El Petróleo y nuestro
futuro.
Por: Odoardo
León-Ponte.
Venezuela, país petrolero, ha caído en un estado de
insolvencia cuya magnitud se conocerá cuando salgamos de estos largos años de
un nefasto régimen. Pero como las “oportunidades las pintan calvas” es el
momento, por necesidad imperativa, de cambiar todos nuestros paradigmas de ”estatización”
en materia petrolera (y en todas las otras áreas) desarrollados a lo largo del
período comprendido entre 1945 y esta fecha. No tenemos marcha atrás, debido a nuestra
insolvencia financiera y de recursos humanos. ¿Por qué nuestra insolvencia?
Primero: el
petróleo requiere una fuente ininterrumpida de inversión y de gente calificada para
su desarrollo y permanencia y para
aprovechar las oportunidades de crecimiento, compensar los altibajos de
los precios que no dependen de nosotros sino de las circunstancias económicas y
políticas de un mundo que nosotros no controlamos y que debe ser independiente
de los requerimientos para otros propósitos del estado. Esto hace necesario derivar
nuestro futuro hacia una amplia gama de soportes que solo se podrá lograr a través
de la inversión proveniente de la empresa privada que dispone de los fondos
(nosotros nos hemos convertido en unos limpios), el personal y la tecnología,
propia o adquirida, para desarrollar, tanto el petróleo como las otras
actividades. De esa manera el petróleo y las otras actividades, a través de los
impuestos y las divisas que puedan producir, permitirán mantener un estado
austero e importar productos, materias primas e insumos para la industria, el
comercio y los servicios, tanto públicos como privados. Segundo: El estado debe implantar políticas de apertura que
conduzcan al desarrollo de la industria y de la agricultura, dejando que sea
ese sector el que determine la forma en que se crearán y expandirán las áreas
de producción, proveyendo ese estado las reglas y reglamentos para su
desarrollo, regulando en forma ágil y no obstaculizadora, su desenvolvimiento.
Aquí debemos incluir al turismo en el que tenemos dádivas de Dios que no hemos
sabido explotar. Aprendamos de los mexicanos y los españoles. Tercero. Con los fondos del petróleo y
de la actividad industrial (incluyendo el turismo) y agrícola, a través de los
impuestos, se generarán los fondos necesarios para que un estado, austero y
honesto en vez de dispendioso y licencioso con la corrupción, atienda a las necesidades
básicas de la población, conducentes al Desarrollo Humano, en materia de salud,
educación, seguridad, trabajo, capacitación y participación, junto con el sector
privado. Fuera quedan las ínfulas de un estado omnipotente que maneje actividades,
salvo la educación, la salud, la seguridad y la capacitación, todas gratuitas,
y la defensa de la patria.
Lo anterior es “libro primario” en el mundo de hoy, por
lo que en nuestro caso debemos buscar los
caminos distintos a los que hasta ahora hemos seguido, plagados de ideas de
izquierda, (de librito imposible) que debemos reemplazar con criterios de
desarrollo de las necesidades de la gente, determinadas por, para y con ellos,
en función del Desarrollo Humano y de generación de fondos a través de los
impuestos en contraste al rentismo que ya no es posible. Aparte, es necesario
que nuestros líderes políticos incorporen a su creencia los conceptos y
criterios propios de estadistas, se aboquen a ellos y se ocupen de llevar a
cabo un ejercicio que diseñe el nuevo país que todos necesitamos y queremos y
que podamos tener. El “colega” líder de la OPEP, Saudi Arabia, que puede producir todo el petróleo que le dé la gana,
ha diseñado un Plan 2030 que podría servirnos de modelo en cuanto a qué se
puede hacer y que se puede leer en http://saudigazette.com.sa/saudi-arabia/full-text-saudi-arabia-vision-2030/.
Ellos no tienen nuestros problemas, sino otros, pero miran al futuro y no al
pasado. Eliminemos nuestros retrovisores y pensemos en nuestro futuro con mente
limpia y enfoques nuevos y progresistas.
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