Petróleo de vida o
muerte.
Por: Odoardo León-Ponte.
Durante el tiempo transcurrido en el sube y baja y, más
recientemente, en el tobogán que hemos vivido en los resultados producto del uso
del petróleo por parte de nuestros gobernantes, nos hemos podido dar cuenta de
que el manejo del petróleo puede ser factor
de vida o de muerte para quienes no hayan disfrutado de él como producto de su
afinidad con el estado, incluyendo allí tanto a personas como a instituciones y
a países ajenos al nuestro, a quienes hemos hecho participes de nuestras buenas
venturas, pero permitiendo que las desventuras del sube y baja y del tobogán, tengan
un efecto máximo en el deterioro de la calidad de vida y en el empobrecimiento
de las mayorías de nuestro país.
Pensemos que ha transcurrido ya un siglo desde el inicio de la explotación en
gran escala de nuestras riqueza petrolera y en esta etapa de su explotación nos
encontramos con que, en vez de progreso tenemos pobreza, tanto en lo pragmático
como en lo espiritual, lo moral y lo ético. La que fuera una industria capaz de
generar paz, sosiego, progreso y futuro para todos (y que ha sido logrado por
otros en todos los confines de la geografía en períodos mucho más cortos y con las mismas realidades
de mercado) hoy en día es una actividad
reducida en su capacidad de producción, refinación, y suministro tanto al
mercado interno como en el externo, exceptuando el caso de aquellos países que
han disfrutado de la magnificencia de un gobernante con enfoques viscerales y
resultados políticos inconvenientes, tanto en lo interno como en lo externo. La
que fuera una industria orgullo de venezolanos y extranjeros y prototipo de lo
que debía ser una industria bien manejada (con todo y las limitaciones
impuestas por nuestros gobiernos y por las fuerzas del mercado: las primeras
controlables y las segundas no) y que a través de las acciones de nuestros
gobiernos tan solo pudo crecer o decrecer hasta donde la dejaron esos gobernantes, a
pesar de quienes le dieron una vida limitada por la intransigencia y los
antojos de los gobiernos de turno y sus adláteres, tuvo vida. Con el
advenimiento de los vientos de sueños comprobadamente irrealizables, llegó la destrucción y el
inicio del descenso de la industria, con el agravante de que no solo a ella se
la condenó, sino que se le agregó todo lo que siendo productivo se convirtió en
ente improductivo en poder de un estado que ha llegado a su más alto nivel de
incapacidad.
El petróleo de vida o muerte, ese que es vital para la
vida o muerte de nuestra sociedad, requiere un cambio radical en el enfoque de
su desarrollo y explotación, un “vuelvan caras” en el enfoque sobre su uso para
asegurar su desarrollo, el que en cien años de historia no hemos logrado para
que podamos contar con el Desarrollo Humano que nos permita ampliar las
posibilidades de afianzar, verdaderamente, la libertad y a democracia. Todo lo
anterior se hace más importante cuanto más tiempo transcurre y nos damos cuenta
(¿?) de los errores que hemos cometido en perjuicio de nuestra gente. Después
de todo, tenemos que habernos dado cuenta de que el petróleo como fuente de
riqueza ahora más que nunca se ha
convertido en la única base que nos queda para subsistir. Todo lo demás
dependiente de él, se le une en ese nivel. Si no logramos levantar los recursos
del petróleo no podremos levantar nada más. El petróleo se ha convertido en
asunto de vida o muerte. Es lo único que nos queda para volver a comenzar cien
años después.
Caracas, Agosto de 2015.
odoardolp.blogspot.com
@oleopon
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