martes, 29 de noviembre de 2016

Planificación y “black out” informativo.
Por: Odoardo León-Ponte.
Cuando se intenta elaborar un plan para una ejecución o para reformar cualquier situación, lo primero que se busca es la información sobre el pasado y lo existente. El problema en nuestro caso es que hay un “black out” informativo, incluso para los que en la actualidad están en el poder. Con esta realidad se enfrentan, no solo los que mal orientan al país en la actualidad, que no saben ni hallan qué hacer, sino también quienes intentan crear planes para un próximo gobierno. El desastre administrativo actual es tan grave que nadie sabe a ciencia cierta cuál es la realidad del país después de 17 años de desaciertos. Con esa realidad viven los gobernantes actuales que están “tirando el resto” sin saber a qué están jugando y, también, aquellos quienes conscientemente intentan estructurar un plan para un nuevo enfoque. ¿Cuáles son los problemas?

Sin duda habrá que pedir prestado a todo aquel que pueda prestarnos. Pero cuánto, porque hay que solicitar un monto y no solo decir que necesitamos que nos presten. Para llegar a esa cifra debemos tener claro qué es lo que hay que hacer. Por ejemplo: ¿cuánto se necesita para la infraestructura del país? (¿Quién nos lo puede decir?) ¿Cuánto para las importaciones de alimentos y medicinas y durante cuánto tiempo, mientras reparamos todo lo que está malo y comenzamos a producir? (Pero para producir necesitaremos dinero para crear el flujo continuo que permita iniciar la actividad y luego mantenerla: una inversión inicial y luego una cantidad permanentemente para continuar.) De igual manera ¿cuánto para medicinas inicialmente y luego para el diario producir? ¿Y Cuánto para complementar las necesidades mientras comenzamos a producir y mantenemos la producción? ¿Y cuánto para importar lo que necesitan y no producen las empresas del estado mientras determinamos cuáles hay que cerrar y cuales hay que vender (o regalar) a inversionistas privados, si es que las quieren? ¿Y cuánto para mantener el estado hipertrofiado mientras lo reformamos y lo llevamos a un nuevo nivel de austeridad? ¿Y cuánto para mantener a ese personal flotante desempleado mientras lo calificamos y lo empleamos, si es que se puede? ¿Y cuánto para alimentar y mantener la salud de la inmensa cantidad de desempleados y pobres que tendremos por un largo período? ¿Y cuánto tendremos que pedir para pagar lo que debemos, si no logramos reestructurar su vencimiento? Y pare de contar. Supongamos que en algún momento lleguemos al inmenso monto de fondos que necesitaremos para comenzar a respirar. Pero no solo tendremos que pedir prestado en montos inimaginables, sino que tendremos que pagar lo que ahora debemos (inmensa cantidad) y lo que nos van a prestar.

¿Con qué y cómo pagar? El petróleo que antes nos sirvió de colchón aparentemente interminable y que, con y durante el chavismo, se convirtió en una “cobijita” insuficiente, también debido a que el mundo en el que vivimos (y al cual hemos pensado que podemos engañar) ha progresado y han pasado cosas que hacen que el petróleo ya no sea la varita mágica que siempre pensamos que fuera y a que, ahora, las expectativas de que pueda generar infinitas cantidades de ingresos para nuestras también infinitas necesidades, son remotas. Y no olvidemos que las fuentes alternativas de generación de riqueza también están en el suelo y no tienen la capacidad de apoyar para dicha generación de riqueza y de fondos. Aparte: tenemos que reformar el país en todos sus aspectos para que se convierta en viable después de 17 años de destrucción masiva por parte de unos ignorantes, irresponsables e irreverentes, en un país en el que a la gente no parece importarle lo que pase, mientras el gobierno la mantenga. El reto es grande y la perspectiva que se vislumbra es poco promisoria. ¿Cómo venderla? ¿Y quién la querrá comprar? ¿Y cuáles serán las condiciones de compra/venta?
Caracas, Noviembre de 2016.
Odoardolp.blogspot.com

@oleopon

jueves, 24 de noviembre de 2016

Y nosotros ¿qué pensamos y sentimos?
Por: Odoardo León-Ponte.
Haberle dedicado toda la vida útil de trabajo productivo a la actividad petrolera tiene un inmenso significado para quienes así lo hicimos. Por una parte fuimos partícipes en y contribuimos a forjar la industria sobre la cual se basó por muchos años el crecimiento del país, que los políticos de turno no permitieron en su potencialidad bajo la excusa de que trabajaban en beneficio del país, “combatiendo” durante la mayor parte de ese período las “malas intenciones de las multinacionales” y, posteriormente a la estatización, derivando el curso de Pdvsa hacia el mantenimiento de las distintas causas políticas que han terminado en este ir y venir sin pies ni cabezas que ahora nos desgobierna. Quienes estuvimos en las multinacionales en búsqueda de una responsabilidad del tamaño de la industria y de una carrera como la que se ofrecía en esa época, lo hicimos con la convicción de que era una manera de contribuir al desarrollo verdadero del país y a la satisfacción de los objetivos personales. Luego, al momento de la estatización de la actividad y habiendo participado en forma inédita y cuasi épica, formalmente y sin éxito, a través de la actividad que inició y desarrolló Agropet, nos cambiamos la camiseta por  la del equipo que heredó la capacidad instalada gerencial, técnica y de recursos humanos que se había desarrollado durante los sesenta años de actividad bajo la inversión extranjera. Pero la orientación política de nuestros gobernantes, rápidamente comenzó a formular los cambios para que la actividad se conformara a los parámetros de comportamiento del resto del aparato gubernamental y llegara, eventualmente, a lo que es ahora: insostenible, insuficiente e inoperante.

Nosotros estuvimos acostumbrados en la etapa pre estatización a que el objetivo era lograr, a través de las mejores prácticas, que el éxito de la empresa misma se reflejara en sus resultados y por ende en la producción de ingresos para el estado: todo a pesar de los esfuerzos hechos por esos gobernantes para que el éxito de las empresas no se tradujera en máximo ingreso para el estado al impedirle que desarrollaran las bases para su subsistencia a futuro. Más bien se ocupaban de hacerle la vida lo más difícil posible, comenzando por cercenarles el futuro con la política de “no más concesiones”.  A pesar de esa actitud, las empresas y nosotros seguimos haciendo el esfuerzo necesario en situación inconveniente y logrando llegar al record de nivel de producción del país. Una cosa con la otra, se llevó a cabo la estatización basándose en la aparente razón política de “interés” nacional. Comenzaba así la etapa de la actividad en manos del estado y de la dicotomía de tener que decidir entre usar los fondos para desarrollar la industria o para la función política del estado. Y triunfó, paulatinamente, el uso de los fondos en función política y se abrió el campo de nuevo a la inversión privada en la industria, a través de las empresas mixtas al aceptarse que el estado no tenía la capacidad financiera ni técnica para desarrollarla y a la vez generar los ingresos requeridos en función política. Pero se había abierto el camino para “disponer” de la actividad petrolera con fines políticos: el uso de la capacidad financiera y de otra índole de Pdvsa en función política. Ese camino se inició con el paso de las reservas en dólares de Pdvsa al erario público en la época de Luis Herrera y se prostituyó  con el  ”millardito” inicial del gobierno actual (anteriormente solicitado a Pdvsa y negado por ella a otro gobierno de turno). Se habían abierto de par en par las puertas  para la corrupción generalizada, no solo financiera, que hoy conocemos.

¿Cómo cree el lector que podemos sentirnos quienes contribuimos a forjar la empresa que se incorporó al ranking mundial y que hoy es causa de lástima en su acción y sus resultados? ¿Y cómo se siente el pobre al ver el resultado de su acción electoral? ¿Y cómo se sienten los políticos? Los dos primeros ya lo hemos expresado. ¿Y los demás? Apenas ahora se inicia el “mea culpas”. Caracas, Noviembre de 2016. odoardolp@gmail.com odoardolp.blogspot.com @oleopon



martes, 18 de octubre de 2016

La renta petrolera.
Por: Odoardo León-Ponte.
Los partidos políticos que ahora están en la oposición, cuando les tocó gobernar en la “cuarta”, manejaron los dineros provenientes del petróleo con el criterio de renta petrolera y siempre la culpa de que los reales no alcanzaran fue de alguien fuera del ámbito nacional, sin que se responsabilizara a nadie por las filtraciones de fondos hacia destinos improductivos. Se esperaba a que subiera el precio del petróleo para resolver y al hacerlo se iniciaba una bonanza económica: de otra forma se entraba en recesión. Era el sube y baja del rentismo basado en los ingresos dependientes precios del petróleo. En esta llamada “quinta” con la ilusión de que los precios llegarían a US$200 por barril, el enfoque de rentismo se llevó a los extremos y de convirtió al petróleo en la caja chica del gobierno de turno y en el proceso se dilapidó toda la fortuna que recibimos como resultado de los inmensos ingreso que recibió el gobierno. Ahora, con el inicio del fin de la bonanza del petróleo y como resultado de las acciones destructivas del gobierno que hemos tenido durante este siglo, nos encontramos sin renta petrolera de la que podamos disponer (ya casi que vendemos para cubrir los costos) y no tenemos ingresos producto de la tan cacareada “siembra del petróleo” que nunca hicimos. Hemos llegado a una situación de hambre y enfermedades que no se pueden curar, producto de la destrucción de nuestra economía “sembrada” por los gobernantes de turno durante este siglo.

¿Y cómo resolver la ecuación que se nos presenta de no tener con qué producir ni con qué importar? ¿Y cómo resolver la situación de no tener ahora renta petrolera ni las esperanzas de que la lleguemos a tener de nuevo? ¿Y cómo van a hacer los partidos políticos de la oposición cuando lleguen al poder si lo que saben y recuerdan (y lo que pueden haber aprendido los más jóvenes) es hacer lo que hemos hecho antes de y durante el período de gobierno de este siglo, sin saber qué hacer que sea distinto a los que hemos conocido y que ha redundado en la dilapidación de los ingresos generados durante los cien años de rentismo petrolero?

No es solo salir del infeliz gobierno que nos ha traumatizado la vida a las grandes mayorías; se trata de iniciar una nueva vida sin engaños (ni reuniones secretas) para encontrar y tomar una nueva ruta, al estilo de los que navegan por primera vez en aguas desconocidas, para asegurarle al conglomerado de nuestra gente un nuevo enfoque político basado en la verdad (aunque sea amarga): es iniciar la larga y pronunciada marcha hacia la búsqueda y el logro de una nueva forma de manejar la variables políticas y económicas, bajo nuevas reglas adecuadas a la nueva y triste realidad. No servirán los conceptos ni de la constitución del ‘61 ni de la de ’99. Ahora el juego es otro y requiere nuevas fórmulas que permitan regenerar el país de modo que podamos empezar de nuevo después de haber desperdiciado los cien años de rentismo petrolero, pero pensando que todo el trayecto recorrido durante la cuarta y la quinta está perdido.  Solo nos queda la voluntad democrática, pero ahora ya no habrá renta petrolera. Habrá que idear nuevas formas de generar la riqueza que vamos a necesitar para convertirnos en un nuevo país. Un país que permita llegar a lograr la libertad que se necesita para ser una verdadera democracia. Una pregunta: ¿Cómo hacen los países que no tienen renta petrolera? ¿Será que trabajan para labrar progreso y asegurar su futuro?
Caracas, Octubre de 2016.
odoardolp.blogspot.com
@oleopon


jueves, 28 de julio de 2016

Un nuevo enfoque sobre la industria de los hidrocarburos.
Por: Odoardo León-Ponte.
Hasta el presente, nuestros políticos han mantenido que el desarrollo de la industria de los hidrocarburos debe ser a través de empresas propiedad del estado o en las que el estado tenga mayoría. Para ello lo limitó mientras estuvo en manos de las empresas extranjeras y cuando estuvo en manos de Pdvsa Siglo XX no tuvo los fondos ni la capacidad necesarios, por lo que hubo que abrirla de nuevo a la inversión extranjera y, luego, cuando se pensó que tendríamos los fondos, se la limitó a través de una obligatoria participación mayoritaria del estado, excepción hecha del gas que puede ser desarrollado por el capital privado, pero cuyo desarrollo, en la práctica, está muerto. Es un corto resumen de nuestra historia petrolera. Pero veamos cuál es nuestra nueva realidad.

Para que la explotación de los hidrocarburos sea exitosa se necesitan varias cosas: 1. Dinero en grandes cantidades (que no tenemos ni tendremos), 2. Recursos humanos calificados (que no tenemos: Chávez botó a 22.000 y después se han ido 10.000 más y que no regresarán), 3. Tecnología (que no tenemos), 4. Seguridad jurídica (que no tenemos y sobre cuya oferta habrá que convencer para que vengan), 5. Un enfoque político constructivo distinto al que hasta ahora hemos propugnado, bajo la idea falsa mantenida hasta ahora, de que para que haya progreso y tengamos la “seguridad nacional” necesaria en materia de hidrocarburos, el estado debe ser propietario de y realizar la actividad, 6. El manejo de la actividad con criterios referidos únicamente al resultado comercial y al pago de los impuestos producto de la explotación de los recursos, 7. Que los operadores sean quienes se ocupen del desarrollo y de la comercialización de los productos derivados de ese desarrollo, 8. Que una institución con poder, calificada técnicamente, separada del ejecutivo y con libertad de acción, se ocupe de supervisar la actividad desarrollada por los inversionistas privados (adicionalmente contribuirá a reducir la corrupción), 9. Que no haya empresas propiedad del estado que se ocupen de la actividad de los hidrocarburos (recordemos a la CVP en el Siglo XX, a la constreñida Pdvsa Siglo XX y la actual triste, incapaz e inefectiva Pdvsa Siglo XXI) y 10. Que los inversionistas sean particulares y no empresas estatales para separar lo político de lo comercial.

Sobre el dinero (1) no hay ni que hablar. Se requerirá “todo el dinero del mundo” para reparar y actualizar las instalaciones existentes (cuya dimensión no conocemos) y para desarrollar la industria (inestimable al abrir) en cuanto a nuevos desarrollos e  instalaciones. Los recursos humanos (2) necesarios solo los podrán pagar los inversionistas privados (recordemos las críticas y sus consecuentes efectos sobre la remuneración de los ejecutivos de Pdvsa que “ganaban más que el Ministro”). Además, los que se fueron están ya instalados en sus nuevas sedes de trabajo al igual que sus familiares y será difícil que piensen en regresar hasta que las cosas tomen una orientación segura (y luego será un poco tarde). La tecnología (3) no la tiene la pobre Pdvsa Siglo XXI y la que existe está en manos de particulares y tiene un costo alto. La seguridad jurídica (4) es precisamente uno de los aspectos claves y la lista que anotamos con sus componentes contribuye a ello. (No basta con decir que la Ley es clara: recordemos los hidrocarburos gaseosos que no se han desarrollado.) El enfoque político constructivo (5) es que el país controle la explotación de los recursos a través de sus instituciones y derive el beneficio (6) de los éxitos a través de los impuestos y no que las maneje directamente. Dejarle a las operadoras (7) el desarrollo de la actividad de desarrollo y los mecanismos de comercialización (recordemos la Mersifrica (Mercados, Silos y Frigoríficos)  de antaño y la tragedia de hoy en día). Se ha hablado del “Ente” para estos fines (8). El camino es claro pero debemos tener la entereza para tomarlo basándonos en que el pasado fue poco exitoso y el presente ha sido un inmenso fracaso.
Caracas, Agosto de 2016.
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viernes, 22 de julio de 2016

La transición hacia la estatización del petróleo.
Por: Odoardo León-Ponte.
Desde el derrocamiento de Medina y a excepción de la etapa de Pérez Jiménez, la actitud de los gobiernos de turno fue, permanentemente, una de reto a las multinacionales, a los Estados Unidos como causante de las desdichas del petróleo venezolano y por ende del país y de la búsqueda de una imposible independencia unilateral de acción en cuanto a la suerte de nuestro petróleo. También fue una época de búsqueda de poder para la unilateral orientación de las acciones en materia de petróleo, pensando en la OPEP como cartel de apoyo para combatir los precios bajos y apuntalar la capacidad de acción unilateral frente a los Estados Unidos con sus problemas energéticos. Todo ello dentro de una situación de permanente escasez de fondos de los gobiernos de turno debida a la insuficiencia de los recursos generados por el petróleo, única fuente de ingresos, para generar todos los fondos eternamente insuficientes requeridos para las necesidades  económicas y políticas de los gobiernos de turno. Durante todo ese período se escogió la ruta de “no más concesiones” (apoyada por el CIV, por Diputados y por el Frente Nacional Pro Defensa del Petróleo), de la estatización, inicialmente a través de la inviable gestión de la CVP, a la que se le entregaron gratuitamente todos los crecimientos potenciales de la actividad petrolera y petroquímica en el país con permanente poco o ningún éxito. Posteriormente se intentaron los contratos de servicios que terminaron en fracaso y luego se echó en saco roto todo el período pro CVP y se creó Pdvsa en 1976. Desde el año 45, excluyendo el período de Pérez Jiménez, se negó el crecimiento a futuro de la industria petrolera al determinar que no habría más concesiones.

¿Cuáles fueron los resultados de ese periplo “nacionalista”? Se pospuso toda la inversión posible en materia petrolera para expandir la producción durante un período de 21 años. Tan solo se invirtió en las refinerías producto de la Ley de Hidrocarburos (Amuay, Cardón, Puerto La Cruz, etc.)  y en las plantas desulfuradoras de Amuay y Cardón y se permitió el aumento de la producción con la máxima explotación posible de los yacimientos de crudo existentes, pero sin la incorporación de potencial productivo adicional. Incluso; durante ese período se llegó a cerrar producción, se redujeron por primera vez las reservas probadas y las cuadrillas de geología de superficie y por primera vez se el volumen de producción acumulada llegó en un año a ser mayor que las reservas probadas.  Cierto que en ocasiones se habló como nuevas fórmulas, pero sin continuidad ni materialización, como eran los contratos de servicio y las empresas mixtas al lado de la CVP: pero en final de cuentas todo fue palabrería. Se llegó a negar la exploración y oferta de activación por parte de Shell y Creole de la Faja (Bituminosa) del Orinoco y en su lugar se la cedió a CVP; es decir se la incluyó en el saco permanentemente improductivo de la CVP, especie de reserva estratégica permanente para “conservar” las actividades que hubiera sido posible desarrollar a través de las operadoras existentes en el país, en un período largo durante el cual escasearon los fondos y fue necesario imponer los controles de cambio anteriores al del chavismo. Y, para hacer más difícil la situación, se aumentaron continuamente los impuestos a las petroleras hasta el punto de fijar valores fiscales de exportación (VFE) para fines impositivos, que excedían los valores reales de exportación. Se fueron acumulando todos los retrasos propios de la situación enunciada anteriormente en materia de exploración, producción, transporte, refinación, mercado interno, investigación y conocimientos técnicos y de mercadeo, lo que hizo necesario que Pdvsa, con fondos del estado, desarrollara la actualización de la situación de las instalaciones y comenzara a mirar hacia el futuro. Pero Pdvsa Siglo XX nunca se llegó al nivel de producción máximo anterior a la estatización y en un vuelvan caras después de un lapso largo y costoso se abrió de nuevo la actividad petrolera a la inversión extranjera, actividad que, en retrospecto y a fin de cuentas, nunca se debió cerrar. Juzgue usted ésta nuestra real y verdadera historia petrolera en el siglo pasado. Caracas, Agosto de 2016. odoardolp@gmail.com odoadolp.blogspot.com @oleopon


martes, 19 de julio de 2016

Las circunstancias de Pdvsa y el petróleo.
Por: Odoardo León-Ponte.
Pdvsa como operadora en el Siglo XXI ha sido un estrepitoso fracaso. Merma en la producción en cantidades enormes, inmensa deuda formal en bonos y con los suplidores de insumos y servicios y con los contratistas a los que no tiene cómo pagarles sus servicios; deuda real por todas las empresas de servicio a las que expropió y un enorme monto por el pago de las prestaciones sociales por despido  y de los fondos de ahorro cuyos haberes secuestró al botar a la mitad superior de su plantel de recursos humanos con un pito en plaza pública. A esas cantidades habría que agregar lo relativo a los intereses de mora por el retraso en el pago, más lo que corresponda por daños. Más las deudas por las sentencias de los tribunales de arbitraje internacionales por todas las tomas de empresas en el sector petrolero. Las deudas antes anotadas son verdaderas e impagables y ello, entre otras cosas hace que Pdvsa Siglo XXI sea inviable y que resulte igualmente una quimera pensar en la actividad petrolera en términos de Pdvsa Siglo XXI y sus filiales como parte de la proyección a futuro de nuestra industria petrolera. El chavismo, en la práctica, se ha encargado de borrarla del mapa como opción viable. Esto hace necesaria una reconsideración total sobre cómo enfocar la actividad petrolera a futuro en Venezuela. Pero cualquiera que sea la respuesta eventual, se requiere un vuelco inmenso en el enfoque de nuestros políticos. Sobre este tema ya hemos emitido opinión en varias de nuestras contribuciones en el pasado.

¿De qué se trata? La era del petróleo está llegando a su fin y como parte de ello también ha  llegado a su fin la posibilidad de que nuestro país siga siendo rentista del petróleo. Las nuevas realidades hacen que nuestra producción potencial ya no pueda pasar del orden de los tres millones de barriles diarios. El consumo interno seguirá aumentando por el crecimiento poblacional y los expertos en energía estiman que nuestro enfoque debe estar más bien orientado a que nuestra producción sirva para proveer las necesidades de consumo de nuestro crecimiento industrial, que significaría una ventaja relativa para nosotros.  Se requeriría un enfoque orientado al mercado interno para proveer sus necesidades de consumo por su crecimiento, más que uno orientado, como ha sido hasta ahora, a los requerimientos de exportación y además, requeriría que se crearan actividades generadoras de riqueza alternas a la del petróleo.

¿Cuáles actividades podrían desarrollarse para generar riqueza desde fuentes distintas al petróleo? Siempre han estado allí, pero las pautas generadas por los gobiernos de turno, exacerbadas en este siglo por el chavismo, han sido del tipo intervencionista y a excepción del Pacto Andino, aislacionistas. No tenemos sino que ver a nuestro alrededor en Latino América para encontrar situaciones de progreso sin que haya una fuente de petróleo, lo que los ha llevado a desarrollar las alternativas: Perú trabaja para llegar a ser uno de los principales suplidores de productos agrícolas del mundo. Otros promueven el sector turístico. En fin, tenemos todos los recursos necesarios para desarrollar un nuevo país, que explote para beneficio de nuestra gente  (positivamente) los recursos de los cuales ha sido dotado.

¿Cuál es la clave? Cambiar el enfoque de nuestros gobernantes y líderes políticos para diseñar una nueva estrategia que traiga nuevas políticas basadas en un enfoque liberal que atraiga a la inversión privada y la deje trabajar para que el país crezca y se convierta en un portento de desarrollo y crecimiento y, con él, llegue el Desarrollo Humano tan ansiado por todos y tan lejano e inconstante. Y este es el momento de aprovechar las circunstancias para cambiar el rumbo ya que no tenemos alternativa y todavía tenemos una buena producción de petróleo.
Caracas, Julio de 2016. odoardolp@gmail.com Odoardolp.blogspot.com @oleopon 



lunes, 11 de julio de 2016

El proceso que viene.
Por: Odoardo León-Ponte.
El país ha llegado a circunstancias inconcebibles. Más aún; si consideramos el montón de dólares recibidos en 100 años de petróleo, es difícil asimilar o entender cómo ha sido posible que hayamos podido llegar a donde estamos. Es que hemos botado todos nuestros ingresos y desperdiciado toda la riqueza producida e irrecuperable y,  hoy, prácticamente, no tenemos manera de producir para recuperar los cien años perdidos y mucho menos, petróleo para “sembrar”. Los tiempos que se avecinan requerirán nuevos enfoques reñidos con los de la “cuarta” y la “quinta” que a fin de cuenta, en su sumatoria, nos han llevado al déficit que ahora nos embarga. Se requerirán acciones económicas basadas en un enfoque político de primer mundo: ese es nuestro reto. Analicemos algunos rasgos de lo que ha sido nuestra acción política, en el entendido que los resultados en su conjunto no nos trajeron nunca un progreso contínuo deseado y posible.

La “cuarta” fue un sube y baja enmarcado en un tobogán, lleno de acciones y resultados discontínuos y con controles de cambio cíclicos (uno de los signos infalibles del  fracaso económico) ligado a la dependencia del precio del petróleo y sus vaivenes: señal de que nunca logramos en la cuarta desligarnos de las circunstancias del petróleo a pesar de las “siembras”; luego fue un período “rentista”. Es decir: no logramos desarrollar fuentes alternas de fondos para el estado, a pesar de que ya habíamos tomado para el manejo por parte del estado todos los medios de producción necesarios para la “seguridad” de la nación desde el punto político y económico. Pero no habíamos desarrollado otros sectores de la economía. La excusa siempre fue la de la insuficiencia de los precios del petróleo, producto de los “ataques” desde el exterior de que habíamos sido objeto.  Y los errores de la cuarta le abrieron las puertas a la “quinta”.

La “quinta” la conocemos y la hemos vivido en carne propia: una tragédia  nacional de hambre y muerte. Para muchos la “cuarta” es materia de libros y no de vivencia, pero es esencial que no olvidemos los errores cometidos y, sobre todo, que no olvidemos que nuestras penurias comenzaron con la nacionalización de las industrias básicas en 1976, el petróleo y Guayana. El tobogán que allí comenzó nos llevó al segundo gobierno de un Caldera a finales de su vida y la incorporación política del chavismo: de la incorporación de las acciones económicas reñidas con el progreso y abridoras de la incorporación definitiva del lumpen político y de los militares al poder total, con el consecuente olvido de todas las bases morales y éticas como habitualmente sucede con un gobierno tutelar.

¿Qué requerimos? Primero: que nada entender que el regreso al pasado no es la solución y por tanto debemos mirar hacia atrás solo para constatar los errores cometidos y asimilar que ellos le abrieron la puerta a lo que hoy vivimos. Segundo: que el período actual comenzó con una constitución diseñada para lo que se ha hecho desde 1999 y que no nos servirá para lo que necesitamos (progreso y más progreso; desarrollo humano y más desarrollo humano). Tercero: que el retrovisor sirve solamente para ver si es posible cambiar de canal y que esos es lo que debemos hacer. Cuarto: que los conceptos de la cuarta no son una buena referencia aunque sea lo único que conocemos que pueda ser mejor que lo actual, y que, en realidad pudo ser muy bueno pero fue malo. Quinto: que lo que necesitamos es un cambio total en nuestro enfoque de país ya que ahora somos ex rentistas que necesitamos ayuda social. Sexto: que el único camino que queremos es aquel que nos lleve al progreso: que nos lleve a la felicidad y a la paz.
Caracas, Julio de 2016.

odoardolp@gmail.com odoardolp.blogspot.com @oleopon

jueves, 7 de julio de 2016

Nuestro futuro petrolero
Por: Odoardo León-Ponte.
Las más recientes estimaciones de potencial lograble de producción para Venezuela, andan por el  orden de 3.100.000 b/d de crudos principalmente de la faja, o sea, de alto costo de producción por la necesidad de mejorarlo, de mala calidad por sus componentes y de relativo bajo precio como crudo no mejorado. Bajo estas circunstancias, habría que concederle preferencias de regalía a ese crudo para que su explotación fuera rentable. De esa producción debemos deducir las necesidades del mercado interno equivalentes a 700.000 b/d que nos dejaría para exportar unos 2.400.000 b/d. Esta es nuestra realidad a futuro siempre y cuando hagamos las cosas bien, que no mantengamos a Pdvsa como operadora (producto de hacer las cosas bien) y no sigamos pensando que podremos llegar a cifras superiores a las anteriormente mencionadas. Las cifras son para una industria manejada básicamente por capital privado, sin más injerencia del estado que la de la regulación de las actividades en forma proactiva, en diferencia a la tradicional de interferencia como práctica preferencial. Agreguemos a lo anterior los bajos precios del petróleo y la absoluta dependencia del petróleo, a corto y mediano plazo, para la generación de las divisas indispensables y solo provenientes del petróleo para mantener un estado hipertrofiado, a falta de otras fuentes. Aparte, los precios de los 700.000 b/d del mercado interno seguirán subsidiados como siempre lo han estado y poco abonarán al erario público.

¿Qué hacer con esos 2.400.000 b/d de exportación? ¿A quién vendérselos? ¿Estados Unidos? ¿China? ¿India? ¿Petrocaribe? ¿A los mercados propios de las empresas mixtas? ¿A quién más? ¿Y cómo y bajo qué condiciones? ¿Y con cuáles preferencias desde el punto de vista del “net back”?

Estados Unidos ya está convertido en exportador de energía y lo será de petróleo, de modo que el único mercado conveniente que tendremos y que tendríamos sería el propio de las empresas que conformarán las empresas mixtas bajo “contratos de producción compartida” o los pocos cupos que nos queden en nuestras refinerías en el exterior. China e India estarían, como de hecho lo están, muy distantes y son inconvenientes desde el punto de vista de “net back”. Petrocaribe ni se diga: es el peor negocio que hemos hecho y su conveniencia estará cuestionada desde el punto de vista comercial y político.

Será necesaria una serie de acciones compensatorias que reduzcan el costo del aparato del estado. Que por primera vez pensemos que no dispondremos de ingresos ilimitados para hacer lo que nos dé la gana. Tendremos que pensar que somos un “país pobre” que ha tomado el camino de un “pobre país” y que deberemos pensar y actuar correspondientemente. Ya no somos los hijos ricos de la fortuna heredada  y, habiéndola agotado, no podremos  pensar en volverla a tener si no es como fruto del trabajo y de un accionar serio y responsable.

Será necesaria una serie de acciones para desarrollar y fortalecer la actividad privada como alternativa generadora de riqueza, mientras que el estado se ocupe, con suma austeridad y eficiencia, a dar con óptima calidad (no  más gastos innecesarios de guerra, ni aviones de sheiks -el Papa viaja en Alitalia, ni yates, ni parafernalia pomposa que corresponde a la gente muy rica o exitosa, que no somos) la educación, la salud, la seguridad, el orden púbico, el balance de poder, el combate incesante a la demoníaca corrupción, la defensa del país (su gente y no la “patria”) con el fin de lograr el Desarrollo Humano que nos garantizará la libertad y, en consecuencia, la democracia propia de un país de gente culta. Ese es nuestro verdadero reto y es a muy largo plazo y en forma continuada.
Caracas, Julio de 2016. odoardolp@gmail.com odoardolp.blogspot.com @oleopon

   

miércoles, 29 de junio de 2016

Un nuevo enfoque de país.
Por: Odoardo León-Ponte.
Para salir del hoyo en el que estamos y para lo cual no disponemos de la escalera convencional apropiada, debemos dejar de cavar y pensar creativamente, como cuando se resolvió el caso de los mineros atrapados en Chile. Tan sencillo como eso. Debemos desarrollar un enfoque mental orientado a venderle neveras a los esquimales”, término que se usa para definir un tipo de responsabilidad dentro de la estructura de cualquier organización exitosa. Tenemos que convertirnos en una empresa exitosa al estilo de Microsoft, Facebook, Apple.  Y ese, ciertamente, es nuestro reto; nuestro dilema. Tenemos los recursos: petróleo, riquezas naturales como oro, bauxita; recursos forestales, hídricos, eólicos, bellezas naturales, tierras, clima: en fin, todo lo necesario. Dios no nos negó nada. Solo nos falta que las nuevas generaciones apliquen los conceptos y procedimientos necesarios para lograr un país que nos provea a nosotros, su gente, del Desarrollo Humano al que tenemos derecho. Hasta ahora los líderes que hemos tenido no lo han logrado.

La falta de liberalidad que nuestros políticos han tenido en su ideología en cuanto al desarrollo del país, ha sido la causa de nuestra tragedia y la intención fallida de controlar todo para poder “dirigir” el crecimiento del país, unido al concepto sub desarrollado de que todo lo venezolano es necesariamente bueno, nos han aturdido en nuestra capacidad para lograr el desarrollo ansiado por todos. No hemos querido ser ciudadanos del mundo, sino “venezolanos” y, con el tiempo, hemos ido perdiendo la disposición a tener el orgullo de nuestra prosapia. Y esa realidad no va a cambiar mientras el objetivo de los gobernantes sea político y no de desarrollo. Lo político es lo que nos ha traído por el despeñadero de no lograr nunca el crecimiento sostenido: solo hemos logrado crecimiento cuando el precio del petróleo ha sido alto y no éramos propietarios de la explotación de distintas ramas de la economía. A más propiedad por parte del estado, más pobreza y más oportunidades de corrupción: una de las características más destacadas de nuestra sociedad, que no es muy distinta en los otros países de Latino América, en donde por todos lados se destapan las cajas malolientes de la podredumbre de la corrupción; no solo de sustracción de fondos y tráfico de influencias. Y para no caer en la tentación y pecar por nuestra debilidad, a falta de una mejor razón, debemos distanciarnos de ella para reducir sus efectos negativos sobre el desarrollo del país.

Para minimizar el efecto de la actividad política y su consecuente efecto sobre las tentaciones de la corrupción exacerbada en estos últimos tiempos, debemos optar por definir un nuevo enfoque: tomar las medidas necesarias para que la actividad industrial que genere riqueza esté en manos de la empresa privada y que solo sea del estado aquello que le corresponda: educación, seguridad humana incluyendo salud, potenciación, equidad, y la defensa del territorio. Para ello debemos desistir de aquellas ideas que no han traído la satisfacción de las necesidades de la gente, para lo cual hay que “dejar” que sea el capital privado, con el “apoyo” y el “control” y no la “interferencia” del estado, el que desarrolle la actividad industrial, comercial y de servicios con sus propios fondos, contribuyendo así a la generación de una riqueza sustentable y sostenida sobre bases viables (representada por impuestos), para generar, en conjunto, los fondos necesarios para que un estado austero pueda atender a sus responsabilidades antes enunciadas. Para ello no es necesario ser “dueño” de nada, sino de buenas intenciones, de la capacidad de legislar, de asegurar los derechos de las personas naturales y jurídicas a través del aseguramiento del balance de los poderes y de lograr, con la contribución del estado, el crecimiento y la sostenibilidad del crecimiento del país en su sentido más amplio, en un mundo cada vez más competitivo y más acelerado. Así podremos rescatar el orgullo de ser venezolanos.
Caracas, Junio de 2016.
odoardolp.blogspot.com

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lunes, 27 de junio de 2016

La necesidad de un proyecto de país.
Por: Odoardo León-Ponte.
Si analizamos nuestra tragedia de haber tenido la posibilidad de ser ricos y exitosos y, por el contrario, ser muy pobres, nos daremos cuenta de que en realidad esa tragedia se debe a la falta de un proyecto nacional de país. El Pacto de Punto Fijo intentó trazar unas reglas básicas de proceder, pero en las distintas etapas subsiguientes  de nuestra historia en el Siglo XX y en lo que va del XXI, henos disfrazado los proyectos de los distintos gobiernos  con lemas más bien electorales, salvo durante los gobiernos de Rómulo Betancourt, cuando se aplicó lo que era su visión del país, producto de un largo proceso de análisis basado en la vivencia y observación de las realidades. Fuera de eso no ha habido un proyecto de país como tal, que haya sido producto de un análisis al estilo de una empresa cualquiera exitosa. Lo que hemos tenido ha sido una discordante serie de intentos de planes discontinuos que nos han impedido seguir una ruta bien diseñada. Finalmente hemos desembocado en el desastre que vivimos, donde la acción no ha tenido ni pies ni cabeza y ha sido producto de disparar sin ver, hacia objetivos indefinidos, sin acertar en ningún caso. Podríamos pensar que la falta de ese plan nacional en el tiempo después de Rómulo Betancourt, nos ha traído a la tragedia actual.

Ha habido planes de la nación pero no ha habido una rectoría en el sentido de lograr un progreso  continuo basado en un plan entendido por todos. Siempre hemos tomado las acciones pensando en que haya un enemigo que nos pueda perjudicar y el resultado de esas acciones nos ha llevado al fracaso. Si tomamos como punto de partida la aparición del petróleo, cuyo mal manejo hemos convertido en realidad frente a las opciones que se nos presentaron en el  tiempo y no permitimos: hemos optado por la actitud del rentista que piensa que siempre se resolverán los problemas porque para eso tenemos el petróleo. Hemos dejado que el concepto de renta haya impedido el verdadero desarrollo, que no es otro que la diversificación real de nuestras fuentes de generación de riqueza, única ruta efectiva de progreso. Siempre hemos tenido un estado atravesado y limitado por las ideas políticas de izquierda, en vez de aquel que las descartara y se esforzara en lograr el verdadero desarrollo del país; el Desarrollo Humano, basándose en ideas liberales.

Debemos pensar que la tragedia que vivimos merece diseñar  y ejecutar, por primera vez, un plan viable de país basado en las necesidades de la gente determinadas por, para y con ellos. No basta limpiar de impurezas a una constitución diseñada a la imagen y semejanza de un ignorante mal intencionado. Se requiere el diseño de un nuevo país que propenda al Desarrollo Humano: a la búsqueda de convertir en realidad las soluciones a las esperanzas de la gente, sobre las cuales todos nuestros políticos de turno han basado todas sus promesas incumplidas. Entre las cosas que debemos determinar están quienes somos y qué somos, hacia dónde queremos ir y cómo pensamos lograrlo como conjunto nacional y no como dictamen de las cúpulas de turno. Es un ejercicio que nunca hemos hecho y que es vital a la luz de la experiencia negativa de cien años de “desarrollo” del petróleo. No basta crecer, que no lo hemos hecho en formas sana a pesar de haberlo “intentado” y logrado a veces: es necesario definir para qué queremos crecer y cómo queremos hacerlo y dejarlo plasmado de manera que sea la base del proceder de nuestros gobernantes y de la comunidad en forma permanente. De esta manera podremos desarrollar un entendimiento general que nos permitan actuar coordinadamente, en vez de que cada quien continúe “jalando” la sardina para sus propios intereses sin remar parejo y en la misma dirección. Así lograremos el desarrollo sostenido y creciente de nuestro país al fortalecer la base de su sustento.       
Caracas, Junio de 2016. odoardolp@gmail.com odoardolp.blogspot.com @oleopon 

  

martes, 14 de junio de 2016

¿Qué hacer con nuestra realidad?
Por: Odoardo León-Ponte.
Recientemente Saudi Arabia emitió su plan 2030 (http://saudigazette.com.sa/saudi-arabia/full-text-saudi-arabias-vision-2030/) que debe ser  lectura obligatoria como documento de interés general y para buscar alguna orientación y comparación con lo que hemos venido haciendo a través del tiempo en este, nuestro país  y orientarnos sobre la necesidad de introducir nuevos enfoques de  dirección que deberíamos tomar. Nos daremos cuenta de que necesitamos redefinir y anotar expresamente los conceptos que nos deben guiar y que en general hemos dado por sobre entendidos, a pesar de que nunca los hubiéramos definido y que, con el correr de los años, hemos dejado que se disipen si es que alguna vez fueron remotamente  claros. (¿Por qué no tenemos un Museo de El Libertador?) El desorden y el desastre que nos aquejan hacen necesario un corte de cuentas en el que debemos definir quiénes somos y que queremos, cuáles son nuestras bases para considerar que somos un país; en fin que determinemos nuestras fortalezas como comunidad, basadas en nuestra historia y en nuestro cierto presente y tracemos una ruta que nos guíe en nuestra travesía en este mundo cambiante en el que se nos hace tan difícil sobrevivir y participar. Además, y guardando las diferencias, estaríamos viendo cómo piensa el líder exitoso de la OPEP, lejano en algún parecido con nosotros, sobre todo en su manera de pensar sobre hacia dónde dirigirse y por qué. Nótese que en sus planes ellos no hablan de derecha, izquierda, centro, comunismo, nuevo hombre, socialismo, pueblo, etc., que parecen ser los principales vocablos que nuestros líderes son capaces de utilizar en la definición de nuestras orientaciones.

El Plan de Saudi Arabia habla de bases, razones, y, sobre todo, de metas medibles y comparativas contra la realidad a nivel mundial en cada actividad. El plan, que fija las metas transitorias hasta el 2030, reconoce las fallas en la oferta versus las aspiraciones de la gente y acepta abiertamente en un documento que es público, que es necesario atraer e incorporar plenamente la inversión privada, los recursos humanos calificados de primer orden y desarrollar e incrementar la actividad de las ONG’s. El plan habla de salud y vida, de la familia como piedra angular de la educación de los hijos; promueve el apoyo al sector privado para que compita con el sector público. Habla de diversificar (¿desde cuándo  no oímos hablar de eso?) los recursos y la economía, de la apertura hacia el mundo (y no del enconchamiento “¿protector?”), de la privatización de servicios gubernamentales. Habla de metas comparando con lo actual y lo usual en los países desarrollados; reconoce las fallas, prohíbe la corrupción. Claro que hay gente que piensa que es un plan ambicioso, pero el plan mismo lo reconoce y, por ende, fija la ruta, las acciones y el compromiso necesarios para llevarlo a cabo. Claro, ellos también han aprovechado la bonanza petrolera que nosotros hemos desperdiciado y están en una posición privilegiada (“al César…) y eso hace que su plan sea viable y tenga las bases para sustentarlo, pero no hace que nosotros no necesitemos en mayor grado un plan ajustado a nuestras tristes realidades sino que, además, hace que para nosotros sea indispensable, más aun, la formulación de un plan reñido con todas las malas prácticas que hemos desarrollado y que conocemos, tanto del pasado como del presente. Hace necesario que nos incorporemos a un nuevo plan de desarrollo partiendo de cero o de lo poco que nos queda y con lo cual podamos contar. Para Saudi Arabia es cuestión de lograr el mayor progreso posible: para nosotros es cuestión de vida o muerte.
Caracas, Junio de 2016.
odoardolp.blogspot.com

@oleopon   

lunes, 6 de junio de 2016

Nuestra realidad.
Por: Odoardo León-Ponte.
A mediano plazo, el petróleo ya no será capaz de proveer los ingresos necesarios para un estado como el que hemos creado, sin que tenga ninguna otra fuente de ingresos, ya que la inflación, la reducción de los ingresos de la gente y la falta de divisas para la importación de todo lo que necesitamos para producir, consumir o servir nos ha llevado a convertirnos en un estado fallido. Hasta ahora, la orientación de izquierda de nuestros gobiernos solo ha permitido que hayamos vivido una montaña rusa que podrá habernos dado emociones intensas y breves, pero que, en fin de cuentas solo ha aportado un retroceso relativo desde que nacionalizamos el petróleo. Todo como producto de la inexistencia de un proyecto de país y por dejar convertir las gestiones de los gobiernos en la aplicación de las fantasías de cada uno de los gobernantes de turno, en cuanto a la orientación del país: la sobreposición de las ideas de los gobernantes sobre las de los partidos políticos, en general, en preferencia a la escogencia de una ruta guiada por un diseño de país entendido por todos y elaborada por todos esos partidos políticos.

La ruta de la estatización, de la propiedad y explotación por parte del estado de los recursos naturales, de los medios de producción y distribución, de la construcción y el uso de la intervención como recurso del estado para fijar las reglas económicas de forma innatural, aparte de que nunca nos han dado un resultado verdaderamente positivo y mucho menos ahora cuando se ha exacerbado, ya no solo no nos podrá dar los resultados prometidos, sino que ya no puede ser en ningún caso una ruta viable. El país no tiene divisas ni ingresos suficientes para su subsistencia y la población pasa más hambre por la falta de comida y por la reducción de sus ingresos y profundiza sus enfermedades o muere por la falta de medicinas e insumos médicos. Y no hay una válvula mágica que repentinamente nos vaya a resolver el predicamento en el que nos encontramos, con la aplicación en forma reducida de los mismos parámetros de acción política anteriores a o iguales a los actuales. No se logrará pasar de la tragedia actual a una ruta de progreso usando los parámetros anteriores a este régimen: con el simple cambio en medidas económicas y el uso de créditos provenientes del exterior, como dicen muchos pensadores que se dicen de actualidad. Se ha demostrado desde la aparición del petróleo que hemos crecido solo en forma ecléctica y por espasmos, cuando la suerte del petróleo nos ha bendecido. De resto, mal. Y como durante la última inmensa bonanza del petróleo, creyéndonos los reyes imbatibles, al igual que en el pasado, no se tomaron las medidas necesarias para reformar nuestro enfoque izquierdista y lograr ampliar las bases para nuestro desarrollo, hoy deberíamos entender que no nos queda más remedio que cambiar nuestro enfoque político y diseñar, por primera vez, un proyecto de país. No dedicarnos a enmendar los extremos a los que nos ha llevado este régimen indigno (ayuda para  los jubilados que aun con esas ayudas sufren las consecuencias de la realidad del país en que viven, ni fijarle a los maestros un sueldo que no se les puede pagar y que no alcanza), sino a diseñar un nuevo rumbo a seguir para que podamos asegurarle al país una nueva fórmula de progreso: no las fórmulas constantes implosivas de los partidos de siempre, que nos han llevado a donde estamos, sino nuevos enfoques enmarcados dentro de lo que exige el mundo en constante cambio del cual queremos formar parte.

El reto que tenemos es en serio. ¿Cómo cambiar las reglas de nuestro juego para que tengamos éxito? Otros lo han hecho, lo están haciendo o se inician en ello. No basta con cambiar al jefe de estado; hay que cambiar el concepto de país. No sigamos pensando en sembrar el petróleo: nuestros campos están desérticos cien años después y ahora no tenemos “oro negro” que sembrar. De alguna manera las ideas de antaño o las de hoy ya no nos sirven. ¿Podremos crear nuevas fórmulas? ¿Quiénes y cuándo tomarán las riendas de ese cambio mientras otros se ocupan del día a día?
Caracas, Junio de 2016.
odoardolp.blogspot.com

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viernes, 3 de junio de 2016

El Petróleo y nuestro futuro.  
Por: Odoardo León-Ponte.
Venezuela, país petrolero, ha caído en un estado de insolvencia cuya magnitud se conocerá cuando salgamos de estos largos años de un nefasto régimen. Pero como las “oportunidades las pintan calvas” es el momento, por necesidad imperativa, de cambiar todos nuestros paradigmas de ”estatización” en materia petrolera (y en todas las otras áreas) desarrollados a lo largo del período comprendido entre 1945 y esta fecha. No tenemos marcha atrás, debido a nuestra insolvencia financiera y de recursos humanos. ¿Por qué nuestra  insolvencia?
Primero: el petróleo requiere una fuente ininterrumpida de inversión y de gente calificada para su desarrollo y permanencia y para  aprovechar las oportunidades de crecimiento, compensar los altibajos de los precios que no dependen de nosotros sino de las circunstancias económicas y políticas de un mundo que nosotros no controlamos y que debe ser independiente de los requerimientos para otros propósitos del estado. Esto hace necesario derivar nuestro futuro hacia una amplia gama de soportes que solo se podrá lograr a través de la inversión proveniente de la empresa privada que dispone de los fondos (nosotros nos hemos convertido en unos limpios), el personal y la tecnología, propia o adquirida, para desarrollar, tanto el petróleo como las otras actividades. De esa manera el petróleo y las otras actividades, a través de los impuestos y las divisas que puedan producir, permitirán mantener un estado austero e importar productos, materias primas e insumos para la industria, el comercio y los servicios, tanto públicos como privados. Segundo: El estado debe implantar políticas de apertura que conduzcan al desarrollo de la industria y de la agricultura, dejando que sea ese sector el que determine la forma en que se crearán y expandirán las áreas de producción, proveyendo ese estado las reglas y reglamentos para su desarrollo, regulando en forma ágil y no obstaculizadora, su desenvolvimiento. Aquí debemos incluir al turismo en el que tenemos dádivas de Dios que no hemos sabido explotar. Aprendamos de los mexicanos y los españoles. Tercero. Con los fondos del petróleo y de la actividad industrial (incluyendo el turismo) y agrícola, a través de los impuestos, se generarán los fondos necesarios para que un estado, austero y honesto en vez de dispendioso y licencioso con la corrupción, atienda a las necesidades básicas de la población, conducentes al Desarrollo Humano, en materia de salud, educación, seguridad, trabajo, capacitación y participación, junto con el sector privado. Fuera quedan las ínfulas de un estado omnipotente que maneje actividades, salvo la educación, la salud, la seguridad y la capacitación, todas gratuitas, y la defensa de la patria.

Lo anterior es “libro primario” en el mundo de hoy, por lo que en nuestro caso debemos buscar  los caminos distintos a los que hasta ahora hemos seguido, plagados de ideas de izquierda, (de librito imposible) que debemos reemplazar con criterios de desarrollo de las necesidades de la gente, determinadas por, para y con ellos, en función del Desarrollo Humano y de generación de fondos a través de los impuestos en contraste al rentismo que ya no es posible. Aparte, es necesario que nuestros líderes políticos incorporen a su creencia los conceptos y criterios propios de estadistas, se aboquen a ellos y se ocupen de llevar a cabo un ejercicio que diseñe el nuevo país que todos necesitamos y queremos y que podamos tener. El “colega” líder de la OPEP, Saudi Arabia, que puede  producir todo el petróleo que le dé la gana, ha diseñado un Plan 2030 que podría servirnos de modelo en cuanto a qué se puede hacer y que se puede leer en  http://saudigazette.com.sa/saudi-arabia/full-text-saudi-arabia-vision-2030/. Ellos no tienen nuestros problemas, sino otros, pero miran al futuro y no al pasado. Eliminemos nuestros retrovisores y pensemos en nuestro futuro con mente limpia y enfoques nuevos y progresistas.     
Caracas, Junio de 2016. odoardolp@gmail.com  odoardolp.blogspot.com @oleopon




miércoles, 1 de junio de 2016

¿Cuál es nuestro problema?
Por: Odoardo León-Ponte.
La membresía de los pensantes en nuestro país analiza la situación desde el punto de vista de sus aspectos financieros y piensan que ella puede resolverse con el rescate de las finanzas del país y lo intentan pensando en el rescate del petróleo pero basándose en el rescate de Pdvsa. Sin duda que el rescate financiero del país es indispensable para salir adelante y en cualquier caso habrá que pedir prestado en cantidades enormes como lo tuvo que hacer Grecia. Pero hablemos de Pdvsa, bajo la premisa de que una empresa para ser efectiva y exitosa debe reunir, entre otras, ciertas características: idoneidad, profesionalismo, capacidad, eficiencia, productividad, capacidad e independencia financiera y técnica en cuanto a sus decisiones, pero sobre todo en cuanto a su orientación. ¿Qué ha llegado a ser Pdvsa Siglo XXI?

Desde el punto de vista financiero Pdvsa no dispone de suficiente capital, ni ingresos, ni para inversiones ni para el mantenimiento de su planta ni de sus operaciones. Está sobredimensionada en cuanto a su nómina, orientada, además, a actividades que no le son propias. Su personal es proclive a y acata las pautas políticas que le fija el ejecutivo y no tiene la capacidad ni las características necesarias para operar lo que tiene, (su producción, refinación y ventas vienen descendiendo desde 1999) sea de petróleo o de otra índole. La plante física de la empresa está en el suelo y es imposible que pueda actualizarse de un día para otro para volver a su capacidad instalada de fines del Siglo XX, mucho menos a las nuevas dimensiones cónsonas con los mayores requerimientos del país. Su potencial y capacidad de producción han tomado un curso de reducción como consecuencia de su incapacidad por la decapitación realizada por el desaparecido: despidió a todo el personal idóneo de alto nivel y capacitación y dejó la actividad en manos de la gente menos capacitada e insuficiente numéricamente: una brecha insalvable. Los ingresos de Pdvsa no cubren sus necesidades y por ello su operación es financiada con préstamos del Banco Central de Venezuela. Además Pdvsa está sobregirada en su capacidad de endeudamiento de modo que más bien se estima que podría haber un “default” en cualquier momento dentro de la estructura financiera reducida del estado y de la dependencia de ambos de la suerte del petróleo. Una parte importante de su producción está comprometida en suministros que no generan ingresos directos producto de su actividad. Su planta física de antaño ha sido reducida en el exterior hasta el punto de que ahora ofrece descuentos en sus precios a los refinadores. Sus ventas son minoritarias en cuanto a aquellas que le son pagadas en efectivo y de inmediato y su principal, más cercano y menos costoso mercado se ha reducido en función de las decisiones políticas que han afectado su actividad, dándole preferencia a mercados menos rentables y más distantes. Pdvsa, que se encuentra en las condiciones antes enunciadas, es accionista mayoritaria de las empresas mixtas cuyas operaciones debe dirigir dentro de su incapacidad instalada desde el punto de vista numérico, de calificaciones y financiera. La Faja que es “la mayor reserva de crudo del mundo” (aunque ello se haya determinado unilateralmente fuera de los parámetros aceptados internacionalmente) es del tipo de crudo de menor valor, de peor calidad y de mayor costo del mundo (en el pasado se la identificó internacionalmente como “bitumen”) y requiere inmensas inversiones, tecnología (en manos de las empresas privadas) y tiempo para llegar a un determinado nivel de producción, de modo que la probabilidad de que la Faja se convierta en el desiderátum desde el punto de vista de la solución a nuestros problemas financieros presentes y futuro es una quimera.

¿Puede alguien sensato considerar, a la luz de las realidades antes expuestas, Pdvsa sea recuperable o siquiera viable? ¿Y qué piensan los políticos de turno? ¿Cuál sería la nueva estrategia: el nuevo rumbo?
Caracas, Junio de 2016.
odoardolp.blogspot.com

@oleopon  

martes, 24 de mayo de 2016

El petróleo como ejemplo.
Por: Odoardo León-Ponte.
A Venezuela se la conocía, inicialmente, por los petrodólares y después y además, por sus bellas mujeres. Ahora se la conoce por sus bellas mujeres, por su corrupción y por su tragedia humana. Triste realidad. Y para muestra un botón.

Cuando los países árabes comenzaban a aparecer en el panorama petrolero, éramos el mayor productor del mundo, nos sobraba el dinero, pensábamos que éramos los reyes y nos arropábamos hasta donde nos llegaba la cobija. Una subida repentina de los precios del petróleo nos envalentonó y nuestros gobernantes pensaron en la conveniencia de “ponerle la mano al petróleo”. Y lo hicieron. Y comenzó el descalabro. Ya no había límite a lo que podríamos hacer con el petróleo, disimulando que lo queríamos para el desarrollo del país y no con fines políticos. Y cien años después estamos relativamente peor que al comienzo: hoy no tenemos medicinas, ni comida, ni insumos, ni dólares provenientes del petróleo; ni futuro. Panorama tétrico y sin mayores posibilidades de cambiarlo si seguimos con la misma mentalidad política. Creen los políticos que lo único necesario es cambiar el gobernante. Lo demás puede esperar o es remediable.

Al petróleo, al comienzo los gobernantes le permitieron desplegar las alas necesarias para que volara alto. De repente, con la convicción de ser los únicos poseedores de la verdad y escudándose detrás del supuesto interés nacional, por la convicción política de que el “capitalismo” privado extranjero no tenía buenas intenciones ni podía contribuir al desarrollo verdadero de nuestro país, aun cuando nos había sacado del anonimato ( y pensar que el lema de la Shell era: “Asociados al progreso de Venezuela”), los gobernantes de turno comenzaron a desplegar las interferencias necesarias para frenar el mayor desarrollo posible del petróleo, bajo la supuesta convicción de que ello iba en línea con los intereses del país: ideas de izquierda de moda, que paulatinamente nos fueron llevando por un camino lleno de espinas, a pesar de que había otras opciones y alternativas que nos hubieran podido llevar a sitiales de mayor importancia, estabilidad y seguridad económica, social y política. Pero el poder del estado presidencialista y todo poderoso, aunado a la creencia política de que, como país rentista de una inagotable y siempre más que suficiente fuente de riqueza, nos llevó a estatizar el petróleo y otras actividades relacionadas con actividades de interés e importancia “estratégica” que debían estar bajo el control del estado.

Hoy, después de viernes negros, controles de divisas, caracazos , altibajos petroleros, socialismo del Siglo XXI, cierre paulatino del petróleo como “fuente inagotable de la riqueza siempre prometida” ,anarquía,  con una actividad industrial minimizada, con una preponderancia extrema de la interferencia e intervención del estado en todos los órdenes, con un éxodo de recursos humanos; sin fondos y con una corrupción y militarización sin parangón, nos encontramos ante la disyuntiva de no poder resolver el crucigrama patético al que nos enfrentamos.

Otros países dentro de la misma actividad y dependencia, aunque con más cerebro que nosotros, como es el caso de Saudi Arabia, ya se han dado cuenta del cambio de mentalidad que es necesario para adecuarse a los cambios del mundo y comienzan a tomar las medidas para ajustarse a las nuevas realidades presentes pero sobre todo futuras. Nosotros, en cambio, seguimos aferrados a nuestra eterna creencia y decimos que solo es necesario salir del gobernante y que sin dólares, ni riqueza, ni gente, ni comida, ni medicinas, ni nada y tan solo pidiendo unos reales prestados, podemos salir adelante y desmarcarnos de éste atolladero. Parecería más conveniente pensar y actuar en función de verdaderos nuevos horizontes para ajustarnos a la era post petróleo después de cien años de despilfarro.
Caracas, Junio de 2016.
odoardolp.blogspot.com

@oleopon       

jueves, 19 de mayo de 2016

Estatización, centralización, partidización, presidencialismo.
Por: Odoardo León-Ponte.
El epígrafe nos define la fórmula de nuestro fracaso como país, por cuanto, en mayor o menor grado y en su conjunto, esas han sido las razones de haber hecho lo que hicimos. Agreguémosle la pintura roja de la izquierda y tendremos todos los ingredientes y habremos definido lo que hay que cambiar para tener el éxito que ansiamos aunque, en lo personal o institucional, perdamos el poder y aun cuando sea realidad el certero análisis de Moisés Naim sobre las realidades del poder en el mundo de hoy. También es necesario definir nuestro entendimiento de lo que significa “pueblo”: ¿realidad o mito electoral? Está más que comprobado, por otra parte, que toda organización tiene un límite a su capacidad basada en la idoneidad de sus dirigentes y en la independencia de su acción y hay elementos contundentes que indican la necesidad de delegar para lograr el éxito. Más aún, no siempre tenemos la razón ni es importante tenerla siempre; hay que vivir las realidades. No podemos culpar a otros de nuestros males, ya que siempre los resultados de nuestra gestión son producto de nuestras acciones. Si aplicamos el código antes expuesto, hay mucho que cambiar y el pasado nos enseña que nuestra realidad actual se debe a nuestros errores pasados y presentes, aunque haya diferentes dimensiones en el tiempo. Igualmente debemos ser prudentes y resguardar a la y morales. Adicionalmente, debemos pensar que en nuestro caso, los errores han hecho que los dirigentes políticos no puedan seguir con las mismas prácticas por razón de las nuevas realidades del país en cuanto a los recursos financieros y humanos del país. Esta última es la única buena noticia, si la tomamos como punto de partida para lo que debe ser un cambio radical, inaplazable e impostergable en la definición de un nuevo país y su consecuente nuevo rumbo.

Estatización. Tres ejemplos: Pdvsa, Cantv y las empresas de Guayana. Cuando las manejó la empresa privada funcionaron bajo criterios de excelencia y no hubo límite a su progreso, salvo el impuesto por las autoridades del momento. En manos del estado no pudieron crecer ni proveer lo necesario y eventualmente han llegado a lo que conocemos.

Centralización. Dos ejemplos: Corpoelec e Hidro Capital. Cuando había empresas regionales y una independencia basada en la determinación de necesidades regionales o sectoriales, hubo desarrollo. Hoy tenemos un país plagado de apagones y escasez de agua; de dos derechos humanos modernos fundamentales y con un futuro incierto en cuanto a la disponibilidad continuada de esas necesidades esenciales.

Partidización. Ahora, hasta los uniformes de todas las oficinas y empresas del estado acaparador, ineficiente y sectario (ates se podía ser adeco, copeyano o comunista sin problemas) son de color rojo.

Presidencialismo. La publicidad del estado se ocupa de engrandecer hasta el extremo, con enfoques seudo religiosos, la persona del presidente de turno o del anterior y se define la actitud partidista en función de la persona del presidente. Se actúa para las gradas dejando por fuera a la gente en sus verdaderas necesidades aun cuando se les prometan villas y castillos.

Agreguémosle al panorama la realidad de un estado quebrado y desmembrado, con escasos recursos financieros y humanos; de una población deteriorada en su capacidad personal, más dependiente de dádivas y desorientada en sus criterios de comportamiento. Incorporemos la desaparición de los enfoques institucionales, la necesidad de una orientación estricta para los sectores públicos y privados y la corrupción rampante. ¿Qué tenemos? ¿Y cómo lo podemos resolver? ¿Con más de lo mismo? ¿Cuál es la fórmula para deshacer todos esos nudos que harían imposible el cambio que necesitamos? Tenemos que vivir las nuevas realidades y desarrollar procederes acordes y modernos. No ganamos nada con retrotraernos a etapas anteriores que nos dieran progreso temporal pero no continuado. Es urgente.
Caracas, Mayo de 2016.
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@oleopon    

miércoles, 4 de mayo de 2016

¿Qué hacer y cómo hacerlo?
Por: Odoardo León-Ponte.
El petróleo hasta ahora no nos ha servido para nada productivo en fin de cuentas. Estamos mucho peor que cuando se nos convirtió en una realidad avasallante, porque han transcurrido cien años y en esos cien años no hemos progresado más allá de nuestras narices y si consideramos la potencialidad de desarrollo que hemos malbaratado, solo podremos concluir que” hemos arado en el  mar”. Y si le agregamos a nuestra realidad el grado de corrupción (por lo inmensa que ha sido la tentación y la tolerancia) en el manejo de la riqueza petrolera que se ha insertado en nuestro modo de vida, tendremos que recapacitar sobre cómo emprender el retorno para convertir ese “oro negro” que ya no tenemos en la misma dimensión, en “oro amarillo”: en Desarrollo Humano; en convertirnos en un país con verdadero futuro, para lo cual debemos descartar los enfoques que hemos trajinado relativos al estatismo como una expresada conveniencia equivocada para el progreso del país. Sumemos a esto que ya el petróleo está asomándose al final de la ventana de excelencia que tuvo en el pasado y que nuestras necesidades se han multiplicado vertiginosamente por la falta de mantenimiento e inversión y el incremento de la población, a lo que hay que agregar la necesidad de atender a las oportunidades del bono demográfico.  Nuestras necesidades requieren una inmensa cantidad de fondos de la cual no dispondremos para invertir en generación de energía (eólica, térmica, hidráulica) y su distribución; infraestructura, servicios, educación, salud preventiva y curativa, seguridad, producción agrícola y pecuaria; producción, refinación y distribución de petróleo y gas, orientación ética y moral de la población, de los funcionarios públicos y del sector privado. Sin duda que es solo una muestra de la inmensa tarea que tenemos por delante si deseamos convertirnos en un verdadero país.

La propiedad por parte del estado de los medios de producción, distribución y venta de los productos y de los dólares se ha comprobado a través de esos cien años que no han conducido ni conducirán al progreso. Hemos estado aplicando medidas a destiempo y equivocadamente con un criterio político defendido con referencias a la situación mundial del momento sin que hayamos progresado. Todo lo contrario: hoy estamos más atrasados que nunca en relación con aquellos a quienes usábamos como punto de comparación al estilo del mal estudiante que defiende sus malas notas en base al número de raspados en su clase. Nunca nos hemos comparado con los que verdaderamente nos han aventajado y hoy son los líderes en el mundo. Y malos serán los resultados de esa comparación con los de siempre si la hacemos hoy. Ellos han progresado y nosotros hemos retrocedido. Nos queda la combatividad de nuestra gente que ha confiado en forma pacífica pero pasiva en las promesas de mayor libertad y democracia: en el progreso, que siempre se les ha prometido pero que ya comienzan a dudar que estemos en capacidad de lograr.  

Tenemos todos los espejos del mundo para mirarnos. El espejo del petróleo, de la educación, de la salud, de la seguridad, del militarismo, del engaño a la colectividad, de la falta de balance entre los poderes públicos, de la impunidad, de la deshonestidad (rampante e incontenible en su descubrimiento), de la indolencia, de la irresponsabilidad, de los tonos de rojo, de la incapacidad: un panorama trágico que no podremos resolver con nuestras promesas y acciones de siempre. La situación ha llegado a tal grado de descomposición que necesitamos diseñar un nuevo país: no el de Chávez de la constitución del  ’99 diseñada a su imagen y semejanza, sino la de un nuevo país que se enmarque dentro de parámetros morales, éticos y políticos de progreso que permitan que nos convirtamos en un país moderno con las bases y acciones correspondientes por parte de sus dirigentes, que hagan posible esa realidad.
Caracas, Abril de 2016. odoardolp@gmail.com odoardolp.blogspot.com @oleopon



martes, 26 de abril de 2016

¿Qué hacer con el petróleo?
Por: Odoardo León-Ponte.
El petróleo que siempre fue la fuente casi inagotable de ingresos para uso de los políticos de turno en función de sus objeticos personales o partidistas, acordes con su visión sobre el país o con sus deseos de permanencia en el poder, ya no permite en su manejo las licencias conocidas. Ahora es la única fuente inmensamente disminuida de divisas para cubrir todas las necesidades de un país venido muy a menos en todo sentido. Consecuentemente, se hace indispensable formular nuevos enfoques sobre ese recurso con el objeto de permitir el desarrollo de su explotación. (Y de todas las otras áreas). Debemos recordar que el gobierno no tiene ingresos suficientes para cubrir sus requerimientos financieros de operación o de inversión y el sector privado está aplastado en su capacidad para generar riqueza y divisas. Veamos cuál es la realidad de la explotación del petróleo.

La explotación del petróleo y el manejo de sus actividades de exploración, producción, transporte, refinación y comercialización, están en manos de una empresa propiedad de ese estado quebrado y de empresas mixtas en las cuales el gobierno es el accionista supuestamente mayoritario. La empresa del estado ha disminuido su producción de unos tres millones de barriles en 1999 a un millón de barriles diarios hoy en día y las empresas mixtas producen un millón doscientos cincuenta mil barriles diarios para un total de unos dos millones doscientos cincuenta mil barriles diarios. El gobierno  no tiene  un programa ordenado de exploración y la existente está plagada de malos manejos que han permitido la caída de la producción que incorpora el gas asociado. (Para la producción de gas libre el problema es otro). La refinación totalmente en manos de  Pdvsa, es un centro de incompetencia en su manejo en donde, por falta de mantenimiento y conocimientos, la operación de las plantas está disminuida a menos de un 50%. El mercado interno, también en manos de Pdvsa, es un desastre. (Con los precios actuales para la gasolina de 95 octanos no llegamos ni a un céntimo de $ por litro cuando el costo de producción y de venta de un barril debe estar rondando los 20$ por barril y la gasolina o los componentes importados más aún.) El aumento de la producción en las empresas mixtas de la Faja (nuestra principal fuente de nueva producción) está limitado por la falta de capacidad financiera y gerencial de Pdvsa para manejar la actividad e invertir su cuota parte en su desarrollo que requiere enormes inversiones para producir un petróleo de alto costo y muy mala calidad que hay que mejorar. La comercialización está sitiada por la inmensa disponibilidad en el mundo de gas y crudos de muy buena calidad, de modo que nuestros principales mercados, incluyendo el de los Estados Unidos, van desapareciendo y nos vamos quedando  “para vestir santos” cuando nuestras necesidades son más apremiantes que nunca. (No hablemos de las nuevas tendencias relativas a la energía limpia y de las más recientes tendencias en  Arabia Saudita en cuanto a políticas para generar riqueza.) En cuanto a los recursos humanos, al decapitar a Pdvsa y convertirla en un estado paralelo, se firmó su sentencia de muerte y se inició el proceso de convertirla en irrecuperable.

Podemos estar o no conformes con el panorama antes enunciado, pero es la realidad a la que nos enfrentamos. Las circunstancias de nuestro petróleo y del petróleo en el mundo han cambiado y los que han tomado nuevos rumbos o están en proceso de hacerlo nos han sacado una ventaja  difícil de recuperar.  ¿Podremos reponernos ante las nuevas realidades? Y pensar que en algún momento cuando los países árabes se incorporaban, éramos los mayores exportadores del mundo. Como dicen en el norte: “food for thought” (asunto para pensar). ¿Y  cómo queda la gente?
Caracas, Abril de 2016.
odoardolp.blogspot.com @oleopon  


miércoles, 20 de abril de 2016

El petróleo y nuestras necesidades.
Por: Odoardo León-Ponte.
De repente y “sin darnos cuenta”,  hemos entrado en la etapa de nuestra “última ventana del petróleo” y los caminos apuntan a una muy difícil situación que requerirá una confrontación con nuestras ideas de siempre, de antaño, sin que ellas sean aplicables a la nueva etapa que nos ha caído encima. La sustentación sobre nuestra riqueza fortuita, que no ha sido producto de nuestro esfuerzo y que con el esfuerzo más reciente hemos destruido al igual que todo lo demás, ya no nos permitirá seguir disfrutando del ingreso que se nos ha escapado por no haber sabido invertirlo para desarrollar el sector privado en nuestro país y lograr la libertad y la democracia que solo resultan del Desarrollo Humano.  Añadamos a esto que ahora tenemos dificultades producto de no disponer  de la amplia base de sustentación que nos ofreció el petróleo en el pasado, aún en los peores momentos. Se trata de una circunstancia en la que tendremos que usar nuestro ingenio y creatividad para aplicar nuevas fórmulas enormemente distantes de las que hemos conocido. Será necesario olvidarnos de las acciones que hemos aplicado en el pasado y que tristemente nos han traído a la caótica situación que ahora vivimos. Ya resultaría risible hablar de izquierda, marxismo, comunismo, imperio, nacionalismo, “hecho en Venezuela”, seguridad nacional, ”nuevo ideal nacional”, socialismo (de cualquier  tipo), militarismo: ninguna de esas referencias nos  ha servido para desarrollar nuestro país en forma continuada. ¿Qué hacer? Parecería que la Providencia nos ha llevado al momento en el que tendremos que tirar por la borda todo el atajo de preceptos políticos inadecuados de antaño para poder salir de este atolladero.

Ya no nos sirven los conceptos de protección a ultranza de nuestra actividad industrial, del manejo y control por parte del estado de los medios de producción y distribución, de la producción petrolera, de la construcción de viviendas, de la incorporación de trabajadores al sector estatal con fines electorales, del uso del poder del estado y del nexo con él con fines de enriquecimiento ilícito, de la interferencia del estado en el manejo de la empresa privada que impida el progreso, del control de precios por medios insostenibles, de la desatención por parte del estado de su obligación de satisfacer las necesidades de la población en materia de infraestructura, servicios, educación, salud y seguridad, del control de divisas, de la incorporación de militares a los cargos públicos. Se inicia una etapa en la que cada quién deberá velar por lo que le corresponde dentro de un estado con objetivos liberales que son los que nos darán a los ciudadanos la libertad y la democracia de las que no hemos disfrutado en forma continuada y creciente. Ya no podemos seguir manejando con escasez de criterio las responsabilidades de estado, acudiendo al control y a los subsidios como mecanismo para lograr un aparente progreso. Hay que dejar que las fuerzas naturales sean las que gobiernen las relaciones y que el estado se ocupe de fijar y reglamentar el funcionamiento del país con fines de desarrollo, de Desarrollo Humano.

Se trata nada más y nada menos que de hacer todo lo que no hemos hecho desde que apareció el petróleo hace cien años, pero de hacerlo de una manera distinta que permita lograr el Desarrollo Humano sostenido de la gente para beneficio del país. De cambiar en forma radical el enfoque de desarrollo para que haciendo uso de las lecciones producto del fracaso, con sus consecuentes caídas, podamos desarrollar fórmulas nuevas y  enriquecedoras. Si es verdad que se aprende de los errores, usemos la amplia variedad de aquellos en los que hemos incurrido hasta ahora para trazar nuevos caminos. Si no lo hacemos ahora, ¿qué futuro nos depara el país en que vivimos?
Caracas, Abril de 2016.
odoardolp.blogspot.com

@oleopon    

martes, 12 de abril de 2016

Petróleo y más.
Por: Odoardo León-Ponte.
Los esfuerzos fallidos de aumentar la producción a los niveles de 1960 bajo Pdvsa Siglo XX, la falta de fondos del gobierno y la insuficiente disponibilidad de personal, unidas a los vaivenes y la baja en los precios  en el mercado, nos llevaron a la correcta decisión de la apertura como fórmula para atraer fondos para la expansión de la producción petrolera. En el Siglo XXI, la acción irresponsable y equivocada de esta gente nos ha llevado al caos que hoy enfrentamos (ver mi artículo ¿Qué hacer con el petróleo? odoardolp.blogspot.com) y han profundizado la dependencia del petróleo hasta convertirlo en la única fuente mermada de las divisas indispensables pero insuficientes para las necesidades del país. Agreguemos a esto que comienza a cerrarse la ventana del petróleo y con ello las posibilidades a futuro de nuestro acontecer como país y como comunidad. ¿Cuál es nuestra realidad y cuáles las acciones necesarias?

Las realidades: 1. Crudos mayoritariamente de baja calidad, alta inversión y alto costo de producción. 2. Instalaciones petroleras de Pdvsa en pésimas condiciones operativas y a nivel deficitario aún a niveles óptimos de manejo de lo existente, especialmente en el caso de las refinerías. 3. Pdvsa en circunstancias lamentables que la hacen irrecuperable. 4. “Candado petrolero” para la incorporación de inversión privada en petróleo. 5. Dificultades en cuanto a las decisiones necesarias con el gas libre. 6. El petróleo es la única fuente declinante existente de ingreso de divisas. 7. La economía distinta al petróleo es cada día menor y con tendencias a la desaparición. 8. Gobierno quebrado sin divisas ni para lo indispensable y mucho menos para invertir en petróleo. 9. Mercado interno de productos del petróleo plagado de problemas y a precios irrisorios. 10. Producción de crudo y productos en  declinación. 11. Importación a precios internacionales de crudo y productos para producir petróleo y para comercializar gasolina. 11. Caída de los precios del petróleo a niveles iguales o menores que los costos de producción. 12. Subsidio a países en preferencia a las necesidades elementales de la población. 13. Dependencia total en las importaciones para nuestra subsistencia. 14. Producción crudo y productos declinante y a niveles inconvenientes. 15. Mercado en proceso de reducción por las circunstancias de exceso de producción vs demanda. 16. Capacidad crediticia del gobierno agotada. 17. Y para rematar, clima insatisfactorio y una seguridad inexistente para la inversión privada nacional o extranjera.  (Y no hemos tomado en cuenta las circunstancias relacionadas con el desorden de toda índole existente en el país.) Menudo kilo de estopa. El reto: ¿Cómo convertir este enredo en un país viable?

Parecería que se necesita mucho más de un cambio de presidente para resolver la situación y enrumbarnos en un proceso de cambio radical que enmarque al país en el camino del progreso. Preguntémonos  en cada uno de los  caso de los arriba planteados si el problema quedaría resuelto con ese cambio o si se necesita mucho más de ese cambio para enderezar al país y dirigirlo hacia el logro del progreso la libertad y la democracia. Lo que está en juego es más que la simple solución a través de paños calientes al problema inmediato de hoy. Lo que está en juego es la apertura a futuro, en su sentido más amplio, para que nuestra tierra pueda  ser un país viable y productor de progreso, ya que no bastará con la renta del petróleo y por tanto tendremos que generar riqueza a través de mecanismos distintos a los que hemos conocido como país rentista.
Caracas, Abril de 2016.
odoardolp.blogspot.com
@oleopon    


jueves, 7 de abril de 2016

¿Quiénes son?
Por: Odoardo León-Ponte.
Decían quienes nos antecedieron generacionalmente y decimos quienes tenemos suficiente memoria, que antes y hasta un momento en el tiempo,  se conocía la trayectoria en materia de su especialidad de quienes eran seleccionados y designados para ocupar y ejercer cargos públicos, aunque no se estuviera de acuerdo con su posición política. A partir de un momento dado comenzaron a aparecer ciudadanos desconocidos para la comunidad, excepto en cuanto a su relación con el partido o los partidos de turno. Comenzaba la selección por afinidad política o de otra índole, para el ejercicio de los más altos cargos en el sector público y en las empresas del estado. Esa tendencia se exacerbó desde el inicio de la “Gran Venezuela” y ha llegado a la selección para dichos cargos de gente sin ningún rastro de capacidad en cuanto a las responsabilidades que se le hayan encomendado. Solo se usa la afinidad a ultranza con fórmula reñida con las que deben buscar las mejores calificaciones para ejercer las responsabilidades bajo los conceptos de conocimientos y de mejores prácticas. Ya ni siquiera se piensa en tomar en cuenta las indicaciones de posibles resultados de encuestas para determinar si una persona pudiera ser aceptable para dirigir determinada actividad. Agreguémosle que con el paso del tiempo se han ido perdiendo por razones de calendario y de inactividad en su especialidad a muchos de los que antaño fueron dirigentes en sus distintos ramos. Los que van quedando son quienes siguen su materia a través de textos sin que en la realidad tengan experiencia práctica  por haber estado apartados de la ejecutoria durante ya más de 16 años; media generación.

Por otro lado, las nuevas promociones salen de instituciones deterioradas y muchos se van al exterior en búsqueda de mejores oportunidades que aquí no consiguen y que difícilmente conseguirán en el futuro en nuestro país. Hemos entrado en una situación en la que quienes podrían servir y que pudieran ser conocidos por sus calificaciones, son a todas luces insuficientes o inexpertos en materia de su especialidad. Hemos llegado al punto de pensar que los militares, de la noche a la mañana, pueden manejar actividades tan especializadas y difíciles como el petróleo, la minería y el gas. Ya lo hicimos antes en muchas especialidades, pero este es el último eslabón en la cadena de designación por “afinidad” o “necesidad política”. Cuadro dramático el que enfrentamos y que nos cierra las puertas del desarrollo a futuro en el mediano y largo plazo. Recordemos que nos tomó 60 años heredar (porque no lo desarrollamos nosotros) el caudal de recursos humanos necesarios para intentar desarrollar la industria petrolera y que ellos están dispersos en el mundo en posiciones inalcanzables en nuestro país o como jubilados, o han desaparecido, desde que, con un pito y en televisión, decapitamos a la empresa sobre la cual reposaba nuestro futuro. Pero dicen que desde las tragedias se reestructuran nuevos enfoques. Nuestra tragedia no nos permite ir a esquemas inaplicables de épocas anteriores ni retrotraernos a las prácticas que antecedieron a los responsables de este último acto de nuestra ópera; ni continuar con la ópera porque ya termina el último acto en su máximo grado de tragedia. ¿Qué hacer?

Hay que romper los paradigmas que han sido la base de nuestro fracaso. Debemos empezar por aceptar explícitamente que el capitalismo del estado es una ruta al fracaso: lo hemos vivido y estamos sufriendo intensamente sus extremas consecuencias. Tenemos que empezar  una ruta continuada que nos asegure el éxito a mediano y largo plazo. El futuro próximo estará lleno de vicisitudes y desengaños difíciles de anticipar, pero no porque no vayan a ser difíciles. Apliquemos criterios novedosos a cada área de actividad pensando que no disponemos ni de la gente ni de los fondos necesarios.
Caracas, Abril de 2016. odoardolp@gmail.com  odoardolp.blogspot.com   @oleopon