El petróleo y el candado petrolero.
Por: Odoardo León-Ponte.
El marco de la actividad petrolera
la inhabilita y la imposibilita en su desarrollo: la actividad solo puede ser
ejercida por empresas 51% propiedad del estado y de las inversiones
correspondientes. Pero es también lo financiero, lo técnico y lo profesional, después
de diez y seis años de desaciertos. Veamos “cuál” es la realidad para intentar
visualizar “cómo” resolver la situación, más allá de la tesís de “aumentar la
producción” que oímos en las redes políticas como una solución al “qué” y no al
“cómo”.
El país no está en
capacidad de extraer los recursos que tiene en el subsuelo como operador directo de lo existente, ni para
la incorporación de futura producción, ni para manejarla como una actividad
comercial y no política. Tampoco está en capacidad de aportar dinero para las
empresas mixtas de las cuales es accionista mayoritario. Cambia así radicalmente
el enfoque sobre quiénes deben ser los actores a participar en el proyecto, anotando que no es
lo mismo que participe el estado a que participe Pdvsa, ya que tienen roles
diferentes. Del rol político deben ocuparse los políticos y del rol técnico
deben ocuparse los técnicos petroleros. Hablemos del “candado petrolero”.
51% de la propiedad. Un
país arruinado no puede ser accionista de nada y mucho memos mayoritario. Ese es
el ¿“qué”?. ¿”Cómo”? Eliminar la
restricción debida al % de la propiedad y dejar que quienes tengan los reales,
la capacidad tecnológica y los recursos humanos necesarios (ya que nosotros
solo tenemos necesidades) vengan a usarlos para producir la riqueza que genere una
mayor base impositiva para generar fondos para que el estado los invierta en el
Desarrollo Humano de la gente.
Pdvsa. Esa empresa que en el
Siglo XX fuera orgullo nacional (por los resultados de su actuación no lo fue
en su momento la CVP ni lo es ahora la “Pdvsa es de todos”) y que en este siglo
no ha podido manejar acertadamente las responsabilidades petroleras ni las “pedevalísticas”, debe buscar
un nuevo rumbo que la reduzca a la mínima expresión, en beneficio del país. Ese
es el ¿“qué”?. ¿”Cómo”? Determinar cuál es su verdadera capacidad financiera y la
de sus recursos humanos (si es que las tiene) para operar las instalaciones. Con
la urgencia por la emergencia reinante en la empresa y en el país, sacar fuera
de Pdvsa toda actividad que no sea petrolera, establecer la capacidad
financiera (que ya sabemos que no tiene) para “poner al día” sus instalaciones
abandonadas y para mantener el ritmo de producción. Si no es posible financiera
ni técnicamente, que es lo más seguro, licitar la operación de las refinerías y
las áreas operativas (incluyendo el personal) entre las empresas privadas que
son las que posean la tecnología, el capital y los recursos humanos requeridos.
Licitar la explotación de nuevas áreas entre empresas privadas calificadas (para
prevenir los problemas políticos relativos a las relaciones entre estados). En
el mercado interno, abrir el campo, incluyendo la operación de las redes de
plantas de distribución a la empresa privada para atraer la competitividad en
cuanto al servicio y los productos y para usar el dinero fresco que no tenemos.
Muy importante: aumentar el precio de la gasolina reduciendo así, en lo
posible, el problema del contrabando de extracción y la falta de rentabilidad
necesaria para la industria, el país y la operación misma. Querámoslo o no, la palabra clave del ¿”cómo”? es privatización: la
única forma de reponer la actividad a sus niveles de excelencia del Siglo XX, dado
que el estado no tiene ni tendrá el capital ni los recursos humanos ni la
actitud necesarios para hacer lo requerido. Así se proveería a través de la
regalía, los impuestos y el precio de venta en el mercado interno, el piso
financiero para el desarrollo del país y de la gente. Cualquier otro modo será frustrante e improductivo. Enfrentemos la
realidad.
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