martes, 29 de noviembre de 2016

Planificación y “black out” informativo.
Por: Odoardo León-Ponte.
Cuando se intenta elaborar un plan para una ejecución o para reformar cualquier situación, lo primero que se busca es la información sobre el pasado y lo existente. El problema en nuestro caso es que hay un “black out” informativo, incluso para los que en la actualidad están en el poder. Con esta realidad se enfrentan, no solo los que mal orientan al país en la actualidad, que no saben ni hallan qué hacer, sino también quienes intentan crear planes para un próximo gobierno. El desastre administrativo actual es tan grave que nadie sabe a ciencia cierta cuál es la realidad del país después de 17 años de desaciertos. Con esa realidad viven los gobernantes actuales que están “tirando el resto” sin saber a qué están jugando y, también, aquellos quienes conscientemente intentan estructurar un plan para un nuevo enfoque. ¿Cuáles son los problemas?

Sin duda habrá que pedir prestado a todo aquel que pueda prestarnos. Pero cuánto, porque hay que solicitar un monto y no solo decir que necesitamos que nos presten. Para llegar a esa cifra debemos tener claro qué es lo que hay que hacer. Por ejemplo: ¿cuánto se necesita para la infraestructura del país? (¿Quién nos lo puede decir?) ¿Cuánto para las importaciones de alimentos y medicinas y durante cuánto tiempo, mientras reparamos todo lo que está malo y comenzamos a producir? (Pero para producir necesitaremos dinero para crear el flujo continuo que permita iniciar la actividad y luego mantenerla: una inversión inicial y luego una cantidad permanentemente para continuar.) De igual manera ¿cuánto para medicinas inicialmente y luego para el diario producir? ¿Y Cuánto para complementar las necesidades mientras comenzamos a producir y mantenemos la producción? ¿Y cuánto para importar lo que necesitan y no producen las empresas del estado mientras determinamos cuáles hay que cerrar y cuales hay que vender (o regalar) a inversionistas privados, si es que las quieren? ¿Y cuánto para mantener el estado hipertrofiado mientras lo reformamos y lo llevamos a un nuevo nivel de austeridad? ¿Y cuánto para mantener a ese personal flotante desempleado mientras lo calificamos y lo empleamos, si es que se puede? ¿Y cuánto para alimentar y mantener la salud de la inmensa cantidad de desempleados y pobres que tendremos por un largo período? ¿Y cuánto tendremos que pedir para pagar lo que debemos, si no logramos reestructurar su vencimiento? Y pare de contar. Supongamos que en algún momento lleguemos al inmenso monto de fondos que necesitaremos para comenzar a respirar. Pero no solo tendremos que pedir prestado en montos inimaginables, sino que tendremos que pagar lo que ahora debemos (inmensa cantidad) y lo que nos van a prestar.

¿Con qué y cómo pagar? El petróleo que antes nos sirvió de colchón aparentemente interminable y que, con y durante el chavismo, se convirtió en una “cobijita” insuficiente, también debido a que el mundo en el que vivimos (y al cual hemos pensado que podemos engañar) ha progresado y han pasado cosas que hacen que el petróleo ya no sea la varita mágica que siempre pensamos que fuera y a que, ahora, las expectativas de que pueda generar infinitas cantidades de ingresos para nuestras también infinitas necesidades, son remotas. Y no olvidemos que las fuentes alternativas de generación de riqueza también están en el suelo y no tienen la capacidad de apoyar para dicha generación de riqueza y de fondos. Aparte: tenemos que reformar el país en todos sus aspectos para que se convierta en viable después de 17 años de destrucción masiva por parte de unos ignorantes, irresponsables e irreverentes, en un país en el que a la gente no parece importarle lo que pase, mientras el gobierno la mantenga. El reto es grande y la perspectiva que se vislumbra es poco promisoria. ¿Cómo venderla? ¿Y quién la querrá comprar? ¿Y cuáles serán las condiciones de compra/venta?
Caracas, Noviembre de 2016.
Odoardolp.blogspot.com

@oleopon

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