El petróleo siempre ha sido considerado un botín, solo que al convertir su explotación industrial en empresa del Estado, lo incorporamos como fuente de poder en manos de políticos que en el transcurso del tiempo y con acciones irrefrenables pero crecientes y de esperarse, se ha convertido en despojo producto de la acción política para su control y uso.
La explotación del petróleo en manos privadas permitió que el país saliera del atraso y lograra un progreso aceptable mientras la explotación la condujo la empresa privada y el gobierno de turno la regulaba y controlaba dentro de sus posibilidades. Pero el "mal de la izquierda" como enfoque equivocado que ha envenenado tradicionalmente a nuestros gobiernos por no saber ni poder administrar el país para beneficio de su gente y que ha sido usado como muleta para disimular esa incapacidad, condujo las acciones por la alternativa equivocada de la estatización. Quienes para ese entonces estábamos en capacidad de opinar en la industria hicimos nuestra máxima espontánea y honesta contribución e indicamos los grandes riesgos de esa determinación. Pero el caldo de cultivo creado por las tendencias políticas del momento, inevitablemente condujo a estatizar la actividad petrolera. Y como por arte de magia comenzaron a surgir los males aun cuando en un principio se respetara a Pdvsa Siglo XX para poder asegurar su indispensable y necesariamente creciente contribución para los requerimientos del gobierno. Ese respeto se mantuvo en las primeras de cambio, pero la tentación a ejercer el derecho de "manejar" la actividad petrolera, ahora en manos de los políticos, solo sirvió para intervenirla negativamente, modificándola hasta convertirla en instrumento dúctil con fines políticos.
En el proceso se modificaron los esquemas de administración de la empresa: el ministro de turno comenzó a aprobar el presupuesto, se redujo el lapso y la autonomía en la designación de los más altos ejecutivos, se incorporó a Pdvsa a la unidad del tesoro, comenzó la incorporación de personas ajenas a la industria en cargos de dirección y la asimilación de las condiciones de empleo de la industria para muchos de los ejecutivos del Estado relacionados con la industria. Comenzó la interferencia en la secuencia por mérito para ocupar las posiciones superiores al igual que las presiones del Ejecutivo para adjudicar contratos de obra o suministro y para la incorporación de sectores económicos afines a las actividades reservadas a la industria. La Cámara del Petróleo se convirtió en un "lobby" de contratistas y suplidores de Pdvsa. También apareció la inflación y llegó el momento en el que la industria misma hizo un estudio para determinar cuáles podrían ser las consecuencias de la hiperinflación (que reinaba en Brasil, Argentina y México) en sus actividades para anticipar lo que se avecinaba. Y con el petróleo finalmente en manos del gobierno, ya no había ninguna limitación a la acción posible por más descabellada que fuera. Comenzaron los grandes planes inviables de "desarrollo". Pdvsa llegaba a su máxima capacidad de gestión y para crecer hubo que llamar a los que habíamos despachado, con lo cual hasta la izquierda más radical estuvo de acuerdo. Llegó la barahúnda: Pdvsa Siglo XXI, el cochinito al que se le quiso poner la mano se alineó para uso exclusivo y excluyente con fines políticos de los sectores afines al gobierno, sin que el petróleo haya contribuido en nada al progreso de la gente durante el equivalente a media generación. La tarea, ahora, es cómo dejar de profundizar el foso petrolero que hemos venido cavando conscientemente. Será muy difícil estirar la escalera en lo necesario para ascender a la superficie.
odoardolp@gmail.com
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