Nuestra historia petrolera y la experiencia de lo sufrido en carne propia nos debe enseñar varias lecciones que son perfectamente aplicables a otras incursiones y que nos tienen que indicar que el camino trajinado y el futuro con más de lo mismo, en resumen, han sido y seguirán siendo un verdadero fracaso, digno de un estudio de caso ("case study") de cómo no hacer las cosas.
En el caso del petróleo, mientras estuvo en manos privadas con tecnología permanentemente moderna e inversiones provenientes de fuentes distintas al erario público y, a pesar de los errores imperdonables cometidos, permitió que nuestro humilde país se convirtiera en una potencia petrolera, con todo y que la acción política de los "demócratas" de nuestra era durante los últimos 70 y tantos años, no supo ni ha sabido aprovechar las oportunidades para convertirnos en un país portento de progreso y calidad de vida: oportunidad perdida que va a requerir un largo período para reponernos de los daños autoinfligidos: y aquí hablamos solo del petróleo, en cuyo caso todavía nos queda el recurso de apoyarnos en la inversión y tecnología extranjeras para dar un gran salto e intentar recuperar todo el tiempo y el esfuerzo perdido, por nuestro antojo de seguir queriendo ser lo que no podemos.
La etapa "democrática" del siglo XX, en resumen, frenó el desarrollo del petróleo en cuanto a potencial y capacidad de producción: no más concesiones y luego no más inversión ni crecimiento; más bien declinación de la actividad. Con la estatización se potenciaron los riesgos de la politización de la actividad (eso lo dijimos los petroleros en el momento oportuno) y eventualmente tuvimos que llamar a los que habíamos "volado" de la actividad para que vinieran a aumentar la producción con una inmensa inversión que no podíamos (ni podemos) hacer, de modo que pudiéramos explotar la inmensa reserva de crudos de mala calidad de la que disponemos. ¿Cuánto tiempo perdimos en ese ejercicio de jugar con candela apoyándonos en una acción supuestamente solicitada por el pueblo y siguiendo tendencias políticas de comprobada inconveniencia? ¿Y cuánto nos ha costado y nos va a costar en términos del desarrollo humano pasado, presente y futuro de nuestra gente, los ciudadanos de este país? ¿Y cuándo hemos oído que alguien haga un mea culpa por todos los desatinos que nos han hecho perder paulatina pero inclementemente nuestra calidad de vida y nuestro desarrollo relativo, cuando vemos que otros con menos potencial y riqueza nos superan en todo sentido?
Con el slogan de que el petróleo es de todos o que debe ser de todos, pero con la realidad de que nos es de nadie y mucho menos de la gente, por la forma en que lo hemos malbaratado al mantener los niveles de pobreza que nos afligen, vemos que ha habido un colapso al cambiar de lema y convertir el de "la empresa (póngale el nombre de petróleo) somos todos" a "el petróleo es de todos". A la luz de los resultados, ¿podemos seguir alardeando de la consigna política de que el petróleo seguirá siendo de los venezolanos? ¿Es que acaso alguna vez no lo fue? ¿Y ahora los es?
Lo que cambió fue que el monopolio de la operación se consolidó y exacerbó en manos del Estado de un país subdesarrollado, cuando la actividad debió seguir en manos de los que sabían y podían desarrollarlo bajo el control del Estado. Si no hemos aprendido esa lección elemental, ya no tendremos futuro.
odoardolp@gmail.com
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