domingo, 3 de agosto de 2014

Petróleo: alternativas

Nuestra historia petrolera contiene tres alternativas que se usaron en el tiempo para el manejo petrolero. La primera fue la de la producción, refinación, transporte y comercialización en manos de la empresa privada. La segunda fue la de la estatización de toda la actividad petrolera y la tercera fue la de reincorporar a la inversión privada en la operación petrolera al llegar a su límite la capacidad operativa de la Pdvsa iniciada en 1976, por razones de conflicto en el uso/necesidad de los fondos producidos por la empresa. Había llegado el momento en que no se podía atender tanto a las necesidades financieras de Pdvsa para incrementar su actividad y como proveerle al estado los fondos requeridos para atender a sus responsabilidades. Así llegamos a la reincorporación de la empresa privada y a las empresas mixtas, ajustando las reglas del juego para hacerlo posible. Hasta ese momento las cosas iban bien aunque los precios, que nunca han dependido de nuestras acciones unilaterales sino de las circunstancias de la oferta y la demanda, hacían que muchas veces tuviéramos que ajustarnos el cinturón. Finalmente, los precios se estabilizaron a un nivel muchas veces soñado pero nunca realizado y los sueños, convertidos en realidad, nos hicieron creer que podríamos desarrollar alas para volar fuera de toda interferencia: al iluso se lo ocurrió convertirnos en una potencia mundial a expensas de nuestro futuro y se tomaron las medidas y se desarrollaron acciones soñadoras que nos han convertido en un país atrasado real y relativamente, hasta el punto que somos los líderes en todos los aspectos negativos que pueda tener un país. Nos hemos venido convirtiendo en un país adjetivo hasta el punto que nuestras Fuerzas Armadas se llaman a sí mismas bolivarianas y no venezolanas.

Consecuencias. Durante el período en el que la industria estuvo en manos de la empresa privada nos convertimos de país rural, atrasado y lleno de malaria a país progresista que pudo atraer gente y capitales y servir de asilo político a perseguidos del mundo. Pero en el camino, nuestro subdesarrollo nos hizo pensar que podíamos ser y que éramos una potencia petrolera incontrovertible y que podíamos darnos el lujo de jugar con nuestras realidades y cada día ser más potentes (o prepotentes: recordemos los planes de la nación que nos causaban pena a quienes los oíamos en países que en aquel entonces eran menos "desarrollados" que nosotros). Era la época de las primeras de cambio de nuestra estatización del petróleo unida a una explosión de los precios. Nuestras acciones nos fueron mostrando otras realidades. Comenzó la interferencia en los manejos de la industria, hubo que abrir el campo para reincorporar a los que se habían ido y poder desarrollar planes de crecimiento de la industria que nos hubieran convertido en uno de los mayores productores de crudo del mundo.

El sueño de un nivel de precios que inesperadamente se hizo realidad y permitió que pensáramos de nuevo en volar fuera de toda interferencia, nos permitió que nos dejáramos jugar otra pasada. Ansias renovadas insostenibles de poder e influencia mezcladas con esquemas políticos y económicos confusos e inviables, mantenidos a través de controvertidos mecanismos ajenos a todo desarrollo verdadero, nos han convertido en un país en regresión con quince años de estancamiento y retraso relativo ante un mundo en vuelo acelerado de modernidad.

Hemos retrocedido a los tiempos del paludismo, de insuficiencia y escasez que habíamos superado. Nuestros jóvenes protestan por recuperar su futuro: nuestro futuro.

odoardoplp@gmail.com

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