viernes, 26 de febrero de 2016

El “seguro” médico de Pdvsa.
Por: Odoardo León-Ponte.
Quien ofrezca un seguro médico debe asegurarse de que sus condiciones sean suficientemente atractivas para sus asegurados y para los suplidores de servicios. De otra manera el seguro estaría destinado inevitablemente al fracaso. Analicemos el “seguro” de Pdvsa: SICOPROSA, el auto seguro de esa empresa a un costo para el trabajador y el jubilado. Partamos de que en otras épocas, tanto la empresa como los asegurados, estaban orgullosos de él y los suplidores de servicio lo aceptaban en la seguridad de que representaba a un pagador confiable. Ahora conforma una oportunidad de pena para los asegurados y debería, en todo caso, significar pena, también, para el asegurador, ya que los suplidores de servicios preferirían no tener nada que ver con él.

En la tradición de Pdvsa Siglo XX, el seguro médico era uno de los principales atractivos para acogerse a la jubilación y era parte importante de las condiciones de empleo para atraer a sus trabajadores a hacer carrera en la industria. Era motivo de orgullo para un jubilado (y para un trabajador de la empresa también) acudir a las mejores clínica privada en donde encontraba personal de Pdvsa dedicado a atenderlo expresamente y las clínicas notaban en los representantes de la empresa y en el jubilado, un cierto orgullo. El suplidor de servicios admiraba la manera en que el seguro atendía a las necesidades y cubría los gastos de sus asegurados, sin que Pdvsa Siglo XX dejara de negociar y reclamar el mejor servicio al mejor precio posible. Tiempos pasados.

Desde el advenimiento de Pdvsa Siglo XXI, otro gallo canta. Las razones para el desmejoramiento de sus condiciones y de su aceptación por los prestadores de servicios, son la consecuencia de una empresa incapaz, insolvente e inconsciente de las realidades del país, de las necesidades de sus asegurados (trabajadores y ex trabajadores jubilados) y de las realidades de los prestadores de servicios, aún teniendo en cuenta que los seguros siempre tiendan a reducir los montos de la cobertura negociando mejores precios con los suplidores (médicos y clínicas), más no así el costo de la cobertura. La realidad que confronta el jubilado hoy en día conlleva bajar la cabeza con pena, cuando se acerca a un médico o suplidor de servicios y tiene que dar el nombre del seguro: inmediatamente le responden que pague primero y luego recobre de su seguro o que no aceptan las cartas de SICOPROSA que avalen el servicio. Financia el jubilado. Y hoy en día la cobertura anual de SICOPROSA en bolívares es ridículamente baja. Es como recibir un coscorrón después de viejo. (Ni mencionar que la pensión mínima que en su mayoría reciben los jubilados es ahora menor que la ayuda de alimentación, aparte de que el ahora “notorio” “fondo de jubilación”, que debe mantener las pensiones a un nivel cónsono con la realidad relativa al momento de la jubilación (los otros jubilados del sector público mantienen su nivel de ingreso a través de la homologación.) lleva paulatinamente a todos los jubilados hacia esa pensión mínima. Y en este caso se trata de Pdvsa Siglo XXI, proveedora de TODOS los fondos de los que ahora dispone el país. ¿Cuál es la verdadera realidad? Los médicos y los suplidores de servicio prefieren no tener nada que ver con SICOPROSA y todos ya han tomado acción. Hay inmensas deudas del asegurador con las clínicas y con los médicos. El jubilado petrolero trata de no decir cuál es su seguro (una mala palabra) pero por sus circunstancias económicas muchas veces no tiene otro recurso que acudir a las pocas clínicas en donde aún aceptan su “seguro”, porque de otra forma tiene que cubrir los gastos y esperar a ver cuánto es lo que le va a reconocer SICOPROSA, mientras su pensión se sigue evaporando. ¡Triste pero cierto! ¡Y aun cuando desde el Siglo XXI Pdvsa es de todos!
Caracas, Febrero de 2016.

odoardolp@gmail.com odoardolp.bllogspot.com @oleopon 

martes, 23 de febrero de 2016

¿Quiénes y cómo empezar?
Por; Odoardo León-Ponte.
Con razón nos hacemos la pregunta que encabeza esta  contribución. El país está inmerso en una fórmula fatídica que requiere una limpieza mayor: un mantenimiento total que nos permita sentar las bases para acabar con las malas prácticas que nos han llevado a la situación actual que nunca antes habíamos conocido. Para empezar, debemos reconocer que el estado, siempre y en forma constante, ha sido un mal administrador de los ingresos derivados de la actividad económica, permitiendo que la corrupción (no solo la derivación indebida de recursos sino la corrupción en toda su amplitud conceptual) impida la dedicación de recursos y la toma de decisiones y sus correspondientes  acciones hacia lo conveniente para la gente. Así, una medida indispensable inicial debe ser minimizar la tentación para reducir la posibilidad de caer en ella (no debemos olvidar lo indispensable que debe ser la selección de funcionarios honestos a carta cabal). Sabemos que en la etapa entre el oscurantismo y la estatización de la actividad petrolera, con excepción de la etapa de Pérez Jiménez, los hechos de corrupción fueron menores. El gran índice se comenzó a generar a partir de la “Gran Venezuela” y ha culminado con la insoportable realidad noticiosa de estos días en los que, a ciencia cierta, nos vamos enterando de que la corrupción en lo económico ha reinado de manera desbordada. Recordando una frase, habría que evitar poner a funcionarios “donde haiga” que no hayan sido seleccionados como personas de “plomada” para esos puestos. Difícil pero necesaria tarea que requiere una nueva filosofía de acción reñida con las prácticas conocidas hasta ahora y especialmente en los últimos años. Importante que los funcionarios públicos entiendan que los recursos que manejan no son de su propiedad. (Esto llegaría hasta la tan indignante costumbre de determinar sitios públicos en las calles como propiedad y de uso exclusivo de alguna institución pública o militar.)

Dentro del enfoque al que antes nos referimos habría acciones necesarias poderosamente orientadoras para fijar estrategias en cuanto a la explotación de los recursos naturales y a la propiedad de la actividad industrial. Hasta la “Gran Venezuela” el país anduvo por buen camino. Cuando se estatizó mentalmente al país a través del petróleo y de los otros minerales, se basó la acción en la filosofía de la conveniencia de que el estado fuera dueño de la actividad en cuanto a los recursos y empresas denominadas como “básicos” y allí comenzó la danza de los millones disponibles para la inmensa tentación para la corrupción. No se puede ya justificar ese cuento chino que nos abrió la puerta de una cueva de Ali Baba que nos permitió conocer su contenido a través de la información internacional y extranjera (que bochorno) proveniente de distintas fuentes confiables de información. Y debemos aceptar que, además, para la lograr la recuperación del país ya no podemos pensar que tan solo es necesario un cambio de gente, lo que significaría volver a una etapa también dispendiosa e improductiva en términos del Desarrollo Humano de la gente. Se necesita un cambio filosófico radical, que permita nuevos rumbos que a su vez redunden en una nueva realidad de país en el que la base de la acción sea la honestidad, no medida en grados (que no existen) sino en que la acción tiene que ser correcta. Todo esto pasa por tomar las medidas para lograrlo en cuanto a los organismos del estado, la filosofía de la inclusión y el balance de poder entre los distintos componentes y sobre todo el desarrollo de una estrategia que permita sentar las bases para un proyecto orientado al Desarrollo Humano de la gente; única manera real para lograr la libertad y la democracia a las que todos pensamos que tenemos derecho. Y además comenzaríamos a lograr el país que todos queremos y que existe en nuestro recóndito espíritu como una aspiración totalmente lícita.  
Caracas, Febrero de 2016.
odoardolp@gmail.com odoardolp.blogspot.com @oleopon

        

viernes, 19 de febrero de 2016

El petróleo y nuestras necesidades.
Por: Odoardo León-Ponte.
De repente y “sin darnos cuenta”,  hemos entrado en la etapa” post” petróleo y los caminos apuntan a una muy difícil situación que requerirá una confrontación con nuestras ideas de siempre, sin que sean aplicables a la nueva etapa que nos ha caído encima. La dependencia de nuestra riqueza fortuita que no ha sido producto de nuestro esfuerzo y que con el esfuerzo más reciente hemos destruido al igual que todo lo demás, ya no nos permitirá seguir disfrutando de una riqueza que se nos ha escapado por no haber sabido invertirla para desarrollar nuestro país y lograr la libertad y la democracia que solo resultan del Desarrollo Humano. Añadamos a esto que no tenemos experiencia en cómo atacar esta situación, ya que ahora no tenemos la amplia base de sustentación que tuvimos  en el pasado, aún en los peores momentos, y que   nos ofreció el petróleo. Se trata de una circunstancia en  la que tendremos que usar nuestro ingenio y creatividad para aplicar nuevas fórmulas enormemente distantes de las que hemos conocido. Será necesario olvidarnos de las acciones que “sin querer queriendo” hemos aplicado en el pasado y que tristemente nos han traído a la caótica situación que ahora vivimos. Ya resultará risible hablar de izquierda, marxismo, comunismo, imperio, nacionalismo, “hecho en Venezuela”: ninguna de esas referencias nos  ha servido para desarrollar nuestro país. ¿Qué hacer? Parecería que la Providencia nos ha llevado al momento en el que tendremos que tirar por la borda todo el atajo de preceptos políticos inadecuados de antaño, para poder salir de este atolladero.

Ya no nos sirven los conceptos de protección a ultranza de nuestra actividad industrial, del manejo y control por parte del estado de los medios de producción y distribución, del manejo  por parte del estado de la producción petrolera, del manejo por parte del estado de la construcción de viviendas, de la incorporación de trabajadores al sector estatal con fines electorales, del uso del poder del estado y del nexo con él con fines de enriquecimiento ilícito, de la interferencia del estado en el manejo de la empresa privada que impida el progreso, del control de precios por medios insostenibles, de la desatención por parte del estado de sus obligaciones de satisfacer las necesidades de la población en materia de, infraestructura, servicios,  educación, salud y seguridad. Se inicia una etapa en la que cada quién deberá velar por lo que le corresponde dentro de un estado con objetivos liberales que son los que nos darán a los ciudadanos la libertad y la democracia de las que no hemos disfrutado en forma continuada y creciente. Ya no podemos manejar con escasez de criterio las responsabilidades de estado acudiendo al control como mecanismo para lograr un aparente progreso. Hay que dejar que las fuerzas naturales sean las que gobiernen las relaciones y que el estado se ocupe de fijar y reglamentar el funcionamiento del país con fines de desarrollo, de Desarrollo Humano.

Se trata nada más y nada menos que de hacer todo lo que no hemos hecho desde que apareció el petróleo pero de hacerlo de una manera distinta que permita lograr el Desarrollo Humano de la gente para beneficio del país. De cambiar en forma radical el enfoque de desarrollo para que haciendo uso de las lecciones producto del fracaso, podamos desarrollar fórmulas nuevas y  enriquecedoras. Si es verdad que se aprende de los errores, usemos la amplia variedad de aquellos en los que hemos incurrido hasta ahora para trazar nuevos caminos. ¿Si ni lo hacemos ahora, qué futuro nos depara el país en que vivimos?
Caracas, Febrero de 2016.
odoardolp.blogspot.com

@oleopon    

miércoles, 10 de febrero de 2016

Nuestras necesidades y nuestro estilo.
Por: Odoardo León-Ponte.
¿Cómo diseñar un plan político que atienda a nuestras realidades y permita el Desarrollo Humano de nuestra gente que resulte en Libertad y Democracia? Cansados debemos estar de disparar sin dar en el blanco, sin atinar. Hemos trajinado todas las versiones y grados de la izquierda desde la extrema hasta la que se acerca a la derecha, sin que podamos mostrar resultados verdaderamente exitosos y continuos, siguiendo fórmulas determinadas por pensadores extraños teóricos y bárbaros arriesgados ajenos a nuestras realidades. Hemos usado las tesis ajenas de otras latitudes para justificar nuestras acciones políticas, logrando resultados alentadores solo cuando un enfoque balanceado reñido con altos grados de corrupción fuera aplicado. Con el uso del petróleo con fines políticos hemos perdido las oportunidades de lograr verdadero progreso en beneficio de nuestra gente. Todo esto es producto de no haber determinado un plan de acción propio basado en las necesidades reales de nuestra gente determinadas por, para y con ellos; solo hemos acertado cuando el blanco ha sido tan grande y cercano que era imposible fallar y por eso acertamos. Como cuando nos dimos cuenta de que nuestra población era analfabeta y necesitaba educación, o estaba sometida a enfermedades controlables; cuando nos dimos cuenta de que había que darle el voto a todos, hombres y mujeres. En fin cuando todo era tan obvio que no podía hacerse otra cosa. Pero cuando llegamos a la “chiquita” comenzaron los dislates y cuando el petróleo se convirtió en una fuente inmensa de riqueza potencial nos movimos a “ponerle la mano” para hacerlos venezolano y “controlarlo” en beneficio de nuestra gente. Caímos en la trampa y ahora no sabemos cómo salir ni cuándo saldremos.

Definitivamente necesitamos el “mea culpa”, expreso o tácito, pero obvio, del que antes hemos hablado y entender con el convencimiento necesario que debemos establecer una base de datos nacionales que nos permitan elaborar un plan de desarrollo basado en las necesidades de nuestra gente, por, para y con ellos, para así poder atenderlos para lograr el progreso en términos de Desarrollo Humano y lograr así la libertad y la democracia que tanto ansiamos. Mientras sigamos con el mismo enfoque de siempre, endilgándole al prójimo las fallas que hasta ahora han sido nuestras, no saldremos del marasmo en el cual estamos encerrados. Se trataría de poder decir con orgullo que lo que estemos haciendo responda a las necesidades de nuestra gente y no a tesis importadas no aplicables a nuestra realidad. Mientras sigamos pensando en términos de capitalismo en sus distintas versiones, en tesis de democracia social o cristiana, de comunismo, de marxismo y mientras sea el otro el culpable; mientras no determinemos  las  verdaderas necesidades de nuestra gente en una forma ordenada y actuemos en base a ellas, seguiremos dando los tumbos con piquete y rebote de los que hemos sufrido en el tiempo del que nos acordemos personalmente. Y en los tiempos modernos que vivimos no hay justificación posible, con las tecnologías disponibles, para justificar el hecho de no tener y poder usar esa información. Solo hace falta que despertemos a esa realidad, apoyándonos en la situación a la que tan tristemente hemos llegado.  

Caracas, febrero de 2016. odoardolp@gmail.com odoardolp.blogspot.com @oleopon      

miércoles, 3 de febrero de 2016

Izquierda/derecha: ubicación política y realidad.
Por: Odoardo León-Ponte.
Hasta ahora y en la búsqueda de un mensaje que se refiera a los votantes y sus necesidades, los partidos políticos se han ubicado en distintas posiciones entre izquierda, centro y derecha o combinaciones de ellas, buscando una manera de decirle al electorado que se preocupan por los más pobres, en el entendido de que preocuparse por los más pobres debe ser signo de desarrollo de la economía y del futuro de los más necesitados y del país. Nada más apartado de la realidad y para muestra un botón: el socialismo del siglo XXI que nos ha traído a la mayor pobreza de nuestra historia bajo la careta de ser un partido de izquierda para y por los pobres, a imagen y semejanza de la pobre Cuba. Hay que cambiar radicalmente el enfoque político. Veamos de qué se trata.

Cuando se habla de los problemas  sociales se aplican los parámetros de las distintas organizaciones internacionales en materia de su especialidad: tantas por cada 100.000 habitantes para carreteras, hospitales, escuelas, universidades, etc. Siempre se habla en términos genéricos aplicables al país pero nunca se habla en términos de las necesidades  y prioridades de la gente detectadas por y para con ellos en los distintos ámbitos de nuestra geografía. Se generaliza en vez de tratar de ser específicos; se habla del qué y no del cómo y del dónde, como si las necesidades de todos los pobladores fueran las mismas a lo largo y ancho del país; como si los problemas, necesidades y potencialidades de Nueva Esparta fueran las mismas que las del Tachira. Y se sigue siendo populista en las ofertas. Recientemente, por ejemplo, se habla de cesta tickets y asignación para medicinas para los jubilados para mejorar los montos ilógicos de las pensiones que recibe ese sector de la población, sin tomar en cuenta que las realidades harán que esa acción sea como arar en el mar, aparte de que cualquier monto será insuficiente si no existen los productos ni las medicinas. Se está tratando insuficientemente de atacar las consecuencias en vez de las causas. La inflación galopante y la falta de medicinas y productos harán que la acción sea inocua. ¿Diez mil bolívares para ayudar a cubrir la cesta básica que ya va por nueve salarios básicos? ¿Y un monto similar para cubrir el costo de las medicinas que no existen? Y esa ha sido una de las más claras promesas electorales (¿populistas?) de la nueva asamblea. ¿Cuál es el cambio de enfoque que nos trae nuevas esperanzas de progreso, si con lo que estamos viendo siguen los mismos enfoques de épocas pasadas que a la larga no trajeron un progreso sostenido ni una mejoría real y continua en el mejoramiento de la calidad de vida ni en el Desarrollo Humano de la gente? ¿Será que se trata de un paliativo mientras se atacan y resuelven las causas? ¿O no se nos ocurre nada mejor?

Definitivamente, es necesario desarrollar un mecanismo que permita medir las necesidades de la gente en función del Desarrollo Humano logrando así la especificidad  requerida para que, constatando las necesidades de la gente (ver mi artículo “Una estrategia para el Desarrollo Humano”, del 06/03/2012 en El Universal) se pueda conformar un plan de acción que partiendo de lo regional en su más pequeña estructura (parroquia, alcaldía) y subiendo a través de los estados y las regiones pueda servir para estructurar y desarrollar un programa nacional de acciones para que efectivamente podamos iniciar y desarrollar un Proyecto Nacional de Desarrollo Humano. Si no cambiamos, seguiremos haciendo lo mismo: definiendo las acciones bajo los criterios de izquierda, centro y derecha y no usando como base de las necesidades verdaderas de la gente.
Caracas, febrero de 2016.
odoardolp.blogspot.com
@oleopon