martes, 8 de diciembre de 2015

El blindaje del petróleo.
Por: Odoardo León-ponte
Partiendo de la premisa de que ahora, más que nunca, dependemos del petróleo para nuestra subsistencia como país, debemos diseñar un juego de políticas y estrategias que lo protejan para que nuestro país sea viable: debemos “blindar” al petróleo para minimizar la posibilidad de que las acciones desacertadas de las que ha sido objeto no vuelvan a ocurrir. De otra forma seguiremos siendo un país de “estira y encoje” que no llegará a desarrollarse nunca y que seguirá sometido a lo que suceda de acuerdo con la mejor o peor voluntad del gobernante de turno y sin factor de continuidad para el progreso. Llevamos cien años de actividad petrolera, buscando la forma de evadir la mejor manera de enfocar su verdadero desarrollo con excusas y fórmulas inaceptables. Se trata ahora, con base a esos  cien años de experiencias y fracasos, de asegurar el blindaje de la actividad petrolera para que sea posible asegurar que esta produzca lo que necesitamos como base para nuestro desarrollo. No se trata de fórmulas de izquierda o de derecha en el manejo del petróleo en sus distintos grados, como anotan algunos observadores poco acertados, sino de disminuir la posibilidad de que nuestra desacertada dirigencia pueda causar los tropiezos en su desarrollo tal y como se han anotado en los cien años que llevamos tratando de convertirlo en nuestra base de desarrollo, afectándolo negativamente cada vez más en perjuicio de nuestra gente, exceptuando a los pocos que la han usado para beneficio personal, como trampolín político o como fuente de enriquecimiento.

¿Qué deberíamos haber aprendido? 1. Que el petróleo requiere dinero (que no tenemos), tecnología (que no tenemos ni tenemos con qué comprar) y recursos humanos calificados (que no tenemos ni podremos pagar) y que esos recursos están en manos del inversionista privado. 2.  Que nunca hemos tenido (y ahora menos) esos recursos financieros y humanos (mucho menos después de la “decapitación”) y si los tuviéramos, serían necesarios para hacer todo lo que no hemos hecho en estos cien años de” bonanza” petrolera en áreas distintas al petróleo. 3. Que las alianzas con empresas estatales traen compromisos políticos que deben quedar fuera del negocio petrolero. 4. Que el manejo del petróleo requiere independencia para las decisiones sobre inversión que deben estar ligadas a las necesidades del negocio y no limitadas por las del estado. 5. Que el estado debe permitir y promover (y no frenar) el crecimiento de la actividad petrolera a través de las inversiones del capital privado. 6. Que la clave para el crecimiento del país está en el crecimiento de la capacidad de la industria petrolera, ahora diezmada, para generar fondos que puedan ser utilizados a su vez para el desarrollo del país y que estos fondos sean distintos a los que se requieren para el desarrollo del petróleo. 7. Que desde la perspectiva a futuro, igual situación tenemos en cuanto a toda la ristra de empresas quebradas pertenecientes al capitalismo del estado y al que, en lógico paralelo, debemos aplicar las mismas pautas: Cantv, Sidor, café, aluminio, etc. 8. Que todos los fondos que podamos generar en el corto y mediano plazo serán insuficientes para las necesidades generadas por incapacidad, indolencia o inacción y para apoyar al desarrollo de la industria privada indispensable para nuestro desarrollo.  9. Que con la crítica situación que hemos desarrollado no podremos, consciente y responsablemente, creer que podremos disponer de los fondos y recursos humanos necesarios para cumplir esa gesta, dentro de una estrategia unida a un capitalismo de estado: créelo sería soñar despiertos. 10. Que mientras menos fondos pasen por las manos del estado, menos oportunidad habrá para la corrupción. Y por andar soñando despiertos durante estos cien años es que no viajamos en el tren del desarrollo basado en el petróleo y hemos perjudicado la posibilidad de una democracia fundamentada en una economía basada en pilares suficientemente fuertes para mantener la libertad basada en conceptos de Desarrollo Humano.

Caracas, Diciembre de 2015. odoardolp@gmail.com odoardolp.blogspot.com @oleopon  

viernes, 4 de diciembre de 2015

El petróleo y la realidad actual.
Por: Odoardo León-Ponte.
Los tiempos han cambiado. Ya no somos ni podremos llegar a ser el gran país petrolero que en alguna oportunidad fuimos o que pudiéramos haber sido si no hubiéramos tomado el derrotero que tomamos. Analicemos el panorama actual.

Pdvsa se ha descolgado de su sitial de excelencia de otras épocas, una vez tomada la decisión equivocada de estatizar la actividad y abierto el camino para convertirla en fuente de poder político en vez de en fuente de fondos para el desarrollo. Con el agregado de la estatización adicional en todos los renglones de la actividad industrial, o comercial, el caudal de fondos para el desarrollo del país se ha reducido a cero, ya que lo poco que queda se va a la actividad política para el mantenimiento del poder y el mantenimiento de una economía de hambre. Pero los fondos tampoco alcanzan para esa actividad ya que por dedicarlos exclusivamente en esa función se desatiende a los esencial de la vida, como son la salud, la educación y los servicios, llegándose al punto de deshacer con una mano lo que se quisiera hacer con la otra.Los líderes políticos de los viejos y nuevos partidos siguen hablando en términos del ¿qué? Y se olvidan o no saben ¿cómo? cambiar la situación, cómo enderezar al país enrumbándolo por derroteros de progreso. Parecería que los viejos no han aprendido que sus acciones contribuyeron a lo que tenemos y que los nuevos están aprendiendo de ellos y repitiendo el mismo cacareo, en vez de definir nuevas estrategias  para el desarrollo. Quizás eso se deba a que no ha habido un adecuado  relevo generacional y permanecen en acción personajes que debieron haber pasado a la retaguardia. Y los nuevos solo se ven en el espejo o en el reflejo de aquellos que habiendo tenido la posibilidad de cambiar para el progreso solo siguieron haciendo lo mismo que no ha generado resultados positivos.

Si tomamos el ejemplo del petróleo, los políticos, aún los nuevos, piensan que la producción podrá subir de inmediato para remediar nuestros males: se olvidan de que un proyecto de la faja se tardaría por lo menos 10 años en llegar al punto de equilibrio (break even) con inversiones considerables y que las ganancias se generarían en los años subsiguientes y que tendrían que darse las condiciones requeridas para que los inversionistas privados vinieran a invertir (habría que deshacer el candado petrolero). Peor aún, ahora la carga es total sobre el petróleo mermado, diezmado y encadenad porque, aparte de él, aunque insuficientemente,  ahora no hay un parque industrial privado que pueda contribuir a balancear la carga para satisfacer las inmensas necesidades causadas por el trajinar sobre la obstaculización del desarrollo petrolero. Pero ¿cómo hacer para remediar nuestras necesidades acumuladas y proveer un caudal creciente de ingresos que permita recuperar cien años de actividad petrolera tirados por la borda? Ya no tenemos ni el dinero ni la tecnología ni los recursos humanos (se les decapitó) para hacerlo bajo la fórmula de un “capitalismo fracasado de estado” que en estos momentos y por el futuro inmediato nos agobia.


Necesitamos nuevas ideas de nuevas gentes que traigan consigo nuevos enfoques para sacar a nuestro país del deterioro generalizado al que nos han llevado todos los enfoques negativos e improductivos que hemos desarrollado en estos cien años de dependencia petrolera. Durante esos cien años solo hemos dado traspiés pensando que los enfoques izquierdistas en materia económica eran la fórmula para un desarrollo con paso firme de continuado progreso. Nos equivocamos. Requerimos un nuevo enfoque de capitalismo de mercado basado en la inversión de la empresa privada confiando en que el estado pueda realmente resolver las que son sus verdaderas responsabilidades. Caracas, Noviembre de 2015. odoardolp@gmail.com  @oleopon

martes, 1 de diciembre de 2015

El petróleo: una nueva estrategia.
Por: Odoardo León-Ponte.
La comercialización de crudo y productos en el mercado petrolero (la sangre de nuestro sistema) requiere políticas y estrategias que aseguren la flexibilidad necesaria para aprovechar las alternativas de los vaivenes del mercado internacional. Esas políticas y estrategias serían aplicables tanto a la producción propia (si es que en definitiva conviene tenerla a la luz de la tragedia de Pdvsa) y a la producción de terceros que en todo caso será una necesidad perentoria. La flexibilidad está en aprovechar principalmente: 1. Las variables del mercado en cuanto a dónde esté la ganancia, teniendo la capacidad necesaria para ganar aguas abajo o aguas arriba sin tener que cerrar producción, cuando la ganancia está aguas abajo; es decir: poder tener la capacidad de colocar en nuestras refinerías, en todo caso, lo que produzcamos que sea de menor posibilidad de colocación; 2. El potencial de producción (diferencial entre producción y capacidad de producción) que nos permita aprovechar las oportunidades cuando la ganancia esté aguas arriba y el mercado esté holgado; 3. Tener la óptima composición de calidad de crudos, pero sobre todo de las necesarias para los tipos de crudos de nuestras refinerías (o las de terceros a través de contratos o adquisición parcial) y para la venta en el mercado distinto al propio; 4. Poder colocar el crudo en nuestras refinerías cuando el mercado esté corto y haya que cerrar producción; 5. Disponer de capacidad de refinación en nuestro país para atender a las necesidades del mercado interno, tanto en volumen de consumo como en requerimientos de crudo para mezclas; 6. Vender principalmente al consumidor directo para evadir las posibilidades de negocios de intermediarios (corrupción) y, excepcionalmente, en el mercado “spot” al mejor postor, previa licitación; 7. Identificar separadamente la producción de “Bitumen” (crudo de la faja) de las del crudo convencional para poder apartarlo de las limitaciones a la producción de crudo convencional por nuestra participación en la OPEP; 8. Asegurar que la producción, refinación, transporte y comercialización (incluyendo el mercado interno) de crudos y productos no esté limitada por la disponibilidad de fondos por parte del estado (que requerirá por el futuro previsible y para otros fines todo lo que pueda generar) ni por las trabas a la actividad petrolera privada, fuera de las que se ajusten a las políticas y estrategias aquí enunciadas; 9. Que el crecimiento de la actividad de la industria (si es que en definitiva se decide por razones “económicamente justificables” dentro de estas políticas y estrategias el mantenimiento de una actividad petrolera en manos del estado) se base en la inversión privada asegurando así su desarrollo para generar ingresos incrementados para que el estado pueda cumplir con sus responsabilidades específicas; 10. Que lo que pudiera quedar de Pdvsa (si es que se justifica económicamente dentro de estas nuevas políticas y estrategias) se dedique única y exclusivamente a lo que tenga relación con su objetivo redefinido (nunca debió cambiarse) en términos de producir ingresos para que el estado pueda cumplir con sus objetivos redefinidos (Sería también necesaria una redefinición de las políticas y las estrategias del estado para asegurar que las nuevas para el petróleo encajen dentro de ellas). Por supuesto que todo lo anterior requeriría como condición indispensable una legislación que rompa el candado petrolero y que dé seguridad al inversionista privado de que no le cantaremos, repentinamente, y por tercera vez: “con tin coleo”.
Caracas, Noviembre de 2015.
odoardolp.blogspot.com
@oleopon
 


viernes, 27 de noviembre de 2015

El petróleo: refinación
Por: Odoardo León-Ponte.
La refinación es de mayor importancia para mejorar la rentabilidad de la producción petrolera cuando el negocio está aguas abajo y para atender a las necesidades del mercado interno cuando el costo de producir los productos es menor que el de los productos en el mercado internacional. Además, la refinación es importante para atender a calidades de crudo, como es el caso de los crudos venezolanos, estrategia de Pdvsa en el Siglo XX, en su concepción internacional (aunque un cambio de gobierno en el tiempo cambiara la estrategia sin justificación económica ni política). Hoy en día, con la reducción de la producción por causas directamente atribuibles al gobierno de turno, se han vendido algunas de las instalaciones adquiridas en aquel entonces, con la sola justificación de necesidades de flujo de caja del gobierno, sin tomar en cuenta su efecto en la competitividad de la industria petrolera nacional. Aparte, las refinerías en Venezuela que Pdvsa Siglo XX había llevado a un óptimo nivel tanto en la composición de sus plantas como en su operatividad, hoy son sitios de continuos accidentes causantes de pérdidas humanas, materiales y económicas, con efectos graves en la situación de Pdvsa al tener que importar productos que no está en capacidad de producir por esas deficiencias operativas. Agrava la situación la carencia de personal calificado para el manejo de las instalaciones, entre otras razones por la decisión absurda del difunto de botar a la plana mayor de Pdvsa. Todo esto agravado y producto de una Pdvsa que no está en capacidad de manejar los recursos que el estado le tiene encomendados, tanto en cuanto a aquellos que maneja directamente como a aquellos en los cuales es accionista mayoritaria. Y el “candado legal” existente hace que esa situación permanezca hasta tanto se cambie. ¿Cómo hacer lo que hay que hacer? ¿Cómo?

Primero que nada cambiar el enfoque político de un estado capitalista y centralizador a uno en el cual el estado se ocupe de legislar, atender a sus responsabilidades y proveer las leyes y el ambiente propicio para la mayor calidad de vida posible dentro de los conceptos de desarrollo y el consecuente Desarrollo Humano. Esto pasa por hacer que la actividad industrial pase a manos del sector privado (En este siglo y desde mediados del anterior, se ha demostrado que el estado es incapaz de proveer el crecimiento general necesario para lograr ese desarrollo. Y ello se refleja en la falta de vigencia de los “viejos” partidos políticos que todavía persisten con sus viejos estilos sin ninguna renovación ni en ideas ni en gentes. Y los “nuevos” partidos no terminan de cambiar los mecanismos para su existencia y se asimilan en sus pensamientos y mecanismos a aquellos que pretenden reemplazar.  

Para sacar el país adelante hay que hacer un cambio radical del enfoque y habilitar nuevos y modernos conceptos que propendan a la modernización del país, siguiendo el ejemplo de los países desarrollados (aunque haya que guardar las distancias) y dejando atrás todo ese subdesarrollo que nos ha afectado en la creencia de que tenemos la razón y poseemos la verdad.
Ya no tenemos excusas. Nuestra manera de pensar y de hacer nos ha llevado al despeñadero en el que nos encontramos y del que con las mismas excusas difícilmente podremos salir.
Noviembre de 2015.
http://odoardolp.blogspot.com

@oleopon

miércoles, 18 de noviembre de 2015

El petróleo y la rentabilidad.
Por: Odoardo León-Ponte.
La rentabilidad de la operación petrolera depende de la disponibilidad de petróleo, de fondos, de tecnología y de libertad de acción para promover la actividad dentro de un mercado mundial competitivo no exclusivamente OPEP. La propiedad de la operación por el estado es factor determinante para su fracaso, cuando quien tiene la propiedad de la producción no dispone de los fondos para mantenimiento y operación, ni de la tecnología, ni  los recursos humanos (que es nuestro caso hoy en día) y necesita inmensas cantidades de fondos para sus verdaderas obligaciones (también nuestro caso). Y esta realidad es aplicable en nuestro país a toda actividad, bien sea minera, industrial, agrícola, de bienes y servicios o manufactura. ¿Qué hemos hecho hasta ahora?
                                                       
Bajo la premisa equivocada comprobada en el tiempo que podemos recordar y que, analizada en su transcurso ya no admite equivocadas defensas parciales o temporales, sino un gran “Mea Culpa” con propósito de enmienda, hemos desembocado en el enorme deterioro de hoy con la implementación de un capitalismo del estado que gradualmente ha llegado a extremo. Y si analizamos nuestra acción en el área petrolera, (pero siguiendo en paralelo mental el caso, por ejemplo, de las empresas de Guayana), sin que nos equivoquemos involuntariamente o en defensa de posiciones políticas, o de razones de oposición o de que eso no hubiera sucedido bajo otros gobiernos, debemos concluir que se hace indispensable y urgente un cambio de enfoque político sobre cuál debe ser la acción del estado en el área petrolera (y en las otras): ello, si queremos progresar de verdad. Lo que han hecho nuestros gobernantes hasta ahora, no soporta un análisis serio sometido a una necesaria pero inexistente continuidad de enfoque y acción en función del desarrollo del país. En fin de cuentas hemos hecho todo lo contrario.

La rentabilidad del petróleo para un país que, como el nuestro, depende exclusivamente de su producción, depende, a su vez, de la libertad que tenga el operador para ajustar las distintas variables de la actividad y eso no se logra, como ha sido nuestro caso, con ajustes en las leyes que de manera inflexible rigidicen la acción y mucho menos con la operación en manos de un estado generalmente incapaz para la cualquier gestión administrativa exitosa. Ese hecho, además de la debilidad política del estado que no tiene el inversionista privado, es un factor que reduce las posibilidades de mantener la rentabilidad de la operación. Y si a eso le agregamos la usual mala administración de las empresas en manos del estado, más conveniente aún es que sea la empresa privada la que opere la actividad petrolera. Es necesario que el estado solo tenga la acción supervisora y colectora en cuanto al petróleo (y en las otras), pero con enfoques liberales que permitan una acción cónsona con las realidades del operador, para beneficio de la nación.

El enfoque tradicional de nuestros políticos de estatizar u obstaculizar la operación petrolera privada con fines “patriotas”, no provee ninguna alternativa de progreso; así lo hemos constatado. Recordemos que fue necesario volver a una fórmula similar a las concesiones con los contratos de operación en la faja, para aumentar la rentabilidad (el ingreso) para el estado, pero la indignante intransigencia del más reciente pasado nos retrotrajo a la peor alternativa. Por estar  a punto perder el tren del progreso, es urgente cambiar la filosofía política para que el estado se aparte de la operación de la actividad industrial y agrícola. Ya no hay razones para no hacerlo: se hace obligatorio. Pero los políticos y sus partidos no hablan del cambio necesario. O esconden sus verdaderas intenciones o asumen que la situación es normal y no de grave emergencia. En ambos

 Casos la posición es grave. Caracas, Noviembre de 2015. odoardolp@gmail.com odoardolp.blogspot.com @oleopon

miércoles, 11 de noviembre de 2015

El petróleo y la Inversión.
Por: Odoardo León-Ponte.
La explotación del petróleo, como cualquier actividad, requiere la oportuna dedicación de fondos para su desarrollo y operación: de otra forma se estanca o se deteriora la actividad. En nuestro caso eso ya es obvio: lo hemos visto con nuestros propios ojos y vivido en carne propia durante los cien años de explotación petrolera y, más intensa y, fehacientemente, en lo que va de Siglo XXI. ¿”Qué” ha pasado y “cómo” podemos cambiar la situación?

Durante el ostracismo, inmediatamente después de él, durante el período de Pérez Jiménez con concesiones y durante el segundo gobierno de Caldera con la apertura petrolera, hubo inversión importante en el desarrollo de la industria petrolera para expandir la producción de petróleo. ¿Por qué?  Porque las inversiones las hizo el sector privado y el estado se limitaba a recibir los impuestos y las regalías que le correspondían, aunque fueran insuficientes para sus requerimientos; condición solo atribuible al estado.  Es cierto que durante los períodos distintos a los anteriores hubo inversión, pero en un caso se trató de aquella orientada a la máxima explotación y no al desarrollo y en el otro a la recuperación del desarrollo de la actividad que, por culpa de nuestros gobiernos, no se había realizado. Y durante este Siglo XXI lo que se ha logrado es el caos en la explotación y desarrollo del petróleo con un potpurrí indigesto de criterios que han llevado a la industria que sustenta al país a la situación tragicómica que ya hoy todos conocemos, aunque algunos todavía tengan la osadía de pensar lo contrario.

El estado tiene dos necesidades: generar suficientes fondos para atender a aquello por lo que es directamente responsable, generando el crecimiento nacional que le produzca los ingresos para hacerlo y generar las bases para que la inversión de capital y generación de riqueza para que el sector privado, que es quien tiene los fondos y la tecnología, produzca la base de ingresos para que a través de los impuestos y la regalía aplicables, se produzcan los ingresos que el estado necesita para cumplir con sus obligaciones. Debemos entender, como ya se ha comprobado hasta la saciedad, que el estado capitalista solo trae ruina tarde o temprano; sobre todo cuando el viento que infla las velas del progreso no depende de las acciones estatales sino del inmenso conjunto de factores que mueven al mundo y que están totalmente fuera de su control, como vemos en momentos como el actual, cuando el precio del petróleo está muy por debajo de las necesidades de un estado que ha crecido exponencialmente en contra de todo lo que pudiera considerarse conveniente. ¿Es que acaso se piensa que así se pueden controlar esos vientos? (Arabia Saudita se puede dar el lujo de expandir su producción en estos momentos de reducción de los precios porque tiene los fondos acumulados, los excedentes y la capacidad de producción necesarios para aprovechar en su favor los factores del mercado dentro de una estrategia que visualiza un futuro mejor para los precios en función de un mercado mayor, cosa que nosotros no podemos hacer aunque tengamos la ”mayor reserva de crudo” (¿o de bitumen?) del mundo. )

Para generar un crecimiento de la economía que genere a su vez la base impositiva para generar los ingresos requeridos por el estado (planteamiento básico de un nuevo enfoque sobre la rectoria del estado), hay que atraer y promover a los inversionistas que tienen los fondos (que ya sabemos que no es, no ha sido, ni lo será  el estado venezolano por el solo hecho de ser dueño de todo lo que está debajo y encima de la superficie del país), es necesario crear las bases para que vengan esos fondos y que el estado se beneficie de la riqueza producida por ellos. En base a los cien años que tenemos manejando la economía y la interfase entre el capital privado y el estado (capitalista), todos hemos salido perdiendo excepto  quienes indebidamente se han beneficiado de las realidades que nos ha llevado al triste estado de deterioro en el que nos encontramos. Zapatero a tus zapatos. Dejemos que quienes saben hacer las cosas y se benefician de hacerlo, produzcan la riqueza que un estado bien administrado y dedicado a su verdadera  responsabilidad pueda utilizar para que, en conjunto y no en posiciones encontradas, podamos crear el crecimiento necesario para el Desarrollo Humano en nuestro país, asegurando así la libertad y la democracia. ¡Ojo! Se nos acabó el tiempo.
Caracas, Noviembre de 2015.
odoardolp.blogspot.com
@oleopon


miércoles, 4 de noviembre de 2015

El petróleo y el candado petrolero.
Por: Odoardo León-Ponte.
El marco de la actividad petrolera la inhabilita y la imposibilita en su desarrollo: la actividad solo puede ser ejercida por empresas 51% propiedad del estado y de las inversiones correspondientes. Pero es también lo financiero, lo técnico y lo profesional, después de diez y seis años de desaciertos. Veamos “cuál” es la realidad para intentar visualizar “cómo” resolver la situación, más allá de la tesís de “aumentar la producción” que oímos en las redes políticas como una solución al “qué” y no al “cómo”.

El país no está en capacidad de extraer los recursos que tiene en el subsuelo  como operador directo de lo existente, ni para la incorporación de futura producción, ni para manejarla como una actividad comercial y no política. Tampoco está en capacidad de aportar dinero para las empresas mixtas de las cuales es accionista mayoritario. Cambia así radicalmente el enfoque sobre quiénes deben ser los actores  a participar en el proyecto, anotando que no es lo mismo que participe el estado a que participe Pdvsa, ya que tienen roles diferentes. Del rol político deben ocuparse los políticos y del rol técnico deben ocuparse los técnicos petroleros. Hablemos del “candado petrolero”.

51% de la propiedad. Un país arruinado no puede ser accionista de nada y mucho memos mayoritario. Ese es el ¿“qué”?. ¿”Cómo”?  Eliminar la restricción debida al % de la propiedad y dejar que quienes tengan los reales, la capacidad tecnológica y los recursos humanos necesarios (ya que nosotros solo tenemos necesidades) vengan a usarlos para producir la riqueza que genere una mayor base impositiva para generar fondos para que el estado los invierta en el Desarrollo Humano de la gente.

Pdvsa. Esa empresa que en el Siglo XX fuera orgullo nacional (por los resultados de su actuación no lo fue en su momento la CVP ni lo es ahora la “Pdvsa es de todos”) y que en este siglo no ha podido manejar acertadamente las responsabilidades  petroleras ni las “pedevalísticas”, debe buscar un nuevo rumbo que la reduzca a la mínima expresión, en beneficio del país. Ese es el ¿“qué”?. ¿”Cómo”? Determinar cuál es su verdadera capacidad financiera y la de sus recursos humanos (si es que las tiene) para operar las instalaciones. Con la urgencia por la emergencia reinante en la empresa y en el país, sacar fuera de Pdvsa toda actividad que no sea petrolera, establecer la capacidad financiera (que ya sabemos que no tiene) para “poner al día” sus instalaciones abandonadas y para mantener el ritmo de producción. Si no es posible financiera ni técnicamente, que es lo más seguro, licitar la operación de las refinerías y las áreas operativas (incluyendo el personal) entre las empresas privadas que son las que posean la tecnología, el capital y los recursos humanos requeridos. Licitar la explotación de nuevas áreas entre empresas privadas calificadas (para prevenir los problemas políticos relativos a las relaciones entre estados). En el mercado interno, abrir el campo, incluyendo la operación de las redes de plantas de distribución a la empresa privada para atraer la competitividad en cuanto al servicio y los productos y para usar el dinero fresco que no tenemos. Muy importante: aumentar el precio de la gasolina reduciendo así, en lo posible, el problema del contrabando de extracción y la falta de rentabilidad necesaria para la industria, el país y la operación misma. Querámoslo o no, la  palabra clave del ¿”cómo”? es privatización: la única forma de reponer la actividad a sus niveles de excelencia del Siglo XX, dado que el estado no tiene ni tendrá el capital ni los recursos humanos ni la actitud necesarios para hacer lo requerido. Así se proveería a través de la regalía, los impuestos y el precio de venta en el mercado interno, el piso financiero para el desarrollo del país y de la gente.  Cualquier otro modo  será frustrante e improductivo. Enfrentemos la realidad.

Caracas, Octubre de 2015. odoardolp@gmail.com odoardolp.blogspot.com @oleopon