Petróleo y
aspiraciones.
Por: Odoardo León-Ponte.
El petróleo abrió la caja de pandora de las aspiraciones
y durante cien años ha sido el trampolín que los políticos han utilizado para
sus maromas, bajo la excusa y con la promesa de que se lo manejaba como la base
para lograr el desarrollo del país y de su gente. Ese no ha sido el resultado.
Con la caída del gomecismo se inició un proceso de
modernización de un país que había estado sometido al más estricto dominio en su
historia por parte de una parcialidad. Comenzaba la modernización del país con
la Ley del Trabajo y la Ley de Hidrocarburos. Más adelante comenzó el proceso
de convertir el petróleo en bandera política, apoyando la acción en la
manifestación de que todo lo que se hacía en función de la ruta trazada para el
petróleo era en beneficio de la estrategia política que conseguiría convertir
el petróleo en la base de sustentación del progreso del país y del Desarrollo Humano
de su gente.
Bajo esa bandera política, la industria petrolera en
manos del capital privado llegó a producir su máximo nivel de 3.700.00 b/d en
1970, a pesar de todas las limitaciones que le impusieron a la actividad los
gobiernos de turno, dedicados como estaban a la tarea de identificar como
causantes de nuestros problemas a los países y capitales extranjeros y negando,
contra viento y marea, la oportunidad de desarrollo y crecimiento de la
industria privada a través de esquemas nuevos que permitieran una mayor y más
balanceada base de producción que la existente y un crecimiento acorde con esa
base ampliada, no solo en el renglón de producción sino en el de refinación. Esos
otros rumbos hubieran marcado los niveles de producción y de refinación a los
que hubiéramos podido haber llegado y que hubiéramos podido mantener. En el
proceso y con las decisiones tomadas para imponer limitaciones, incluyendo la
estatización, la industria nunca ha podido retomar ese nivel de producción,
habiendo declinado desde 1970 y tan solo habiendo llegado a su tope de
producción, incluyendo la apertura petrolera de unos 3.100.000 b/d a fines del
siglo pasado.
Las preguntas que uno se hace como resultado de este
breve recuento son las relativas a las oportunidades perdidas de desarrollo del
país y de Desarrollo Humano de la gente, por haber sufrido las vicisitudes de
una política limitativa del renglón petróleo, al no haber permitido una
ampliada actividad que nos deparara mayores ingresos y un menos traumático
acontecer petrolero; todo bajo la premisa de que ello hubiera permitido una
mayor ampliación de la clase media y una disminución de la pobreza: es decir,
un mayor Desarrollo Humano que hubiera, a su vez, redundado en una orientación
hacia el crecimiento nacional y personal y no hacia el empobrecimiento producto
de la filosofía de mantenimiento del poder que le abrió las puertas al
chavismo: una equivocada filosofía de vida basada en el empobrecimiento general
de una población dependiente de un estado supuestamente todopoderoso, unida al
dominio del poder político en función del poder generado con fondos del estado.
Todo basado en el uso continuado e inapropiado del petróleo, con resultados nefastos
injustificables: inflación, estancamiento económico, escasez, inseguridad
personal y de futuro, falta de oportunidades para progresar y tendencia
acelerada hacia la emigración, buscando en otras latitudes las oportunidades
que otros buscaron aquí cuando teníamos futuro. Triste desenlace para un país
que en la segunda mitad del Siglo XX fue la tierra de oportunidades para
quienes, en libertad, quisieran ganarse el pan con el sudor de su frente.
Octubre de 2014.
odoardolp@gmail.com
odoardolp.blogspot.com @oleopon
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