Los sindicatos nacieron como institución legal con la promulgación de la Ley del Trabajo de 1936 y, por su naturaleza, son uno de los sectores más importantes de la sociedad. En el sindicalismo petrolero en sus primeras etapas tuvieron su mejor y más clara conducción, pero, en el tiempo, ese movimiento sindical, al igual que los demás, ha transitado de estar orientado a velar por los derechos y condiciones de trabajo de los trabajadores y, a través de la contratación colectiva, a la mejora de sus condiciones de trabajo, hacia orientaciones que lo han convertido en organizaciones políticas, perdiendo así la razón de su origen: defender los derechos de los trabajadores y propender a mejorar sus condiciones de trabajo, mientras contribuyen al mantenimiento de la salud de la organización con la cual se relacionan. En ese transitar, los sindicatos han perdido su rumbo y su poder y han contribuido a conformar el panorama de desorientación que hay en el país. Rara vez han incursionado como miembros de la sociedad a la cual pertenecen como institución o como representantes de sus afiliados en función del desarrollo humano.
En un país en el que cada día hay más necesidades, las organizaciones pertenecientes al sector sindical deben desempeñar un papel preponderante con su participación y las de sus afiliados en la búsqueda del Desarrollo Humano, sirviendo entre otras cosas de apoyo para las actividades de responsabilidad social de las empresas con las cuales se relacionen. En este caso, existe una trilogía empresa, trabajadores, sindicato que, al aunar esfuerzos, podría lograr una contribución importantísima en la búsqueda del Desarrollo Humano. Las empresas, como hemos analizado anteriormente, necesariamente tienen que involucrarse y deben incorporar a sus trabajadores en forma de voluntariado para multiplicar y potenciar el rendimiento de su esfuerzo y si ese esfuerzo incorpora de manera proactiva el músculo sindical potencial, los resultados pudieran ser fantásticos.
El sindicato se ha involucrado de la cerca de la empresa para adentro, pero no ha participado en la determinación de las necesidades de la gente como conformador de la comunidad, extra, cerca, sirviendo de factor de poder para que se incorporen los esfuerzos de todos los miembros de la sociedad en la determinación y atención de las necesidades de esa gente de acuerdo con sus prioridades. Los trabajadores, que son la gente, pasan de una situación de Tercer Mundo a una de Mundo Desarrollado al traspasar la cerca que los separa, y se puede constatar cómo el esfuerzo sindical se ha orientado a exigirle y muchas veces lograr, a través de la contratación colectiva o de otra forma, que la empresa resuelva problemas y atienda a circunstancias que corresponde atender a otros miembros de la sociedad, desvirtuando así los conceptos básicos de las dimensiones del Desarrollo Humano, cargándole la mano al costo de operación de la empresa y librando a los otros miembros de la comunidad del cumplimiento de su responsabilidad y obligación.
El sector sindical en atención a su alta cuota de responsabilidad como miembro de la sociedad, debería redefinir su enfoque para que pueda convertirse en un factor de apoyo, de exigencia y de balance para que, con los trabajadores, las empresas y el Estado, propenda a asegurar su contribución al Desarrollo Humano, al desarrollo del país.
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