jueves, 7 de abril de 2016

¿Quiénes son?
Por: Odoardo León-Ponte.
Decían quienes nos antecedieron generacionalmente y decimos quienes tenemos suficiente memoria, que antes y hasta un momento en el tiempo,  se conocía la trayectoria en materia de su especialidad de quienes eran seleccionados y designados para ocupar y ejercer cargos públicos, aunque no se estuviera de acuerdo con su posición política. A partir de un momento dado comenzaron a aparecer ciudadanos desconocidos para la comunidad, excepto en cuanto a su relación con el partido o los partidos de turno. Comenzaba la selección por afinidad política o de otra índole, para el ejercicio de los más altos cargos en el sector público y en las empresas del estado. Esa tendencia se exacerbó desde el inicio de la “Gran Venezuela” y ha llegado a la selección para dichos cargos de gente sin ningún rastro de capacidad en cuanto a las responsabilidades que se le hayan encomendado. Solo se usa la afinidad a ultranza con fórmula reñida con las que deben buscar las mejores calificaciones para ejercer las responsabilidades bajo los conceptos de conocimientos y de mejores prácticas. Ya ni siquiera se piensa en tomar en cuenta las indicaciones de posibles resultados de encuestas para determinar si una persona pudiera ser aceptable para dirigir determinada actividad. Agreguémosle que con el paso del tiempo se han ido perdiendo por razones de calendario y de inactividad en su especialidad a muchos de los que antaño fueron dirigentes en sus distintos ramos. Los que van quedando son quienes siguen su materia a través de textos sin que en la realidad tengan experiencia práctica  por haber estado apartados de la ejecutoria durante ya más de 16 años; media generación.

Por otro lado, las nuevas promociones salen de instituciones deterioradas y muchos se van al exterior en búsqueda de mejores oportunidades que aquí no consiguen y que difícilmente conseguirán en el futuro en nuestro país. Hemos entrado en una situación en la que quienes podrían servir y que pudieran ser conocidos por sus calificaciones, son a todas luces insuficientes o inexpertos en materia de su especialidad. Hemos llegado al punto de pensar que los militares, de la noche a la mañana, pueden manejar actividades tan especializadas y difíciles como el petróleo, la minería y el gas. Ya lo hicimos antes en muchas especialidades, pero este es el último eslabón en la cadena de designación por “afinidad” o “necesidad política”. Cuadro dramático el que enfrentamos y que nos cierra las puertas del desarrollo a futuro en el mediano y largo plazo. Recordemos que nos tomó 60 años heredar (porque no lo desarrollamos nosotros) el caudal de recursos humanos necesarios para intentar desarrollar la industria petrolera y que ellos están dispersos en el mundo en posiciones inalcanzables en nuestro país o como jubilados, o han desaparecido, desde que, con un pito y en televisión, decapitamos a la empresa sobre la cual reposaba nuestro futuro. Pero dicen que desde las tragedias se reestructuran nuevos enfoques. Nuestra tragedia no nos permite ir a esquemas inaplicables de épocas anteriores ni retrotraernos a las prácticas que antecedieron a los responsables de este último acto de nuestra ópera; ni continuar con la ópera porque ya termina el último acto en su máximo grado de tragedia. ¿Qué hacer?

Hay que romper los paradigmas que han sido la base de nuestro fracaso. Debemos empezar por aceptar explícitamente que el capitalismo del estado es una ruta al fracaso: lo hemos vivido y estamos sufriendo intensamente sus extremas consecuencias. Tenemos que empezar  una ruta continuada que nos asegure el éxito a mediano y largo plazo. El futuro próximo estará lleno de vicisitudes y desengaños difíciles de anticipar, pero no porque no vayan a ser difíciles. Apliquemos criterios novedosos a cada área de actividad pensando que no disponemos ni de la gente ni de los fondos necesarios.
Caracas, Abril de 2016. odoardolp@gmail.com  odoardolp.blogspot.com   @oleopon


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