miércoles, 26 de noviembre de 2014

Petróleo, salario y devaluación


Petróleo, salario y devaluación.

Por: Odoardo León-Ponte.

En el país existe una arraigada tendencia a considerar todo dentro de los parámetros nacionales como si existiéramos en un mundo aparte. Así, se habla como medida de la realidad de lo que ha bajado el poder adquisitivo del salario en bolívares desde que llegó esta gente. Nada más apartado de la verdad si consideramos e incluimos otros aspectos relacionados, que normalmente dejamos afuera o evadimos. Hablamos de las cestas: la básica y la alimentaria como si esas fueran las más importantes medidas a tomar en cuenta, aunque quizás sean las más importantes para medir el “nivel de hambre” al que el gobierno quiere que nos acostumbremos. Pero la vida tiene que evaluarse en términos de lo que es relevante para que sea aceptable en términos de Desarrollo Humano. ¿Qué hay de lo relativo a vivienda, salud, libertad, seguridad humana, productividad, equidad, potenciación? Si no las tomamos en cuenta estaremos contribuyendo a sostener la tesis de que solo necesitamos alimentarnos y que todo lo demás es innecesario. Veamos.

 

 La situación del común de los mortales aún con un “alto salario”, hace que con ese ingreso no pueda adquirir una vivienda, comprar un carro, pagar un seguro médico, ir a un restaurante que no sea una arepera o de comida rápida o disfrutar de desahogo social en un sitio de diversión en el que tenga la seguridad necesaria. Han pasado al olvido las cédulas hipotecarias y la adquisición de vivienda por endeudamiento y nos agobia la inflación que ha hecho imposible comprometerse a futuro. Y el estado es quien pretende si éxito resolver la situación a través del control. El valor de las cosas ha tomado el curso de la dolarización por falta de otra medida de referencia y los ingresos el de la devaluación, con el consecuente empobrecimiento generalizado que el gobierno trata de aminorar con subsidios a los más pobres pero que, en vista de que cada día hay más de ellos, los bolívares generados por el petróleo para el estado, hoy en día nuestro única fuente de ingreso, no alcanzan y se usa la fórmula de generación de dinero inorgánico creando más pobreza verdadera y relativa.

 

La pobreza verdadera es la de la cesta básica, la de la escasez, la de la inseguridad, la de la  incapacidad para las mayorías de vivir con el sueldo, la de la limitación real de la libertad de decisión hasta para comprar las medicinas necesarias para la salud. La pobreza relativa, pero a fin de cuentas la de ”la verdad verdadera”, es la de sacar la cuenta de lo que ganamos, no en base a los bolívares a las tasas de Cadivi, de Sicad 1 o 2, sino de lo que cuesta ahora crecientemente todo lo que necesitamos y todo aquello de lo que cada día tenemos menos por el empobrecimiento de nuestra divisa.   

 

Pensemos y saquemos la cuenta de lo que ganábamos antes y lo que ganamos ahora y calculemos lo que ambos significaban y significan en términos de la moneda dura que todos anhelamos y concluiremos que nuestra pobreza relativa en términos de la realidad en el mundo que nos rodea es inmensa. Esa es nuestra verdadera realidad y termina en la devaluación constante de nuestro modo de vida y de nuestras posibles aspiraciones a un futuro. ¿Y todavía nos preguntamos por qué se van los que pueden y quienes se arriesgan? Ojo: el petróleo nada tiene que ver con eso. Es su manejo por parte del estado el que nos afecta directa, triste e ineludiblemente.

Noviembre de 2014.


odoardolp.blogspot.com

@oleopon

martes, 28 de octubre de 2014

Petróleo y excelencia


Petróleo y excelencia.

Por: Odoardo León-Ponte.

La excelencia en la explotación del petróleo nos llevó a convertirnos en un país con futuro a través del esfuerzo financiero y técnico del capital extranjero, mientras tuvimos conciencia de que debíamos arroparnos hasta donde nos llegara la cobija. Así logramos un verdadero progreso como país. Fueron los años desde la salida del oscurantismo hasta el fin de los primeros tres períodos de la democracia. En ese período logramos sentar las bases para la formación de un estado moderno. Sin embargo durante ese período no todo fue bondad. También arrastramos ideas del momento poco efectivas que solo hubieran sido viables con una población desarrollada, pero que, no teniéndola, mal podía recibir los beneficios prometidos. A la mesa le faltaba la “pata” más importante: la capacidad de la población. Y con acciones como estas se desperdiciaron ingentes recursos, esfuerzos y esperanzas. Era tratar de ubicar la carreta adelante del burro.

 

Pero en lo que más se desperdiciaron esfuerzos y oportunidades para la gente fue en invertir en la justificación y aplicación de los conceptos y acciones de limitar la producción petrolera en base a un razonamiento político, apoyado en la supuesta conveniencia y el beneficio para el país de coartar la actividad petrolera del capital privado sin disponer de los recursos humanos y financieros. De esa manera nos enfrascamos en un toma y dame contra el mundo desarrollado, como si nuestra estatura y poder nos pudieran permitir un enfrentamiento con lo más granado del mundo y, más aún, aspirar a esperanzas de triunfo.

 

Pero de alguna manera muchos pensantes del país y el electorado no pensante, se dejaron convencer y participaron con los políticos en el diseño de ese camino como e más productivo para el país y su gente: la tónica era frenar las posibilidades de crecimiento de la industria petrolera en manos del capital privado y por ende las del crecimiento del país y del Desarrollo Humano de la gente, llevando la extensión de tal pensamiento al extremo de aspirar a y, eventualmente, estatizar la industria petrolera, incorporándola bajo la administración directa del estado y convirtiéndola en la veleta sobre la cual se sustentarían todas las posibilidades de Desarrollo Humano de nuestra gente y con la seguridad de que, tarde o temprano, esa acción sufriría las limitaciones naturales y propias de un país subdesarrollado en todo, menos en su capacidad heredada de dirigir la actividad.

 

Consecuencia: limitaciones derivadas de la acción política equivocada, la promoción de grandes planes nacionales irrealizables, sobregiro en las cuentas del gobierno con la consecuente inflación, incapacidad para generar desarrollo humano que significara democracia y libertad y la destrucción de la poca institucionalidad lograda con el consecuente resultado de inseguridad y el enorme distanciamiento del futuro prometido. Todo producto de una indefendible acción política que, por sus resultados, generó la pérdida de la confianza del electorado y lo orientó, en su incapacidad para escoger el mejor y más promisor camino para asegurar un futuro, a optar por la continuada mentira basada en la esperanza, convertida en promesa de un futuro mejor. Mentira con la cual ahora estamos obligados a vivir por lapsos generacionales en el tiempo, aún si asumimos que pudiéramos lograr un cambio que nos permitiera sacudirnos de la pesadilla que no impide el camino hacia un futuro promisor de Desarrollo Humano.

 

Octubre de 2014.


odoardolp.blogspot.com

@oleopon

miércoles, 22 de octubre de 2014

Petróleo y aspiraciones


Petróleo y aspiraciones.

Por: Odoardo León-Ponte.

El petróleo abrió la caja de pandora de las aspiraciones y durante cien años ha sido el trampolín que los políticos han utilizado para sus maromas, bajo la excusa y con la promesa de que se lo manejaba como la base para lograr el desarrollo del país y de su gente. Ese no ha sido el  resultado.

 

Con la caída del gomecismo se inició un proceso de modernización de un país que había estado sometido al más estricto dominio en su historia por parte de una parcialidad. Comenzaba la modernización del país con la Ley del Trabajo y la Ley de Hidrocarburos. Más adelante comenzó el proceso de convertir el petróleo en bandera política, apoyando la acción en la manifestación de que todo lo que se hacía en función de la ruta trazada para el petróleo era en beneficio de la estrategia política que conseguiría convertir el petróleo en la base de sustentación del progreso del país y del Desarrollo Humano de su gente.

 

Bajo esa bandera política, la industria petrolera en manos del capital privado llegó a producir su máximo nivel de 3.700.00 b/d en 1970, a pesar de todas las limitaciones que le impusieron a la actividad los gobiernos de turno, dedicados como estaban a la tarea de identificar como causantes de nuestros problemas a los países y capitales extranjeros y negando, contra viento y marea, la oportunidad de desarrollo y crecimiento de la industria privada a través de esquemas nuevos que permitieran una mayor y más balanceada base de producción que la existente y un crecimiento acorde con esa base ampliada, no solo en el renglón de producción sino en el de refinación. Esos otros rumbos hubieran marcado los niveles de producción y de refinación a los que hubiéramos podido haber llegado y que hubiéramos podido mantener. En el proceso y con las decisiones tomadas para imponer limitaciones, incluyendo la estatización, la industria nunca ha podido retomar ese nivel de producción, habiendo declinado desde 1970 y tan solo habiendo llegado a su tope de producción, incluyendo la apertura petrolera de unos 3.100.000 b/d a fines del siglo pasado.

 

Las preguntas que uno se hace como resultado de este breve recuento son las relativas a las oportunidades perdidas de desarrollo del país y de Desarrollo Humano de la gente, por haber sufrido las vicisitudes de una política limitativa del renglón petróleo, al no haber permitido una ampliada actividad que nos deparara mayores ingresos y un menos traumático acontecer petrolero; todo bajo la premisa de que ello hubiera permitido una mayor ampliación de la clase media y una disminución de la pobreza: es decir, un mayor Desarrollo Humano que hubiera, a su vez, redundado en una orientación hacia el crecimiento nacional y personal y no hacia el empobrecimiento producto de la filosofía de mantenimiento del poder que le abrió las puertas al chavismo: una equivocada filosofía de vida basada en el empobrecimiento general de una población dependiente de un estado supuestamente todopoderoso, unida al dominio del poder político en función del poder generado con fondos del estado. Todo basado en el uso continuado e inapropiado del petróleo, con resultados nefastos injustificables: inflación, estancamiento económico, escasez, inseguridad personal y de futuro, falta de oportunidades para progresar y tendencia acelerada hacia la emigración, buscando en otras latitudes las oportunidades que otros buscaron aquí cuando teníamos futuro. Triste desenlace para un país que en la segunda mitad del Siglo XX fue la tierra de oportunidades para quienes, en libertad, quisieran ganarse el pan con el sudor de su frente.

Octubre de 2014.

odoardolp@gmail.com odoardolp.blogspot.com @oleopon

martes, 14 de octubre de 2014

El petróleo: la herencia


El petróleo: la herencia.

Por: Odoardo León-Ponte.

Cuando estatizaron la actividad petrolera, una de las primeras tareas que hubo que acometer fue la relativa a la reestructuración de la actividad ya que la gama de empresas que heredó el gobierno de turno variaba según de cual empresa se tratara. La actividad general cubría exploración (manejada con exclusividad por CVP en respuesta a la política de no más concesiones), producción, transporte, refinación, comercialización internacional de crudo y productos y la atención al mercado interno, aparte de la formación de recursos humanos, la investigación, la contratación de obras y la adquisición de materiales y equipos. De ellas, la investigación, la formación de recursos humanos y la comercialización de crudos y productos no estaban totalmente en manos de todas las empresas existentes en el país. Para ello y en forma un tanto apresurada en razón de la decisión política de estatizar, se tomaron decisiones casi instantáneas para resolver sorpresas y apoyar a la industria estatizada en sus deficiencias para no interrumpir el ritmo y flujo normales de la actividad, para lo cual se firmaron los contratos de asistencia técnica que cubrían principalmente lo relativo a comercialización, compras y tecnología: se compró tiempo para aprender y actualizarnos. Los herederos de los conocimientos de algunas de las empresas antecesoras tenían calificaciones en la materia pero la mayoría no y Pdvsa menos: ocupaba un piso en las oficinas de la Creole en Los Chaguaramos. Enorme tarea que había por delante y que fue resuelta por los petroleros.   

 

Comenzó la adaptación a la nueva realidad del conglomerado de empresas traspasado a Pdvsa como producto de la estatización gigantes y enanos que en sus distintas dimensiones tenían los conocimientos necesarios para atender a lo que tenían bajo su responsabilidad. Las más grandes, Lagoven (ex Creole) y Maraven (ex Shell) tenían una estructura amplia que manejaba casi todos los renglones permitidos por el gobierno de turno por ser las empresas más grandes en el mundo de sus respectivos grupos, Exxon y Shell. Las otras solo manejaban producción y transporte de crudo, refinación y poco o nada de lo relativo a comercialización, compras (excepto las nacionales) y  contratación de obras mayores e investigación

 

La actividad se fue racionalizando para reducir el número de empresas y hacer más eficiente el manejo de la actividad: comenzó la desaparición de las mini empresas en primera instancia y luego la fusión de las más grandes hasta llegar a tres: Lagoven, Maraven y Corpoven. Más adelante se eliminarían las filiales Lagoven y Maraven, se dejaría a Corpoven para otro rol y Pdvsa Siglo XX, equivocadamente, asumiría directamente todas las funciones de la actividad petrolera. Estaba servida la mesa para lo que siempre se anticipó y que en el Siglo XXI se convertiría en realidad: la politización absoluta de la actividad en función de la permanencia en el poder.

 

Pdvsa Siglo XXI se convirtió en el instrumento de la política petrolera en función de la influencia regional y para la estructura de gobierno paralela a la existente, con el objeto de, aparentemente, hacer lo que no hacía la estructura existente, pero que en el fondo tenía como fin ulterior el manejo de los fondos provenientes del petróleo, en una inmensidad hasta ese entonces desconocida, con la más absoluta discrecionalidad y dentro de esquemas fuera de todo control, sin que hubiera interferencia alguna en su asignación para todas las causas posibles para servir a las necesidades de la parcialidad política de turno. Eso, mientras alcanzaron los reales malversados. Y ahora paga la gente con la escasez, la inseguridad, la falta de todo y principalmente de los elementos de la calidad de vida. Botamos la herencia de un esfuerzo de toda la vida.

Octubre de 2014.

odoardolp@gmail.com odoardolp.blogspot.com @oleopon  

miércoles, 8 de octubre de 2014

El petróleo y sus banderas


El petróleo y sus banderas.

Por: Odoardo León-Ponte.

Nuestra bandera de las siete estrellas, modificada por capricho, realmente debía contener una cabria de perforación desde que salimos del oscurantismo y convertimos al petróleo en nuestra verdadera bandera política. Aparte del color un tercio rojo que lleva, siempre ha apoyado una acción política con distintos tonos de rosado que han ido hasta el más intenso rojo grana de estos últimos tiempos del supuesto socialismo del XXI.

 

Los gobernantes provenientes de los distinto partidos políticos que estos aparecieron en el firmamento nacional, parecería que nunca supieron cómo llevar a cabo y venderle a la gente una acción de progreso verdadero; de Desarrollo Humano basado en las necesidades reales de la gente y en el camino se fueron copiando esquemas ajenos inaplicables a un pueblo sub desarrollado como el nuestro con sus características, necesidades y deseos. Esa incapacidad los llevó a copiar fórmulas ajenas a las verdaderamente representativas de las necesidades de nuestra gente  y a enfrascarse en adaptar conformaciones ideológicas de moda en cada época, pero que en el tiempo se convirtieron en ilusión y en el presente conforman una realidad inaceptable, por obsoleta y fracasada en la práctica,  para el común de los mortales.  Así se han desperdiciado en estos cien años las opciones creativas y originales que nos hubieran podido dar el desarrollo ansiado por toda la comunidad. En su lugar, todavía pensamos en reforma agraria.

 

Bien fuera por falta de originalidad o de capacidad, nuestros partidos originarios fueron rojizos y en la transición y en el tiempo, aunque en muchos casos adoptaron los esquemas político-sociales del momento de que se tratara, eventualmente se convirtieron en partidos que buscaban su permanencia como instituciones o como fuentes de poder para sus dirigentes, pero sin lograr desarrollar procedimientos que permitieran conjugar de forma permanente el beneficio para la gente con su gestión política. Incluso, algunos dirigentes llegaron a convertirse en la antítesis del aquello que habían ayudado a crear, con la idealización de su propia imagen y deseo político de figuración. Y en todo este trámite fue el petróleo que, como bandera, se convirtió, en cuanto a su manejo, en la base para la acción política y la atracción del electorado, hasta que se agotó el modelo y surgió la mentira basada en la venta de una ilusión que nos ha llevado a desandar lo hecho a través de un esfuerzo que en algunos momentos fue proveedor de progreso y desarrollo.

 

Las promesas no cumplidas de un liderazgo con ansias de interminable permanencia que no tuvo la inteligencia de renovarse sino por muerte (a pesar del ejemplo que en su momento dio Rómulo Betancourt) y que insistió en permanecer y repetir, terminó por acabar con lo poco de institucionalidad que llegamos a desarrollar en los prometedores inicios políticos de democracia, terminando en la clara aspiración de permanencia de los mismos para el disfrute personal, ya que, a todas luces, no parece haber existido un camino trazado en base a una institucionalidad bien arraigada que a su vez orientara la gestión política basada en la determinación de las necesidades de la gente y no en las permanentes necesidades de subsistencia personal de los representantes de los viejos partidos políticos enquistados en los mismos planteamientos carentes de nuevos enfoques y que, por falta de atractivo electoral y producto de sus acciones en el pasado, han llevado al desencadenamiento del uso de los recursos del gobierno y sus instituciones en función de las necesidades de subsistencia de los líderes políticos y a la copia de esquemas que tan solo permanecen y reinan en las más tristes realidades humanas de nuestro hemisferio, contando sin razón con el apoyo desnudo de muchos gobiernos que comulgan con las ideas que inefablemente llevan hacia el punto en que nos encontramos.

Octubre de 2014. odoardolp@gmail.com odoardolp.blogspot.com @oleopon     

  

        

martes, 30 de septiembre de 2014

Petróleo y ascemso social


Petróleo y ascenso social.

Por: Odoardo León-Ponte.

Al igual que en “Le Rouge et le Noir” que planteaba en esa época la posibilidad del ascenso social a través de la Iglesia y las armas, en nuestro país también han existido diversas maneras de ascender que, con la excepción de la herencia de riqueza, han sido a través de la educación formal unida al trabajo y al esfuerzo, la participación en los partidos políticos, la asociación con el estado petrolero todopoderoso en la ejecución de obras y contratos, la obtención de créditos subsidiados provenientes de estado, la obtención de ventajas asociadas al poder del estado con carácter de lo que hoy en día se ha dado en llamar “enchufado” o la combinación de esas alternativas siempre que fueren posibles, dependientes directamente de la suerte del petróleo, incluyendo todas ellas un ingrediente importante, subyacente y creciente de corrupción, desde mucho antes de que apareciera el petróleo.

 

Ciertamente que la suerte del país ha dependido del petróleo desde hace cien años, habiendo jugado con él los distintos gobiernos, más para beneficio de sus causas políticas que las de la gente y sus necesidades. El petróleo ha sido utilizado con fines políticos en preferencia a otras acciones que hubieran beneficiado a la gente y al crecimiento del país, convirtiéndolo en última instancia en un corrupto juego de financiamiento de causas personales y políticas a expensas de quienes no estuvieren comprometidos con la ideología reinante, desmembrando la estructura existente y perfectible del estado y los conceptos de ética, moral y comportamiento ciudadano dentro de la sociedad, incorporando una permisividad que hace inviable cualquier concepto de mesura en el comportamiento ciudadano y en la acción de las autoridades y conduciendo cada día más a una anarquía que hace igualmente inviable la acción de las autoridades legal y legítimamente constituidas. (Se siguen renovando los rayados de los pasos peatonales para que nadie los honre).

 

Las circunstancias en su totalidad hacen que hoy en día los únicos que pueden tener ascenso social en el país en términos de ingresos, sin que ello vaya aunado a una mejoría en la calidad de vida que cada día es peor, son quienes estén logrando mayores ingresos solo posibles para aquellos afinados con el gobierno. Así, quienes han acumulado algún patrimonio o quienes no tienen o rechazan el acceso a la corriente productiva de “enchufado”, buscan una salida tratando de ubicarse en otras latitudes buscando el oxigeno de futuro, usando para ello sus calificaciones educativas o su disposición a correr el riesgo de irse en busca de una vida que, aunque llena de vicisitudes, pueda conllevar algún futuro promisor basado las calificaciones personales y en el esfuerzo.

 

Aquí, el petróleo ya no da más para lo que ha sido utilizado políticamente y las circunstancias de vida de los habitantes del país prometen a ciencia cierta un futuro empedrado en cuanto al mejoramiento de la calidad de vida. Las circunstancias de no conseguir empleo, de no disponer de opciones en cuanto a modos de vida, la escasez de servicios en materia médica, la inseguridad personal reinante y la escasez en los rubros más elementales necesarios para una vida aunque sea aturdida, hacen que nuestro país inmensamente dotado de recursos petroleros con un gobierno como el que ha tenido en este siglo de tristeza, haya obligado a todos los que han podido o han querido afrontar el riesgo, a buscar su ascenso social y la calidad de vida, el futuro, en otra parte. El petróleo, manejado por los políticos para fines electoreros ya no puede seguir siendo instrumento para engañar a quienes tienen la capacidad de pensar. Es triste e inseguro el futuro de quienes no se puedan ir.

Septiembre de 2014.

odoardolp@gmail.com odoardolp.blogspot.com @oleopon

jueves, 25 de septiembre de 2014

Petróleo, petróleo, petróleo.


Petróleo, petróleo, petróleo.

Por: Odoardo León-Ponte.

El petróleo ha sido la excusa, el culpable y el objetivo político de todas las acciones de los partidos políticos y sus gobiernos en nuestro devenir de los últimos cien años. Zumaque nos convirtió en el país que pudimos ser, cuando los ojos del mundo desarrollado convergieron en nuestro pobre y aislado país y por su intermedio iniciamos nuestra incorporación a la modernidad. Los miembros de los de países desarrollados vinieron a incorporar sus modos de vida desconocidos para nuestras grandes mayorías, pero que, en vez de convertirse en el objetivo a lograr se convirtió en objeto de envidia para los que no estaban dentro del sector. Se veían las condiciones del mundo desarrollado que traían las petroleras como pecado y no como lo que debía ser nuestra aspiración a un mejor modo de vida y nuevas maneras a emular. No queríamos entender que quienes venían de ese mundo desarrollado no podían vivir en las condiciones las depauperadas comunidades que eran, entre otras, Lagunillas y la Costa Oriental del Lago: caseríos de ranchos.

 

Comenzó la pugna. En vez de tener a las petroleras como un ejemplo de lo que deberíamos ser, se las identificó, equivocadamente, como enemigo y se las usó como pivote para lograr figuración y proselitismo político: se las identificó como adversario político y no como la institución gracias a la cual habíamos comenzado a salir del oscurantismo. Lógico. Teniendo ellas una capacidad que las hacía indispensables y siendo nosotros un país recién “civilizado”, existían actitudes y prácticas que dejaban qué desear y que se debían también a nuestra incapacidad para controlarlas. A esto último comenzó a dedicarse el gobierno como parte de la modernización del país. Pero antes que optar por una actitud de respeto mutuo, comenzó el gobierno a  responsabilizar a las empresas por los males del país, resultado de nuestras acciones y debidas a las circunstancias de un mundo que no podíamos controlar y que nos afectaba y no nos permitía hacer lo que nuestros gobernantes querían pero estaban incapacitados para lograr.

 

Como era obligatorio a la luz de esa mentalidad, comenzó la creación de los procedimientos para el manejo de la relación y su limitación por la ideología política de moda, más la incapacidad de tomar las decisiones que más convenían y que nos hubieran llevado a convertirnos en un estado petrolero en constante superación si nos asociábamos a las petroleras, resultó en acciones para limitar el desarrollo y crecimiento de la actividad basándonos en la necesidad de “dominar” el petróleo, condenándolo a su reducción y deterioro y a la estatización. Sabemos lo que le costó a Pdvsa Siglo XX restituir a la industria a sus antiguos niveles, producto de esa insistencia en “dominar”, para caer de nuevo en el uso de la inversión privada como tabla de salvación, a pesar de que a través del tiempo las habíamos calificado de sustituibles e indeseables. Sin embargo, fue un paso al frente, un “vuelvan caras” que produjo un viraje positivo aunque breve.

 

El daño causado al manejar el petróleo como arma política y no de Desarrollo Humano y, consecuentemente, sin beneficio continuado y creciente para la gente, unido a la realidad circunstancial de altos precios petroleros que nos ilusionaron como si fuera seguro de vida para una supuesta riqueza indefinida en el tiempo que permitiría la creación de un hombre nuevo, nos han retrotraído a la depauperada calidad de vida de las etapas superadas de Lagunillas y la Costa Oriental del Lago. Esta nueva realidad, retorcida por la exacerbación del enfoque político “nacionalista” que ha sido subyacente, disimuladamente nos ha guiado en el tiempo hacia la tormenta perfecta y permanente, que ahora se convierte en tragedia nacional de inflación, escasez, inseguridad, ínfima calidad de vida, deterioro del país e hipoteca del futuro que será muy difícil remediar. Ahora somos lo que nunca fuimos: emigrantes. Las perspectivas: insoportables.

Agosto de 2014. odoardolp@gmail.com odoardolp.blogspot.com @oleopon                      

martes, 16 de septiembre de 2014

Petróleo e inconsistencias


Petróleo e inconsistencias.

Por: Odoardo León-Ponte.

Si comparamos los ofrecimientos y las realidades, nuestros gobiernos han sido inconsistentes. Los ofrecimientos han sido como para que fuéramos los reyes del mundo moderno. La realidad en el tiempo es que hemos ido bajando en un tobogán sin fin; una inconsistencia entre la oferta y los resultados. Durante los cien años en los que hemos sido un país petrolero la oferta permanente de nuestros gobernantes ha sido paradisíaca. Quizás pudiéramos resumir la oferta como aquella orientada a garantizar que, con el producto de la explotación del petróleo, nos convertiríamos en un país moderno y progresista, competitivo y a nivel de los más avanzados del mundo. Loable e incuestionable ilusión.

 

En el camino se nos fueron subiendo los humos, sobre todo al iniciar y después de reiniciar la etapa democrática. Los únicos períodos en los que verdaderamente dimos un salto al futuro fueron el de la salida del gomecismo y el de la década de Pérez Jiménez (cierto que a expensas de la democracia) y antes y después de este último tuvimos un período gris de escaso progreso como país petrolero debido a las ideologías políticas que tomaron arraigo en la dirigencia de los partidos y que reinaron y fueron haciendo que el mercadeo de la acción política las hicieran ver como las más convenientes para el país y su gente. No siendo el nuestro un país moderno ni consolidado en sus instituciones y acciones y con un pueblo carente de cultura y de identidad propia, nutrido de las creencias que le había impuesto ese mercadeo de ideologías políticas, nuestros dirigentes políticos y los intelectuales de la época, procedieron a castigar al petróleo y todo lo relacionado con él como el gran causante de las deficiencias, tanto de la capacidad del estado para actuar en beneficio del pueblo, como de la falta de los ingresos necesarios para desarrollar a la gente y al país. Con ese cuento, los dirigentes de los partidos políticos prefirieron frenar el desarrollo petrolero y el consecuente aumento de los ingresos y el posible consecuente desarrollo y animaron a la gente, en su ignorancia, a creer en y defender las acciones basadas en postulados que supuestamente deberían beneficiar al país y su gente, cuando sucedía todo lo contrario: estábamos degollando la gallina de los huevos de oro. Las acciones de los gobernantes y los resultados así lo confirmaban.

 

Antes de la estatización del petróleo la inflación era mínima. Con la estatización se inició la inflación desmesurada que ha fluctuado incrementalmente y ha llegado a cifras de 100% interanual y que en camino a ese viejo objetivo, más recientemente se ha unido a la escasez, la inseguridad y todos los horrores de un país fuera del control del estado dentro de una política de estado que parece responde al concepto de “laisser mourir” en referencia todo lo que existe que sea necesario para tener una mejor calidad de vida. Dejar morir la disponibilidad de servicios médicos, de educación, de seguridad, de infraestructura, de derecho y defensa ciudadana, del derecho a la alimentación y a la vida de progreso. Es decir “laisser mourir” los derechos de un pueblo a ser poseedor, cada día, de un mayor nivel de Desarrollo Humano en beneficio de todos y para todos.

 

Con notorios paréntesis, hemos sido un país de dirigencia inconsistente con lo que debieron ser, son y seguirán siendo los objetivos, políticas y estrategias necesarias para convertirnos eventualmente en un país desarrollado. Se ha preferido buscar el poder político a expensas del Desarrollo Humano de la gente y, por ende, del país.

Septiembre de 2014.


odoardolp.blogspot.com @oleopon

 

martes, 9 de septiembre de 2014

El petróleo y los equivocados


El petróleo y los equivocados.

Por: Odoardo León-Ponte.

Un análisis  de los resultados nos indica que en materia petrolera hemos estado equivocados. Hemos estado equivocados al pensar, a fin de cuentas, que nuestros gobiernos tuvieron y tienen la capacidad de manejar como propietario y gerente, eficiente y honestamente, nuestros recursos naturales, incluyendo el petróleo. Hemos estado equivocados olvidando que hemos sido y seguimos siendo un país cada día más subdesarrollado y que, como tal, nunca hemos tenido la fortaleza de organización del estado ni la constancia de propósito y de esfuerzo necesarias para tomar acciones que nos hubieran permitido transitar en camino para convertirnos en un país desarrollado. Por el contrario, en nuestra trayectoria de cien años de petróleo hemos perdido hasta lo que nos distinguió en el pasado: ser cuna de la libertad y la democracia.

 

La equivocación parte de que nunca hemos hecho un examen de conciencia y, por lo tanto, nunca hemos reconocido nuestras deficiencias y debilidades, ni nuestras incapacidades. (Se pregunta uno si esto ha sido “ex profeso”) Siempre nos hemos creído capaces de todo y lo hemos sido, pero con resultados negativos; prueba de que no lo hemos sido. Y en el proceso, con las excusas del gobierno de turno, hemos olvidado a quienes debieron ser los verdaderos objetos del desarrollo: a la gente, a quienes hemos usado para fines de prevalencia política, valiéndonos de todo género de promociones: social democracia, nuevo ideal nacional, democracia cristiana, socialismo, el hombre nuevo, comunismo y pare de contar. Siempre aprovechando la credulidad producto de la ignorancia, sin que en el fondo hayamos pensado verdaderamente en desarrollar a la gente y, a través de ella, al país.

 

Nuestra acción en petróleo, supuestamente basada en la necesidad de invertirlo o repartirlo equitativamente, dependiendo del cuándo, nunca abrió las puertas para que su desarrollo pudiera crecer en concordancia con los requerimientos y el derecho de la gente. De una u otra forma, las acciones en materia petrolera nunca han permitido el verdadero crecimiento continuado del país, solo han significado el uso del recurso petrolero para fines primordialmente políticos de poder. Nunca se le consultó al país si estaba de acuerdo con la restricción de la producción, sino que siempre se  dijo que le convenía para combatir las acciones que siempre ha tomado o ha querido tomar un tercero culpable (generalmente el capital y el imperialismo extranjero y venezolano), y esas acciones restrictivas de parte de los gobiernos de turno nos han paseado por los caminos de la inflación, la insuficiencia, los “viernes negros”, la irrealidad de grandes planes y, finalmente, este momento olímpicamente traumatizante que augura cada vez peores momentos a medida que transcurre el tiempo. Mientras hubo dinero, no lo supimos manejar para beneficio de la gente; cuando pudo haberlo porque éramos los reyes del petróleo, impedimos que se desarrollara en su verdadero potencial y luego, con el equivocado razonamiento de que debíamos manejarlo expresamente, lo estatizamos. Así han pasado los años mientras hacíamos el juego de que las acciones de los gobiernos eran para lograr que el petróleo generara más fondos y más desarrollo cuando, debido a nuestra propia acción, ese no ha sido el resultado. Finalmente, y con la pérdida total de todo rasgo de honra en la acción, hemos desembocado en un país cuya insuficiencia ya no es solo en materia de petróleo sino de todo lo necesario para serlo. La pregunta: ¿cuándo y cómo nos daremos cuenta de que cien años después de la aparición del petróleo estamos pero de lo que estábamos cuando lo encontramos? ¿Y cómo saldremos del atolladero? ¿Con el mismo cuento? ¿O escribiremos un cuento nuevo?

Agosto de 2014.


odoardolp.blogspot.com @oleopon

miércoles, 3 de septiembre de 2014

Los petroleros


Los petroleros.

Por: Odoardo León-Ponte.

En materia petrolera se dieron concesiones, se determinó que no habría más concesiones, se inició la estatización con la CVP y finalmente se estatizó la actividad. Todas estas acciones fueron producto de la decisión del gobierno de turno. Las concesiones nos convirtieron en un país petrolero de la máxima dimensión con la inversión y la gerencia extranjeras sin las cuales no hubiera sido posible. Luego, con el paréntesis de Pérez Jiménez, comenzó la intervención del gobierno para impedir la inversión de las empresas extranjeras que tenían los fondos: corrían los años ’40. Después de Pérez Jiménez se reanudó la ideología de seguir “controlando” a las “compañías” y comenzó el experimento político de la CVP con pocos resultados positivos (el gobierno no tenía dinero para invertir en petróleo; lo tenían las multinacionales como se vería más adelante). La creencia de ser un país desarrollado cuando en realidad éramos un país nuevo rico con aspiraciones ilusorias y desmedidas, nos llevó a estatizar una serie de industrias incluyendo la petrolera, bajo el criterio de que era necesario “dominar” nuestras “industrias básicas”. Los políticos convertidos en expertos y en dirigentes entre otras cosas las petroleras, marcaban el paso de las normas para la actividad petrolera. Así se fue minando el progreso del país que dependía mayoritariamente del rumbo que le trazaran los políticos a ese petróleo y comenzó la caída de la producción en perjuicio de la gente, pero con beneficio electoral para los políticos montados en el sube y baja.

 

Los petroleros, es decir, los que trabajaban en la industria privada representaban los mejor de la actividad en el mundo: Creole y Shell en Venezuela eran las empresas más grandes de esos dos gigantes y de ellas salieron grandes gerentes, venezolanos y extranjeros, que ocuparon las más altas posiciones en sus respectivos grupos internacionales. Las tecnologías desarrolladas en el país se exportaron al mundo en general y, en el intercambio, se trajeron al país otros avances logrados en el mundo. Entretanto, el personal venezolano se formaba y paulatinamente tomaba las riendas gerenciales de la actividad y las empresas seguían operando: produciendo, refinando y vendiendo lo que le permitía el gobierno, a pesar de las ingentes necesidades del país. Finalmente, los políticos convencieron a los círculos influyentes de las bondades de la estatización de la actividad petrolera y se creó Pdvsa Siglo XX. Habiendo llegado ya hace tiempo el momento que se presentía y se disimulaba, de no tener o no permitir tener dinero para desarrollar la actividad y para darle a la gente su parte en términos de Desarrollo Humano, volvieron las empresas “explotadoras”. Y en nuestra involución política, botaron o marginaron a todo el personal calificado que habíamos desarrollado a través de cien años de trabajo y esfuerzo, emigrando ellos mayoritariamente a contribuir en otras tierras sin ningún beneficio para el país. Más adelante atamos las manos a nuestros socios. En última instancia y como resultado del hecho de haber perdido la brújula, nos hemos convertido en un declinante productor de petróleo con un futuro más que dudoso por el cambio en el mundo petrolero del cual nos hemos separado y que, en consecuencia, nos va dejando afuera. Nuestra declinante producción y sus mercados, producto de nuestros desaciertos, se hacen cada día más distantes e inseguros y dependemos cada día más de tener vender a precios más bajos. En cuanto a nuestra posibilidad de crecer: ¿para venderle a quién?

 

Los petroleros verdaderos del Siglo XX no tuvimos nada que ver con laos resultados reseñados que anteceden. Trabajamos para impulsar o mantener la industria y oportunamente dimos nuestra opinión pero el mensaje no fue aceptado. Las consecuencias han estado disponibles y a la vista de todos quienes las hubieran querido ver.

Agosto de 2014.

odoardolp@gmail.com odoardolp.blogspot.com @oleopon

martes, 26 de agosto de 2014

Petróleo en tres tiempos


Petróleo en tres tiempos.

Por: Odoardo León-Ponte.

La aparición del petróleo hizo posible la transición de nuestro país del oscurantismo a la modernidad, pero desde su aparición ha sido manejado en distintos tiempos según el gobierno de turno, sin que haya habido un telón de fondo común y continuado que formara parte de una política igualmente continuada y orientada al desarrollo del país y su gente. Al ser propiedad de un estado sin una sólida institucionalidad y en un país con escasa cultura ciudadana, con el manejo del petróleo desde el punto de vista político las consecuencias han significado, sin lugar a dudas, un perjuicio eventual y definitivo para el país y su gente: solo se han beneficiando grupos de poder en sus intereses personales y políticos.

 

Durante el gomecismo, el petróleo se dio a través del régimen de concesiones y, por necesidad, a las empresas extranjeras y estas lo explotaron para su beneficio y colateralmente el del país a través de la modernización que vino con ella, pero con poco beneficio para el país, excepto en cuanto al desarrollo en términos de la información sobre su la existencia y disponibilidad y el desarrollo de la tecnología para explotarlo. Aparte, el sistema de concesiones se usó para beneficiar a adeptos y familiares del régimen y eventualmente fueron a parar a las manos de las empresas petroleras. En etapas subsiguientes se dieron más concesiones para ampliar los ingresos del estado en base a una mayor producción.

 

Con el inicio de la modernidad, comenzó también la reglamentación de la explotación del recurso petrolero pero igualmente comenzó la interferencia del gobierno en su desarrollo más allá de lo que resultó ser conveniente, frenándose el crecimiento de la actividad con la excusa politiquera incrementada de que las restricciones se debían a que el petróleo era explotado solo para beneficio de intereses foráneos y en perjuicio de los intereses venezolanos. Se manejaba el petróleo dentro de los visos del socialismo (enfoque orientado a la excusa por la incapacidad) que siempre rodeó y sirvió de base electoral a los gobiernos de turno del Siglo XX en la época democrática (incluyendo aunque no lo fuera e iniciándose con el gobierno de AD del ’45). Se impuso un freno a lo que pudo haber sido la conversión del país en una gigantesca potencia petrolera. Recordemos que para ese entonces no había aparecido el Medio Oriente con su gigantesca disponibilidad de crudos de excelente calidad. Con esa enorme competencia, unida a las limitaciones a su explotación basadas en “el control de las empresas básicas”, llegamos a la políticamente ansiada estatización de la actividad petrolera. Una cosa con la otra y manejando siempre el petróleo como  base política subyacente con fines político-electorales, con la creación de Pdvsa continuó el deterioro en la capacidad del país para explotarlo por insuficiente disponibilidad de fondos para invertir en su desarrollo. Llegamos a la apertura petrolera para permitir en crecimiento que no podíamos lograr directamente a través de Pdvsa Siglo XX. Se reabría una carretera vieja para fines necesarios.  

 

Y finalmente llegó el chavismo, una suerte de “hacemos lo que nos da la gana” sin pies ni cabeza, apoyada en la ilusión de que los ingresos irrefrenables permitirían las mayores locuras y que Pdvsa Siglo XXI podría convertirse en la estructura paralela de gobierno para todo propósito nacional e internacional. Así, se convirtió a la industria petrolera en una gallina sin cabeza (“headless chicken”) que, unida a la insuficiente actividad privada maniatada por el gobierno y a los escenarios existentes internacionalmente, hacen imposible enderezar la actividad petrolera, ahora única  proveedora de recursos y convertida en inviable por el camino transitado que nos va convirtiendo en país igualmente inviable.

Agosto de 2014. odoardolp@gmail.com odoardolp.blogspot.com @oleopon

 

martes, 19 de agosto de 2014

El mito del petróleo


El mito del petróleo.

Por: Odoardo León-Ponte.

El mito del petróleo en Venezuela puede definirse como una teoría que ha resultado falsa en función de su uso por parte de nuestros dirigentes políticos y de la mayoría de los intelectuales de nuestro país a través del tiempo. El petróleo y sus circunstancias han sido el piso sobre el cual se han estructurado todos los esquemas políticos de nuestra era, es decir, desde que hace cien años apareció el petróleo como un gigante en el país de Lilliput.

 

Todas las culpas de nuestro devenir, en la mente de los dirigentes, para bien o para mal, han sido de quienes operaron el petróleo mientras estuvo en manos del capital privado, de quienes manejaban las “riendas” del petróleo desde el exterior para maleficio de nuestro país petrolero mientras estuvo en manos de Pdvsa Siglo XX y nunca ha estado mejor que bajo Pdvsa Siglo XXI, cuando el petróleo ha sido bautizado como “de todos”.

 

Una vez reglamentadas las relaciones del gobierno con las empresas privadas del petróleo, comenzó el desarrollo del mito. Primero era que no estaban pagando suficientes impuestos, después que se estaban llevando el petróleo para explotarlo fuera del país, que estaban engañando con los precios (a pesar de que CVP no mantenía una divergencia acorde con lo que se decía de las privadas), luego se discutió hasta la saciedad si se producía o se guardaba, si se sembraba, si debía ser explotado por la CVP y finalmente se estatizó bajo Pdvsa. A todas estas, nadie se dio cuenta de que aparecía el Medio Oriente y que comenzó a desbalancear el mercado con su inmensa capacidad de producción y la calidad de sus crudos, ni hubo la lógica y necesaria anticipación al hecho, para tomar las medidas que hubieran hecho posible que nuestra industria hubiera llegado a niveles y dimensiones de producción y refinación extraordinarias, en compensación. Todo lo contrario: se trataba era de contrarrestar los ímpetus de las empresas extranjeras que se decía que querían era exprimir al país. Mientras tanto, el país aceleraba y desaceleraba como carro que pistonea. Finalmente, como no se les podía ganar nos unimos a ellos: ayudamos a crear la OPEP que siempre ha sido gobernada por el gran productor. Entretanto, las precios subían hasta llegar a los niveles necesarios para que se pudieran incorporar nuevos volúmenes, dejándonos en una situación controvertida en la que, por falta de dinero (a pesar de los altos precios), por dilapidación de los ingresos que hemos recibido a pesar de la declinación de nuestra actividad petrolera y por la rampante corrupción, además de ir en camino a ser un ex país, nos aproximamos a ser un país ex petrolero.

 

A pesar de los pesares y con el mito desarrollado y mantenido, con cien años de historia petrolera (somos de los más antiguos del sector), habiendo cosechado la inversión extranjera pero habiéndola rechazado cuando nos convino sin verdaderas razones a fin de cuentas y habiendo permitido que esa enseñanza y experiencia se hubiera llevado a otros lares, ¿qué excusa podremos esgrimir para los desenlaces que hemos protagonizado? ¿Nos habremos dado cuenta los pensantes de que hemos estado equivocados? ¿Y cómo repararemos el daño auto infligido? ¿Qué cuento desarrollaremos para darle credibilidad a las acciones tomadas a través del triste desenlace de ser ricos pero seguir siendo pobres? ¿Cómo haremos para crear un nuevo mito sobre el petróleo que nos permita convertirlo en algo que no sea una muleta?     

 

Agosto de 2014.


odoardolp.blogspot.com

@oleopon

viernes, 8 de agosto de 2014

Petróleo y Bitumen


Petróleo y Bitumen.

Por: Odoardo León-Ponte.
La ignorancia y la falta de atención a los antecedentes estratégicos de la actividad petrolera nos han llevado a confundir los términos y a incluir en una sola cifra lo que se creó exclusivamente para excluirla en beneficio y en pro de la nación. Bitumen no es petróleo y así fue aceptado internacionalmente. ¿De qué se trata?
 
La actividad petrolera venezolana se reducía a la producción de petróleo convencional, hasta que surgió la Faja Bituminosa del Orinoco, con lo cual se incorporaba al potencial de producción una inmensa cantidad de recursos energéticos no petroleros que con el invento de la Orimulsión abrió un cupo enorme para la comercialización de ese nuevo renglón, fuera de la cuota OPEP. Como la OPEP siempre ha fijado los cupos de producción para sus miembros en base a la producción de crudo, Pdvsa Siglo XX, inteligentemente, hizo las gestiones necesarias y logró que el producto de la Faja fuera considerado internacionalmente como bitumen y no como crudo.
 
Por otra parte, se llenaron todos los requisitos para patentar la Orimulsión como propiedad de Pdvsa Siglo XX. Aparte y en consecuencia, se desarrolló una gran campaña internacional para conseguir clientes para que la Orimulsión pudiera reemplazar al carbón como fuente de energía para las plantas termoeléctricas a nivel internacional. A esos efectos y en base a la seguridad que significaba la garantía de suministro que representaba Pdvsa Siglo XX (muy distinta a la realidad de hoy en día), se firmaron convenios con las empresas que eran consumidores directos de Orimulsión. En aquel entonces Pdvsa Siglo XX como política sana solo vendía crudo y productos a los consumidores finales con el objeto de asegurar la transparencia de sus ventas y la optimización de sus ingresos. Rara vez iba al mercado “spot” para vender algún cargamento que, por circunstancias ajenas a su voluntad, hubiera podido quedar sin cliente. Tampoco se vendía petróleo a futuro, a la usanza de Pdvsa Siglo XXI, y en algún momento en el tiempo en que algún gobernante pudo sugerirlo, la respuesta fue tajantemente en contra y la negativa aceptada por quien la sugirió. 

La Orimulsión y la Faja Bituminosa permitían explotar las reservas a costos cónsonos con la capacidad financiera de la industria en manos del gobierno, ya que no se tenía la capacidad de hacer las inmensas inversiones requeridas para incorporar al mercado los volúmenes que la Faja ofrecía. La apertura abrió otra alternativa. 

Pero todo esto es una realidad irrecuperable. Los acontecimientos que convirtieron a Pdvsa en una empresa “socialista”, las nuevas realidades de una geopolítica petrolera descabellada y la conversión de Pdvsa en una empresas “de todos”, echaron por la borda todo ese esfuerzo. El petróleo en función política nos ha llevado el caos que ahora vivimos, con muy poco futuro.
 
Agosto de 2014.       

 

domingo, 3 de agosto de 2014

Petróleo y corrupción

En nuestra historia, con muy pocas, raras y contadas excepciones, los miembros de los equipos de gobierno que hemos tenido no se han destacado por su honestidad. Entendamos por corrupción no solo el acto en sí de incurrir personalmente en un hecho doloso, sino el de conocer y dejar pasar, y por lo tanto, ser partícipe del hecho; no solo referido al dinero sino a los principios.

La tentación de "ponerle la mano" al petróleo siempre fue una de las primordiales razones para propender hacia y razonar a favor de su estatización, usando desvaríos políticos y filosóficos para justificarla, sin tomar en cuenta que, como se ha afirmado en política: no somos "suizos", condición que a todas luces sería indispensable para que pudiéramos pensar que el petróleo en manos de nuestros gobiernos pudiera ser bien manejado, en última instancia, en beneficio del desarrollo del país y de su gente. A la prueba nos remitimos.

Mientras el petróleo estuvo en manos de la empresa privada siempre nos produjo algún grado de progreso en beneficio del país, a pesar del constante intento de tener una empresa del Estado que fue la CVP, y de todas las medidas dilatorias y obstaculizadoras de la acción que frenaron el desarrollo de la actividad privada en la industria. Mientras se le dio licencia a las empresas, como fue el caso de los primeros gobiernos después del oscurantismo y durante la época de Pérez Jiménez, la producción y la actividad en general fue ascendente. Cuando se inició la etapa democrática, comenzaron los subterfugios en forma de razonamientos políticos y filosóficos para frenar el ritmo de la actividad petrolera privada y, por ende, su crecimiento potencial y el desarrollo del país y de su gente, en función la actividad petrolera.

Por otra parte, mientras la actividad petrolera estuvo en manos de la empresa privada, y a pesar de las trabas y obstáculos que los gobiernos le impusieron al sector, el país tuvo un desarrollo sin mayor inflación, al estilo de los países del sur de estas últimas épocas. Esa realidad iba a cambiar radicalmente a partir de la estatización del petróleo. Recordemos que el petróleo como fuente de ingresos quedó perjudicada en su capacidad de generar ingresos (aumentar la producción y adecuar las instalaciones de refinación) debido a los retrasos que los gobiernos le impusieron a la actividad en materia de nuevas áreas y de la ampliación de las instalaciones durante muchos años y que hizo que a Pdvsa siglo XX le tomara veinte años recuperarse de los atrasos en la producción y en las características de sus instalaciones de refinación, investigación y comercialización.

En cuanto a la economía, el desarrollo del país y el desarrollo humano de su gente, al frenar la actividad petrolera, redundó en los traumas propios de esa realidad al no ser "suizos": reducción de la producción y la refinación, inflación, uso de los fondos del petróleo para su desarrollo cuando antes no era necesario, sobregiro en el presupuesto nacional por ser nuevos ricos con aspiraciones desbordadas, disposición de gigantescas y crecientes cantidades de fondos en función electoral y política, etc. Aparte de eso, desde la estatización todos los fondos han sido del gobierno de turno. En un parpadeo en el siglo XX nos dimos cuenta de que no podíamos seguir así y abrimos las puertas al capital privado como lo acaba de hacer México. Pero nuestro subdesarrollo nos llevó a la ilusión de imaginarnos que un gobierno podría ser omnipotente. El hecho de no ser "suizos" y manejar todos los fondos nos ha llevado en última instancia a desarrollar un pensamiento y una actitud basada en mecanismos de corrupción total en cuanto al manejo del poder y en cuanto a todo lo que de él se derive. La consecuencia es el caos que vivimos y del cual será muy difícil salir.

odoardolp@gmail.com

El petróleo: la producción y los precios

Los gobiernos que hemos tenido, salvo en esta época de despilfarro por parte el gobierno de los ingresos con precios insospechablemente altos y constantes y salvo en los tiempos de Pdvsa Siglo XX, siempre tuvieron que lidiar con la decisión relativa al aumento de la producción, ya que no dominaban (ni dominan) los precios que responden a circunstancias creadas por otros.

La OPEP, en sus comienzos y por un tiempo, a través de su acción de aumentar o reducir la producción, logró mediar para controlar los precios de modo que fueran justos para el productor, desde su punto de vista, pero los fueron llevando decididamente a niveles que han hecho posible en el tiempo, la incorporación de nuevas fuentes de petróleo a medida que los precios fueron subiendo y haciendo rentable incorporar las nuevas tecnologías necesarias para que esas áreas se pudieran incorporar. De ese modo, la producción de fuentes distintas a la OPEP fue aumentando mientras disminuía su capacidad de influir verdaderamente en cuanto a producción y precio, salvo en cuanto a producción para los miembros que disponían de un potencial para aumentarla. Por otra parte, los grandes beneficiarios de la conjunción del aumento en la producción y en los precios fueron los países que, teniendo capacidad para aumentar su producción, aprovecharon la nueva ventana de oportunidad ofrecida por el aumento descomunal de los precios. Ello permitió orientar la actividad de la industria desde otro punto de vista, reduciendo la capacidad de la OPEP para afectar la oferta y la demanda. Quienes han tenido la visión de usar con sensatez las nuevas realidades, han mejorado significativamente sus circunstancias como país. Nosotros, que no lo hicimos, estamos pagando las consecuencias. ¿Qué hemos hecho?

Con una producción de 3.000.000 b/d con la que iniciamos el Siglo XXI y con un precio cercano a un promedio US$100 por barril (lo segundo se mantuvo; la producción no) y una producción programada al inicio del Siglo de cerca de 5.000.000 de b/d (que tampoco se ha dado), nuestra "suerte" ha sido muy distinta a la que pudieran sugerir los números potenciales y reales antes anotados. La acción política con fines distintos al desarrollo del país, nos ha llevado al caos que ahora confrontamos, a pesar del gigantesco caudal de ingresos generado: una fortuna inimaginable echada al albañal por la incapacidad, la falta de cordura y la poca inteligencia.

Con la ilusión de que los ingresos del petróleo manejados al antojo del nuevo gobernante y su camarilla, permitirían lograr el control total político, tanto a nivel internacional como nacional, se tomaron las medidas para que esos fondos inimaginablemente grandes se pudieran manejar al antojo de una ilusión de poder y a expensas de la suerte de nuestra gente, beneficiando, en cambio, a los "amigos" fuera y dentro del país en detrimento del progreso, hipotecando el futuro de las nuevas generaciones y haciendo traumática e insoportable la realidad actual para quienes aquí vivimos.

Hemos destruido el aparato productivo tanto privado como público, incluyendo el petróleo; dependemos de lo que podamos importar con los insuficientes dólares de que ahora disponemos; hemos deteriorado la totalidad de los componentes de nuestra sociedad, incorporando la falta de ética y moral como parte intrínseca de un nuevo modo de vida. ¿Y todavía hay quien pueda pensar en alabar el recuerdo de quien nos trajo a esta nueva y triste realidad?

odoardolp@gmail.com

El petróleo y nuestros hijos

Los precios de nuestros productos petroleros, crudo, gas y derivados han tenido una tendencia a la baja, dentro de un historial de altibajos, excepto en el Siglo XXI, cuando a pesar de haber tenido los mayores ingresos en nuestra historia, hemos realizado el "milagro" de despilfarrarlos como por arte de magia, llevando al país a circunstancias nunca antes vividas excepto quizás después de la guerra de Independencia.

Empecemos por recordar que a mediados de los '40 del siglo pasado surgió la idea equivocada de estatizar el petróleo como fórmula de "independizar" al país de las influencias nefastas del "capitalismo" y del "imperialismo" y de la influencia de ambos sobre la explotación del petróleo. Recordemos igualmente que nuestra mayor producción fue de 3.750.000 b/d en el año 1970, la cual descendió a 2.500.00 b/d en 1976 (al estatizar) y siguió bajando hasta llegar a 1.750.000 b/d en 1985 (viernes negro), fecha en la que se inició el repunte, después de 15 años de declinación producto de las políticas de los gobiernos de turno. Esa política impidió que el país obtuviera los ingresos necesarios para crecer en petróleo y en el desarrollo del país cuando tuvimos todas las ventajas comparativas para llegar a límites incalculables de desarrollo de nuestra industria petrolera, si hubiéramos abierto su explotación al capital privado y hubiéramos convertido los recursos en desarrollo a través del Desarrollo Humano de nuestra gente. Pero han regido tendencias de la llamada "izquierda" que le han negado al país y a su gente la posibilidad de crecer y desarrollarse para disfrutar de los beneficios de ese desarrollo que, habiendo sido posible le fue negado por razones políticas indefendibles a la postre y que, en su exacerbado énfasis en este siglo pleno de retraso, nos ha llevado a circunstancias en las que habrá que aceptar que nos tardará por lo menos una generación, pero más probablemente dos, reponernos del atraso logrado con la retahíla de desaciertos.

Lo que hemos logrado con estas acciones de "izquierda" y "nacionalismo" desencajados de las realidades de un mundo en proceso de constante modernización, es convertirnos en un país con familias divididas y diseminadas por la geografía mundial debido a la necesidad de lograr el desarrollo personal que ya no nos ofrece nuestro país  y convirtiendo en inconveniente para efectos del progreso personal y colectivo de nuestras nuevas generaciones la permanencia en el país. Lo que antes pudo ser el orgullo para unos y la atracción para otros en función de progreso y libertad, hoy lo es sólo para la avidez de riqueza mal habida y para el disfrute de la anarquía en función de poder. Los que tenemos memoria suficiente tenemos razones para llorar por el futuro de nuestros hijos que tengan que quedarse por necesidad.

odoardolp@gmail.com

Pdvsa Siglo XXI y la antigua estrategia

Cuando Pdvsa era una empresa respetada, su opinión era tomada en cuenta en el ámbito nacional y mundial y era productor de magnitud internacional con un futuro amplio, su estrategia fue la de colocar sus crudos mayoritariamente en sus propias facilidades y tener la máxima flexibilidad operativa cónsona con su dimensión y su importancia para el desarrollo del país. A pesar de la interferencia de la que fue objeto en el Siglo XX, logró convencer con argumentos y razones basadas en hechos (lo que a muchos políticos no les gustaba) para lograr que su desarrollo y el de la industria se fuera haciendo realidad a pesar de las opiniones de los disidentes de la izquierda, quienes en fin de cuentas tuvieron que aceptar que había que reincorporar al capital privado en la explotación del petróleo. Así nacieron las empresas mixtas que le dieron a Pdvsa Siglo XX el fuelle que no tenía por falta de capacidad para invertir y seguir creciendo. Se trataba de aumentar la producción y la seguridad operativa cuando era lo lógico buscando las fórmulas para lograrlo. Así llegamos al Siglo XXI en el que la explosión de los precios fue aprovechada para darle fuerza a una ilusión insensata pensando que lo imposible era posible. ¿Consecuencia?

Con el caos causado a partir de la decisión con un pito en cadena nacional, se inició la historia moderna del petróleo Siglo XXI: reducción de la producción propia de Pdvsa y limitación de la producción de las empresas mixtas; reducción de la capacidad de refinación; reducción de la generación de ingresos provenientes del petróleo; uso del petróleo para fines políticos tanto a nivel nacional como internacional; asignación indebida a Pdvsa Siglo XXI de obligaciones reñidas con su objetivo: en el uso de Pdvsa Siglo XXI como la omnipotente ejecutora de todos los milagros, sin que se tomase en cuenta la realidad de un país que crecía y sigue creciendo en sus necesidades y para atender a lo cual hubiera sido necesario que, dentro de la descabellada nueva estrategia anárquica, Pdvsa Siglo XXI hubiera crecido en cuanto al petróleo. La incapacidad de sus dirigentes y ejecutivos, guiados por una pesadilla no lo ha hecho posible.

Ahora nuestra triste e irrefutable realidad nos afecta directa, colectiva e individualmente. Retroceso en la producción, en la refinación (por mala praxis) y, por ende, reducción del suministro al mercado interno e importación de productos refinados y crudo; exceso de capacidad de refinación en el exterior e incapacidad de llenarla por falta de crudo y fondos para comprarlo; endeudamiento con los socios, los compradores y los suplidores y deudas de los mantenidos por razones electorales y otras políticas de una aparentemente necesaria influencia en nuestras relaciones internacionales, pero insostenibles en función de las realidades y con efectos destructivos en nuestro desarrollo como país; insuficiencia financiera y presupuestaria de Pdvsa y del país por los desajustes generados por la incapacidad de crecer y producir para nuestro sustento, convirtiendo a Pdvsa Siglo XXI en el único e insuficiente suplidor de las divisas requeridas para el más mínimo nivel de funcionamiento como país. Hemos desembocado en una situación de incumplimiento selectivo de nuestras obligaciones, tanto en divisas como en bolívares con suplidores de insumos, productos y servicios, tanto a nivel nacional como internacional, en un proceso de lo que parece ser un primer paso hacia un deslave financiero que se gesta como resultado de las piruetas realizadas para intentar infructuosamente convertir al Socialismo del Siglo XXI en una imposible realidad.

Preparémonos que la tormenta ya está en camino.

odoardolp@gmail.com

El petróleo y los políticos

Querámoslo o no (o quiéranlo o no), los políticos han trazado el camino petrolero utilizando la argumentación y las estrategias que les han parecido convenientes a sus propósitos y alegando las supuestas conveniencias para el país y su gente. A ellos le corresponde hacer el "Mea Culpa" a la manera de San Juan Pablo II en cuanto a los errores de la Iglesia, sobre el camino recorrido con el petróleo y el poco o nulo beneficio que ha significado para nosotros como individuos y como ciudadanos de un país que ha pasado de ser creador y defensor de libertades y generador de aspiraciones, a uno en el decadente proceso de convertirse en paria.

También, querámoslo o no (o quiéranlo o no), el petróleo ha sido y, por lo visto, cada vez será en mayor grado, el proveedor único de nuestra fuente de ingresos para generar una capacidad de progreso. Sin embargo, dado que a todas luces como que ya perdimos el tren (o la "guagua" de tracción de sangre) y nuestro futuro es cada vez más escabroso, si en verdad queremos progresar, habrá que reformar el enfoque político petrolero reconociendo abiertamente los errores cometidos y comprobando con hechos y acciones, el propósito de enmienda y las acciones que se tomarán para asegurar que lo pasado no vuelva a suceder. No basta con retrotraernos a situaciones y acciones anteriores que pudieran aparentar éxitos, ni decir que el cambio en el enfoque dará los resultados necesarios para el progreso. Será necesario enumerar y enunciar los errores cometidos en materia petrolera y las acciones que se tomarán para asegurar una nueva dirección que sea muy difícil cambiar. No basta con decir que manejaremos bien y correctamente la política petrolera que viene siendo el qué, sino cómo la manejaremos para que podamos tener algún grado de seguridad de que no seguiremos cayendo y levantándonos para volver a caer. Y hay que hacerlo en forma creíble.

La fórmula del examen post mortem (Mea Culpa) sería la indicada. Cuando hay un accidente, primero se hace un análisis de los hechos y luego de las consecuencias y al analizar los hechos, simple y llanamente, se identifican y reconocen los errores, porque el objetivo del ejercicio es el de identificar y reconocer lo que pasó y luego proponer las acciones necesarias y tomarlas (como debió hacerse en Amuay y no se ha hecho) y también se anotan los daños y las pérdidas causadas por las acciones inconvenientes. No basta con analizar el accidente y decir que no volverá a suceder porque ahora si lo haremos bien, porque resulta que a la luz de las realidades no lo hemos hecho bien: tenemos que reconocerlo y decirlo. No es cuestión de buscar culpables (mecanismo tradicional) sino de tomar las medidas correctivas necesarias al analizar los hechos y ofrecer las soluciones concretas, pero abierta y públicamente.

La industria petrolera ha ido en descenso desde que iniciamos la política de estatización de su operación con la fatídica frase de "no más concesiones". El país, aún con los inmensos ingresos en la última media generación, está en situación de caos, que no solo es la culpa de este gobierno (¿quién le dio el garrote?), sino que la explotación petrolera que ahora es la única salvación, está convertida en un despojo de guerra. Se hace necesario iniciar un proceso para que los políticos logren la credibilidad necesaria para iniciar un nuevo proceso.

¿Cuándo se iniciará el "Mea Culpa"? ¿Quién va a iniciar el proceso? ¿Quién tirará la primera piedra?

odoardolp@gmail.com    

El rescate del uso petrolero

Nuestra realidad de país inmisericordemente destruido por una ideología fracasada, nos plantea la oportunidad de revisar nuestros parámetros políticos para no caer en tesis que en fin de cuentas han resultado reñidas con el logro de un desarrollo humano verdadero. Vivimos una situación en la que por una necesidad imperativa, los mecanismos que hayamos utilizado en el pasado no serán aplicables: se impone una reingeniería de nuestro enfoque porque ahora dependemos totalmente del petróleo y de las dádivas que en forma de préstamos nos puedan hacer nuestros "clientes y socios minoritarios petroleros".

La industria petrolera está en el suelo: su producción total incluyendo las empresas mixtas apenas llega a 2.500.000 b/d y sigue descendiendo, la producción propia de Pdvsa es de 1.300.00 b/d.; la refinación no cubre el mercado interno y el contrabando de extracción; el potencial de producción es cada día menor, al igual que nuestros mercados naturales cada día menores, más distantes y menos rentables. Hoy no hay divisas suficientes para importar lo que nos es indispensable, empezando por la comida, ni para pagar las deudas contraídas; Cadivi y los dólares baratos desaparecen; la escasez es apabullante y la inflación galopante y progresiva a futuro; la inseguridad es segura y creciente; la infraestructura de nuestro país y su calidad (vialidad, escuelas, hospitales, policía y tribunales que deberían protegernos y defendernos) es cada día más inapropiada; nuestros nexos con el progreso se hacen minúsculos; la gente está cada vez más depauperada. Hemos entrado en una regresión que se nos convierte en remolino mortal y la moral y la ética son cada día más escasas; importamos hasta el pan nuestro de cada día y vamos llegando al punto que no sabemos si lo tendremos hoy. ¿Qué hacer?

No podremos ni hacer lo que antes hacíamos que nos llevó a esto ni seguir en esto. La reingeniería pasa por reformar nuestra manera de pensar y hacer las cosas de modo que podamos progresar en forma continuada y progresiva para adelantarnos y, en la medida de nuestros éxitos, recuperar lo perdido durante tanto tiempo. No se trata de socialcristianismo, de democracia cristiana, de socialismo o de comunismo en sus diferentes tintes, ni de izquierda o derecha. Se trata de darle a la gente los instrumentos para que tengan la oportunidad de lograr su desarrollo humano en la forma en que a ellos les parezca y con ello lograr el verdadero desarrollo del país en democracia. Lo que se hace necesario es pedirle a la gente, a los ciudadanos, que indiquen cuáles son sus necesidades y prioridades determinadas para, por y con ellos mismos, las que, una vez determinadas, sirvan para elaborar planes de acción basados en esas necesidades y no las que sean producto de la aplicación de parámetros comparativos con las tendencias internacionales que ciertamente no nos son aplicables. De esta forma no tendremos que pensar ni decir si las políticas, programas y proyectos son de izquierda, de centro o de derecha, ni definirlas en otros términos que no nos han servido para nada, sino establecerlas y desarrollarlas para que atiendan a las verdaderas necesidades de la gente, incorporándola en su desarrollo. Con este enfoque podremos impulsar el desarrollo humano de la gente y desvestir las acciones de los visos de rojo que tanto daño nos han hecho a través de los años en la búsqueda infructuosa, por incapacidad, de la solución de los problemas de la gente, a la que en ningún momento hemos tomado en cuenta en su realidad ni verdaderamente. Sería un enfoque que les resuelva sus problemas y atienda a sus necesidades y prioridades, determinadas por ellos mismos, en democracia y con libertad. Usar el petróleo para el desarrollo de la gente y de nuestro país.

odoardolp@gmail.com

El botín del petróleo

El petróleo siempre ha sido considerado un botín, solo que al convertir su explotación industrial en empresa del Estado, lo incorporamos como fuente de poder en manos de políticos que en el transcurso del tiempo y con acciones irrefrenables pero crecientes y de esperarse, se ha convertido en despojo producto de la acción política para su control y uso.

La explotación del petróleo en manos privadas permitió que el país saliera del atraso y lograra un progreso aceptable mientras la explotación la condujo la empresa privada y el gobierno de turno la regulaba y  controlaba dentro de sus posibilidades. Pero el "mal de la izquierda" como enfoque equivocado que ha envenenado tradicionalmente a nuestros gobiernos por no saber ni poder administrar el país para beneficio de su gente y que ha sido usado como muleta para disimular esa incapacidad, condujo las acciones por la alternativa equivocada de la estatización. Quienes para ese entonces estábamos en capacidad de opinar en la industria hicimos nuestra máxima espontánea y honesta contribución e indicamos los grandes riesgos de esa determinación. Pero el caldo de cultivo creado por las tendencias políticas del momento, inevitablemente condujo a  estatizar la actividad petrolera. Y como por arte de magia comenzaron a surgir los males aun cuando en un principio se respetara a Pdvsa Siglo XX para poder asegurar su  indispensable y necesariamente creciente contribución para los requerimientos del gobierno. Ese respeto se mantuvo en las primeras de cambio, pero la  tentación a ejercer el derecho de "manejar" la actividad petrolera, ahora en manos de los políticos, solo sirvió para intervenirla negativamente, modificándola hasta convertirla en instrumento dúctil con fines políticos.

En el proceso se modificaron los esquemas de administración de la empresa: el ministro de turno comenzó a aprobar el presupuesto, se redujo el lapso y la autonomía en la designación de los más altos ejecutivos, se incorporó a Pdvsa a la unidad del tesoro, comenzó la incorporación de personas ajenas a la industria en cargos de dirección y la asimilación de las condiciones de empleo de la industria para muchos de los ejecutivos del Estado relacionados con la industria. Comenzó la interferencia en la secuencia por mérito para ocupar las posiciones superiores al igual que las presiones del Ejecutivo para adjudicar contratos de obra o suministro y para la incorporación de sectores económicos afines a las actividades reservadas a la industria. La Cámara del Petróleo se convirtió en un "lobby" de contratistas y suplidores de Pdvsa. También apareció la inflación y llegó el momento en el que la industria misma hizo un estudio para determinar cuáles podrían ser las consecuencias de la hiperinflación (que reinaba en Brasil, Argentina y México) en sus actividades para anticipar lo que se avecinaba. Y con el petróleo finalmente en manos del gobierno, ya no había ninguna limitación a la acción posible por más descabellada que fuera. Comenzaron los grandes planes inviables de "desarrollo". Pdvsa llegaba a su máxima capacidad de gestión y para crecer hubo que llamar a los que habíamos despachado, con lo cual hasta la izquierda más radical estuvo de acuerdo. Llegó la barahúnda: Pdvsa Siglo XXI, el cochinito al que se le quiso poner la mano se alineó para uso exclusivo y excluyente con fines políticos de los sectores afines al gobierno, sin que el petróleo haya contribuido en nada al progreso de la gente durante el equivalente a media generación. La tarea, ahora, es cómo dejar de profundizar el foso petrolero que hemos venido cavando conscientemente. Será muy difícil estirar la escalera en lo necesario para ascender a la superficie.

odoardolp@gmail.com

El petróleo: un futuro incierto

Hay quienes todavía piensan que Venezuela puede convertirse en el mayor productor de crudo del mundo. Como aspiración es encomiable, pero conforma una imagen de ilusión más que de meta posible, sobre todo si seguimos pensando y actuando como lo hemos hecho durante todo el período en el que hemos sido un país petrolero con continuados visos rojizos, ahora claramente expresados. Analizando la realidad del mundo petrolero vemos que los grandes mercados son los Estados Unidos, Europa, y Asia, incluyendo en esta última a China, Japón y la India y nuestros mercados preferenciales son Estados Unidos, Europa, Centro y Sur América. Pero ¿qué está pasando en esos mercados?

Estados Unidos, a pasos agigantados, va camino a convertirse en exportador de energía y sus vecinos inmediatos y suplidores naturales y confiables, Canadá y México, (que por fin logró deslastrarse de su nacionalismo retrógrado e improductivo en petróleo) crecen en su capacidad de exportar y conforman con los "americanos" un mercado común. Europa tiene el Mar del Norte, el Medio Oriente, los ahora productores de la antigua Unión Soviética,  Rusia y los países del Norte de África como suplidores sin limitaciones naturales y con ventajas en cuanto a cercanía y calidad de crudos y productos. Asia, tiene como suplidores naturales con crudos de primera y con confiabilidad de suministro al Medio Oriente y África, entre otros. Los grandes productores de crudo, presentes y futuros, son Estados Unidos, Rusia y Arabia Saudita. A corto plazo, Estados Unidos no necesitará crudos ni productos importados, Brasil confronta la autosuficiencia, Bolivia exporta y Colombia y Argentina crecen como países petroleros. Nuestros otros mercados de Centro y Sur América son mínimos.

Realidad es dramática. Tenemos una producción en descenso, una calidad de crudos mayoritariamente mala, con insuficientes medianos y livianos que son los que pueden ir a nuestras refinerías; un mercado interno creciente que ahora requiere importación de productos y crudos; una capacidad de refinación estancada en su crecimiento y malograda en su mantenimiento y manejo; requerimiento de grandes inversiones por la necesidad de refinar parcialmente nuestros crudos de la faja para hacerlos comercializables y manejables; un historial de inconfiabilidad como suplidor en nuestro reciente pero ahora único pasado; una propiedad mayoritaria de la actividad petrolera en manos de un estado gerencial, técnica y financieramente incapaz, que le pide prestado a los socios minoritarios y a los suplidores de servicios; un país destruido y en proceso de quiebra que requiere inmensas inversiones y un Estado que es dueño de todo pero que no dispone ni dispondrá de los recursos humanos y financieros necesarios para la tarea que tiene que acometer; una imposibilidad de atraer a los inversionistas nacionales y extranjeros para que vengan a producir nuestro petróleo costoso y de mala calidad y que será difícil vender o venderlo a precio más bajo, porque nuestros mercados naturales estarán copados y los otros tendrán alternativas de mejores crudos. Agreguemos las limitaciones y la inflexibilidad de toda índole en materia petrolera desde el punto de vista ideológico y legislativo. Y esta es solo una muestra de nuestra realidad petrolera de la que ahora dependemos exclusivamente.

La pregunta: ¿estamos preparados para hacer los cambios a todas luces indispensables en nuestras políticas y estrategias para adaptarnos a nuestra nueva y triste pero cierta realidad?

odoardolp@gmail.com

La insólita Pdvsa Siglo XXI

Uno trata de entender cómo Pdvsa Siglo XXI ha logrado auto destruirse y además convertir a la actividad petrolera en una fuente única e insuficiente de fondos para las necesidades del país y, al hacerlo, confronta una serie de realidades que lo explican. ¿Cómo se ha podido convertir a la "gallina de los huevos de oro" en una infértil cacareadora? Para entender esta realidad debemos tomar un punto de partida: la producción propia de Pdvsa a fines del Siglo XX era de 3.000.000 b/d y la total de la industria era de 3.100.000 sin que se hubiera incorporado aún la producción de las empresas mixtas de la Faja. Hoy, la producción total del país es de unos 2.500.000 b/d: 1.300.000 b/d de Pdvsa Siglo XXI (una reducción de la producción propia de 1.800.000 b/d equivalente a una disminución de más de 100.00 b/d por año)  y 1.200.000 de la producción de las empresas mixtas de la Faja migradas o no. Una simple cuenta sin mayores dificultades indica que de haberse tan solo "mantenido" la producción propia de Pdvsa Siglo XX estaríamos produciendo 4.200.000 b/d. ¿Pero por qué ha sucedido esto?

Primero se les metió en la cabeza "dominar" a Pdvsa y botaron a toda la plana mayor (le mocharon el cuerpo extirpándole de la cintura para arriba, incluyendo el cerebro). Después decidieron que había que dominar las empresas mixtas y tomaron la mayoría accionaria, dándoles la propiedad proporcional de las reservas a los socios minoritarios (desestatización) y asignándole la operación a Pdvsa Siglo XXI. Más aún, le asignaron a Pdvsa Siglo XXI una serie de tareas para suplir sin éxito las incapacidades de un estado en proceso acelerado de transición hacia el caos y destinando los recursos del petróleo a fines inconfesables de proselitismo político en función de sueños irrealizables interna e internacionalmente. En el principio y pensando que esa situación se mantendría y hasta mejoraría, los dineros provenientes del petróleo alcanzaban para todas las ideas ilusas que se les ocurrieron. Así, y sin que les pegara en el bolsillo comenzó una euforia de "expropiaciones", de "inversiones" en nuevas actividades de estado dentro de un enfoque inconveniente de propiedad mayoritaria de los medios de producción, que aceleradamente se fue convirtiendo en necesidades de importación como resultado de la limitación impuesta al sector productivo privado y la incapacidad del aparato productivo del estado de producir en reemplazo del sector privado. Pdvsa Siglo XXI pagaba y siguió pagando, pero los precios no siguieron subiendo, la producción siguió bajando y el costo del aparato improductivo del estado y el creciente tamaño del estado y sus instituciones, comenzó a deteriorar las cuentas incontroladas y a mermar la disponibilidad de las divisas producidas ahora por la única fuente: Pdvsa Siglo XXI, la cacareadora infértil. Pero otros "consumos" incidieron: el uso de los fondos para fines ya identificados y reconocidos y para la necesidad de ganar elecciones a cualquier costo, aparte de la incapacidad de los miembros del gobierno para generar progreso y para generar anarquía. Comenzó el intento de resolver a través de distintas fórmulas de préstamos y postergar la cancelación de las deudas, obligatorio en una situación como la anotada. Resultado de la insensatez del uso de Pdvsa en estos 15 años: Falla la luz, se raciona el agua, escasean los productos de la dieta básica y de los que no lo son, las líneas aéreas se van, los comercios cierran, crece el desempleo, no hay carros ni repuestos, se caen los puentes de guerra, el costo de la vida toma primacía, la inseguridad se incrementa más aún con la represión del estado, el país llega a récords insólitos en todas las mediciones de lo que no se debe ser. ¡Ah! Lo insólito: ahora también importamos gasolina.

odoardolp@gmail.com