El país y las realidades.
Por: Odoardo
León-Ponte.
El país ha caído en un estado de insolvencia cuya
verdadera realidad se conocerá una vez que salgamos de este nefasto régimen.
Pero como dicen que las “oportunidades las pintan calvas” ésta se nos presenta
por la necesidad imperativa de cambiar todos nuestros paradigmas de ”estatización”
desarrollados a lo largo del período comprendido entre 1945 y esta fecha, en el
entendido que ya no tenemos marcha atrás, debido a que nuestra insolvencia no es solo financiera sino en recursos humanos
y mentalidad: hay que pensar con apertura mental.
¿En qué consiste y a que se debe nuestra realidad? Todas
las empresas del estado están quebradas o muy cerca de ello, tanto las
estatizadas en 1976 como las que han sufrido el mismo trauma desde entonces.
Esa estatización es producto de la filosofía izquierdista “vendida como válida”
al país de que el gobierno (y no el estado) debe sea propietario de las mal
llamadas “empresas básicas”. A esto debemos agregar las acciones castrantes y
causantes de insolvencia tomadas por el Chavismo desde 1999, además de su
indolente política de desatender al necesario crecimiento del país y al
mantenimiento y actualización del parque físico durante ese período y el
inmediatamente anterior que ya significa diez y seis años del Chavismo y los
años de Caldera 2: casi una generación. Y hay que agregarle el destrozo causado
al sector privado a través de todas las “alcabalas” establecidas para controlar
totalmente la actividad económica y política en el país al estilo cubano. Lo
que se decía que no iba a pasar, pasó y ahora estamos aceleradamente llegando
una realidad asimilada a la cubana.
Pero nuestra realidad y su consecuente necesidad y la
oportunidad que se nos presenta coincidentalmente, hacen que el momento sea
propicio para un cambio radical de nuestro enfoque: ya hemos visto que no
tenemos ni los recursos financieros ni la gente para un cambio basado en
fundamentos de “estatismo” con los consecuentes pecados y realidades del pasado
y que nuestras ideas de antes y de ahora, no han servido ni sirven para lograr
el progreso que la gente demanda (recordemos el “mea culpa”). Y nuestra
verdadera opción está en poder atraer a la inversión privada, nacional y
extranjera, para que podamos salir del hoyo en que hemos caído. Parecería
conveniente empezar a hablar y a aplicar los conceptos de apertura económica
para poder nivelar las irregularidades que tenemos y lograr como resultado a
una realidad en la que existan relaciones normales entre los costos de los
productos, los servicios y el ingreso: entre el costo de los servicios y su
precio, entre el costo de los productos y su precio.
Si usamos el dólar paralelo como ejemplo (y también si
usamos otra referencia similar) encontraremos que es imposible seguir cobrando
lo que cobramos por un paquete de harina pan, por un KW de electricidad, por
una hamburguesa, por el pasaje en el metro: no soportan una comparación. ¡Ah!
¿Pero y el salario? Precisamente: es en esa comparación en la que nos daremos
cuenta de que en nuestra estructura relativa al salario vs los precios hay un desarreglo
mayúsculo que seguimos tratando de tapar con paños calientes que lo que hacen
es incrementar el desarreglo. Seguimos pensando en subsidios (la ayuda a los
jubilados para medicinas y comida: ¿y por qué no se aumenta la pensión en vez
de ir al régimen de subsidios?) ¡Buena
pregunta! Más de lo mismo. Los caminos del pasado y de este presente han estado
llenos de buenas intenciones. ¿Y cuáles han sido los resultados? ¿Y cuáles
serán las nuevas acciones para lograr buenos resultados?
Caracas, Marzo de 2016.
odoardolp.blogspot.com
@oleopon
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