viernes, 17 de julio de 2015

Petróleo y orden.
Por: Odoardo León-Ponte.
Un país dependiente del petróleo como lo ha sido el nuestro, mantuvo un cierto futuro mientras el petróleo se manejó con orden, bien fuera por los inversionistas extranjeros o bajo Pdvsa Siglo XX, con todo y las fallas de nuestros gobernantes inexpertos en la administración de las cosas públicas, para lo cual no tenían ni tienen experiencia alguna. Solo podían apelar, como lo han hecho, a ideologías negadas con el Desarrollo Humano de la gente y del país.

Una empresa exitosa tiene que ser dirigida por los mejores hombres. Este fue el caso de la industria petrolera en sus primeros ochenta y cuatro años. Primero al ser dirigida como buen ejemplo por las petroleras más grandes y exitosas del mundo, Exxon y Shell, y luego por los venezolanos herederos de esas culturas, cuando los factores influyentes políticamente tomaron la decisión de estatizar la actividad. ¿Qué perseguían esas culturas? El éxito de su gestión comercial a través de la optimización de los recursos dentro de las limitaciones a las que estuvieron sometidas. Pdvsa Siglo XX heredó los conocimientos y el entendimiento de los procesos técnicos y administrativos conducentes al éxito de la gestión. Pero, querámoslo o no, siempre estuvieron sujetos a la indefinición por parte de los dirigentes políticos y los intelectuales de turno, que siempre han tenido un conflicto en cuanto al rol del petróleo y a su manejo, privando a la larga lo inconvenientemente ideológico sobre lo pragmático, a pesar de las comprobadas consecuencias negativas de la realidad vivida sobre el desarrollo de la actividad y del país.

Al inicio de la gestión de Pdvsa Siglo XX quedó claro que el objetivo era operar para producir la renta necesaria para el país y el orden que se siguió respondió a esa meta, pero no tardó en surgir el conflicto ya ineludible por la propiedad de la actividad, sobre el uso del petróleo: ¿crecer o darle real al gobierno? Recordemos, además, que la industria venía de un retraso acumulado producto de las trabas, limitaciones y cursos de acción improductivos a las que estuvo sometida la actividad y de la cual había que recuperarse: falta de exploración, retraso en la actualización de las instalaciones operativas, organización para optimizar la operación, aprendizaje en la comercialización; todo dentro de la necesaria aclaratoria de los roles respectivos de la empresa y del gobierno. Pero en la búsqueda de más ingresos para superar las necesidades creadas por la acción política de los gobernantes, se afectó a la empresa en su capacidad financiera y por ende en una parte esencial para su orden. Así se llegó, a pesar de los pesares y de las observaciones por parte de los petroleros, a la apertura petrolera.

Pero el uso del petróleo con fines principalmente políticos dejó de producir los resultados que se prometieron durante el proceso anterior y posterior a la estatización de la actividad. La promesa que se hacía de generar el progreso que no era posible con la actividad en manos del capital privado (según nos decían) ahora comenzaba a hacer agua. Primero se “tocó” la independencia de la acción que inicialmente se le había dado a Pdvsa Siglo XX, después se trató de incorporar gente distinta a la del petróleo en los cargos de mayor jerarquía y, finalmente, se reconoció que había que regresar a la inversión privada ya que la promesa era incumplible. Pero el daño al petróleo estaba hecho en función política: la estatización no era el camino y la gente comenzó a sufrir las consecuencias, al igual que las organizaciones políticas. Se había perdido el orden necesario para manejar la actividad que siempre representó el sustento de todo lo otro. Se abrió el albañal por cual se iría todo el esfuerzo de ochenta años de dedicación y de orden. Ahora pagamos las consecuencias.
Julio de 2015.
odoardolp@gmail.com odoardolp.blogspot.com @oleopon


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