Si analizamos la historia de la inflación en nuestra economía durante el siglo XX y la seguimos paralelamente a la responsabilidad por la ejecución de la actividad de descubrir, ubicar, producir, transportar, refinar y vender el petróleo y sus derivados, encontramos que las líneas se cruzan con el antes y el después de la estatización de la actividad petrolera.
El Estado siempre tuvo conciencia de sus limitaciones financieras mientras no manejó directamente la actividad petrolera y tan solo se ocupó de limitarla a través de la legislación y el control de la permisología administrativa necesaria para trazar su ruta. Al comienzo las decisiones sobre la actividad estuvieron casi totalmente en manos de las petroleras y su personal quienes, para bien o para mal, fueron convirtiendo a nuestro país en una potencia petrolera. Cuando la producción llegó a ciertos niveles, se inició la refinación en el país para proveer las necesidades de consumo de un país que se despertaba a la modernidad. Más adelante se construyeron las grandes refinerías iniciales en Cardón y Amuay que, al igual que las refinerías de Puerto La Cruz, El Palito y Bajo Grande fueron abriendo el camino para que Venezuela dejara de ser solamente un país productor de crudos y se incorporara como país con una actividad petrolera integrada. En el área de producción se pasó a incorporar la más moderna tecnología y se registra en los anales de la actividad que eran las petroleras las que principalmente llevaban la iniciativa en las propuestas en cuanto a la actividad siendo el Estado, más bien, el encargado de limitarla, aunque hay que reconocer que persona idóneas contribuyeron con su esfuerzo a crear las reglas para el manejo de la industria y la ejecución de sus actividades. En los momentos de crisis financiera del Estado, se le impusieron cargas a las empresas que, en definitiva, no tuvieron más remedio que aceptar y con el tiempo y el advenimiento de las tesis de izquierda propias de las coyunturas electorales, comenzaron las aseveraciones y acciones populistas que, comenzando con la política de no más concesiones, seguidas por la ilusión de "controlar" y "venezolanizar" el petróleo y agregadas a las acciones limitativas que, unidas a la creación de una empresa petrolera estatal inviable, finalmente terminaron en la estatización de la industria petrolera con la creación de Pdvsa y la asignación por Ley a esa empresa de todas las actividades petroleras en el país, finalmente se lograba el objetivo político de que el Estado tomara el control total de la industria.
Quienes hemos vivido y sufrido en carne propia como ciudadanos y como personeros de la industria en sus distintas etapas, las vicisitudes de la actividad y las consecuencias de las acciones políticas en materia petrolera, al reflexionar sobre las realidades vividas en el tiempo, podríamos concluir que aunque en teoría no debió ser así y aunque tengamos todo el derecho a ser propietarios de lo que nos parezca, nuestra realidad como país y la comparación con otros superiores a nosotros, que siempre es saludable, nos lleva a tener que aceptar que la decisión de estatizar actividades por distintas razones al haber pensado que el Estado podría manejarlas, resultó perjudicial para el conglomerado nacional. Para muestra la altísima inflación y corrupción desde entonces y, recientemente, el descalabro de la economía.
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