El petróleo y la Inversión.
Por: Odoardo León-Ponte.
La explotación del
petróleo, como cualquier actividad, requiere la oportuna dedicación de fondos
para su desarrollo y operación: de otra forma se estanca o se deteriora la
actividad. En nuestro caso eso ya es obvio: lo hemos visto con nuestros propios
ojos y vivido en carne propia durante los cien años de explotación petrolera y,
más intensa y, fehacientemente, en lo que va de Siglo XXI. ¿”Qué” ha pasado y “cómo”
podemos cambiar la situación?
Durante el ostracismo,
inmediatamente después de él, durante el período de Pérez Jiménez con
concesiones y durante el segundo gobierno de Caldera con la apertura petrolera,
hubo inversión importante en el desarrollo de la industria petrolera para
expandir la producción de petróleo. ¿Por qué?
Porque las inversiones las hizo el sector privado y el estado se
limitaba a recibir los impuestos y las regalías que le correspondían, aunque
fueran insuficientes para sus requerimientos; condición solo atribuible al
estado. Es cierto que durante los
períodos distintos a los anteriores hubo inversión, pero en un caso se trató de
aquella orientada a la máxima explotación y no al desarrollo y en el otro a la
recuperación del desarrollo de la actividad que, por culpa de nuestros gobiernos,
no se había realizado. Y durante este Siglo XXI lo que se ha logrado es el caos
en la explotación y desarrollo del petróleo con un potpurrí indigesto de
criterios que han llevado a la industria que sustenta al país a la situación tragicómica
que ya hoy todos conocemos, aunque algunos todavía tengan la osadía de pensar lo
contrario.
El estado tiene dos
necesidades: generar suficientes fondos para atender a aquello por lo que es
directamente responsable, generando el crecimiento nacional que le produzca los
ingresos para hacerlo y generar las bases para que la inversión de capital y
generación de riqueza para que el sector privado, que es quien tiene los fondos
y la tecnología, produzca la base de ingresos para que a través de los impuestos
y la regalía aplicables, se produzcan los ingresos que el estado necesita para
cumplir con sus obligaciones. Debemos entender, como ya se ha comprobado hasta
la saciedad, que el estado capitalista solo trae ruina tarde o temprano; sobre
todo cuando el viento que infla las velas del progreso no depende de las
acciones estatales sino del inmenso conjunto de factores que mueven al mundo y
que están totalmente fuera de su control, como vemos en momentos como el actual,
cuando el precio del petróleo está muy por debajo de las necesidades de un
estado que ha crecido exponencialmente en contra de todo lo que pudiera considerarse
conveniente. ¿Es que acaso se piensa que así se pueden controlar esos vientos?
(Arabia Saudita se puede dar el lujo de expandir su producción en estos
momentos de reducción de los precios porque tiene los fondos acumulados, los
excedentes y la capacidad de producción necesarios para aprovechar en su favor
los factores del mercado dentro de una estrategia que visualiza un futuro mejor
para los precios en función de un mercado mayor, cosa que nosotros no podemos
hacer aunque tengamos la ”mayor reserva de crudo” (¿o de bitumen?) del mundo. )
Para generar un crecimiento
de la economía que genere a su vez la base impositiva para generar los ingresos
requeridos por el estado (planteamiento básico de un nuevo enfoque sobre la
rectoria del estado), hay que atraer y promover a los inversionistas que tienen
los fondos (que ya sabemos que no es, no ha sido, ni lo será el estado venezolano por el solo hecho de ser
dueño de todo lo que está debajo y encima de la superficie del país), es
necesario crear las bases para que vengan esos fondos y que el estado se
beneficie de la riqueza producida por ellos. En base a los cien años que
tenemos manejando la economía y la interfase entre el capital privado y el
estado (capitalista), todos hemos salido perdiendo excepto quienes indebidamente se han beneficiado de
las realidades que nos ha llevado al triste estado de deterioro en el que nos
encontramos. Zapatero a tus zapatos. Dejemos que quienes saben hacer las cosas
y se benefician de hacerlo, produzcan la riqueza que un estado bien
administrado y dedicado a su verdadera responsabilidad pueda utilizar para que, en
conjunto y no en posiciones encontradas, podamos crear el crecimiento necesario
para el Desarrollo Humano en nuestro país, asegurando así la libertad y la democracia.
¡Ojo! Se nos acabó el tiempo.
Caracas, Noviembre de
2015.
odoardolp.blogspot.com
@oleopon
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