martes, 1 de diciembre de 2015

El petróleo: una nueva estrategia.
Por: Odoardo León-Ponte.
La comercialización de crudo y productos en el mercado petrolero (la sangre de nuestro sistema) requiere políticas y estrategias que aseguren la flexibilidad necesaria para aprovechar las alternativas de los vaivenes del mercado internacional. Esas políticas y estrategias serían aplicables tanto a la producción propia (si es que en definitiva conviene tenerla a la luz de la tragedia de Pdvsa) y a la producción de terceros que en todo caso será una necesidad perentoria. La flexibilidad está en aprovechar principalmente: 1. Las variables del mercado en cuanto a dónde esté la ganancia, teniendo la capacidad necesaria para ganar aguas abajo o aguas arriba sin tener que cerrar producción, cuando la ganancia está aguas abajo; es decir: poder tener la capacidad de colocar en nuestras refinerías, en todo caso, lo que produzcamos que sea de menor posibilidad de colocación; 2. El potencial de producción (diferencial entre producción y capacidad de producción) que nos permita aprovechar las oportunidades cuando la ganancia esté aguas arriba y el mercado esté holgado; 3. Tener la óptima composición de calidad de crudos, pero sobre todo de las necesarias para los tipos de crudos de nuestras refinerías (o las de terceros a través de contratos o adquisición parcial) y para la venta en el mercado distinto al propio; 4. Poder colocar el crudo en nuestras refinerías cuando el mercado esté corto y haya que cerrar producción; 5. Disponer de capacidad de refinación en nuestro país para atender a las necesidades del mercado interno, tanto en volumen de consumo como en requerimientos de crudo para mezclas; 6. Vender principalmente al consumidor directo para evadir las posibilidades de negocios de intermediarios (corrupción) y, excepcionalmente, en el mercado “spot” al mejor postor, previa licitación; 7. Identificar separadamente la producción de “Bitumen” (crudo de la faja) de las del crudo convencional para poder apartarlo de las limitaciones a la producción de crudo convencional por nuestra participación en la OPEP; 8. Asegurar que la producción, refinación, transporte y comercialización (incluyendo el mercado interno) de crudos y productos no esté limitada por la disponibilidad de fondos por parte del estado (que requerirá por el futuro previsible y para otros fines todo lo que pueda generar) ni por las trabas a la actividad petrolera privada, fuera de las que se ajusten a las políticas y estrategias aquí enunciadas; 9. Que el crecimiento de la actividad de la industria (si es que en definitiva se decide por razones “económicamente justificables” dentro de estas políticas y estrategias el mantenimiento de una actividad petrolera en manos del estado) se base en la inversión privada asegurando así su desarrollo para generar ingresos incrementados para que el estado pueda cumplir con sus responsabilidades específicas; 10. Que lo que pudiera quedar de Pdvsa (si es que se justifica económicamente dentro de estas nuevas políticas y estrategias) se dedique única y exclusivamente a lo que tenga relación con su objetivo redefinido (nunca debió cambiarse) en términos de producir ingresos para que el estado pueda cumplir con sus objetivos redefinidos (Sería también necesaria una redefinición de las políticas y las estrategias del estado para asegurar que las nuevas para el petróleo encajen dentro de ellas). Por supuesto que todo lo anterior requeriría como condición indispensable una legislación que rompa el candado petrolero y que dé seguridad al inversionista privado de que no le cantaremos, repentinamente, y por tercera vez: “con tin coleo”.
Caracas, Noviembre de 2015.
odoardolp.blogspot.com
@oleopon
 


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