El petróleo en nuestro país ha tenido los tres actores principales enunciados. Las empresas multinacionales que eventualmente fueron reemplazadas por Pdvsa Siglo XX, los gobiernos de turno y la gente, es decir, el pueblo venezolano, incluyendo allí al personal de la industria petrolera sobre cuya saga ya estamos comentando.
Las empresas multinacionales, a través de su capacidad financiera y su tecnología hicieron posible que nuestro país se convirtiera en una potencia petrolera, habiendo tenido Venezuela a las dos empresas petroleras de mayor importancia en sus respectivas organizaciones: la Creole y la Shell de Venezuela. Aparte y además, otros grupos petroleros internacionales desarrollaron sus actividades y contribuyeron dentro de su propia dimensión al proceso de desarrollo de nuestro petróleo. Entendiendo que las empresas industriales tienen como fin el lucro, nunca debió sorprendernos que quisieran lograr los mejores resultados financieros y hacer uso de sus conocimientos y habilidades para esos fines. Ellos tenían los conocimientos y Venezuela tenía el petróleo. Inicialmente usaban personal extranjero en las posiciones que lo requerían y, paulatinamente, a medida que se lograron mejores y mayores calificaciones para el personal venezolano en el país y en el exterior, fueron incorporando personal venezolano hasta que en el momento en que el país estatizó la industria petrolera el personal era casi 100% venezolano.
Los gobiernos de turno hicieron lo que les parecía apropiado. En los inicios se sometieron a los dictámenes de las petroleras: no tenían el conocimiento ni la capacidad financiera para hacer otra cosa. A partir de 1930 el gobierno comenzó a calificar su personal para incorporarse en la dirección de la actividad petrolera y tener más que decir y hacer, con conocimiento de causa, sobre la explotación petrolera. Paulatinamente aumentaron los conocimientos, se crearon oficinas para atender a la materia y en el año 1943 apareció la primera ley de hidrocarburos. Se iniciaba la incorporación de las primeras orientaciones en política petrolera con propiedad para la conducción y mantenimiento de las actividades, pero privaba siempre la falta de confianza y conocimientos de un país subdesarrollado frente a las propuestas y acciones de las empresas petroleras. La capacidad relativa de los actores con la desventaja para el país, más que estimular el progreso en la explotación petrolera, sirvió de freno a muchas iniciativas y más adelante con las tendencias políticas de "izquierda" frenó acciones que hubieran podido significar un inmenso incremento de nuestra potencia petrolera. La decisión política de "no más concesiones" y la formalización del "dogma petrolero" frenaron en el momento menos apropiado el aumento de la actividad y se optó por fórmulas de fuerza para incrementar los ingresos del Estado a través de la vía impositiva y no a través de una mayor capacidad y potencia petrolera: aumentar los precios y no la capacidad; luego estatizar y, finalmente, convertir el petróleo en fuente de poder político.
Hoy, tenemos un país empobrecido y una industria deteriorada, el país ha perdido sus ventajas comparativas y pudiera decirse que a futuro tenemos más probabilidades de dejar nuestro inmenso mar de petróleo en el subsuelo que de explotarlo y "sembrarlo" para beneficio de nuestra gente.
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