martes, 16 de septiembre de 2014

Petróleo e inconsistencias


Petróleo e inconsistencias.

Por: Odoardo León-Ponte.

Si comparamos los ofrecimientos y las realidades, nuestros gobiernos han sido inconsistentes. Los ofrecimientos han sido como para que fuéramos los reyes del mundo moderno. La realidad en el tiempo es que hemos ido bajando en un tobogán sin fin; una inconsistencia entre la oferta y los resultados. Durante los cien años en los que hemos sido un país petrolero la oferta permanente de nuestros gobernantes ha sido paradisíaca. Quizás pudiéramos resumir la oferta como aquella orientada a garantizar que, con el producto de la explotación del petróleo, nos convertiríamos en un país moderno y progresista, competitivo y a nivel de los más avanzados del mundo. Loable e incuestionable ilusión.

 

En el camino se nos fueron subiendo los humos, sobre todo al iniciar y después de reiniciar la etapa democrática. Los únicos períodos en los que verdaderamente dimos un salto al futuro fueron el de la salida del gomecismo y el de la década de Pérez Jiménez (cierto que a expensas de la democracia) y antes y después de este último tuvimos un período gris de escaso progreso como país petrolero debido a las ideologías políticas que tomaron arraigo en la dirigencia de los partidos y que reinaron y fueron haciendo que el mercadeo de la acción política las hicieran ver como las más convenientes para el país y su gente. No siendo el nuestro un país moderno ni consolidado en sus instituciones y acciones y con un pueblo carente de cultura y de identidad propia, nutrido de las creencias que le había impuesto ese mercadeo de ideologías políticas, nuestros dirigentes políticos y los intelectuales de la época, procedieron a castigar al petróleo y todo lo relacionado con él como el gran causante de las deficiencias, tanto de la capacidad del estado para actuar en beneficio del pueblo, como de la falta de los ingresos necesarios para desarrollar a la gente y al país. Con ese cuento, los dirigentes de los partidos políticos prefirieron frenar el desarrollo petrolero y el consecuente aumento de los ingresos y el posible consecuente desarrollo y animaron a la gente, en su ignorancia, a creer en y defender las acciones basadas en postulados que supuestamente deberían beneficiar al país y su gente, cuando sucedía todo lo contrario: estábamos degollando la gallina de los huevos de oro. Las acciones de los gobernantes y los resultados así lo confirmaban.

 

Antes de la estatización del petróleo la inflación era mínima. Con la estatización se inició la inflación desmesurada que ha fluctuado incrementalmente y ha llegado a cifras de 100% interanual y que en camino a ese viejo objetivo, más recientemente se ha unido a la escasez, la inseguridad y todos los horrores de un país fuera del control del estado dentro de una política de estado que parece responde al concepto de “laisser mourir” en referencia todo lo que existe que sea necesario para tener una mejor calidad de vida. Dejar morir la disponibilidad de servicios médicos, de educación, de seguridad, de infraestructura, de derecho y defensa ciudadana, del derecho a la alimentación y a la vida de progreso. Es decir “laisser mourir” los derechos de un pueblo a ser poseedor, cada día, de un mayor nivel de Desarrollo Humano en beneficio de todos y para todos.

 

Con notorios paréntesis, hemos sido un país de dirigencia inconsistente con lo que debieron ser, son y seguirán siendo los objetivos, políticas y estrategias necesarias para convertirnos eventualmente en un país desarrollado. Se ha preferido buscar el poder político a expensas del Desarrollo Humano de la gente y, por ende, del país.

Septiembre de 2014.


odoardolp.blogspot.com @oleopon

 

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