viernes, 14 de agosto de 2015

Petróleo, ilusión política y realidad.
Por: Odoardo León-Ponte.
El petróleo, arma utilizada como barniz y basamento para encantar las promesas políticas a través del tiempo posterior a la salida del oscurantismo, políticamente perdió su capacidad de encanto para los electores. La eterna venta de la ilusión, a pesar de os errores de nuestros gobernantes hasta ahora no aceptados por ninguno de ellos a través del necesario e indispensable “mea culpa” y preñada de incumplibles promesas de desarrollo, nos ha traído, paulatina pero indefectiblemente, a una realidad de país en deterioro también paulatino pero seguro. ¿Y habrá todavía quienes piensen que con “Manoletinas” podremos enrumbar al país por un nuevo sendero de Desarrollo Humano basándonos en formas “nacionalístas” para el desarrollo del petróleo? Todavía se dice y se ofrece con la seguridad con la que hasta ahora hemos hecho las eternas promesas incumplibles, que tenemos las riquezas en el subsuelo y que con giros de prestidigitador, podremos cambiar de lo que nos embarga a una franca, inmediata y segura recuperación. Hay incluso quienes expresan claramente que podremos convertirnos en breve tiempo y a través de las mismas “suertes” en miembros de la comparsa de los mayores productores de petróleo del mundo y acceder a los sitiales de los países con gran desarrollo. Los más modestos hablan de que aún tenemos la riqueza del petróleo y que solo es necesario un cambio de rumbo aún en el naufragio que vivimos, como si el tiempo no hubiera actuado en contra de lo que tenemos y que no sufriéramos el retroceso que ha significado en nuestro Desarrollo Humano.

Con la realidad ya clara de que nuestro petróleo nunca llegará a tener de nuevo la capacidad de permitir hacer promesas de encantador, habiendo destrozado al país en su estatura moral, ética y ciudadana, con un parque alternativo de producción destrozado, con un candado legal, financiero y político impuesto al desarrollo del petróleo, con las finanzas públicas en ruinas y desechas, con necesidades incrementales no atendidas en infraestructura, con partidos políticos que todavía usan las armas del enemigo como razonamiento para optar a la elección, con un electorado cada día menos capaz de escoger el mejor camino, con una escasez de recursos humanos capacitados para la tarea que tendríamos que atacar, con un endeudamiento cada vez mayor y relativamente multiplicado por nuestra incapacidad para cubrir las obligaciones, sin un plan nacional en forma de contrato político obligante, con un enfoque comunistoide en cuanto al enfoque sobre las acciones necesarias y, finalmente, sin suficiente gente calificada para incorporarse al trabajo que será necesario iniciar, ¿podemos pensar que con las mismas ideas de siempre saldremos del inmenso pantano de arenas movedizas en el cual nos encontramos?

Nuestra nueva realidad significa que no podremos retomar el hilo de lo que fue nuestra pujante industria petrolera (con todo y las limitaciones filosóficas impuestas por los gobiernos de turno). No tenemos el dinero propio, ni la reputación, ni la confiabilidad necesarias para atraer la inversión extranjera que es y será, por mucho tiempo en el futuro, la base de sustentación de nuestro posible progreso en materia petrolera y del progreso de la actividad en otras áreas industriales, en un país que ha desatendido inexorablemente a la tecnología y que ahora y por mucho tiempo por venir, exigirá resolver las difícilmente borrables dudas creadas por la acción de nuestros gobernantes y ciudadanos a través de un proceso de profundización del desorden y la corrupción como uso y costumbre nacionales.

Caracas, Julio de 2015.

odoardolp.blogspot.com

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