¿Cuál es nuestro problema?
Por: Odoardo León-Ponte.
La membresía de los
pensantes en nuestro país analiza la situación desde el punto de vista de sus
aspectos financieros y piensan que ella puede resolverse con el rescate de las
finanzas del país y lo intentan pensando en el rescate del petróleo pero
basándose en el rescate de Pdvsa. Sin duda que el rescate financiero del país es
indispensable para salir adelante y en cualquier caso habrá que pedir prestado en
cantidades enormes como lo tuvo que hacer Grecia. Pero hablemos de Pdvsa, bajo
la premisa de que una empresa para ser efectiva y exitosa debe reunir, entre
otras, ciertas características: idoneidad, profesionalismo, capacidad, eficiencia,
productividad, capacidad e independencia financiera y técnica en cuanto a sus
decisiones, pero sobre todo en cuanto a su orientación. ¿Qué ha llegado a ser
Pdvsa Siglo XXI?
Desde el punto de vista
financiero Pdvsa no dispone de suficiente capital, ni ingresos, ni para
inversiones ni para el mantenimiento de su planta ni de sus operaciones. Está
sobredimensionada en cuanto a su nómina, orientada, además, a actividades que
no le son propias. Su personal es proclive a y acata las pautas políticas que
le fija el ejecutivo y no tiene la capacidad ni las características necesarias
para operar lo que tiene, (su producción, refinación y ventas vienen
descendiendo desde 1999) sea de petróleo o de otra índole. La plante física de
la empresa está en el suelo y es imposible que pueda actualizarse de un día
para otro para volver a su capacidad instalada de fines del Siglo XX, mucho
menos a las nuevas dimensiones cónsonas con los mayores requerimientos del país.
Su potencial y capacidad de producción han tomado un curso de reducción como
consecuencia de su incapacidad por la decapitación realizada por el
desaparecido: despidió a todo el personal idóneo de alto nivel y capacitación y
dejó la actividad en manos de la gente menos capacitada e insuficiente
numéricamente: una brecha insalvable. Los ingresos de Pdvsa no cubren sus
necesidades y por ello su operación es financiada con préstamos del Banco
Central de Venezuela. Además Pdvsa está sobregirada en su capacidad de
endeudamiento de modo que más bien se estima que podría haber un “default” en
cualquier momento dentro de la estructura financiera reducida del estado y de la
dependencia de ambos de la suerte del petróleo. Una parte importante de su
producción está comprometida en suministros que no generan ingresos directos
producto de su actividad. Su planta física de antaño ha sido reducida en el
exterior hasta el punto de que ahora ofrece descuentos en sus precios a los
refinadores. Sus ventas son minoritarias en cuanto a aquellas que le son
pagadas en efectivo y de inmediato y su principal, más cercano y menos costoso
mercado se ha reducido en función de las decisiones políticas que han afectado
su actividad, dándole preferencia a mercados menos rentables y más distantes.
Pdvsa, que se encuentra en las condiciones antes enunciadas, es accionista
mayoritaria de las empresas mixtas cuyas operaciones debe dirigir dentro de su
incapacidad instalada desde el punto de vista numérico, de calificaciones y
financiera. La Faja que es “la mayor reserva de crudo del mundo” (aunque ello
se haya determinado unilateralmente fuera de los parámetros aceptados
internacionalmente) es del tipo de crudo de menor valor, de peor calidad y de
mayor costo del mundo (en el pasado se la identificó internacionalmente como
“bitumen”) y requiere inmensas inversiones, tecnología (en manos de las
empresas privadas) y tiempo para llegar a un determinado nivel de producción,
de modo que la probabilidad de que la Faja se convierta en el desiderátum desde
el punto de vista de la solución a nuestros problemas financieros presentes y
futuro es una quimera.
¿Puede alguien sensato considerar,
a la luz de las realidades antes expuestas, Pdvsa sea recuperable o siquiera viable?
¿Y qué piensan los políticos de turno? ¿Cuál sería la nueva estrategia: el
nuevo rumbo?
Caracas, Junio de 2016.
odoardolp.blogspot.com
@oleopon
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