¿Quiénes son?
Por: Odoardo León-Ponte.
Decían quienes nos antecedieron generacionalmente y
decimos quienes tenemos suficiente memoria, que antes y hasta un momento en el
tiempo, se conocía la trayectoria en
materia de su especialidad de quienes eran seleccionados y designados para
ocupar y ejercer cargos públicos, aunque no se estuviera de acuerdo con su
posición política. A partir de un momento dado comenzaron a aparecer ciudadanos
desconocidos para la comunidad, excepto en cuanto a su relación con el partido
o los partidos de turno. Comenzaba la selección por afinidad política o de otra
índole, para el ejercicio de los más altos cargos en el sector público y en las
empresas del estado. Esa tendencia se exacerbó desde el inicio de la “Gran Venezuela”
y ha llegado a la selección para dichos cargos de gente sin ningún rastro de
capacidad en cuanto a las responsabilidades que se le hayan encomendado. Solo
se usa la afinidad a ultranza con fórmula reñida con las que deben buscar las
mejores calificaciones para ejercer las responsabilidades bajo los conceptos de
conocimientos y de mejores prácticas. Ya ni siquiera se piensa en tomar en
cuenta las indicaciones de posibles resultados de encuestas para determinar si
una persona pudiera ser aceptable para dirigir determinada actividad.
Agreguémosle que con el paso del tiempo se han ido perdiendo por razones de
calendario y de inactividad en su especialidad a muchos de los que antaño
fueron dirigentes en sus distintos ramos. Los que van quedando son quienes
siguen su materia a través de textos sin que en la realidad tengan experiencia
práctica por haber estado apartados de
la ejecutoria durante ya más de 16 años; media generación.
Por otro lado, las nuevas promociones salen de
instituciones deterioradas y muchos se van al exterior en búsqueda de mejores
oportunidades que aquí no consiguen y que difícilmente conseguirán en el futuro
en nuestro país. Hemos entrado en una situación en la que quienes podrían
servir y que pudieran ser conocidos por sus calificaciones, son a todas luces
insuficientes o inexpertos en materia de su especialidad. Hemos llegado al
punto de pensar que los militares, de la noche a la mañana, pueden manejar actividades
tan especializadas y difíciles como el petróleo, la minería y el gas. Ya lo
hicimos antes en muchas especialidades, pero este es el último eslabón en la
cadena de designación por “afinidad” o “necesidad política”. Cuadro dramático
el que enfrentamos y que nos cierra las puertas del desarrollo a futuro en el
mediano y largo plazo. Recordemos que nos tomó 60 años heredar (porque no lo
desarrollamos nosotros) el caudal de recursos humanos necesarios para intentar
desarrollar la industria petrolera y que ellos están dispersos en el mundo en
posiciones inalcanzables en nuestro país o como jubilados, o han desaparecido,
desde que, con un pito y en televisión, decapitamos a la empresa sobre la cual
reposaba nuestro futuro. Pero dicen que desde las tragedias se reestructuran
nuevos enfoques. Nuestra tragedia no nos permite ir a esquemas inaplicables de épocas
anteriores ni retrotraernos a las prácticas que antecedieron a los responsables
de este último acto de nuestra ópera; ni continuar con la ópera porque ya
termina el último acto en su máximo grado de tragedia. ¿Qué hacer?
Hay que romper los paradigmas que han sido la base de
nuestro fracaso. Debemos empezar por aceptar explícitamente que el capitalismo
del estado es una ruta al fracaso: lo hemos vivido y estamos sufriendo
intensamente sus extremas consecuencias. Tenemos que empezar una ruta continuada que nos asegure el éxito
a mediano y largo plazo. El futuro próximo estará lleno de vicisitudes y
desengaños difíciles de anticipar, pero no porque no vayan a ser difíciles. Apliquemos
criterios novedosos a cada área de actividad pensando que no disponemos ni de
la gente ni de los fondos necesarios.
Caracas, Abril de 2016. odoardolp@gmail.com odoardolp.blogspot.com @oleopon
No hay comentarios:
Publicar un comentario