El petróleo: una
nueva estrategia.
Por: Odoardo León-Ponte.
La comercialización de crudo y productos en el mercado
petrolero (la sangre de nuestro sistema) requiere políticas y estrategias que
aseguren la flexibilidad necesaria para aprovechar las alternativas de los
vaivenes del mercado internacional. Esas políticas y estrategias serían
aplicables tanto a la producción propia (si es que en definitiva conviene
tenerla a la luz de la tragedia de Pdvsa) y a la producción de terceros que en
todo caso será una necesidad perentoria. La flexibilidad está en aprovechar
principalmente: 1. Las variables del mercado en cuanto a dónde esté la ganancia,
teniendo la capacidad necesaria para ganar aguas abajo o aguas arriba sin tener
que cerrar producción, cuando la ganancia está aguas abajo; es decir: poder
tener la capacidad de colocar en nuestras refinerías, en todo caso, lo que
produzcamos que sea de menor posibilidad de colocación; 2. El potencial de
producción (diferencial entre producción y capacidad de producción) que nos
permita aprovechar las oportunidades cuando la ganancia esté aguas arriba y el
mercado esté holgado; 3. Tener la óptima composición de calidad de crudos, pero
sobre todo de las necesarias para los tipos de crudos de nuestras refinerías (o
las de terceros a través de contratos o adquisición parcial) y para la venta en
el mercado distinto al propio; 4. Poder colocar el crudo en nuestras refinerías
cuando el mercado esté corto y haya que cerrar producción; 5. Disponer de
capacidad de refinación en nuestro país para atender a las necesidades del
mercado interno, tanto en volumen de consumo como en requerimientos de crudo
para mezclas; 6. Vender principalmente al consumidor directo para evadir las
posibilidades de negocios de intermediarios (corrupción) y, excepcionalmente,
en el mercado “spot” al mejor postor, previa licitación; 7. Identificar
separadamente la producción de “Bitumen” (crudo de la faja) de las del crudo
convencional para poder apartarlo de las limitaciones a la producción de crudo convencional
por nuestra participación en la OPEP; 8. Asegurar que la producción,
refinación, transporte y comercialización (incluyendo el mercado interno) de
crudos y productos no esté limitada por la disponibilidad de fondos por parte
del estado (que requerirá por el futuro previsible y para otros fines todo lo
que pueda generar) ni por las trabas a la actividad petrolera privada, fuera de
las que se ajusten a las políticas y estrategias aquí enunciadas; 9. Que el
crecimiento de la actividad de la industria (si es que en definitiva se decide
por razones “económicamente justificables” dentro de estas políticas y
estrategias el mantenimiento de una actividad petrolera en manos del estado) se
base en la inversión privada asegurando así su desarrollo para generar ingresos
incrementados para que el estado pueda cumplir con sus responsabilidades específicas;
10. Que lo que pudiera quedar de Pdvsa (si es que se justifica económicamente
dentro de estas nuevas políticas y estrategias) se dedique única y exclusivamente
a lo que tenga relación con su objetivo redefinido (nunca debió cambiarse) en
términos de producir ingresos para que el estado pueda cumplir con sus
objetivos redefinidos (Sería también necesaria una redefinición de las
políticas y las estrategias del estado para asegurar que las nuevas para el
petróleo encajen dentro de ellas). Por supuesto que todo lo anterior requeriría
como condición indispensable una legislación que rompa el candado petrolero y
que dé seguridad al inversionista privado de que no le cantaremos,
repentinamente, y por tercera vez: “con tin coleo”.
Caracas, Noviembre de 2015.
odoardolp.blogspot.com
@oleopon
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