Cuando Pdvsa era una empresa respetada, su opinión era tomada en cuenta en el ámbito nacional y mundial y era productor de magnitud internacional con un futuro amplio, su estrategia fue la de colocar sus crudos mayoritariamente en sus propias facilidades y tener la máxima flexibilidad operativa cónsona con su dimensión y su importancia para el desarrollo del país. A pesar de la interferencia de la que fue objeto en el Siglo XX, logró convencer con argumentos y razones basadas en hechos (lo que a muchos políticos no les gustaba) para lograr que su desarrollo y el de la industria se fuera haciendo realidad a pesar de las opiniones de los disidentes de la izquierda, quienes en fin de cuentas tuvieron que aceptar que había que reincorporar al capital privado en la explotación del petróleo. Así nacieron las empresas mixtas que le dieron a Pdvsa Siglo XX el fuelle que no tenía por falta de capacidad para invertir y seguir creciendo. Se trataba de aumentar la producción y la seguridad operativa cuando era lo lógico buscando las fórmulas para lograrlo. Así llegamos al Siglo XXI en el que la explosión de los precios fue aprovechada para darle fuerza a una ilusión insensata pensando que lo imposible era posible. ¿Consecuencia?
Con el caos causado a partir de la decisión con un pito en cadena nacional, se inició la historia moderna del petróleo Siglo XXI: reducción de la producción propia de Pdvsa y limitación de la producción de las empresas mixtas; reducción de la capacidad de refinación; reducción de la generación de ingresos provenientes del petróleo; uso del petróleo para fines políticos tanto a nivel nacional como internacional; asignación indebida a Pdvsa Siglo XXI de obligaciones reñidas con su objetivo: en el uso de Pdvsa Siglo XXI como la omnipotente ejecutora de todos los milagros, sin que se tomase en cuenta la realidad de un país que crecía y sigue creciendo en sus necesidades y para atender a lo cual hubiera sido necesario que, dentro de la descabellada nueva estrategia anárquica, Pdvsa Siglo XXI hubiera crecido en cuanto al petróleo. La incapacidad de sus dirigentes y ejecutivos, guiados por una pesadilla no lo ha hecho posible.
Ahora nuestra triste e irrefutable realidad nos afecta directa, colectiva e individualmente. Retroceso en la producción, en la refinación (por mala praxis) y, por ende, reducción del suministro al mercado interno e importación de productos refinados y crudo; exceso de capacidad de refinación en el exterior e incapacidad de llenarla por falta de crudo y fondos para comprarlo; endeudamiento con los socios, los compradores y los suplidores y deudas de los mantenidos por razones electorales y otras políticas de una aparentemente necesaria influencia en nuestras relaciones internacionales, pero insostenibles en función de las realidades y con efectos destructivos en nuestro desarrollo como país; insuficiencia financiera y presupuestaria de Pdvsa y del país por los desajustes generados por la incapacidad de crecer y producir para nuestro sustento, convirtiendo a Pdvsa Siglo XXI en el único e insuficiente suplidor de las divisas requeridas para el más mínimo nivel de funcionamiento como país. Hemos desembocado en una situación de incumplimiento selectivo de nuestras obligaciones, tanto en divisas como en bolívares con suplidores de insumos, productos y servicios, tanto a nivel nacional como internacional, en un proceso de lo que parece ser un primer paso hacia un deslave financiero que se gesta como resultado de las piruetas realizadas para intentar infructuosamente convertir al Socialismo del Siglo XXI en una imposible realidad.
Preparémonos que la tormenta ya está en camino.
odoardolp@gmail.com
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