martes, 12 de abril de 2016

Petróleo y más.
Por: Odoardo León-Ponte.
Los esfuerzos fallidos de aumentar la producción a los niveles de 1960 bajo Pdvsa Siglo XX, la falta de fondos del gobierno y la insuficiente disponibilidad de personal, unidas a los vaivenes y la baja en los precios  en el mercado, nos llevaron a la correcta decisión de la apertura como fórmula para atraer fondos para la expansión de la producción petrolera. En el Siglo XXI, la acción irresponsable y equivocada de esta gente nos ha llevado al caos que hoy enfrentamos (ver mi artículo ¿Qué hacer con el petróleo? odoardolp.blogspot.com) y han profundizado la dependencia del petróleo hasta convertirlo en la única fuente mermada de las divisas indispensables pero insuficientes para las necesidades del país. Agreguemos a esto que comienza a cerrarse la ventana del petróleo y con ello las posibilidades a futuro de nuestro acontecer como país y como comunidad. ¿Cuál es nuestra realidad y cuáles las acciones necesarias?

Las realidades: 1. Crudos mayoritariamente de baja calidad, alta inversión y alto costo de producción. 2. Instalaciones petroleras de Pdvsa en pésimas condiciones operativas y a nivel deficitario aún a niveles óptimos de manejo de lo existente, especialmente en el caso de las refinerías. 3. Pdvsa en circunstancias lamentables que la hacen irrecuperable. 4. “Candado petrolero” para la incorporación de inversión privada en petróleo. 5. Dificultades en cuanto a las decisiones necesarias con el gas libre. 6. El petróleo es la única fuente declinante existente de ingreso de divisas. 7. La economía distinta al petróleo es cada día menor y con tendencias a la desaparición. 8. Gobierno quebrado sin divisas ni para lo indispensable y mucho menos para invertir en petróleo. 9. Mercado interno de productos del petróleo plagado de problemas y a precios irrisorios. 10. Producción de crudo y productos en  declinación. 11. Importación a precios internacionales de crudo y productos para producir petróleo y para comercializar gasolina. 11. Caída de los precios del petróleo a niveles iguales o menores que los costos de producción. 12. Subsidio a países en preferencia a las necesidades elementales de la población. 13. Dependencia total en las importaciones para nuestra subsistencia. 14. Producción crudo y productos declinante y a niveles inconvenientes. 15. Mercado en proceso de reducción por las circunstancias de exceso de producción vs demanda. 16. Capacidad crediticia del gobierno agotada. 17. Y para rematar, clima insatisfactorio y una seguridad inexistente para la inversión privada nacional o extranjera.  (Y no hemos tomado en cuenta las circunstancias relacionadas con el desorden de toda índole existente en el país.) Menudo kilo de estopa. El reto: ¿Cómo convertir este enredo en un país viable?

Parecería que se necesita mucho más de un cambio de presidente para resolver la situación y enrumbarnos en un proceso de cambio radical que enmarque al país en el camino del progreso. Preguntémonos  en cada uno de los  caso de los arriba planteados si el problema quedaría resuelto con ese cambio o si se necesita mucho más de ese cambio para enderezar al país y dirigirlo hacia el logro del progreso la libertad y la democracia. Lo que está en juego es más que la simple solución a través de paños calientes al problema inmediato de hoy. Lo que está en juego es la apertura a futuro, en su sentido más amplio, para que nuestra tierra pueda  ser un país viable y productor de progreso, ya que no bastará con la renta del petróleo y por tanto tendremos que generar riqueza a través de mecanismos distintos a los que hemos conocido como país rentista.
Caracas, Abril de 2016.
odoardolp.blogspot.com
@oleopon    


jueves, 7 de abril de 2016

¿Quiénes son?
Por: Odoardo León-Ponte.
Decían quienes nos antecedieron generacionalmente y decimos quienes tenemos suficiente memoria, que antes y hasta un momento en el tiempo,  se conocía la trayectoria en materia de su especialidad de quienes eran seleccionados y designados para ocupar y ejercer cargos públicos, aunque no se estuviera de acuerdo con su posición política. A partir de un momento dado comenzaron a aparecer ciudadanos desconocidos para la comunidad, excepto en cuanto a su relación con el partido o los partidos de turno. Comenzaba la selección por afinidad política o de otra índole, para el ejercicio de los más altos cargos en el sector público y en las empresas del estado. Esa tendencia se exacerbó desde el inicio de la “Gran Venezuela” y ha llegado a la selección para dichos cargos de gente sin ningún rastro de capacidad en cuanto a las responsabilidades que se le hayan encomendado. Solo se usa la afinidad a ultranza con fórmula reñida con las que deben buscar las mejores calificaciones para ejercer las responsabilidades bajo los conceptos de conocimientos y de mejores prácticas. Ya ni siquiera se piensa en tomar en cuenta las indicaciones de posibles resultados de encuestas para determinar si una persona pudiera ser aceptable para dirigir determinada actividad. Agreguémosle que con el paso del tiempo se han ido perdiendo por razones de calendario y de inactividad en su especialidad a muchos de los que antaño fueron dirigentes en sus distintos ramos. Los que van quedando son quienes siguen su materia a través de textos sin que en la realidad tengan experiencia práctica  por haber estado apartados de la ejecutoria durante ya más de 16 años; media generación.

Por otro lado, las nuevas promociones salen de instituciones deterioradas y muchos se van al exterior en búsqueda de mejores oportunidades que aquí no consiguen y que difícilmente conseguirán en el futuro en nuestro país. Hemos entrado en una situación en la que quienes podrían servir y que pudieran ser conocidos por sus calificaciones, son a todas luces insuficientes o inexpertos en materia de su especialidad. Hemos llegado al punto de pensar que los militares, de la noche a la mañana, pueden manejar actividades tan especializadas y difíciles como el petróleo, la minería y el gas. Ya lo hicimos antes en muchas especialidades, pero este es el último eslabón en la cadena de designación por “afinidad” o “necesidad política”. Cuadro dramático el que enfrentamos y que nos cierra las puertas del desarrollo a futuro en el mediano y largo plazo. Recordemos que nos tomó 60 años heredar (porque no lo desarrollamos nosotros) el caudal de recursos humanos necesarios para intentar desarrollar la industria petrolera y que ellos están dispersos en el mundo en posiciones inalcanzables en nuestro país o como jubilados, o han desaparecido, desde que, con un pito y en televisión, decapitamos a la empresa sobre la cual reposaba nuestro futuro. Pero dicen que desde las tragedias se reestructuran nuevos enfoques. Nuestra tragedia no nos permite ir a esquemas inaplicables de épocas anteriores ni retrotraernos a las prácticas que antecedieron a los responsables de este último acto de nuestra ópera; ni continuar con la ópera porque ya termina el último acto en su máximo grado de tragedia. ¿Qué hacer?

Hay que romper los paradigmas que han sido la base de nuestro fracaso. Debemos empezar por aceptar explícitamente que el capitalismo del estado es una ruta al fracaso: lo hemos vivido y estamos sufriendo intensamente sus extremas consecuencias. Tenemos que empezar  una ruta continuada que nos asegure el éxito a mediano y largo plazo. El futuro próximo estará lleno de vicisitudes y desengaños difíciles de anticipar, pero no porque no vayan a ser difíciles. Apliquemos criterios novedosos a cada área de actividad pensando que no disponemos ni de la gente ni de los fondos necesarios.
Caracas, Abril de 2016. odoardolp@gmail.com  odoardolp.blogspot.com   @oleopon


martes, 15 de marzo de 2016

El país y las realidades.
Por: Odoardo León-Ponte.
El país ha caído en un estado de insolvencia cuya verdadera realidad se conocerá una vez que salgamos de este nefasto régimen. Pero como dicen que las “oportunidades las pintan calvas” ésta se nos presenta por la necesidad imperativa de cambiar todos nuestros paradigmas de ”estatización” desarrollados a lo largo del período comprendido entre 1945 y esta fecha, en el entendido que ya no tenemos marcha atrás, debido a que nuestra insolvencia  no es solo financiera sino en recursos humanos y mentalidad: hay que pensar con apertura mental.

¿En qué consiste y a que se debe nuestra realidad? Todas las empresas del estado están quebradas o muy cerca de ello, tanto las estatizadas en 1976 como las que han sufrido el mismo trauma desde entonces. Esa estatización es producto de la filosofía izquierdista “vendida como válida” al país de que el gobierno (y no el estado) debe sea propietario de las mal llamadas “empresas básicas”. A esto debemos agregar las acciones castrantes y causantes de insolvencia tomadas por el Chavismo desde 1999, además de su indolente política de desatender al necesario crecimiento del país y al mantenimiento y actualización del parque físico durante ese período y el inmediatamente anterior que ya significa diez y seis años del Chavismo y los años de Caldera 2: casi una generación. Y hay que agregarle el destrozo causado al sector privado a través de todas las “alcabalas” establecidas para controlar totalmente la actividad económica y política en el país al estilo cubano. Lo que se decía que no iba a pasar, pasó y ahora estamos aceleradamente llegando una realidad asimilada a la cubana.

Pero nuestra realidad y su consecuente necesidad y la oportunidad que se nos presenta coincidentalmente, hacen que el momento sea propicio para un cambio radical de nuestro enfoque: ya hemos visto que no tenemos ni los recursos financieros ni la gente para un cambio basado en fundamentos de “estatismo” con los consecuentes pecados y realidades del pasado y que nuestras ideas de antes y de ahora, no han servido ni sirven para lograr el progreso que la gente demanda (recordemos el “mea culpa”). Y nuestra verdadera opción está en poder atraer a la inversión privada, nacional y extranjera, para que podamos salir del hoyo en que hemos caído. Parecería conveniente empezar a hablar y a aplicar los conceptos de apertura económica para poder nivelar las irregularidades que tenemos y lograr como resultado a una realidad en la que existan relaciones normales entre los costos de los productos, los servicios y el ingreso: entre el costo de los servicios y su precio, entre el costo de los productos y su precio.

Si usamos el dólar paralelo como ejemplo (y también si usamos otra referencia similar) encontraremos que es imposible seguir cobrando lo que cobramos por un paquete de harina pan, por un KW de electricidad, por una hamburguesa, por el pasaje en el metro: no soportan una comparación. ¡Ah! ¿Pero y el salario? Precisamente: es en esa comparación en la que nos daremos cuenta de que en  nuestra estructura  relativa al salario vs los precios hay un desarreglo mayúsculo que seguimos tratando de tapar con paños calientes que lo que hacen es incrementar el desarreglo. Seguimos pensando en subsidios (la ayuda a los jubilados para medicinas y comida: ¿y por qué no se aumenta la pensión en vez de ir al régimen de subsidios?)  ¡Buena pregunta! Más de lo mismo. Los caminos del pasado y de este presente han estado llenos de buenas intenciones. ¿Y cuáles han sido los resultados? ¿Y cuáles serán las nuevas acciones para lograr buenos resultados?
Caracas, Marzo de 2016.
odoardolp.blogspot.com
@oleopon


martes, 1 de marzo de 2016

¿Con que y con quiénes? Petróleo.
Por: Odoardo León-Ponte.
Partamos de la premisa de que hablamos de una empresa petrolera bien manejada.
Pdvsa y el país adolecen de fallas vitales en cuanto al manejo del petróleo: no tienen ni tendrán los fondos, ni el personal,  ni los conocimientos para manejar la operación. Esta es la realidad querámosla o no. Sobre la insuficiencia de los fondos no hay duda. Sobre el personal y los conocimientos solo tenemos que comparar la producción propia de 3 millones de barriles diarios en 1999 y la actual de alrededor de 1,3 millones de barriles, resultado de fallas en la tecnología y en la capacidad y los conocimientos del personal; es una reducción de 1,7 millones de barriles diarios, en gran parte debida a la decapitación de Pdvsa a la cual debemos agregar la reducción y las fallas mayores y recurrentes en refinación de crudos para el suministro de productos para la exportación, para el mercado interno y para los insumos de la industria “aguas abajo” de la refinación de petróleo. Por otro lado, la situación financiera de Pdvsa es por decirlo de alguna manera, caótica. Hablemos del personal, que no hay dudas sobre la parte financiera y operativa.

Han transcurrido 15 años del siglo XXI: media generación. En el tiempo se ha castrado la fuerza-hombre de Pdvsa al decapitarla primero y al eliminar en el tiempo los conceptos exitosos de la meritocracia de antaño para el progreso dentro de ella y su sustitución por conceptos de afinidad y de inconveniencia de la capacidad para el ejercicio de funciones en la empresa. Recordemos por otra parte que la edad de jubilación en este país es de 60 años y que para llegar a las posiciones más altas en una industria bien manejada hay que esperar entre 20 y 25 años. Quienes a principios de este siglo tenían 45 años ahora tienen 60. Los que tenían 30 tiene 45. Los que han ingresado en este siglo no fueron sometidos al debido proceso de selección previa a su empleo ni han tenido escuela de buen comportamiento ni formación para mejorar y desarrollar sus conocimientos. Los de alto nivel de otros tiempos que pudieran incorporarse a los cuadros más altos en una Pdvsa eficiente de ahora ya estarían en edad de jubilación o en todo caso fuera de “training” para intensas jornadas de trabajo de 10 o 12 horas diarias. Otros que pudieran ser candidatos para incorporarse tendrían que dejar 15 años de esfuerzo y nuevas posiciones logradas con excelente remuneración y de modo de vida con arraigo de sus hijos a otras culturas y en muchos casos con posicionamientos social y económico en países con condiciones de seguridad personal y calidad de vida. Habría que determinar quiénes de los actuales trabajadores de Pdvsa (si es que hay alguno) sirven para algo y para qué. Un nuevo cuadro de alta gerencia (si es que se consiguen suficientes y que responsablemente quieran encargarse para lograr una nueva Pdvsa eficiente), tendría que abocarse primero que nada a una profunda auditoría de todos los procesos y sistemas técnicos, financieros y de recursos humanos antes de aceptar las responsabilidades de manejar esa “caja negra” llena de podredumbre en la cual habría que empezar de cero. Todas estas breves observaciones nos deben llevar a concluir que el régimen bajo el cual hemos estado en lo que va de este siglo se ha hecho todo lo necesario para acabar con una actividad petrolera manejas por acción directa de una empresa del gobierno que en un tiempo tuvo futuro a pesar de las equivocaciones de los gobernantes de turno. Este  caos sin solución dentro de los parámetros normales de antaño, en este caso puede ser la base de un giro favorable para el país, ya que sin querer, con apenas una pequeña enmienda a la Ley Orgánica de Hidrocarburos se puede recuperar la actividad sin que haya que “privatizar” la industria. Solo habrá que hacer lo necesario para resolver el crucigrama pasando el manejo de la las instalaciones a manos privadas pero reteniendo como siempre  su propiedad. Si no lo hacemos ahora mañana ya será tarde para lograr el gran país con el que eternamente hemos soñado, pero sin éxito.
Caracas, Marzo de 2016.

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viernes, 26 de febrero de 2016

El “seguro” médico de Pdvsa.
Por: Odoardo León-Ponte.
Quien ofrezca un seguro médico debe asegurarse de que sus condiciones sean suficientemente atractivas para sus asegurados y para los suplidores de servicios. De otra manera el seguro estaría destinado inevitablemente al fracaso. Analicemos el “seguro” de Pdvsa: SICOPROSA, el auto seguro de esa empresa a un costo para el trabajador y el jubilado. Partamos de que en otras épocas, tanto la empresa como los asegurados, estaban orgullosos de él y los suplidores de servicio lo aceptaban en la seguridad de que representaba a un pagador confiable. Ahora conforma una oportunidad de pena para los asegurados y debería, en todo caso, significar pena, también, para el asegurador, ya que los suplidores de servicios preferirían no tener nada que ver con él.

En la tradición de Pdvsa Siglo XX, el seguro médico era uno de los principales atractivos para acogerse a la jubilación y era parte importante de las condiciones de empleo para atraer a sus trabajadores a hacer carrera en la industria. Era motivo de orgullo para un jubilado (y para un trabajador de la empresa también) acudir a las mejores clínica privada en donde encontraba personal de Pdvsa dedicado a atenderlo expresamente y las clínicas notaban en los representantes de la empresa y en el jubilado, un cierto orgullo. El suplidor de servicios admiraba la manera en que el seguro atendía a las necesidades y cubría los gastos de sus asegurados, sin que Pdvsa Siglo XX dejara de negociar y reclamar el mejor servicio al mejor precio posible. Tiempos pasados.

Desde el advenimiento de Pdvsa Siglo XXI, otro gallo canta. Las razones para el desmejoramiento de sus condiciones y de su aceptación por los prestadores de servicios, son la consecuencia de una empresa incapaz, insolvente e inconsciente de las realidades del país, de las necesidades de sus asegurados (trabajadores y ex trabajadores jubilados) y de las realidades de los prestadores de servicios, aún teniendo en cuenta que los seguros siempre tiendan a reducir los montos de la cobertura negociando mejores precios con los suplidores (médicos y clínicas), más no así el costo de la cobertura. La realidad que confronta el jubilado hoy en día conlleva bajar la cabeza con pena, cuando se acerca a un médico o suplidor de servicios y tiene que dar el nombre del seguro: inmediatamente le responden que pague primero y luego recobre de su seguro o que no aceptan las cartas de SICOPROSA que avalen el servicio. Financia el jubilado. Y hoy en día la cobertura anual de SICOPROSA en bolívares es ridículamente baja. Es como recibir un coscorrón después de viejo. (Ni mencionar que la pensión mínima que en su mayoría reciben los jubilados es ahora menor que la ayuda de alimentación, aparte de que el ahora “notorio” “fondo de jubilación”, que debe mantener las pensiones a un nivel cónsono con la realidad relativa al momento de la jubilación (los otros jubilados del sector público mantienen su nivel de ingreso a través de la homologación.) lleva paulatinamente a todos los jubilados hacia esa pensión mínima. Y en este caso se trata de Pdvsa Siglo XXI, proveedora de TODOS los fondos de los que ahora dispone el país. ¿Cuál es la verdadera realidad? Los médicos y los suplidores de servicio prefieren no tener nada que ver con SICOPROSA y todos ya han tomado acción. Hay inmensas deudas del asegurador con las clínicas y con los médicos. El jubilado petrolero trata de no decir cuál es su seguro (una mala palabra) pero por sus circunstancias económicas muchas veces no tiene otro recurso que acudir a las pocas clínicas en donde aún aceptan su “seguro”, porque de otra forma tiene que cubrir los gastos y esperar a ver cuánto es lo que le va a reconocer SICOPROSA, mientras su pensión se sigue evaporando. ¡Triste pero cierto! ¡Y aun cuando desde el Siglo XXI Pdvsa es de todos!
Caracas, Febrero de 2016.

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martes, 23 de febrero de 2016

¿Quiénes y cómo empezar?
Por; Odoardo León-Ponte.
Con razón nos hacemos la pregunta que encabeza esta  contribución. El país está inmerso en una fórmula fatídica que requiere una limpieza mayor: un mantenimiento total que nos permita sentar las bases para acabar con las malas prácticas que nos han llevado a la situación actual que nunca antes habíamos conocido. Para empezar, debemos reconocer que el estado, siempre y en forma constante, ha sido un mal administrador de los ingresos derivados de la actividad económica, permitiendo que la corrupción (no solo la derivación indebida de recursos sino la corrupción en toda su amplitud conceptual) impida la dedicación de recursos y la toma de decisiones y sus correspondientes  acciones hacia lo conveniente para la gente. Así, una medida indispensable inicial debe ser minimizar la tentación para reducir la posibilidad de caer en ella (no debemos olvidar lo indispensable que debe ser la selección de funcionarios honestos a carta cabal). Sabemos que en la etapa entre el oscurantismo y la estatización de la actividad petrolera, con excepción de la etapa de Pérez Jiménez, los hechos de corrupción fueron menores. El gran índice se comenzó a generar a partir de la “Gran Venezuela” y ha culminado con la insoportable realidad noticiosa de estos días en los que, a ciencia cierta, nos vamos enterando de que la corrupción en lo económico ha reinado de manera desbordada. Recordando una frase, habría que evitar poner a funcionarios “donde haiga” que no hayan sido seleccionados como personas de “plomada” para esos puestos. Difícil pero necesaria tarea que requiere una nueva filosofía de acción reñida con las prácticas conocidas hasta ahora y especialmente en los últimos años. Importante que los funcionarios públicos entiendan que los recursos que manejan no son de su propiedad. (Esto llegaría hasta la tan indignante costumbre de determinar sitios públicos en las calles como propiedad y de uso exclusivo de alguna institución pública o militar.)

Dentro del enfoque al que antes nos referimos habría acciones necesarias poderosamente orientadoras para fijar estrategias en cuanto a la explotación de los recursos naturales y a la propiedad de la actividad industrial. Hasta la “Gran Venezuela” el país anduvo por buen camino. Cuando se estatizó mentalmente al país a través del petróleo y de los otros minerales, se basó la acción en la filosofía de la conveniencia de que el estado fuera dueño de la actividad en cuanto a los recursos y empresas denominadas como “básicos” y allí comenzó la danza de los millones disponibles para la inmensa tentación para la corrupción. No se puede ya justificar ese cuento chino que nos abrió la puerta de una cueva de Ali Baba que nos permitió conocer su contenido a través de la información internacional y extranjera (que bochorno) proveniente de distintas fuentes confiables de información. Y debemos aceptar que, además, para la lograr la recuperación del país ya no podemos pensar que tan solo es necesario un cambio de gente, lo que significaría volver a una etapa también dispendiosa e improductiva en términos del Desarrollo Humano de la gente. Se necesita un cambio filosófico radical, que permita nuevos rumbos que a su vez redunden en una nueva realidad de país en el que la base de la acción sea la honestidad, no medida en grados (que no existen) sino en que la acción tiene que ser correcta. Todo esto pasa por tomar las medidas para lograrlo en cuanto a los organismos del estado, la filosofía de la inclusión y el balance de poder entre los distintos componentes y sobre todo el desarrollo de una estrategia que permita sentar las bases para un proyecto orientado al Desarrollo Humano de la gente; única manera real para lograr la libertad y la democracia a las que todos pensamos que tenemos derecho. Y además comenzaríamos a lograr el país que todos queremos y que existe en nuestro recóndito espíritu como una aspiración totalmente lícita.  
Caracas, Febrero de 2016.
odoardolp@gmail.com odoardolp.blogspot.com @oleopon

        

viernes, 19 de febrero de 2016

El petróleo y nuestras necesidades.
Por: Odoardo León-Ponte.
De repente y “sin darnos cuenta”,  hemos entrado en la etapa” post” petróleo y los caminos apuntan a una muy difícil situación que requerirá una confrontación con nuestras ideas de siempre, sin que sean aplicables a la nueva etapa que nos ha caído encima. La dependencia de nuestra riqueza fortuita que no ha sido producto de nuestro esfuerzo y que con el esfuerzo más reciente hemos destruido al igual que todo lo demás, ya no nos permitirá seguir disfrutando de una riqueza que se nos ha escapado por no haber sabido invertirla para desarrollar nuestro país y lograr la libertad y la democracia que solo resultan del Desarrollo Humano. Añadamos a esto que no tenemos experiencia en cómo atacar esta situación, ya que ahora no tenemos la amplia base de sustentación que tuvimos  en el pasado, aún en los peores momentos, y que   nos ofreció el petróleo. Se trata de una circunstancia en  la que tendremos que usar nuestro ingenio y creatividad para aplicar nuevas fórmulas enormemente distantes de las que hemos conocido. Será necesario olvidarnos de las acciones que “sin querer queriendo” hemos aplicado en el pasado y que tristemente nos han traído a la caótica situación que ahora vivimos. Ya resultará risible hablar de izquierda, marxismo, comunismo, imperio, nacionalismo, “hecho en Venezuela”: ninguna de esas referencias nos  ha servido para desarrollar nuestro país. ¿Qué hacer? Parecería que la Providencia nos ha llevado al momento en el que tendremos que tirar por la borda todo el atajo de preceptos políticos inadecuados de antaño, para poder salir de este atolladero.

Ya no nos sirven los conceptos de protección a ultranza de nuestra actividad industrial, del manejo y control por parte del estado de los medios de producción y distribución, del manejo  por parte del estado de la producción petrolera, del manejo por parte del estado de la construcción de viviendas, de la incorporación de trabajadores al sector estatal con fines electorales, del uso del poder del estado y del nexo con él con fines de enriquecimiento ilícito, de la interferencia del estado en el manejo de la empresa privada que impida el progreso, del control de precios por medios insostenibles, de la desatención por parte del estado de sus obligaciones de satisfacer las necesidades de la población en materia de, infraestructura, servicios,  educación, salud y seguridad. Se inicia una etapa en la que cada quién deberá velar por lo que le corresponde dentro de un estado con objetivos liberales que son los que nos darán a los ciudadanos la libertad y la democracia de las que no hemos disfrutado en forma continuada y creciente. Ya no podemos manejar con escasez de criterio las responsabilidades de estado acudiendo al control como mecanismo para lograr un aparente progreso. Hay que dejar que las fuerzas naturales sean las que gobiernen las relaciones y que el estado se ocupe de fijar y reglamentar el funcionamiento del país con fines de desarrollo, de Desarrollo Humano.

Se trata nada más y nada menos que de hacer todo lo que no hemos hecho desde que apareció el petróleo pero de hacerlo de una manera distinta que permita lograr el Desarrollo Humano de la gente para beneficio del país. De cambiar en forma radical el enfoque de desarrollo para que haciendo uso de las lecciones producto del fracaso, podamos desarrollar fórmulas nuevas y  enriquecedoras. Si es verdad que se aprende de los errores, usemos la amplia variedad de aquellos en los que hemos incurrido hasta ahora para trazar nuevos caminos. ¿Si ni lo hacemos ahora, qué futuro nos depara el país en que vivimos?
Caracas, Febrero de 2016.
odoardolp.blogspot.com

@oleopon