Petróleo y orden.
Por: Odoardo León-Ponte.
Un país dependiente del petróleo como lo ha sido el
nuestro, mantuvo un cierto futuro mientras el petróleo se manejó con orden,
bien fuera por los inversionistas extranjeros o bajo Pdvsa Siglo XX, con todo y
las fallas de nuestros gobernantes inexpertos en la administración de las cosas
públicas, para lo cual no tenían ni tienen experiencia alguna. Solo podían
apelar, como lo han hecho, a ideologías negadas con el Desarrollo Humano de la
gente y del país.
Una empresa exitosa tiene que ser dirigida por los
mejores hombres. Este fue el caso de la industria petrolera en sus primeros
ochenta y cuatro años. Primero al ser dirigida como buen ejemplo por las petroleras
más grandes y exitosas del mundo, Exxon y Shell, y luego por los venezolanos herederos
de esas culturas, cuando los factores influyentes políticamente tomaron la
decisión de estatizar la actividad. ¿Qué perseguían esas culturas? El éxito de
su gestión comercial a través de la optimización de los recursos dentro de las
limitaciones a las que estuvieron sometidas. Pdvsa Siglo XX heredó los
conocimientos y el entendimiento de los procesos técnicos y administrativos
conducentes al éxito de la gestión. Pero, querámoslo o no, siempre estuvieron
sujetos a la indefinición por parte de los dirigentes políticos y los
intelectuales de turno, que siempre han tenido un conflicto en cuanto al rol
del petróleo y a su manejo, privando a la larga lo inconvenientemente ideológico
sobre lo pragmático, a pesar de las comprobadas consecuencias negativas de la realidad
vivida sobre el desarrollo de la actividad y del país.
Al inicio de la gestión de Pdvsa Siglo XX quedó claro que
el objetivo era operar para producir la renta necesaria para el país y el orden
que se siguió respondió a esa meta, pero no tardó en surgir el conflicto ya
ineludible por la propiedad de la actividad, sobre el uso del petróleo: ¿crecer
o darle real al gobierno? Recordemos, además, que la industria venía de un
retraso acumulado producto de las trabas, limitaciones y cursos de acción
improductivos a las que estuvo sometida la actividad y de la cual había que
recuperarse: falta de exploración, retraso en la actualización de las instalaciones
operativas, organización para optimizar la operación, aprendizaje en la
comercialización; todo dentro de la necesaria aclaratoria de los roles
respectivos de la empresa y del gobierno. Pero en la búsqueda de más ingresos
para superar las necesidades creadas por la acción política de los gobernantes,
se afectó a la empresa en su capacidad financiera y por ende en una parte
esencial para su orden. Así se llegó, a pesar de los pesares y de las observaciones
por parte de los petroleros, a la apertura petrolera.
Pero el uso del petróleo con fines principalmente
políticos dejó de producir los resultados que se prometieron durante el proceso
anterior y posterior a la estatización de la actividad. La promesa que se hacía
de generar el progreso que no era
posible con la actividad en manos
del capital privado (según nos decían) ahora comenzaba a hacer agua.
Primero se “tocó” la independencia de la acción que inicialmente se le había
dado a Pdvsa Siglo XX, después se trató de incorporar gente distinta a la del
petróleo en los cargos de mayor jerarquía y, finalmente, se reconoció que había
que regresar a la inversión privada ya que la promesa era incumplible. Pero el
daño al petróleo estaba hecho en función política: la estatización no era el
camino y la gente comenzó a sufrir las consecuencias, al igual que las organizaciones
políticas. Se había perdido el orden necesario para manejar la actividad que
siempre representó el sustento de todo lo otro. Se abrió el albañal por cual se
iría todo el esfuerzo de ochenta años de dedicación y de orden. Ahora pagamos
las consecuencias.
Julio de 2015.
odoardolp@gmail.com
odoardolp.blogspot.com @oleopon
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