Todos estamos de acuerdo en que el precio de los combustibles en el mercado interno es ridículo e insostenible, producto de un descabellado enfoque político sin pies ni cabezas que últimamente se ha dado en llamar socialismo del siglo XXI. También estamos de acuerdo en que por necesidad se tiene que aumentar, pero, en justicia, el aumento tiene que venir acompañado de otras medidas que también son indispensables y necesarias para que haya justicia para con nuestros ciudadanos y que no se trate simplemente de un mecanismo para seguir engordando el despilfarro de Pdvsa y de su capacidad para alimentar un perverso juego político que redunda en perjuicio de todos los que aquí vivimos y que en realidad beneficia a quienes menos derecho tienen a disponer de nuestros recursos.
Debemos empezar por la ayuda infinita que le damos sin razón justificable a países que se benefician a expensas nuestras y que deben ser los primeros afectados a la hora de un aumento de la gasolina para nosotros: no se puede seguir regalándole los recursos petroleros sin cobrarles y aceptando que no nos paguen. No se puede seguir desatendiendo las instalaciones de refinación en el país que requieren mantenimiento y ampliación, para luego tener que reemplazarla con importación incrementando los costos. No se puede seguir permitiendo que los vecinos limítrofes sigan derivando los beneficios del diferencial de precios. No se puede seguir dejando que el consumo de combustible siga creciendo y que tampoco haya medidas que conduzcan a mejorar la vialidad. No se puede castigar a los dueños de vehículos por la acción envidiosa del gobierno central de no permitir, por razones políticas, que se reduzca la circulación de vehículos para contribuir a reducir el consumo y a mejorar el endemoniado tráfico que resulta del abandono de su planificación. No se puede aceptar que lo medios de transporte público y privado vayan a la saga de las necesidades por una incapacidad del estado de planificar e incrementar los sistemas de transporte. No se puede aceptar que después de 15 años de mantenimiento de la realidad de los precios se aspire a que sea suficiente razonar que los precios le causan pérdida a Pdvsa y que por ello se piense que haya razón para aumentarlos. ¿Cómo se ha podido mantener y de qué forma justificar esa barbaridad durante tanto tiempo? No se puede justificar cargarle al consumidor única y unilateralmente las consecuencias de una acción de este tipo y las consecuencias resultantes de tal acción sobre el costo de la vida que ya se encuentra afectado por una inflación galopante, indefendible e injustificable. No se puede seguir buscando razonamientos que busquen soluciones a los efectos cuando no se atiende a la eliminación o reducción de sus causas. No se puede darle más dinero al Estado a través de Pdvsa o de cualquier otro mecanismo para que lo siga despilfarrando como ha dilapidado la inmensa fortuna generada en estos 15 años de súper bonanza petrolera irrepetible. No puede ser que después de 15 años el gobierno de turno se dé cuenta de que hay una inconsistencia inconveniente en sus acciones, entre las cuales se encuentra el precio de la gasolina y que solo se ocupe, aparentemente, de atender a la injusticia del precio de la gasolina usando el razonamiento de que Pdvsa pierde dinero. ¿Es que la quiebra de Pdvsa se debe al precio de la gasolina?
Solo se puede justificar un aumento de la gasolina si viene acompañado de una reforma total de la acción económica y política del Estado.
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