La necesidad de un
proyecto de país.
Por: Odoardo León-Ponte.
Si analizamos nuestra tragedia de haber tenido la
posibilidad de ser ricos y exitosos y, por el contrario, ser muy pobres, nos daremos
cuenta de que en realidad esa tragedia se debe a la falta de un proyecto
nacional de país. El Pacto de Punto Fijo intentó trazar unas reglas básicas de
proceder, pero en las distintas etapas subsiguientes de nuestra historia en el Siglo XX y en lo que
va del XXI, henos disfrazado los proyectos de los distintos gobiernos con lemas más bien electorales, salvo durante
los gobiernos de Rómulo Betancourt, cuando se aplicó lo que era su visión del
país, producto de un largo proceso de análisis basado en la vivencia y
observación de las realidades. Fuera de eso no ha habido un proyecto de país
como tal, que haya sido producto de un análisis al estilo de una empresa
cualquiera exitosa. Lo que hemos tenido ha sido una discordante serie de
intentos de planes discontinuos que nos han impedido seguir una ruta bien
diseñada. Finalmente hemos desembocado en el desastre que vivimos, donde la
acción no ha tenido ni pies ni cabeza y ha sido producto de disparar sin ver, hacia
objetivos indefinidos, sin acertar en ningún caso. Podríamos pensar que la
falta de ese plan nacional en el tiempo después de Rómulo Betancourt, nos ha
traído a la tragedia actual.
Ha habido planes de la nación pero no ha habido una
rectoría en el sentido de lograr un progreso continuo basado en un plan entendido por todos.
Siempre hemos tomado las acciones pensando en que haya un enemigo que nos pueda
perjudicar y el resultado de esas acciones nos ha llevado al fracaso. Si
tomamos como punto de partida la aparición del petróleo, cuyo mal manejo hemos convertido
en realidad frente a las opciones que se nos presentaron en el tiempo y no permitimos: hemos optado por la
actitud del rentista que piensa que siempre se resolverán los problemas porque
para eso tenemos el petróleo. Hemos dejado que el concepto de renta haya
impedido el verdadero desarrollo, que no es otro que la diversificación real de
nuestras fuentes de generación de riqueza, única ruta efectiva de progreso.
Siempre hemos tenido un estado atravesado y limitado por las ideas políticas de
izquierda, en vez de aquel que las descartara y se esforzara en lograr el
verdadero desarrollo del país; el Desarrollo Humano, basándose en ideas
liberales.
Debemos pensar que la tragedia que vivimos merece
diseñar y ejecutar, por primera vez, un
plan viable de país basado en las necesidades de la gente determinadas por,
para y con ellos. No basta limpiar de impurezas a una constitución diseñada a
la imagen y semejanza de un ignorante mal intencionado. Se requiere el diseño
de un nuevo país que propenda al Desarrollo Humano: a la búsqueda de convertir
en realidad las soluciones a las esperanzas de la gente, sobre las cuales todos
nuestros políticos de turno han basado todas sus promesas incumplidas. Entre
las cosas que debemos determinar están quienes somos y qué somos, hacia dónde
queremos ir y cómo pensamos lograrlo como conjunto nacional y no como dictamen
de las cúpulas de turno. Es un ejercicio que nunca hemos hecho y que es vital a
la luz de la experiencia negativa de cien años de “desarrollo” del petróleo. No
basta crecer, que no lo hemos hecho en formas sana a pesar de haberlo
“intentado” y logrado a veces: es necesario definir para qué queremos crecer y
cómo queremos hacerlo y dejarlo plasmado de manera que sea la base del proceder
de nuestros gobernantes y de la comunidad en forma permanente. De esta manera
podremos desarrollar un entendimiento general que nos permitan actuar
coordinadamente, en vez de que cada quien continúe “jalando” la sardina para
sus propios intereses sin remar parejo y en la misma dirección. Así lograremos el
desarrollo sostenido y creciente de nuestro país al fortalecer la base de su sustento.
Caracas, Junio de 2016. odoardolp@gmail.com odoardolp.blogspot.com
@oleopon
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