El petróleo de primer mundo, como en cualquier actividad, es aquel en el que se busca y se logra la óptima ejecución de la actividad y se logra mantenerla. Es por eso que las "siete hermanas" ya no son sino dos o tres y los países propietarios de los recursos del subsuelo que conformaron originalmente la OPEP, ya no comandan ni tienen el control de los precios del petróleo. Es el crecimiento económico y la inestabilidad política de los países y los grupos a los cuales pertenecen, lo que comanda y afecta los precios y las realidades del petróleo. De ese grupo de petróleo de primer mundo formó parte con méritos relevantes la Pdvsa del siglo pasado.
¿Quién era la Pdvsa del siglo pasado?
Hasta el año 1976 la industria petrolera venezolana de importancia estuvo en manos de la empresa privada internacional, de las empresas del primer mundo, las que hoy en día están representadas, entre otras por Exxon-Mobil, Shell, Conoco, y BP. En aquel entonces, en Venezuela, eran, principalmente, Creole, Shell, Mene Grande y Mobil. Todas aplicaban los criterios de excelencia en materia de selección y formación de personal, en la selección a nivel mundial del más calificado para cada puesto, en la asignación de recursos para el proyecto más rentable; usaban los criterios que fueron y siguen siendo la clave del éxito en cualquier actividad. En el tiempo, la industria petrolera en Venezuela pasó paulatinamente a ser dirigida casi en su totalidad por personal venezolano formado por esas empresas para continuadamente seguir cosechando los éxitos que cosechó. Esta realidad fue posible gracias a ese recurso humano que conformaba la estructura de ese cuerpo de gente que le dedicaba su vida a su trabajo en esas empresas y que consideraba que el éxito personal representaba el éxito de la empresa.
En paralelo, corría una pretensión política de país subdesarrollado que aspiraba a ser propietaria de la actividad, unas veces pensando en que todo debía estar bajo control del Estado y otras pensando que las actividades podían estar en manos tanto de las empresas privadas como de empresas del Estado. La pregunta que no se hacía era: ¿Y si tengo quien haga las cosas mejor que yo sin que yo corra ningún riesgo ni me cueste, por qué debo hacerlo yo? ¿Por qué no sigo disfrutando de los beneficios que ellos me dan para tratar de salir del subdesarrollo en el que permanezco? ¿No estábamos conscientes de que la línea roja entre Washington y Moscú la manejaba una pequeña pero eficiente empresa privada de telecomunicaciones? ¿No estábamos conscientes de que los países desarrollados, de primer mundo, no eran propietarios sino de los servicios públicos básicos, de la capacidad de legislar balanceadamente, de cobrar los impuestos y que la actividad industrial la manejaba el sector privado?
A pesar de todo y teniendo las empresas calificadas de primer mundo con el personal de primer mundo y contando con él, pensaron que era viable estatizar la actividad. Lo hicieron. Los "Yankees de Nueva York", ahora propiedad del gobierno de turno, vendrían a ganar el campeonato. Y así fue por un tiempo, incluso jugaron en las grandes ligas, se tutearon con lo más granado del mundo petrolero y figuraron entre las empresas más destacadas de la actividad. Todo ese esfuerzo, todos esos años de trabajo y dedicación se fueron de repente por el albañal. La Pdvsa siglo XXI es irrecuperable.
odoardolp@gmail.com / odoardolp.blogspot.com
¿Quién era la Pdvsa del siglo pasado?
Hasta el año 1976 la industria petrolera venezolana de importancia estuvo en manos de la empresa privada internacional, de las empresas del primer mundo, las que hoy en día están representadas, entre otras por Exxon-Mobil, Shell, Conoco, y BP. En aquel entonces, en Venezuela, eran, principalmente, Creole, Shell, Mene Grande y Mobil. Todas aplicaban los criterios de excelencia en materia de selección y formación de personal, en la selección a nivel mundial del más calificado para cada puesto, en la asignación de recursos para el proyecto más rentable; usaban los criterios que fueron y siguen siendo la clave del éxito en cualquier actividad. En el tiempo, la industria petrolera en Venezuela pasó paulatinamente a ser dirigida casi en su totalidad por personal venezolano formado por esas empresas para continuadamente seguir cosechando los éxitos que cosechó. Esta realidad fue posible gracias a ese recurso humano que conformaba la estructura de ese cuerpo de gente que le dedicaba su vida a su trabajo en esas empresas y que consideraba que el éxito personal representaba el éxito de la empresa.
En paralelo, corría una pretensión política de país subdesarrollado que aspiraba a ser propietaria de la actividad, unas veces pensando en que todo debía estar bajo control del Estado y otras pensando que las actividades podían estar en manos tanto de las empresas privadas como de empresas del Estado. La pregunta que no se hacía era: ¿Y si tengo quien haga las cosas mejor que yo sin que yo corra ningún riesgo ni me cueste, por qué debo hacerlo yo? ¿Por qué no sigo disfrutando de los beneficios que ellos me dan para tratar de salir del subdesarrollo en el que permanezco? ¿No estábamos conscientes de que la línea roja entre Washington y Moscú la manejaba una pequeña pero eficiente empresa privada de telecomunicaciones? ¿No estábamos conscientes de que los países desarrollados, de primer mundo, no eran propietarios sino de los servicios públicos básicos, de la capacidad de legislar balanceadamente, de cobrar los impuestos y que la actividad industrial la manejaba el sector privado?
A pesar de todo y teniendo las empresas calificadas de primer mundo con el personal de primer mundo y contando con él, pensaron que era viable estatizar la actividad. Lo hicieron. Los "Yankees de Nueva York", ahora propiedad del gobierno de turno, vendrían a ganar el campeonato. Y así fue por un tiempo, incluso jugaron en las grandes ligas, se tutearon con lo más granado del mundo petrolero y figuraron entre las empresas más destacadas de la actividad. Todo ese esfuerzo, todos esos años de trabajo y dedicación se fueron de repente por el albañal. La Pdvsa siglo XXI es irrecuperable.
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