El petróleo y
nuestras necesidades.
Por: Odoardo León-Ponte.
De repente y “sin darnos cuenta”, hemos entrado en la etapa” post” petróleo y
los caminos apuntan a una muy difícil situación que requerirá una confrontación
con nuestras ideas de siempre, sin que sean aplicables a la nueva etapa que nos
ha caído encima. La dependencia de nuestra riqueza fortuita que no ha sido
producto de nuestro esfuerzo y que con el esfuerzo más reciente hemos destruido
al igual que todo lo demás, ya no nos permitirá seguir disfrutando de una
riqueza que se nos ha escapado por no haber sabido invertirla para desarrollar
nuestro país y lograr la libertad y la democracia que solo resultan del
Desarrollo Humano. Añadamos a esto que no tenemos experiencia en cómo atacar
esta situación, ya que ahora no tenemos la amplia base de sustentación que
tuvimos en el pasado, aún en los peores
momentos, y que nos ofreció el petróleo. Se trata de una
circunstancia en la que tendremos que
usar nuestro ingenio y creatividad para aplicar nuevas fórmulas enormemente
distantes de las que hemos conocido. Será necesario olvidarnos de las acciones
que “sin querer queriendo” hemos aplicado en el pasado y que tristemente nos
han traído a la caótica situación que ahora vivimos. Ya resultará risible hablar
de izquierda, marxismo, comunismo, imperio, nacionalismo, “hecho en Venezuela”:
ninguna de esas referencias nos ha
servido para desarrollar nuestro país. ¿Qué hacer? Parecería que la Providencia
nos ha llevado al momento en el que tendremos que tirar por la borda todo el
atajo de preceptos políticos inadecuados de antaño, para poder salir de este
atolladero.
Ya no nos sirven los conceptos de protección a ultranza
de nuestra actividad industrial, del manejo y control por parte del estado de
los medios de producción y distribución, del manejo por parte del estado de la producción
petrolera, del manejo por parte del estado de la construcción de viviendas, de
la incorporación de trabajadores al sector estatal con fines electorales, del
uso del poder del estado y del nexo con él con fines de enriquecimiento
ilícito, de la interferencia del estado en el manejo de la empresa privada que
impida el progreso, del control de precios por medios insostenibles, de la
desatención por parte del estado de sus obligaciones de satisfacer las
necesidades de la población en materia de, infraestructura, servicios, educación, salud y seguridad. Se inicia una
etapa en la que cada quién deberá velar por lo que le corresponde dentro de un
estado con objetivos liberales que son los que nos darán a los ciudadanos la
libertad y la democracia de las que no hemos disfrutado en forma continuada y creciente.
Ya no podemos manejar con escasez de criterio las responsabilidades de estado
acudiendo al control como mecanismo para lograr un aparente progreso. Hay que
dejar que las fuerzas naturales sean las que gobiernen las relaciones y que el
estado se ocupe de fijar y reglamentar el funcionamiento del país con fines de
desarrollo, de Desarrollo Humano.
Se trata nada más y nada menos que de hacer todo lo que
no hemos hecho desde que apareció el petróleo pero de hacerlo de una manera
distinta que permita lograr el Desarrollo Humano de la gente para beneficio del
país. De cambiar en forma radical el enfoque de desarrollo para que haciendo uso
de las lecciones producto del fracaso, podamos desarrollar fórmulas nuevas y enriquecedoras. Si es verdad que se aprende de
los errores, usemos la amplia variedad de aquellos en los que hemos incurrido
hasta ahora para trazar nuevos caminos. ¿Si ni lo hacemos ahora, qué futuro nos
depara el país en que vivimos?
Caracas, Febrero de 2016.
odoardolp.blogspot.com
@oleopon
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