¿Qué hacer con nuestra
realidad?
Por: Odoardo León-Ponte.
Recientemente Saudi Arabia emitió su plan 2030 (http://saudigazette.com.sa/saudi-arabia/full-text-saudi-arabias-vision-2030/)
que debe ser lectura obligatoria como
documento de interés general y para buscar alguna orientación y comparación con
lo que hemos venido haciendo a través del tiempo en este, nuestro país y orientarnos sobre la necesidad de introducir
nuevos enfoques de dirección que deberíamos
tomar. Nos daremos cuenta de que necesitamos redefinir y anotar expresamente
los conceptos que nos deben guiar y que en general hemos dado por sobre entendidos,
a pesar de que nunca los hubiéramos definido y que, con el correr de los años, hemos
dejado que se disipen si es que alguna vez fueron remotamente claros. (¿Por qué no tenemos un Museo de El
Libertador?) El desorden y el desastre que nos aquejan hacen necesario un corte
de cuentas en el que debemos definir quiénes somos y que queremos, cuáles son
nuestras bases para considerar que somos un país; en fin que determinemos
nuestras fortalezas como comunidad, basadas en nuestra historia y en nuestro cierto
presente y tracemos una ruta que nos guíe en nuestra travesía en este mundo
cambiante en el que se nos hace tan difícil sobrevivir y participar. Además, y
guardando las diferencias, estaríamos viendo cómo piensa el líder exitoso de la
OPEP, lejano en algún parecido con nosotros, sobre todo en su manera de pensar
sobre hacia dónde dirigirse y por qué. Nótese que en sus planes ellos no hablan
de derecha, izquierda, centro, comunismo, nuevo hombre, socialismo, pueblo,
etc., que parecen ser los principales vocablos que nuestros líderes son capaces
de utilizar en la definición de nuestras orientaciones.
El Plan de Saudi Arabia habla de bases, razones, y, sobre
todo, de metas medibles y comparativas contra la realidad a nivel mundial en
cada actividad. El plan, que fija las metas transitorias hasta el 2030, reconoce
las fallas en la oferta versus las aspiraciones de la gente y acepta abiertamente
en un documento que es público, que es necesario atraer e incorporar plenamente
la inversión privada, los recursos humanos calificados de primer orden y
desarrollar e incrementar la actividad de las ONG’s. El plan habla de salud y
vida, de la familia como piedra angular de la educación de los hijos; promueve
el apoyo al sector privado para que compita con el sector público. Habla de
diversificar (¿desde cuándo no oímos
hablar de eso?) los recursos y la economía, de la apertura hacia el mundo (y no
del enconchamiento “¿protector?”), de la privatización de servicios
gubernamentales. Habla de metas comparando con lo actual y lo usual en los
países desarrollados; reconoce las fallas, prohíbe la corrupción. Claro que hay
gente que piensa que es un plan ambicioso, pero el plan mismo lo reconoce y,
por ende, fija la ruta, las acciones y el compromiso necesarios para llevarlo a
cabo. Claro, ellos también han aprovechado la bonanza petrolera que nosotros
hemos desperdiciado y están en una posición privilegiada (“al César…) y eso
hace que su plan sea viable y tenga las bases para sustentarlo, pero no hace
que nosotros no necesitemos en mayor grado un plan ajustado a nuestras tristes
realidades sino que, además, hace que para nosotros sea indispensable, más aun,
la formulación de un plan reñido con todas las malas prácticas que hemos
desarrollado y que conocemos, tanto del pasado como del presente. Hace
necesario que nos incorporemos a un nuevo plan de desarrollo partiendo de cero
o de lo poco que nos queda y con lo cual podamos contar. Para Saudi Arabia es
cuestión de lograr el mayor progreso posible: para nosotros es cuestión de vida
o muerte.
Caracas, Junio de 2016.
odoardolp.blogspot.com
@oleopon
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