producir los productos es menor que el de los productos en el mercado internacional. Además, la refinación es importante para atender a calidades de crudo, como es el caso de los crudos venezolanos, estrategia de Pdvsa en el Siglo XX, en su concepción internacional (aunque un cambio de gobierno en el tiempo cambiara la estrategia sin justificación económica ni política). Hoy en día, con la reducción de la producción por causas directamente atribuibles al gobierno de turno, se han vendido algunas de las instalaciones adquiridas en aquel entonces, con la sola justificación de necesidades de flujo de caja del gobierno, sin tomar en cuenta su efecto en la competitividad de la industria petrolera nacional. Aparte, las refinerías en Venezuela que Pdvsa Siglo XX había llevado a un óptimo nivel tanto en la composición de sus plantas como en su operatividad, hoy son sitios de continuos accidentes causantes de pérdidas humanas, materiales y económicas, con efectos graves en la situación de Pdvsa al tener que importar productos que no está en capacidad de producir por esas deficiencias operativas. Agrava la situación la carencia de personal calificado para el manejo de las instalaciones, entre otras razones por la decisión absurda del difunto de botar a la plana mayor de Pdvsa. Todo esto agravado y producto de una Pdvsa que no está en capacidad de manejar los recursos que el estado le tiene encomendados, tanto en cuanto a aquellos que maneja directamente como a aquellos en los cuales es accionista mayoritaria. Y el “candado legal” existente hace que esa situación permanezca hasta tanto se cambie. ¿Cómo hacer lo que hay que hacer? ¿Cómo?

Primero que nada cambiar el enfoque político de un estado capitalista y centralizador a uno en el cual el estado se ocupe de legislar, atender a sus responsabilidades y proveer las leyes y el ambiente propicio para la mayor calidad de vida posible dentro de los conceptos de desarrollo y el consecuente Desarrollo Humano. Esto pasa por hacer que la actividad industrial pase a manos del sector privado (En este siglo y desde mediados del anterior, se ha demostrado que el estado es incapaz de proveer el crecimiento general necesario para lograr ese desarrollo. Y ello se refleja en la falta de vigencia de los “viejos” partidos políticos que todavía persisten con sus viejos estilos sin ninguna renovación ni en ideas ni en gentes. Y los “nuevos” partidos no terminan de cambiar los mecanismos para su existencia y se asimilan en sus pensamientos y mecanismos a aquellos que pretenden reemplazar.  

Para sacar el país adelante hay que hacer un cambio radical del enfoque y habilitar nuevos y modernos conceptos que propendan a la modernización del país, siguiendo el ejemplo de los países desarrollados (aunque haya que guardar las distancias) y dejando atrás todo ese subdesarrollo que nos ha afectado en la creencia de que tenemos la razón y poseemos la verdad.
Ya no tenemos excusas. Nuestra manera de pensar y de hacer nos ha llevado al despeñadero en el que nos encontramos y del que con las mismas excusas difícilmente podremos salir.
Noviembre de 2015.
http://odoardolp.blogspot.com

@oleopon

miércoles, 18 de noviembre de 2015

El petróleo y la rentabilidad.
Por: Odoardo León-Ponte.
La rentabilidad de la operación petrolera depende de la disponibilidad de petróleo, de fondos, de tecnología y de libertad de acción para promover la actividad dentro de un mercado mundial competitivo no exclusivamente OPEP. La propiedad de la operación por el estado es factor determinante para su fracaso, cuando quien tiene la propiedad de la producción no dispone de los fondos para mantenimiento y operación, ni de la tecnología, ni  los recursos humanos (que es nuestro caso hoy en día) y necesita inmensas cantidades de fondos para sus verdaderas obligaciones (también nuestro caso). Y esta realidad es aplicable en nuestro país a toda actividad, bien sea minera, industrial, agrícola, de bienes y servicios o manufactura. ¿Qué hemos hecho hasta ahora?
                                                       
Bajo la premisa equivocada comprobada en el tiempo que podemos recordar y que, analizada en su transcurso ya no admite equivocadas defensas parciales o temporales, sino un gran “Mea Culpa” con propósito de enmienda, hemos desembocado en el enorme deterioro de hoy con la implementación de un capitalismo del estado que gradualmente ha llegado a extremo. Y si analizamos nuestra acción en el área petrolera, (pero siguiendo en paralelo mental el caso, por ejemplo, de las empresas de Guayana), sin que nos equivoquemos involuntariamente o en defensa de posiciones políticas, o de razones de oposición o de que eso no hubiera sucedido bajo otros gobiernos, debemos concluir que se hace indispensable y urgente un cambio de enfoque político sobre cuál debe ser la acción del estado en el área petrolera (y en las otras): ello, si queremos progresar de verdad. Lo que han hecho nuestros gobernantes hasta ahora, no soporta un análisis serio sometido a una necesaria pero inexistente continuidad de enfoque y acción en función del desarrollo del país. En fin de cuentas hemos hecho todo lo contrario.

La rentabilidad del petróleo para un país que, como el nuestro, depende exclusivamente de su producción, depende, a su vez, de la libertad que tenga el operador para ajustar las distintas variables de la actividad y eso no se logra, como ha sido nuestro caso, con ajustes en las leyes que de manera inflexible rigidicen la acción y mucho menos con la operación en manos de un estado generalmente incapaz para la cualquier gestión administrativa exitosa. Ese hecho, además de la debilidad política del estado que no tiene el inversionista privado, es un factor que reduce las posibilidades de mantener la rentabilidad de la operación. Y si a eso le agregamos la usual mala administración de las empresas en manos del estado, más conveniente aún es que sea la empresa privada la que opere la actividad petrolera. Es necesario que el estado solo tenga la acción supervisora y colectora en cuanto al petróleo (y en las otras), pero con enfoques liberales que permitan una acción cónsona con las realidades del operador, para beneficio de la nación.

El enfoque tradicional de nuestros políticos de estatizar u obstaculizar la operación petrolera privada con fines “patriotas”, no provee ninguna alternativa de progreso; así lo hemos constatado. Recordemos que fue necesario volver a una fórmula similar a las concesiones con los contratos de operación en la faja, para aumentar la rentabilidad (el ingreso) para el estado, pero la indignante intransigencia del más reciente pasado nos retrotrajo a la peor alternativa. Por estar  a punto perder el tren del progreso, es urgente cambiar la filosofía política para que el estado se aparte de la operación de la actividad industrial y agrícola. Ya no hay razones para no hacerlo: se hace obligatorio. Pero los políticos y sus partidos no hablan del cambio necesario. O esconden sus verdaderas intenciones o asumen que la situación es normal y no de grave emergencia. En ambos

 Casos la posición es grave. Caracas, Noviembre de 2015. odoardolp@gmail.com odoardolp.blogspot.com @oleopon

miércoles, 11 de noviembre de 2015

El petróleo y la Inversión.
Por: Odoardo León-Ponte.
La explotación del petróleo, como cualquier actividad, requiere la oportuna dedicación de fondos para su desarrollo y operación: de otra forma se estanca o se deteriora la actividad. En nuestro caso eso ya es obvio: lo hemos visto con nuestros propios ojos y vivido en carne propia durante los cien años de explotación petrolera y, más intensa y, fehacientemente, en lo que va de Siglo XXI. ¿”Qué” ha pasado y “cómo” podemos cambiar la situación?

Durante el ostracismo, inmediatamente después de él, durante el período de Pérez Jiménez con concesiones y durante el segundo gobierno de Caldera con la apertura petrolera, hubo inversión importante en el desarrollo de la industria petrolera para expandir la producción de petróleo. ¿Por qué?  Porque las inversiones las hizo el sector privado y el estado se limitaba a recibir los impuestos y las regalías que le correspondían, aunque fueran insuficientes para sus requerimientos; condición solo atribuible al estado.  Es cierto que durante los períodos distintos a los anteriores hubo inversión, pero en un caso se trató de aquella orientada a la máxima explotación y no al desarrollo y en el otro a la recuperación del desarrollo de la actividad que, por culpa de nuestros gobiernos, no se había realizado. Y durante este Siglo XXI lo que se ha logrado es el caos en la explotación y desarrollo del petróleo con un potpurrí indigesto de criterios que han llevado a la industria que sustenta al país a la situación tragicómica que ya hoy todos conocemos, aunque algunos todavía tengan la osadía de pensar lo contrario.

El estado tiene dos necesidades: generar suficientes fondos para atender a aquello por lo que es directamente responsable, generando el crecimiento nacional que le produzca los ingresos para hacerlo y generar las bases para que la inversión de capital y generación de riqueza para que el sector privado, que es quien tiene los fondos y la tecnología, produzca la base de ingresos para que a través de los impuestos y la regalía aplicables, se produzcan los ingresos que el estado necesita para cumplir con sus obligaciones. Debemos entender, como ya se ha comprobado hasta la saciedad, que el estado capitalista solo trae ruina tarde o temprano; sobre todo cuando el viento que infla las velas del progreso no depende de las acciones estatales sino del inmenso conjunto de factores que mueven al mundo y que están totalmente fuera de su control, como vemos en momentos como el actual, cuando el precio del petróleo está muy por debajo de las necesidades de un estado que ha crecido exponencialmente en contra de todo lo que pudiera considerarse conveniente. ¿Es que acaso se piensa que así se pueden controlar esos vientos? (Arabia Saudita se puede dar el lujo de expandir su producción en estos momentos de reducción de los precios porque tiene los fondos acumulados, los excedentes y la capacidad de producción necesarios para aprovechar en su favor los factores del mercado dentro de una estrategia que visualiza un futuro mejor para los precios en función de un mercado mayor, cosa que nosotros no podemos hacer aunque tengamos la ”mayor reserva de crudo” (¿o de bitumen?) del mundo. )

Para generar un crecimiento de la economía que genere a su vez la base impositiva para generar los ingresos requeridos por el estado (planteamiento básico de un nuevo enfoque sobre la rectoria del estado), hay que atraer y promover a los inversionistas que tienen los fondos (que ya sabemos que no es, no ha sido, ni lo será  el estado venezolano por el solo hecho de ser dueño de todo lo que está debajo y encima de la superficie del país), es necesario crear las bases para que vengan esos fondos y que el estado se beneficie de la riqueza producida por ellos. En base a los cien años que tenemos manejando la economía y la interfase entre el capital privado y el estado (capitalista), todos hemos salido perdiendo excepto  quienes indebidamente se han beneficiado de las realidades que nos ha llevado al triste estado de deterioro en el que nos encontramos. Zapatero a tus zapatos. Dejemos que quienes saben hacer las cosas y se benefician de hacerlo, produzcan la riqueza que un estado bien administrado y dedicado a su verdadera  responsabilidad pueda utilizar para que, en conjunto y no en posiciones encontradas, podamos crear el crecimiento necesario para el Desarrollo Humano en nuestro país, asegurando así la libertad y la democracia. ¡Ojo! Se nos acabó el tiempo.
Caracas, Noviembre de 2015.
odoardolp.blogspot.com
@oleopon


miércoles, 4 de noviembre de 2015

El petróleo y el candado petrolero.
Por: Odoardo León-Ponte.
El marco de la actividad petrolera la inhabilita y la imposibilita en su desarrollo: la actividad solo puede ser ejercida por empresas 51% propiedad del estado y de las inversiones correspondientes. Pero es también lo financiero, lo técnico y lo profesional, después de diez y seis años de desaciertos. Veamos “cuál” es la realidad para intentar visualizar “cómo” resolver la situación, más allá de la tesís de “aumentar la producción” que oímos en las redes políticas como una solución al “qué” y no al “cómo”.

El país no está en capacidad de extraer los recursos que tiene en el subsuelo  como operador directo de lo existente, ni para la incorporación de futura producción, ni para manejarla como una actividad comercial y no política. Tampoco está en capacidad de aportar dinero para las empresas mixtas de las cuales es accionista mayoritario. Cambia así radicalmente el enfoque sobre quiénes deben ser los actores  a participar en el proyecto, anotando que no es lo mismo que participe el estado a que participe Pdvsa, ya que tienen roles diferentes. Del rol político deben ocuparse los políticos y del rol técnico deben ocuparse los técnicos petroleros. Hablemos del “candado petrolero”.

51% de la propiedad. Un país arruinado no puede ser accionista de nada y mucho memos mayoritario. Ese es el ¿“qué”?. ¿”Cómo”?  Eliminar la restricción debida al % de la propiedad y dejar que quienes tengan los reales, la capacidad tecnológica y los recursos humanos necesarios (ya que nosotros solo tenemos necesidades) vengan a usarlos para producir la riqueza que genere una mayor base impositiva para generar fondos para que el estado los invierta en el Desarrollo Humano de la gente.

Pdvsa. Esa empresa que en el Siglo XX fuera orgullo nacional (por los resultados de su actuación no lo fue en su momento la CVP ni lo es ahora la “Pdvsa es de todos”) y que en este siglo no ha podido manejar acertadamente las responsabilidades  petroleras ni las “pedevalísticas”, debe buscar un nuevo rumbo que la reduzca a la mínima expresión, en beneficio del país. Ese es el ¿“qué”?. ¿”Cómo”? Determinar cuál es su verdadera capacidad financiera y la de sus recursos humanos (si es que las tiene) para operar las instalaciones. Con la urgencia por la emergencia reinante en la empresa y en el país, sacar fuera de Pdvsa toda actividad que no sea petrolera, establecer la capacidad financiera (que ya sabemos que no tiene) para “poner al día” sus instalaciones abandonadas y para mantener el ritmo de producción. Si no es posible financiera ni técnicamente, que es lo más seguro, licitar la operación de las refinerías y las áreas operativas (incluyendo el personal) entre las empresas privadas que son las que posean la tecnología, el capital y los recursos humanos requeridos. Licitar la explotación de nuevas áreas entre empresas privadas calificadas (para prevenir los problemas políticos relativos a las relaciones entre estados). En el mercado interno, abrir el campo, incluyendo la operación de las redes de plantas de distribución a la empresa privada para atraer la competitividad en cuanto al servicio y los productos y para usar el dinero fresco que no tenemos. Muy importante: aumentar el precio de la gasolina reduciendo así, en lo posible, el problema del contrabando de extracción y la falta de rentabilidad necesaria para la industria, el país y la operación misma. Querámoslo o no, la  palabra clave del ¿”cómo”? es privatización: la única forma de reponer la actividad a sus niveles de excelencia del Siglo XX, dado que el estado no tiene ni tendrá el capital ni los recursos humanos ni la actitud necesarios para hacer lo requerido. Así se proveería a través de la regalía, los impuestos y el precio de venta en el mercado interno, el piso financiero para el desarrollo del país y de la gente.  Cualquier otro modo  será frustrante e improductivo. Enfrentemos la realidad.

Caracas, Octubre de 2015. odoardolp@gmail.com odoardolp.blogspot.com @oleopon

miércoles, 28 de octubre de 2015

Petróleo y cambio al centenario de su nacimiento.
Por: Odoardo León-Ponte.
La manera de manejar el petróleo, tanto antes como después de la estatización, no nos ha producido el desarrollo necesario como país. Ese período de cien años de idas y venidas con el común denominador de un discontinuo accionar, nos ha negado el progreso que vemos en países que, como el nuestro, han explotado el petróleo y han logrado un alto grado de desarrollo a pesar de sus realidades, entre las cuales se destacan aquellas relacionadas con los precios del petróleo. Nosotros no hemos logrado ese desarrollo, perjudicando el progreso necesario y posible de la gente, de la libertad y, por ende, de la democracia, aunque los hayamos pregonado como objetivos y en muchos casos como aparentes logros. Estamos atragantados de procesos estatizadores que solo han generado desorden, corrupción y miseria, salvo para quienes han derivado beneficios de esas acciones tanto en lo político (transitorio) como en lo personal (también transitorio). (¿Será por eso que solo hablamos de la gesta independentista como si fuera nuestro único lúcido pasado?). Solo el decrecimiento ha sido permanente. Estamos atragantados de que sea el estado que, queriendo ser capaz de todo, nos diga qué debemos ser y tener, en vez de que seamos nosotros quienes digamos lo que queremos y que el estado lo haga para nuestro beneficio. La intensidad con la que hoy en día nos afecta la tragedia nacional por el empeño en aplicar políticas superadas en todos los grupos sociales exitosos, nos lleva a la necesidad de determinar, claramente, algunas líneas gruesas del “cómo” hacer, en base a esa realidad a la que todos le queremos dar la espalda, llegando hasta insinuar que con algunos giros “la cosa se compone”.

El estado capitalista ha sido un fracaso total, ya que en la práctica no tiene la capacidad financiera ni técnica, ni los recursos humanos necesarios para dirigir aquellas actividades para las que hay infinitamente mejores alternativas en manos de la empresa privada. Ese enfoque, hace que ese estado capitalista desatienda las que son sus responsabilidades ineludibles: educación, salud, seguridad, Desarrollo Humano y el diseño de una estructura de estado que provea las reglas para el desarrollo y crecimiento del país en términos de generación de riqueza y de provisión de servicios en forma creciente, continua y excelente. Doble fracaso. El estado ha confundido su rol al dedicar los recursos necesarios para atender a las obligaciones básicas del estado a aquellas que otros pueden hacer y, últimamente, a promover la permanencia en funciones de los factores políticos en el poder. Para ampliar las bases de producción y manufactura de bienes y servicios que aseguren los ingresos requeridos por el estado, hay que eliminar la dicotomía para el estado entre invertir para crecer y producir o usar los fondos para gastos de mantenimiento del estado y para la permanencia en el poder. Hay que dejar que quienes tengan los fondos y la tecnología se ocupen de generar riqueza y crear empleos productivos para que el estado participe de ello y así pueda atender a sus obligaciones, asegurando el crecimiento, tanto en el sector productivo como en el de la prestación de los servicios. Así se ampliaría la posibilidad de desarrollar un estado dedicado en función de su obligación de proveer el Desarrollo Humano que a fin de cuentas es su obligación ineludible, ampliando de paso y también las bases para la libertad y la democracia.  

Caracas, Octubre de 2015. odoardolp@gmail.com odoardolp.blogspot.com @oleopon 

martes, 20 de octubre de 2015

La saga de los petroleros: la legislación.
Por: Odoardo León-Ponte.
A medida que transcurría el tiempo y el petróleo se convertía en una realidad incuestionable, se iba haciendo necesario que los representantes del estado obtuvieran los conocimientos necesarios para reglamentar la relación con las petroleras. A partir de 1936, Venezuela comienza a salir del atraso; despierta y se encuentra ante un mundo que le lleva la ventaja de no haber estado sometida a los vaivenes de un país recién fundado y sin personalidad internacional más allá de haber sido la cuna de El Libertador y su gesta.

Una legislación lógica y justa, adecuada a las circunstancias y necesidades de un país en vías de desarrollo, inició en 1943 el desarrollo de nuestra potencialidad petrolera. Una combinación de empresas privadas y un gobierno regulador y sensato permitieron que la producción creciera y que los recursos provenientes de la actividad pudieran usarse para el desarrollo del país. Todo bien hasta que comenzaron a desarrollarse y a crecer los basamentos rojizos de la acción política: la idea de que el petróleo debía ser para los venezolanos, como si alguna vez le hubiera sido ajeno. Se declaró la política de “no más concesiones” identificándose a las empresas petroleras privadas como el enemigo en vez del aliado y se inició con ello la declinación del potencial de la actividad petrolera en el mejor momento del petróleo (no habían entrado a producir los países del Medio Oriente), por la falta de inversión y desarrollo debido a esa política restrictiva que no afectaba solo la producción sino, también, a la refinación. Se introducía la careta de ficción de la CVP y de “el tablazo marca e paso”. Más adelante, en la efervescencia política del negativismo petrolero, se prolongó la acción a aquello relacionado con la reversión petrolera (que ya estaba en marcha por la acción política) mientras se trataba por todos los medios de justificar la acción en base a los supuestos intereses del país.

Llegamos a la estatización el primero de enero de 1976, unos sesenta años después del descubrimiento de fuentes de petróleo en gran escala. Pdvsa, la nueva empresa, y sus filiales, herederas éstas últimas de los valores  de laboriosidad y gratitud, inició la tarea incumplible de reponer al país a sus niveles de producción de antaño y a luchar, sin verdadero éxito, contra las tendencias politiqueras provenientes de la realidad de tener un gobierno propietario de la actividad. Por esa razón se dio un giro importante ante esta realidad al abrir de nuevo las puertas al capital privado en la explotación del petróleo. Pero ya se había abierto el camino con la eliminación de las operadoras, en función de una supuesta eficiencia y se progresaba indefectible y coincidentalmente, hacia el final del Siglo XX y se iniciaba la etapa de destrucción de la industria petrolera y del país en el Siglo XXI. Se sometía a la industria a las circunstancias del candado petrolero en la búsqueda ilusoria del control y uso del petróleo con fines políticos y trazándose así las lineas de convertir al país en una realidad inviable. Esa es nuestra nueva y verdadera realidad.
Caracas, Octubre de 2015.
odoardolp.blogspot.com
@oleopon


martes, 6 de octubre de 2015

Petróleo Siglo XX: laboriosidad y gratitud.
Por: Odoardo León-Ponte.
Dos palabras expresadas por el Papa Francisco en su periplo reciente me llevan a analizar esos aspectos en cuanto a la actividad petrolera en el Siglo XX porque le son totalmente aplicables: laboriosidad y gratitud.

Laboriosidad fue palabra clave en la relación de trabajo entre las empresas petroleras y sus trabajadores. Se trataba de mantener el valor moral o virtud del trabajo: la disciplina, el clima de trabajo más favorable, la tradición empresarial, la búsqueda individual del ascenso, el cumplimiento de las labores asignadas para que se convirtieran en fuerza transformadora y de progreso, haciendo que pasara de ser algo obligatorio a un valor.  En la medida en que se cumplía con más de lo obligatorio o necesario, se obtenían logros adicionales y progreso, tanto en rango como en remuneración relativa. En contraprestación a este valor, la empresa proveía un ambiente de trabajo que lo promovía y ofrecía, en adición a sus obligaciones legales, una serie de beneficios relacionados con salud, vivienda, actividades deportivas, educación, seguridad, reconocimiento personal y público a la buena labor y la posibilidad de progresar dentro de la organización en base a los méritos logrados en el trabajo reflejados en los resultados de la empresa. También se dedicaba un esfuerzo al mantenimiento de óptimas relaciones con las personas y el entorno vinculados a la empresa y sus actividades. Todo un tramado que lograba desarrollar un orgulloso apego al trabajo y una sensación de pertenencia que se reflejaban en la imagen de cada persona y su familia dentro y fuera del conglomerado al cual pertenecía. Todos estos conceptos, dentro de las nuevas realidades, fueron heredados por las empresas una vez estatizada la actividad petrolera. El ambiente de laboriosidad que presentían era causa de sorpresa para toda persona que visitaba las instalaciones de las empresas.  

El ambiente que generaba la realidad antes expresada generaba otra palabra clave en la relación: la  relación de gratitud entre la empresa y el trabajador que superaba y excedía la simple relación de trabajo y se convertía, especialmente en las áreas operativas, en una relación cuasi familiar. Era un orgullo hablar de los años de trabajo y experiencia y se les reconocía a través de clubes de veteranos o en elementos que identificaban esa veteranía.  

Los conceptos de laboriosidad y gratitud antes reseñados llevaron a la industria a los altísimos niveles de excelencia que permitieron lograr que saliéramos del oscurantismo y del anonimato. Sin embargo, nunca fue evidente el reconocimiento del país a esa laboriosidad ni de gratitud hacia la actividad y sus personas. Más bien hubo siempre una constante crítica, un enfrentamiento y un freno a las iniciativas de la industria, tanto antes como después de su estatización. Solo en boca de Ramón J. Velásquez hubo un mensaje de gratitud.  Y, finalmente y como coronación en el tiempo, en el Siglo XXI, con un pito, se expresó el grado de aprecio a estos conceptos decapitando la industria y destruyendo  todo lo logrado en función de la laboriosidad y la gratitud y destruyendo de paso a aquello que ha sido la sangre de nuestra existencia.  
Caracas, Octubre de 2015. odoardolp@gmail.com odoardolp.blogspot.com @oleopon


jueves, 1 de octubre de 2015

España-Venezuela 1961-2015.
Por: Odoardo León-Ponte.
La primera vez que visité Madrid fue en 1961. País con dictadura con la peseta a 14 por bolívar. Un taxi de viejo modelo cobraba una peseta extra por decreto del ayuntamiento. Muchos apartamentos no tenían aire acondicionado, y las neveras eran un closet con tela metálica que era enfriado por el frío exterior en invierno. En general no había duchas en los baños. La comida baratísima. Los españoles de todas las latitudes emigraban a Venezuela en busca de mejores vientos y remitían sus ahorros para mantener a sus parientes dejados en esas tierras mientras lograban progresar para traerlos. En el tiempo se fueron asentando aquí y sus familias crecieron hasta llegar a varias generaciones. Muchas cosas han cambiado a favor de España y en contra nuestra.

La peseta ya no existe; ahora es el euro cuyo valor ya pasó de los 900 bolívares por unidad. España es miembro de la Unión Europea de modo que los españoles ahora son ciudadanos de esa comunidad y no solo españoles. España tiene una extraordinaria red de carreteras que da gusto al igual que una red impresionante de trenes, incluyendo los rápidos y una red de vuelos comerciales a cualquier parte del país y del exterior con modernas y amplias facilidades; los mejores restaurantes del mundo, algunos hasta sin menú pues solamente ofrecen lo que les llegó ese mismo día. Teatro de alta factura, exposiciones de arte, los mejores museos, parques extraordinarios, Cique du Soleil, toros, el mejor fútbol del mundo y seguridad personal las 24 horas del día. Los productos de todo el mundo incluyendo los propios como el jabugo, los mejores vegetales, las mejores carnes y eso sin límite para el cliente y sin hacer colas; ropa de diseño de última moda tanto de hombres como para mujeres, hospitales públicos y privados para todos con el más alto nivel de calidad y debidamente equipados, al igual que en el caso de la educación; todas las marcas de vehículos. Se mantiene la tipicidad regional en el área religiosa, culinaria y costumbrista. Una pensión de jubilación permite vivir modestamente. Reciben 47 millones de turistas. Pare de contar.

Aquí: el bolívar solo existe para nosotros: nadie lo quiere, y nosotros mismos tampoco lo queremos: tampoco alcanza para nada. Cada día producimos menos de lo que antes producíamos y tenemos menos dinero para importar lo que necesitamos para producir lo que ya no producimos. Tampoco tenemos para importar lo que necesitamos para producir lo que antes producíamos ni lo que no producimos. Los servicios insuficientes; educación, sanidad y seguridad van en caída libre. “Vendemos el colchón”: la “última”, no se venderán productos regulados en “Bicentenarios” para que no haya colas. Si en algún momento quisiéramos retroceder cuando lo normal sería adelantar, es ahora. ¡Qué tiempos cuando éramos un país en desarrollo saliendo del subdesarrollo! España lo logró. A nosotros hace rato que nos montaron en el interminable tobogán del despilfarro y de la corrupción y estanos colgados de la última esperanza. En poco menos de once lustros hemos pasado de ser un país que atrajera a gente de todas las latitudes a uno en el que ya nadie que pueda quiera quedarse. Hemos perdido hasta el modo de caminar. Ahora nos tienen que defender quienes de afuera que nos ven con lástima. Triste realidad.  
Caracas,  Octubre de 2015. odoardolp@gmail.com odoardolp.blogspot.com @oleopon


martes, 8 de septiembre de 2015

Petróleo: caos nacional.
Por: Odoardo León-Ponte.
La mala administración de los conceptos relacionados con la explotación del petróleo como fuente indispensable para el mantenimiento y crecimiento del país nos ha llevado al caos que ahora conocemos y que no podemos negar. Deficiencia de ingresos en divisas y en moneda (¿?) nacional y crecimiento desaforado del tamaño del estado, incapacidad de remisión de ganancias para la empresas extranjeras, alta reducción de la actividad agrícola e industrial, deterioro inmenso de las instalaciones educativas, sanitarias y de la infraestructura del país, inseguridad total para los ciudadanos, deterioro de las empresas en manos del estado (incluyendo a la actividad petrolera de la cual vivimos), dependencia incremental de las importación de productos básicos y de materia prima para la manufactura de bienes, escasez de medicinas e insumos médicos que ponen a riesgo la vida de los enfermos, incremento sin límite de la deuda interna y externa como factor de subsistencia con decremento en la capacidad de pago, desempleo disimulado en forma de empleo propio, contrabando interno y de extracción de productos subsidiados. Son solo algunos ejemplos del caos que nos afecta.

Asombra ver y sentir cómo los distintos factores de interés que mueven al país, incluyendo a los partidos y dirigentes de oposición, actúan como si el problema nacional fuera uno de forma y no de fondo. La principal oferta de la oposición para una nueva asamblea es una ley de amnistía y de repatriación de capitales y no “cómo” resolver el problema petrolero para poder resolver los problemas del país. Lejos está la actividad legislativa para iniciar el proceso de cambio necesario para salir del tremedal. Ocultas están las acciones para reformar el enfoque de la actividad petrolera (solo se habla de incrementar la producción dentro de un candado petrolero que la impide y con una situación de competitividad internacional y de déficit presupuestario que da miedo), de la división de poderes, del combate a la corrupción e inmoralidad reinantes, de la ostentación en un país que cada día tiene más pobreza, de la generación de ingresos para y la reducción del tamaño del estado, de la promoción y desarrollo de la actividad industrial y manufacturera, de la atención a la educación, la salud y la seguridad. En fin, de tantas necesidades que tienen el país y su gente. Parecería que todo estuviera sobreentendido en cuanto a las acciones necesarias, que no hiciera falta decir ni hacer nada para lograr la mayoría; como si el país no requiriera un plan acelerado de acción para salvarlo: como si el paciente estuviera sano y no en terapia intensiva.

Es como si se tratara de “seguir haciendo según vayamos viendo”, como si no supieran remediar la situación, como si no hubiera un plan de acción para atender al “cómo hacer” en vez del consabido y fácilmente publicitable enfoque de “qué hacer”, que ha sido el común denominador usado hasta ahora para intentar resolver los problemas nacionales. (Con razón que los políticos nunca entendieron a los petroleros del siglo XX cuando les pedían información y estos últimos decían “cómo” en vez de preguntarse “qué”, pues para ellos, al igual que para los otros industriales serios del país, el “cómo” era su “pan nuestro de cada día” ya que con el “qué” no se resuelven los problemas ni se progresa.) Es con el “cómo” que se resuelven los problemas que se determinan en respuesta al “qué” o al “cuál”. El quid del asunto es “cómo” resolveremos el problema que ya conocemos y que hasta ahora no hemos podido resolver a pesar del “qué”. Ese es el quid del asunto.
Caracas, Septiembre de 2015.
odoardolp.blogspot.com

@oleopon

martes, 1 de septiembre de 2015

Petróleo: “ mea culpa” y juramento.
Por: Odoardo León-Ponte.
La Iglesia, en su infinita sabiduría en la búsqueda de su permanencia y progreso dentro de su necesario, lento y seguro proceso de cambio, ha optado por reconocer sus errores en forma pública por boca de su máximo representante  y dirigente, el  Sumo Pontífice. Así, el Papa Francisco, recientemente ha pedido perdón a nombre de la Iglesia por los errores cometidos durante la conquista de América.  Agreguemos a esto el reconocimiento anterior hecho por San Juan Pablo II en cuanto a los errores de la Iglesia durante La Inquisición.  Tengamos en cuenta que el reconocimiento de esos errores es expresado por Papas que no tuvieron nada que ver con las acciones  en referencia. Veamos lo que pudiera considerarse un paralelo, guardando  las debidas y necesarias distancias.

Nuestro país tiene y ha extraído inmensas cantidades de petróleo en y del subsuelo y las ha explotado bajo distintas fórmulas. Inicialmente, la explotación se dejó en manos de los intereses extranjeros: los únicos con el conocimiento, la tecnología y el dinero necesarios  para invertir en exploración, producción, transporte, refinación, distribución y comercialización de los crudos y productos en una industria incipiente. En esa época la participación del estado era a través de intermediarios a quienes se les daban los derechos de explotación y muchos los entregaban a las operadoras. También se les dieron derechos a las empresas directamente. Poco sabíamos y podíamos hacer en esa etapa de la actividad dado el nivel de atraso que nos embargaba con respecto a esa nueva fuente de energía.

Cuando salimos del oscurantismo comenzó el proceso de poner al día al país y en paralelo a la actividad petrolera en cuanto a las reglas de la relación entre el estado que ahora comenzaba a formularse y los que llevaban a cabo su extracción: la Ley de Hidrocarburos, entre ellas, y el comienzo de la calificación a través del estudio de la materia, de personal del gobierno encargado de la supervisión del manejo de la explotación de un recurso propiedad del estado. Pero vinieron los vientos llenos de aspiraciones políticas con tintes distintos de rojo y comenzó el juego inconveniente de los gobernantes con las petroleras y la búsqueda del uso de las clases desconocedoras del tema, incluyendo a los intelectuales, como apoyo  político a través de la inculcación del criterio de que el capital extranjero y el capitalismo explotaban inconvenientemente el recurso “de todos los venezolanos” que solo ellos defendían.

Con prestidigitación de parte de los factores políticos y de los económicos interesados en su progreso personal, pero no en el verdadero desarrollo del país y de sus recursos humanos, comenzó la labor de tejer  la convicción de que era necesario estatizar el petróleo: incorporar la actividad petrolera al capitalismo del estado, justificando todo el entramado del tejido bajo la tesis de conceptos desarrollados bajo un haz de luz que señalaba hacia una supuesta seguridad de estado. Debemos recordar que nuestro país fue un ”país para querer”  mientras la actividad estuvo bajo la administración del capital privado, período durante el cual “nos arropábamos hasta donde nos llegaba la cobija”, pero durante el cual siempre estuvo presente en la mente de los dirigentes nacionales la tesis de que el petróleo debía ser operado por el estado, llegándose hasta el extremo de limitar su desarrollo y acusar a “lo extranjero” de nuestros males para mayor justificación de la necesidad de estatizar. Comenzó el experimento fallido de la CVP y todo lo que se hizo alrededor de ella. Llegó la estatización que los “Ayatolas” prometían como fórmula necesaria para el crecimiento del país y para su desarrollo, pero también surgió la dicotomía entre usar los recursos del petróleo para el desarrollo de la actividad petrolera o para llenar el permanentemente insuficiente tesoro público: el ansiado “desiderátum” de los políticos y sus aliados protegidos por ese estado. Lejos quedaba, verdaderamente, el ejercicio del poder en función del Desarrollo Humano.

El resultado del ejercicio petrolero en manos de los políticos ha sido uno de vaivenes sobre un sube y baja en cuanto a la filosofía sobre el petróleo (Leoni llegó a decir que no era necesario estatizar la actividad petrolera), pero se mantuvo la tesis inculcada con “taladro” de que era necesario estatizar el petróleo: pasarlo al manejo directo de la operación por parte del estado. Y así se hizo, con el apoyo de las clases dirigentes pero con múltiples observaciones y cuestionamientos por parte de los que manejaban la actividad misma - los verdaderos petroleros.

Hoy, cien años después, haciendo un análisis de lo logrado desde la estatización de la industria petrolera, con los agregados del socialismo llamado del siglo XXI, encontramos que, a pesar de todas nuestras “buenas” intenciones y con todas las argumentaciones para respaldar las acciones tomadas con respecto al petróleo, se concluye, para desgracia nuestra, que  el curso de acción tomado por nuestros dirigentes ya no puede ser defendido. No hay sino que ver la tragedia que sufrimos y que ha logrado promover el éxodo de gente en busca de mejores oportunidades, cuando nunca antes esa fuera una fórmula venezolana. Hace falta, ya, un “Mea Culpa” por parte de los factores políticos y de los que han actuado en función política o como políticos, indicativo de nuestra equivocación, con el juramento claro e irreversible de que iniciaremos un nuevo camino de la eliminación del capitalismo de estado en lo petrolero (y en todos los otros casos) y que el estado se dedicará a lograr el Desarrollo Humano como función primordial para así convertir a nuestra Venezuela, a largo plazo, en un país de progreso y de futuro que asegure el desarrollo de la libertad y, consecuentemente, de  la democracia. Es la única manera. De otra forma seguiremos dando los mismos tumbos que hemos dado y seguimos dando y cuyas consecuencias hemos  sufrido durante todo el tiempo que podamos recordar. ¿Qué partido, grupo o persona pronunciará el “Mea Culpa”? ¿Quién tirará la primera piedra?
Caracas, Septiembre de 2015.
odoardolp.blogspot.com

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viernes, 28 de agosto de 2015

La propiedad del petróleo: cuarenta años después.
Por: Odoardo León-Ponte.
Quienes defienden la “propiedad del petróleo” como la razón básica para su estatización y se basan en ese razonamiento para justificarla, olvidan que el petróleo siempre ha sido nuestro, es decir, del país y que nunca pudieron las empresas de capital privado hacer con él lo que les diera la gana, excepto cuando el gobierno se lo permitió. Olvidan que esas empresas estuvieron sometidas a un control permanente de una delegación también permanente de auditores del Ministerio de Hacienda ubicadas en las oficinas de cada una de las empresas, situación que se mantuvo vigente durante todo el tiempo, de manera creciente, hasta el momento de la nacionalización. (Recuerdo haber tenido que justificar, partiendo de los estados financieros auditados de las empresas, los costos de una  empresa en la discusión del contrato colectivo petrolero del año 1961.)

La exploración, la producción de crudo y su relación con el gas y las plantas del parque de refinación que existían eran las que autorizaba el Ministerio responsable de los asuntos petroleros, al igual que las plantas de distribución para el mercado interno y las estaciones de servicio y el precio de venta de la gasolina. Los precios de exportación de crudos y productos  llegaron a ser fijados por el estado en base a valores fiscales de exportación que estuvieron por encima de los valores de realización, forma de combatir las bajas del precio del crudo en el mercado internacional. Las empresas pagaban la regalía de acuerdo con la Ley y los impuestos eran fijados por el estado. El INCE aprobaba las deducciones a posteriori. (Recuerdo haber llevado al encargado de autorizaciones a una gira por Inglaterra y Holanda para que constatara la realidad de la actividad y de los costos de las actividades de  entrenamiento que desarrollaba la Shell en el exterior y a la que asistían los trabajadores de la empresa en Venezuela.) No había una actividad que las empresas pudieran desarrollar o cobrar sin la aprobación del gobierno de turno. Esta era la situación para el momento de la estatización hace ya cuarenta años. Pero: ¿qué pasaba? El gobierno no controlaba la operación.

Aunque el gobierno tenía todo el poder, no podía hacer con el petróleo lo que le viniera en gana, pues las empresas tenían sus derechos fijados por la ley, cumplían las obligaciones que el estado les fijaba y exigía sus derechos. Pero la tonada de la “nacionalización” del petróleo que se venía cantando desde hacía mucho tiempo, unida a la declinación de la producción consecuencia de las acciones de no más concesiones  de un estado que insinuaba el control de la actividad a través de la CVP, concluyó con la estatización (politización) de la actividad petrolera que así se convirtió en un coto de caza de los partidos políticos. Ahora no era cuestión del imperialismo contra el estado, sino de los vaivenes de la política venezolana, izquierda, derecha, izquierda… Los partidos políticos habían tomado el control total de la operación y comenzamos a sufrir en carne propia los resultados del  uso del petróleo que “ahora es nuestro” y venezolano, con fines políticos, con todas sus consecuencias provenientes del resultado de la operación y del uso de Pdvsa en función política.

Los resultados: los conocemos a carta cabal. A través de los últimos cuarenta años y de un proceso lento pero seguro, el gobierno “le puso la mano” al petróleo. Los resultados los conocemos en carne propia. Solo el tiempo habla del acierto en nuestras decisiones y de sus consecuencias. .

Caracas, Septiembre de 2015.
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jueves, 27 de agosto de 2015

Petróleo de vida o muerte.
Por: Odoardo León-Ponte.
Durante el tiempo transcurrido en el sube y baja y, más recientemente, en el tobogán que hemos vivido en los resultados producto del uso del petróleo por parte de nuestros gobernantes, nos hemos podido dar cuenta de que el manejo del petróleo puede ser  factor de vida o de muerte para quienes no hayan disfrutado de él como producto de su afinidad con el estado, incluyendo allí tanto a personas como a instituciones y a países ajenos al nuestro, a quienes hemos hecho participes de nuestras buenas venturas, pero permitiendo que las desventuras del sube y baja y del tobogán, tengan un efecto máximo en el deterioro de la calidad de vida y en el empobrecimiento de las mayorías de nuestro país.

Pensemos que ha transcurrido ya  un siglo desde el inicio de la explotación en gran escala de nuestras riqueza petrolera y en esta etapa de su explotación nos encontramos con que, en vez de progreso tenemos pobreza, tanto en lo pragmático como en lo espiritual, lo moral y lo ético. La que fuera una industria capaz de generar paz, sosiego, progreso y futuro para todos (y que ha sido logrado por otros en todos los confines de la geografía en períodos  mucho más cortos y con las mismas realidades de mercado)  hoy en día es una actividad reducida en su capacidad de producción, refinación, y suministro tanto al mercado interno como en el externo, exceptuando el caso de aquellos países que han disfrutado de la magnificencia de un gobernante con enfoques viscerales y resultados políticos inconvenientes, tanto en lo interno como en lo externo. La que fuera una industria orgullo de venezolanos y extranjeros y prototipo de lo que debía ser una industria bien manejada (con todo y las limitaciones impuestas por nuestros gobiernos y por las fuerzas del mercado: las primeras controlables y las segundas no) y que a través de las acciones de nuestros gobiernos tan solo pudo crecer o decrecer  hasta donde la dejaron esos gobernantes, a pesar de quienes le dieron una vida limitada por la intransigencia y los antojos de los gobiernos de turno y sus adláteres, tuvo vida. Con el advenimiento de los vientos de sueños comprobadamente  irrealizables, llegó la destrucción y el inicio del descenso de la industria, con el agravante de que no solo a ella se la condenó, sino que se le agregó todo lo que siendo productivo se convirtió en ente improductivo en poder de un estado que ha llegado a su más alto nivel de incapacidad.

El petróleo de vida o muerte, ese que es vital para la vida o muerte de nuestra sociedad, requiere un cambio radical en el enfoque de su desarrollo y explotación, un “vuelvan caras” en el enfoque sobre su uso para asegurar su desarrollo, el que en cien años de historia no hemos logrado para que podamos contar con el Desarrollo Humano que nos permita ampliar las posibilidades de afianzar, verdaderamente, la libertad y a democracia. Todo lo anterior se hace más importante cuanto más tiempo transcurre y nos damos cuenta (¿?) de los errores que hemos cometido en perjuicio de nuestra gente. Después de todo, tenemos que habernos dado cuenta de que el petróleo como fuente de riqueza  ahora más que nunca se ha convertido en la única base que nos queda para subsistir. Todo lo demás dependiente de él, se le une en ese nivel. Si no logramos levantar los recursos del petróleo no podremos levantar nada más. El petróleo se ha convertido en asunto de vida o muerte. Es lo único que nos queda para volver a comenzar cien años después.  
Caracas, Agosto de 2015.
odoardolp.blogspot.com

@oleopon
Petróleo de vida o muerte.
Por: Odoardo León-Ponte.
Durante el tiempo transcurrido en el sube y baja y, más recientemente, en el tobogán que hemos vivido en los resultados producto del uso del petróleo por parte de nuestros gobernantes, nos hemos podido dar cuenta de que el manejo del petróleo puede ser  factor de vida o de muerte para quienes no hayan disfrutado de él como producto de su afinidad con el estado, incluyendo allí tanto a personas como a instituciones y a países ajenos al nuestro, a quienes hemos hecho participes de nuestras buenas venturas, pero permitiendo que las desventuras del sube y baja y del tobogán, tengan un efecto máximo en el deterioro de la calidad de vida y en el empobrecimiento de las mayorías de nuestro país.

Pensemos que ha transcurrido ya  un siglo desde el inicio de la explotación en gran escala de nuestras riqueza petrolera y en esta etapa de su explotación nos encontramos con que, en vez de progreso tenemos pobreza, tanto en lo pragmático como en lo espiritual, lo moral y lo ético. La que fuera una industria capaz de generar paz, sosiego, progreso y futuro para todos (y que ha sido logrado por otros en todos los confines de la geografía en períodos  mucho más cortos y con las mismas realidades de mercado)  hoy en día es una actividad reducida en su capacidad de producción, refinación, y suministro tanto al mercado interno como en el externo, exceptuando el caso de aquellos países que han disfrutado de la magnificencia de un gobernante con enfoques viscerales y resultados políticos inconvenientes, tanto en lo interno como en lo externo. La que fuera una industria orgullo de venezolanos y extranjeros y prototipo de lo que debía ser una industria bien manejada (con todo y las limitaciones impuestas por nuestros gobiernos y por las fuerzas del mercado: las primeras controlables y las segundas no) y que a través de las acciones de nuestros gobiernos tan solo pudo crecer o decrecer  hasta donde la dejaron esos gobernantes, a pesar de quienes le dieron una vida limitada por la intransigencia y los antojos de los gobiernos de turno y sus adláteres, tuvo vida. Con el advenimiento de los vientos de sueños comprobadamente  irrealizables, llegó la destrucción y el inicio del descenso de la industria, con el agravante de que no solo a ella se la condenó, sino que se le agregó todo lo que siendo productivo se convirtió en ente improductivo en poder de un estado que ha llegado a su más alto nivel de incapacidad.

El petróleo de vida o muerte, ese que es vital para la vida o muerte de nuestra sociedad, requiere un cambio radical en el enfoque de su desarrollo y explotación, un “vuelvan caras” en el enfoque sobre su uso para asegurar su desarrollo, el que en cien años de historia no hemos logrado para que podamos contar con el Desarrollo Humano que nos permita ampliar las posibilidades de afianzar, verdaderamente, la libertad y a democracia. Todo lo anterior se hace más importante cuanto más tiempo transcurre y nos damos cuenta (¿?) de los errores que hemos cometido en perjuicio de nuestra gente. Después de todo, tenemos que habernos dado cuenta de que el petróleo como fuente de riqueza  ahora más que nunca se ha convertido en la única base que nos queda para subsistir. Todo lo demás dependiente de él, se le une en ese nivel. Si no logramos levantar los recursos del petróleo no podremos levantar nada más. El petróleo se ha convertido en asunto de vida o muerte. Es lo único que nos queda para volver a comenzar cien años después.  
Caracas, Agosto de 2015.
odoardolp.blogspot.com

@oleopon

lunes, 24 de agosto de 2015

PENSAMIENTO


Desgraciadamente, y especialmente en nuestro país de siempre y mayoritariamente ahora, la vejez que no esté acompañada de la fortuna tiene necesariamente que ser estrecha, especialmente para quienes han sido honestos y no han heredado fortuna. Por otra parte hay la tendencia de que quienes no tengan dinero al momento de morir, apenas sean recordados por un escaso número de personas que aprecien al prójimo en base a sus méritos personales que deberían incluir la honestidad, principalmente la intelectual.
La vida puede dar sorpresas, pero la trascendente sensación en la vejez debe ser la de poder mantener la frente en alto por haber sido honesto a carta cabal.
Eso pienso.

Caracas, Agosto de 2015.
odoardolp.blogspot.com

@oleopon

viernes, 14 de agosto de 2015

Petróleo, ilusión política y realidad.
Por: Odoardo León-Ponte.
El petróleo, arma utilizada como barniz y basamento para encantar las promesas políticas a través del tiempo posterior a la salida del oscurantismo, políticamente perdió su capacidad de encanto para los electores. La eterna venta de la ilusión, a pesar de os errores de nuestros gobernantes hasta ahora no aceptados por ninguno de ellos a través del necesario e indispensable “mea culpa” y preñada de incumplibles promesas de desarrollo, nos ha traído, paulatina pero indefectiblemente, a una realidad de país en deterioro también paulatino pero seguro. ¿Y habrá todavía quienes piensen que con “Manoletinas” podremos enrumbar al país por un nuevo sendero de Desarrollo Humano basándonos en formas “nacionalístas” para el desarrollo del petróleo? Todavía se dice y se ofrece con la seguridad con la que hasta ahora hemos hecho las eternas promesas incumplibles, que tenemos las riquezas en el subsuelo y que con giros de prestidigitador, podremos cambiar de lo que nos embarga a una franca, inmediata y segura recuperación. Hay incluso quienes expresan claramente que podremos convertirnos en breve tiempo y a través de las mismas “suertes” en miembros de la comparsa de los mayores productores de petróleo del mundo y acceder a los sitiales de los países con gran desarrollo. Los más modestos hablan de que aún tenemos la riqueza del petróleo y que solo es necesario un cambio de rumbo aún en el naufragio que vivimos, como si el tiempo no hubiera actuado en contra de lo que tenemos y que no sufriéramos el retroceso que ha significado en nuestro Desarrollo Humano.

Con la realidad ya clara de que nuestro petróleo nunca llegará a tener de nuevo la capacidad de permitir hacer promesas de encantador, habiendo destrozado al país en su estatura moral, ética y ciudadana, con un parque alternativo de producción destrozado, con un candado legal, financiero y político impuesto al desarrollo del petróleo, con las finanzas públicas en ruinas y desechas, con necesidades incrementales no atendidas en infraestructura, con partidos políticos que todavía usan las armas del enemigo como razonamiento para optar a la elección, con un electorado cada día menos capaz de escoger el mejor camino, con una escasez de recursos humanos capacitados para la tarea que tendríamos que atacar, con un endeudamiento cada vez mayor y relativamente multiplicado por nuestra incapacidad para cubrir las obligaciones, sin un plan nacional en forma de contrato político obligante, con un enfoque comunistoide en cuanto al enfoque sobre las acciones necesarias y, finalmente, sin suficiente gente calificada para incorporarse al trabajo que será necesario iniciar, ¿podemos pensar que con las mismas ideas de siempre saldremos del inmenso pantano de arenas movedizas en el cual nos encontramos?

Nuestra nueva realidad significa que no podremos retomar el hilo de lo que fue nuestra pujante industria petrolera (con todo y las limitaciones filosóficas impuestas por los gobiernos de turno). No tenemos el dinero propio, ni la reputación, ni la confiabilidad necesarias para atraer la inversión extranjera que es y será, por mucho tiempo en el futuro, la base de sustentación de nuestro posible progreso en materia petrolera y del progreso de la actividad en otras áreas industriales, en un país que ha desatendido inexorablemente a la tecnología y que ahora y por mucho tiempo por venir, exigirá resolver las difícilmente borrables dudas creadas por la acción de nuestros gobernantes y ciudadanos a través de un proceso de profundización del desorden y la corrupción como uso y costumbre nacionales.

Caracas, Julio de 2015.

odoardolp.blogspot.com