martes, 19 de agosto de 2014

El mito del petróleo


El mito del petróleo.

Por: Odoardo León-Ponte.

El mito del petróleo en Venezuela puede definirse como una teoría que ha resultado falsa en función de su uso por parte de nuestros dirigentes políticos y de la mayoría de los intelectuales de nuestro país a través del tiempo. El petróleo y sus circunstancias han sido el piso sobre el cual se han estructurado todos los esquemas políticos de nuestra era, es decir, desde que hace cien años apareció el petróleo como un gigante en el país de Lilliput.

 

Todas las culpas de nuestro devenir, en la mente de los dirigentes, para bien o para mal, han sido de quienes operaron el petróleo mientras estuvo en manos del capital privado, de quienes manejaban las “riendas” del petróleo desde el exterior para maleficio de nuestro país petrolero mientras estuvo en manos de Pdvsa Siglo XX y nunca ha estado mejor que bajo Pdvsa Siglo XXI, cuando el petróleo ha sido bautizado como “de todos”.

 

Una vez reglamentadas las relaciones del gobierno con las empresas privadas del petróleo, comenzó el desarrollo del mito. Primero era que no estaban pagando suficientes impuestos, después que se estaban llevando el petróleo para explotarlo fuera del país, que estaban engañando con los precios (a pesar de que CVP no mantenía una divergencia acorde con lo que se decía de las privadas), luego se discutió hasta la saciedad si se producía o se guardaba, si se sembraba, si debía ser explotado por la CVP y finalmente se estatizó bajo Pdvsa. A todas estas, nadie se dio cuenta de que aparecía el Medio Oriente y que comenzó a desbalancear el mercado con su inmensa capacidad de producción y la calidad de sus crudos, ni hubo la lógica y necesaria anticipación al hecho, para tomar las medidas que hubieran hecho posible que nuestra industria hubiera llegado a niveles y dimensiones de producción y refinación extraordinarias, en compensación. Todo lo contrario: se trataba era de contrarrestar los ímpetus de las empresas extranjeras que se decía que querían era exprimir al país. Mientras tanto, el país aceleraba y desaceleraba como carro que pistonea. Finalmente, como no se les podía ganar nos unimos a ellos: ayudamos a crear la OPEP que siempre ha sido gobernada por el gran productor. Entretanto, las precios subían hasta llegar a los niveles necesarios para que se pudieran incorporar nuevos volúmenes, dejándonos en una situación controvertida en la que, por falta de dinero (a pesar de los altos precios), por dilapidación de los ingresos que hemos recibido a pesar de la declinación de nuestra actividad petrolera y por la rampante corrupción, además de ir en camino a ser un ex país, nos aproximamos a ser un país ex petrolero.

 

A pesar de los pesares y con el mito desarrollado y mantenido, con cien años de historia petrolera (somos de los más antiguos del sector), habiendo cosechado la inversión extranjera pero habiéndola rechazado cuando nos convino sin verdaderas razones a fin de cuentas y habiendo permitido que esa enseñanza y experiencia se hubiera llevado a otros lares, ¿qué excusa podremos esgrimir para los desenlaces que hemos protagonizado? ¿Nos habremos dado cuenta los pensantes de que hemos estado equivocados? ¿Y cómo repararemos el daño auto infligido? ¿Qué cuento desarrollaremos para darle credibilidad a las acciones tomadas a través del triste desenlace de ser ricos pero seguir siendo pobres? ¿Cómo haremos para crear un nuevo mito sobre el petróleo que nos permita convertirlo en algo que no sea una muleta?     

 

Agosto de 2014.


odoardolp.blogspot.com

@oleopon

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