viernes, 19 de febrero de 2016

El petróleo y nuestras necesidades.
Por: Odoardo León-Ponte.
De repente y “sin darnos cuenta”,  hemos entrado en la etapa” post” petróleo y los caminos apuntan a una muy difícil situación que requerirá una confrontación con nuestras ideas de siempre, sin que sean aplicables a la nueva etapa que nos ha caído encima. La dependencia de nuestra riqueza fortuita que no ha sido producto de nuestro esfuerzo y que con el esfuerzo más reciente hemos destruido al igual que todo lo demás, ya no nos permitirá seguir disfrutando de una riqueza que se nos ha escapado por no haber sabido invertirla para desarrollar nuestro país y lograr la libertad y la democracia que solo resultan del Desarrollo Humano. Añadamos a esto que no tenemos experiencia en cómo atacar esta situación, ya que ahora no tenemos la amplia base de sustentación que tuvimos  en el pasado, aún en los peores momentos, y que   nos ofreció el petróleo. Se trata de una circunstancia en  la que tendremos que usar nuestro ingenio y creatividad para aplicar nuevas fórmulas enormemente distantes de las que hemos conocido. Será necesario olvidarnos de las acciones que “sin querer queriendo” hemos aplicado en el pasado y que tristemente nos han traído a la caótica situación que ahora vivimos. Ya resultará risible hablar de izquierda, marxismo, comunismo, imperio, nacionalismo, “hecho en Venezuela”: ninguna de esas referencias nos  ha servido para desarrollar nuestro país. ¿Qué hacer? Parecería que la Providencia nos ha llevado al momento en el que tendremos que tirar por la borda todo el atajo de preceptos políticos inadecuados de antaño, para poder salir de este atolladero.

Ya no nos sirven los conceptos de protección a ultranza de nuestra actividad industrial, del manejo y control por parte del estado de los medios de producción y distribución, del manejo  por parte del estado de la producción petrolera, del manejo por parte del estado de la construcción de viviendas, de la incorporación de trabajadores al sector estatal con fines electorales, del uso del poder del estado y del nexo con él con fines de enriquecimiento ilícito, de la interferencia del estado en el manejo de la empresa privada que impida el progreso, del control de precios por medios insostenibles, de la desatención por parte del estado de sus obligaciones de satisfacer las necesidades de la población en materia de, infraestructura, servicios,  educación, salud y seguridad. Se inicia una etapa en la que cada quién deberá velar por lo que le corresponde dentro de un estado con objetivos liberales que son los que nos darán a los ciudadanos la libertad y la democracia de las que no hemos disfrutado en forma continuada y creciente. Ya no podemos manejar con escasez de criterio las responsabilidades de estado acudiendo al control como mecanismo para lograr un aparente progreso. Hay que dejar que las fuerzas naturales sean las que gobiernen las relaciones y que el estado se ocupe de fijar y reglamentar el funcionamiento del país con fines de desarrollo, de Desarrollo Humano.

Se trata nada más y nada menos que de hacer todo lo que no hemos hecho desde que apareció el petróleo pero de hacerlo de una manera distinta que permita lograr el Desarrollo Humano de la gente para beneficio del país. De cambiar en forma radical el enfoque de desarrollo para que haciendo uso de las lecciones producto del fracaso, podamos desarrollar fórmulas nuevas y  enriquecedoras. Si es verdad que se aprende de los errores, usemos la amplia variedad de aquellos en los que hemos incurrido hasta ahora para trazar nuevos caminos. ¿Si ni lo hacemos ahora, qué futuro nos depara el país en que vivimos?
Caracas, Febrero de 2016.
odoardolp.blogspot.com

@oleopon    

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