La propiedad del
petróleo: cuarenta años después.
Por: Odoardo León-Ponte.
Quienes defienden la “propiedad del petróleo” como la
razón básica para su estatización y se basan en ese razonamiento para
justificarla, olvidan que el petróleo siempre ha sido nuestro, es decir, del
país y que nunca pudieron las empresas de capital privado hacer con él lo que
les diera la gana, excepto cuando el gobierno se lo permitió. Olvidan que esas
empresas estuvieron sometidas a un control permanente de una delegación también
permanente de auditores del Ministerio de Hacienda ubicadas en las oficinas de
cada una de las empresas, situación que se mantuvo vigente durante todo el
tiempo, de manera creciente, hasta el momento de la nacionalización. (Recuerdo
haber tenido que justificar, partiendo de los estados financieros auditados de
las empresas, los costos de una empresa en
la discusión del contrato colectivo petrolero del año 1961.)
La exploración, la producción de crudo y su relación con
el gas y las plantas del parque de refinación que existían eran las que
autorizaba el Ministerio responsable de los asuntos petroleros, al igual que
las plantas de distribución para el mercado interno y las estaciones de
servicio y el precio de venta de la gasolina. Los precios de exportación de
crudos y productos llegaron a ser
fijados por el estado en base a valores fiscales de exportación que estuvieron
por encima de los valores de realización, forma de combatir las bajas del
precio del crudo en el mercado internacional. Las empresas pagaban la regalía
de acuerdo con la Ley y los impuestos eran fijados por el estado. El INCE
aprobaba las deducciones a posteriori. (Recuerdo haber llevado al encargado de
autorizaciones a una gira por Inglaterra y Holanda para que constatara la
realidad de la actividad y de los costos de las actividades de entrenamiento que desarrollaba la Shell en el
exterior y a la que asistían los trabajadores de la empresa en Venezuela.) No
había una actividad que las empresas pudieran desarrollar o cobrar sin la aprobación
del gobierno de turno. Esta era la situación para el momento de la estatización
hace ya cuarenta años. Pero: ¿qué pasaba? El gobierno no controlaba la
operación.
Aunque el gobierno tenía todo el poder, no podía hacer
con el petróleo lo que le viniera en gana, pues las empresas tenían sus
derechos fijados por la ley, cumplían las obligaciones que el estado les fijaba
y exigía sus derechos. Pero la tonada de la “nacionalización” del petróleo que
se venía cantando desde hacía mucho tiempo, unida a la declinación de la
producción consecuencia de las acciones de no más concesiones de un estado que insinuaba el control de la
actividad a través de la CVP, concluyó con la estatización (politización) de la
actividad petrolera que así se convirtió en un coto de caza de los partidos
políticos. Ahora no era cuestión del imperialismo contra el estado, sino de los
vaivenes de la política venezolana, izquierda, derecha, izquierda… Los partidos
políticos habían tomado el control total de la operación y comenzamos a sufrir
en carne propia los resultados del uso
del petróleo que “ahora es nuestro” y venezolano, con fines políticos, con
todas sus consecuencias provenientes del resultado de la operación y del uso de
Pdvsa en función política.
Los resultados: los conocemos a carta cabal. A través de
los últimos cuarenta años y de un proceso lento pero seguro, el gobierno “le
puso la mano” al petróleo. Los resultados los conocemos en carne propia. Solo
el tiempo habla del acierto en nuestras decisiones y de sus consecuencias. .
Caracas, Septiembre de 2015.
odoardolp.blogspot.com
@oleopon