Los gobiernos que hemos tenido, salvo en esta época de despilfarro por parte el gobierno de los ingresos con precios insospechablemente altos y constantes y salvo en los tiempos de Pdvsa Siglo XX, siempre tuvieron que lidiar con la decisión relativa al aumento de la producción, ya que no dominaban (ni dominan) los precios que responden a circunstancias creadas por otros.
La OPEP, en sus comienzos y por un tiempo, a través de su acción de aumentar o reducir la producción, logró mediar para controlar los precios de modo que fueran justos para el productor, desde su punto de vista, pero los fueron llevando decididamente a niveles que han hecho posible en el tiempo, la incorporación de nuevas fuentes de petróleo a medida que los precios fueron subiendo y haciendo rentable incorporar las nuevas tecnologías necesarias para que esas áreas se pudieran incorporar. De ese modo, la producción de fuentes distintas a la OPEP fue aumentando mientras disminuía su capacidad de influir verdaderamente en cuanto a producción y precio, salvo en cuanto a producción para los miembros que disponían de un potencial para aumentarla. Por otra parte, los grandes beneficiarios de la conjunción del aumento en la producción y en los precios fueron los países que, teniendo capacidad para aumentar su producción, aprovecharon la nueva ventana de oportunidad ofrecida por el aumento descomunal de los precios. Ello permitió orientar la actividad de la industria desde otro punto de vista, reduciendo la capacidad de la OPEP para afectar la oferta y la demanda. Quienes han tenido la visión de usar con sensatez las nuevas realidades, han mejorado significativamente sus circunstancias como país. Nosotros, que no lo hicimos, estamos pagando las consecuencias. ¿Qué hemos hecho?
Con una producción de 3.000.000 b/d con la que iniciamos el Siglo XXI y con un precio cercano a un promedio US$100 por barril (lo segundo se mantuvo; la producción no) y una producción programada al inicio del Siglo de cerca de 5.000.000 de b/d (que tampoco se ha dado), nuestra "suerte" ha sido muy distinta a la que pudieran sugerir los números potenciales y reales antes anotados. La acción política con fines distintos al desarrollo del país, nos ha llevado al caos que ahora confrontamos, a pesar del gigantesco caudal de ingresos generado: una fortuna inimaginable echada al albañal por la incapacidad, la falta de cordura y la poca inteligencia.
Con la ilusión de que los ingresos del petróleo manejados al antojo del nuevo gobernante y su camarilla, permitirían lograr el control total político, tanto a nivel internacional como nacional, se tomaron las medidas para que esos fondos inimaginablemente grandes se pudieran manejar al antojo de una ilusión de poder y a expensas de la suerte de nuestra gente, beneficiando, en cambio, a los "amigos" fuera y dentro del país en detrimento del progreso, hipotecando el futuro de las nuevas generaciones y haciendo traumática e insoportable la realidad actual para quienes aquí vivimos.
Hemos destruido el aparato productivo tanto privado como público, incluyendo el petróleo; dependemos de lo que podamos importar con los insuficientes dólares de que ahora disponemos; hemos deteriorado la totalidad de los componentes de nuestra sociedad, incorporando la falta de ética y moral como parte intrínseca de un nuevo modo de vida. ¿Y todavía hay quien pueda pensar en alabar el recuerdo de quien nos trajo a esta nueva y triste realidad?
odoardolp@gmail.com
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