domingo, 3 de agosto de 2014

El petróleo y su personal

Las multinacionales trajeron al país la tecnología, los métodos y los procedimientos que, producto de su experiencia en escala mundial, estaban validados en cuanto a su aplicabilidad. Entre ellos la selección, la formación y la planificación del personal que trabajaba en esas empresas.

El trabajador ingresaba a un nivel cónsono con sus calificaciones. A medida que adquiría conocimientos y experiencia y comprobaba que tenía la capacidad, se le asignaban responsabilidades adicionales o mayores. La empresa le hacía seguimiento permanente en su trabajo y le daba la oportunidad de aumentar sus conocimientos y calificaciones para progresar. Periódicamente su supervisor le evaluaba en cuanto a su actuación, sus necesidades de formación y su capacidad para ascender dentro de la organización: su potencial. Se le programaba un camino, una carrera y se determinaban las necesidades de formación y adiestramiento, incluyendo las de nivel internacional. Toda esa información se analizaba con él y se tomaban en cuenta sus comentarios y observaciones. A través de este proceso, muchos de quienes ingresaron a niveles de obrero u oficinistas llegaron a posiciones de dirección dentro de las empresas.

En los inicios, se traía personal extranjero y a medida que se fue formando el personal venezolano idóneo se le reemplazó. A través de ese proceso continuo llegamos a tener cuadros y directivas completas en las empresas compuestos por personal venezolano. En el camino mucho de ese personal, sobre todo a nivel gerencial, salió al exterior para aprender, trabajar, enseñar y competir, dejando muy en alto, con su esfuerzo, talento y dedicación, la capacidad técnica y profesional del petrolero venezolano. Todo esto fue producto de un ordenado plan que incluía las exigencias políticas y profesionales vigentes en cada época. Hubo un tiempo en el cual todo profesional universitario o técnico graduado en el exterior que no hubiera revalidado su título, bien fuera venezolano o no, debía tener la autorización del Colegio de Ingenieros de Venezuela para poder ejercer. En el caso de los artesanos, cuando no los había en la cantidad y calidad que reclamaba la empresa, se crearon los centros de entrenamiento artesanal (CEA, en Cabimas en el caso de la Shell), que desaparecieron, para perjuicio del país, cuando por pequeñeces no se les quiso aceptar como mecanismo para cumplir con la Ley del INCE.

Las empresas que operaron en Venezuela, en el caso de la Shell y la Creole, eran las joyas de la corona en cuanto a ser las mayores operadoras en su tiempo de cada uno de esos dos grupos. Muchos de sus altos ejecutivos, llegaron a las más altas posiciones en sus respectivos grupos en el mundo como fue el caso de la Creole y la Shell. Esta última tuvo como su presidente a nivel mundial a ejecutivos salidos de sus filas en Venezuela y fue la Shell de Venezuela coordinadora regional de las actividades de ese grupo multinacional. Estas altísimas calificaciones del personal de la industria petrolera fueron las que hicieron posible que el sector político pudiera tomar la decisión, sin riesgo operativo, de estatizar la industria petrolera en el año 76. Conservó y mantuvo el recurso intocable: el personal y, con él, logro escalar los más altos niveles de eficiencia y productividad: de buen manejo, para beneficio del país.

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