viernes, 28 de agosto de 2015

La propiedad del petróleo: cuarenta años después.
Por: Odoardo León-Ponte.
Quienes defienden la “propiedad del petróleo” como la razón básica para su estatización y se basan en ese razonamiento para justificarla, olvidan que el petróleo siempre ha sido nuestro, es decir, del país y que nunca pudieron las empresas de capital privado hacer con él lo que les diera la gana, excepto cuando el gobierno se lo permitió. Olvidan que esas empresas estuvieron sometidas a un control permanente de una delegación también permanente de auditores del Ministerio de Hacienda ubicadas en las oficinas de cada una de las empresas, situación que se mantuvo vigente durante todo el tiempo, de manera creciente, hasta el momento de la nacionalización. (Recuerdo haber tenido que justificar, partiendo de los estados financieros auditados de las empresas, los costos de una  empresa en la discusión del contrato colectivo petrolero del año 1961.)

La exploración, la producción de crudo y su relación con el gas y las plantas del parque de refinación que existían eran las que autorizaba el Ministerio responsable de los asuntos petroleros, al igual que las plantas de distribución para el mercado interno y las estaciones de servicio y el precio de venta de la gasolina. Los precios de exportación de crudos y productos  llegaron a ser fijados por el estado en base a valores fiscales de exportación que estuvieron por encima de los valores de realización, forma de combatir las bajas del precio del crudo en el mercado internacional. Las empresas pagaban la regalía de acuerdo con la Ley y los impuestos eran fijados por el estado. El INCE aprobaba las deducciones a posteriori. (Recuerdo haber llevado al encargado de autorizaciones a una gira por Inglaterra y Holanda para que constatara la realidad de la actividad y de los costos de las actividades de  entrenamiento que desarrollaba la Shell en el exterior y a la que asistían los trabajadores de la empresa en Venezuela.) No había una actividad que las empresas pudieran desarrollar o cobrar sin la aprobación del gobierno de turno. Esta era la situación para el momento de la estatización hace ya cuarenta años. Pero: ¿qué pasaba? El gobierno no controlaba la operación.

Aunque el gobierno tenía todo el poder, no podía hacer con el petróleo lo que le viniera en gana, pues las empresas tenían sus derechos fijados por la ley, cumplían las obligaciones que el estado les fijaba y exigía sus derechos. Pero la tonada de la “nacionalización” del petróleo que se venía cantando desde hacía mucho tiempo, unida a la declinación de la producción consecuencia de las acciones de no más concesiones  de un estado que insinuaba el control de la actividad a través de la CVP, concluyó con la estatización (politización) de la actividad petrolera que así se convirtió en un coto de caza de los partidos políticos. Ahora no era cuestión del imperialismo contra el estado, sino de los vaivenes de la política venezolana, izquierda, derecha, izquierda… Los partidos políticos habían tomado el control total de la operación y comenzamos a sufrir en carne propia los resultados del  uso del petróleo que “ahora es nuestro” y venezolano, con fines políticos, con todas sus consecuencias provenientes del resultado de la operación y del uso de Pdvsa en función política.

Los resultados: los conocemos a carta cabal. A través de los últimos cuarenta años y de un proceso lento pero seguro, el gobierno “le puso la mano” al petróleo. Los resultados los conocemos en carne propia. Solo el tiempo habla del acierto en nuestras decisiones y de sus consecuencias. .

Caracas, Septiembre de 2015.
odoardolp.blogspot.com

@oleopon

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